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Liliana se alejó, miro la universidad, estaba perpleja, incluso si quería ser orgullosa, era su sueño hecho realidad. —No estudiaré aquí, iré a una universidad que yo pueda pagar. Demian le miró con rabia, le dio al pequeño Carlitos a Cedric para que lo cuidara. —Llévalo a comprar un juguete. Cedric lo aceptó. Demian tomó de la mano a Liliana, no la soltó y la obligó a caminar, hasta que fueron por el camino de los encinos, ella estaba rabiosa, intentando liberarse de él. ——¡No te cansas de obligarme a hacer todo lo que no quiero! ¿No te cansas de verdad? Él la soltó, la miró con decepción, hundió la mirada, odiaba cuando se ponía así, la habái imaginado siendo una simple chica sumisa, pero Liliana era lo opuesto. —Estoy haciendo lo mejor que puedo por ti, dando lo mejor, no soy fácil, soy egoísta, soy detestable, es verdad, pero no contigo, intento hacerte feliz, ¿así me pagas? —¡Yo no te lo pedí! —exclamó Demian sintió que sus palabras lo vencían, hundió la mirada, estaba n
De vuelta a la mansión, Demian manejaba el auto para llevarlos, miró por el espejo retrovisor, sintió que, de alguna manera, algo de la incomodidad y el enojo de Liliana ya no estaba. Se sentía como una gran victoria, pero sabía que no debía confiarse. «Debo ganarme su amor, esto no será tan fácil, al menos ya conseguí que no me vea con desprecio, un pequeño paso a la vez», pensó con optimismo. Al entrar, Liliana comenzó a arreglar los útiles escolares de Carlitos. —¿Por qué debo ir al colegio? Yo no quiero ir, no me gusta. Liliana sonrió al escucharlo hacer berrinche y un puchero. —¿No quieres saber leer, Carlitos? —No, papito, no ocupo leer. Demian rio de sus palabras, lo cargó en sus brazos, Carlitos era pequeñito, tenía el cabello rizado, y piel blanca, con grandes ojos almendrados. —¿Cómo de qué no? ¿Acaso te vas a perder de algo maravilloso como leer? —¿Leer? Pero, mami Liliana me puede leer un montón de cuentos, ¿verdad que sí, mamita? Liliana lo miró. —Te leeré cuen
Liliana empujó al hombre lo alejó de ella, sintió su rostro arder ante la sensación que la estremeció. —No vuelvas a robarme un beso, Demian House —su voz fue rabiosa, pero por dentro ella no tenía tanto valor como el que quería demostrar ante él. Él sonrió con picardía. Ella se giró y lo ignoró, abrazando a Carlitos. Demian quería abrazarla, besar su mejilla, su cuello, hacerle sentir todo lo que provocaba en él, pero se contuvo. No debía ser así, pensó en su gemelo, Demetrius, él era todo un caballero, nada comparado con él, al menos así lo sentía. «Bueno, debo ser paciente, esperaría por ti la vida entera, Liliana, he esperado mucho, algún día, tú misma sabrás que somos dos almas gemelas», pensó. Al cabo de un rato, el sueño terminó por vencerlos a ambos. A la mañana siguiente Liliana fue la primera en despertar, cuando lo hizo, notó que Demian mal dormía, moviendo la cabeza de un lado a otro, haciendo un ruido de quejido, parecía que tenía un mal sueño del que no podía des
Días después. Liliana llevó a Carlitos a su primer día de clases, Demian fue con ellos. —¿Estás listo, cariño? Carlitos tenía una mueca de miedo, sus ojitos de pronto se volvieron llorosos, negó. —No quiero, tengo miedo, no quiero quedarme aquí, ¿y si ya no vuelven o me pierdo? ¡No quiero, mami Liliana! ¡no me dejes aquí! Carlitos se echó a llorar, ella levantó la mirada, estaba desconcertada, además, se le hacía tarde para su primer día en la universidad. Demian se acercó al pequeño. —Carlitos, escúchame, hijo, no debes tener miedo de la escuela, ni tampoco debes dudar de que vendremos por ti, debes aprender a confiar en mamá y papá, si estás aquí es para aprender, porque queremos lo mejor para ti. —Pero… es que ahí yo no conozco a nadie, ¿y si me pegan? ¿y si me dicen cosas feas? Demian sonrió, lo cargó en sus brazos. —Bueno, escúchame, si pasa eso, cuando vengamos a recogerte, me lo dirás todo, y yo hablaré con cualquier persona que te haga daño, no voy a permitir que a mi
