El juez firmó también los papeles de adopción del pequeño Carlitos, luego se fue.
Liliana no dejaba de leer esa acta donde decía que ella ahora era madre adoptiva de Carlitos, aunque no le gustaba que Demian House apareciera como padre, ella se sentía tranquila de que por lo menos, Carlitos tuviera un buen futuro asegurado.
Ella llevó al niño a la habitación, y se quedó ahí a su lado.
Pronto llegó la noche, y al ver que ella ni siquiera quiso cenar a su lado, Demian subió la escalera, tocó la puerta, la llamó.
Ella estaba asustada, por lo que apenas quiso salir.
—¿Qué quieres? —exclamó nerviosa
—¿Acaso estarás escondiéndote de mí aquí todo el tiempo, como si fueras un ratón y yo un gato? —preguntó con mirada severa.
Ella alzó la barbilla, sostuvo su mirada tanto como pudo, a pesar del miedo que sentía.
—Justo así, me repugnas, no quiero verte —sentenció
Demian hizo una mueca de rabia.
—Cuidado con tus palabras, Liliana —dijo con voz grave
—¿O qué? —exclamó retándolo, aunque por dentro tenía mucho miedo
Ella no lo dejó hablar, entró en la habitación y la cerró de prisa. Sintió su corazón latir con fuerzas, deseó que se fuera, hasta que escuchó el rechinido de las llantas de un auto.
Cuando corrió a asomarse a la ventana, lo vio salir en un auto, respiró con alivio, dejó de rezar, se persignó. Sabía que no podía escapar, pero por lo menos, él no estaría en la casa, eso le daba tranquilidad.
Demian salió en su auto, los empleados sabían que, si Liliana escapaba, ese hombre acabaría con ellos sin dudar.
Cuando llegó a aquel bar, Demian solo quería beber una copa, y callar los sentimientos de frustración que lo consumían.
Sí, Liliana ahora era su esposa, pero lo detestaba, pensó en lo que hizo, ¿Qué le diría su querido hermano? Seguro estaría de acuerdo en que hacía las cosas mal.
«Pero, perder a Liliana nunca fue una opción, sin ella muero», pensó.
De pronto, un hombre se sentó en su mesa, al verlo, Demian House le miró perplejo.
—¿Tú que haces aquí? —exclamó con rabia solo al verlo.
El hombre sonrió con malicia.
—¿Creíste que huirías de tu pasado, Demian House? —exclamó
Demian bajó la mirada, la respuesta era que sí, él era un hombre huyendo de su tormentoso pasado, para buscar un mejor futuro, ahora sentía que era incapaz de escapar de ese hombre y su cruel maldad.
—¿Qué quieres, K?
—¿Qué quiero? —el hombre le tendió una foto, que Demian observó—. Se llama Pietro Salvador, quiero que lo desaparezcas de este mundo.
Los ojos de Demian se volvieron enormes, ese nombre resonaba en su mente, hasta que, al fin, lo recordó de su conversación con la hermana Tessa esa mañana.
«Pietro Salvador fue el verdadero benefactor de Liliana Mars, pero no es un buen hombre, es un delincuente que se dedica a traficar mujeres, tenía malas intenciones con Liliana, tú, mi querido Demian, la salvaste de un terrible destino»
Demian miró al hombre, sintió rabia, sin embargo, se negó, él juró dejar ese mundo atrás, él quería un mejor destino para él y Liliana.
El señor K, que alguna vez fue su jefe, cuando Demian House fue un asesino asueldo, puso un par de fotografías en la mesa, Demian se quedó paralizado, eran fotos de la esposa de su gemelo, y sus pequeñas sobrinas.
—¿Qué es esto? —exclamó con miedo
—Si no matas a Pietro Salvador, yo mataré a tu familia.
Demian sintió que la frustración lo ahogaba, miró al hombre con odio.
—¿Lo harás sí o no? —preguntó ese hombre con mirada retadora.
Demian tomó las fotos de las gemelas Vicent en sus manos, eran Ady y Mady comiendo un helado, tan pequeñas e inocentes, odió que su pasado fuera una condena para ellas.
Aceptó, porque jamás las pondría en peligro, cuando juró siempre protegerlas.
—Sí, lo haré, pero te advierto, luego de eso, olvídate de mí, si vuelves a amenazarme con lastimar a mi familia, el siguiente hombre muerto serás tú —Demian miró al hombre con ojos centellantes de odio.
—Tienes mi palabra, Demian House —dijo el hombre con mirada brillante.
Demian no supo si ese hombre dijo la verdad, él ya no creía en su palabra, pero tuvo que aceptar que lo tenía en sus manos.
El hombre se alejó de su vista, Demian se sintió una escoria, nunca podía huir de su oscuro pasado.
Liliana salió de la habitación, fue a la suya, se cambió por ropa de dormir, iba a volver con Carlitos, cuando la puerta se abrió.
Demian House estaba en el umbral de la puerta, la miró con ojos oscuros, que la hicieron sentir temblorosa, entró y se acercó a ella.
Liliana retrocedió asustada.
—¿Me esperabas, querida esposa? —dijo y su voz sonó rasposa tan grave, como si hubiese bebido, eso prendió las alarmas en Liliana.
Ella negó.