Cuando Demian terminó una junta en el Instituto de Educación Superior del sector privado, estaba por irse para ir a casa, cuando accidentalmente chocó con ese hombre. Sintió su dura mirada. —Lo siento, fue un accidente. El hombre furnció el ceño al verlo. —¿Te conozco? Me parece que te he visto antes. Demian alzó las cejas con aire de desdén —En mi vida te he visto —sentenció. Demian pasó de largo, volvió a mirarle al sentir que ese hombre tenía sus ojos clavados en su espalda, era Azael Salvador, se veía tan diferente a antes, parecía como si hubiese envejecido, delgado, ojeroso, Demian pensó en lo que hizo, en el fondo, se sintió culpable. Azael entró a la oficina del presidente del Instituto. —Buenas tardes. —Bienvenido, señor Azael, me dijeron que quería verme. —Así es, pronto enviaré el dinero que debe lavar, vine a que lo negociemos, me dijeron que se quiere salir del negocio, ¿Quién era el hombre que acaba de irse? El presidente del instituto estaba muy nervioso —El
Pasó un largo mes. Liliana se sentía muy feliz en la Universidad, le gustaba estudiar, así que procuraba estudiar mucho, hacer los trabajos, pronto se volvió una de las mejores de las clases, hizo algunas amigas. —Podemos hacer el trabajo final en la biblioteca. —Te invito a mi casa —dijo Fernanda Liliana asintió. —Que bueno que tú la invitas a tu casa, Fer, estoy segura de que, si ella te invita, descubrirás que vive en una pocilga —espetó Vanessa —Vanessa, ya cállate, a nadie le importa lo que tú digas, no eres más que una ignorante, todo el mundo sabe que solo estás aquí por la influencia de tu padre —dijo Liliana Vanessa cerró el camino de Liliana. —Tal vez, pero yo tendré un cargo asegurado al salir de aquí, mientras que tú, sin importar lo inteligente que seas, tendrás que soportar un mediocre sueldo, y aguantar a críos llorar todo el tiempo. Liliana rio en su cara. —Todos aquí queremos estar dando clases y enseñar a niños o jóvenes, ¿te das cuenta de que la única que no
Demian entró a la mansión, la seguía. Estaba enfurecido, perdió el control, subió la escalera, al llegar a la habitación, cuando Liliana intentó cerrar la puerta, él logró adentrarse, y cerrarla. Ella retrocedió al verlo tan furioso. —¿Estabas coqueteando con ese hombre? ¡Eres una mujer casada, Liliana! Ella le dio una fuerte bofetada. —¡Y tú estabas besándote con esa mujerzuela! Él tocó su mejilla que ardía del dolor, luego esbozó una sonrisa burlona. —¿Estás celosa? Ella abrió ojos enormes, retrocedió. —¡Nunca! Él caminó hacia ella, haciéndola retroceder, hasta que topó con la pared, fue acorralada por sus fuertes brazos. —Déjame, Demian. Él se acercó a su rostro de una forma peligrosa. —¿Te dolió verme besando a otra mujer que no eres tú? —exclamó a media voz, ella sintió su cálido aliento en su rostro. —A mí no me importa, puedes besarte con quien quieras, mientras no sea yo —Demian sintió rabia de sus palabras —Entonces, ¿Por qué me reclamas? Además, te vi con el pro
Liliana estaba helada, la cargó en sus brazos, salió con ella ante la mirada de toda esa gente tan sorprendida. Ella tenía los ojos cerrados, los abrió al verlo, había intentado nadar, pero él frío la venció, por un instante se sintió perdida, sin saber en donde estaba, hasta que recuperó toda su cordura, miró su rostro, ¿Cuándo había llegado ese hombre a salvarla? —¿Quién eres? —exclamó ella confusa, él parecía como una visión de un héroe que solía salvarla en cada uno de sus peores momentos. Él la miró con duda ante esa pregunta —¿Quién soy? Soy tuyo —aseveró, luego desvió la mirada, y siguió caminando, la forma en que no miraba a nadie, y solo avanzaba alejándola de ese lugar la conmocionó. Demian House la subió al auto, condujo de vuelta a casa, se lamentó de no tener una manta, todo lo que veía era a Liliana estremecida de frío, temblorosa, sus dientes castañeaban. Odió a esas personas crueles, era cierto que Demian fue cruel en su pasado, pero no con personas inocentes, no