—Me obligaste a ser tu esposa, pero nunca seré tuya, no pienses en tocarme o…
—¿O qué? —exclamó interrumpiéndola, ella tembló al escuchar su voz, no le gustó el tonó de su voz.
El hombre la estrechó en sus brazos, ella sintió que estaba atrapada, no podía alejarse ni un poco de él.
—¡No seas cobarde! ¿Tomarás a una mujer a la fuerza? —exclamó muy asustada.
Demian la soltó, negó. No sería capaz de hacerle daño a su amada Liliane.
Ella recuperó el aliento, tembló.
—Te advierto de una vez que no seré tu mujer, ya me forzaste a ser tu esposa, es suficiente, y además cumpliré mi sueño de ir a la universidad, ¿entendiste? —exclamó con rabia
Él alzó las cejas ante su gran valor, sonrió.
—¿Algo más que desees, querida esposa? —exclamó con ironía
—No esperes amor de mí, o solo tendrás mi odio —dijo con furia.
Demian se acercó a ella, miró su rostro como si fuera un animal a punto de devorar a su presa, Liliana se sintió pequeña ante él, intentó huir, y él la acorraló contra la pared, estaban tan cerca, ella sintió que su pobre corazón no soportaría más, podría salir de su pecho, podía oler su perfume a madera, y su aliento a vino.
—Algún día, tú serás toda mía, no tendré que forzarlo, ya lo verás, tarde o temprano, serás tú quien supliques por ser mía.
Ella golpeó en su pecho con fuerzas. —Sigue soñando despierto, dicen que soñar no cuesta nada. Ella pudo ver el rostro de Demian volverse tan rabioso, sintió miedo, pero lo vio echar llave a la puerta, Liliana se sintió un pequeño animal indefenso, frente a una bestia salvaje. —¿Qué haces? ¡déjame salir! No te atrevas a lastimarme —dijo y sus ojos estaban asustados. Él sonrió, de esa forma maliciosa que ella odiaba. —No lo haré, querida, puedes estar tranquila. Él fue al cuarto de baño, al verlo cerrar la puerta, Liliana pudo respirar tranquila. Se sentó en una silla, estaba nerviosa, su corazón no dejaba de latir. «Nunca pensé que abandonar el internado sería el comienzo de una pesadilla», pensó Estaba ahí al cabo de unos minutos, lo vio salir del cuarto de baño, el hombre llevaba la toalla anudada a su cintura, exhibiendo su pecho, secando su rostro con otra toalla, ella abrió los ojos severos, no pudo evitar que su mirada recorriera una gota de agua, que se deslizaba desde
Demian abrió los ojos al sentir sus suaves dedos en su piel, sonrió al verla, pero ella se levantó como resorte. —¿Qué pasa? ¿Ibas a darme un beso? —exclamó con una sonrisa pícara en sus labios. —En realidad, planeaba asfixiarte con una almohada. Él rio de sus palabras, no le creyó, “su Liliana” no era así. Él se levantó, tomó las llaves de un cajón y abrió la puerta. Liliana salió a toda prisa, fue a la habitación de Carlitos, él aun dormía, ella miró lo bonita que era la habitación; había juguetes y ropa ahí, era como si ese hombre lo tuviera todo planeado, no lo dudaba, ahora no dudaba de nada de lo que era capaz Demian House. Cuando Carlitos despertó, Liliana lo bañó y lo vistió. —Vamos, cariño, vamos a comer —dijo ella, tomó su mano. —¡Qué rico, sí, tengo mucha hambre! —exclamó tocando su estómago—. ¿Qué iremos a comer, Lily? ¿Será que debemos ir a conseguir comida o el señor Demian nos dará? Liliana le miró con ternura, lo cargó, y miró su rostro. —No, cariño, aquí hay
Luego de disparar el arma, y de cerciorarse que todo estaba hecho, Demian tomó su rifle lo metió en el estuche, estaba listo para irse, escuchó un ruido tras él, pero cuando por fin se convenció de que nadie estaba ahí, se apuró a irse, antes de ser descubierto. En la mansión. Liliana apuntó al hombre, quien retrocedió. —¡Señora, por favor, no me mate! Yo no tengo ninguna culpa de esto. —¿Ninguna culpa? Has visto como fui secuestrada, no actuaste, la maldad dura hasta que el bueno lo permite ahora abre esa puerta o juro que dispararé —dijo severa El hombre atormentado por la osadía de la chica abrió la puerta, ella y Carlitos salieron, luego, con la llave, Liliana cerró la reja, lanzó la llave a la acera, y se fue corriendo con el niño sin importar los gritos el hombre. —¡Tengo miedo, Lily! ¿Qué pasa? —dijo Carlitos con la voz temblorosa, Liliana lo cargó a horcajadas, miró su carita inocente —Tranquilo, mi amor, no pasa nada, confía en mí. —¿A dónde vamos a ir? Liliana no lo
Tessa ordenó que los dejaran salir, Liliana tomó su mochila, de nuevo tomó la mano de Carlitos y corrió lejos de ahí. La monja estaba tan asustada, temblando de miedo. «Liliana, ¡oh, Liliana! Lo siento, perdóname, todo lo hice por tu bien, aunque no lo puedas ver. Si te quedabas a la espera de tu verdadero tutor, él no iba a dudar en tratarte como a una prostituta para su hijo Azael, ellos no hubiesen tenido piedad de ti, por eso lo hice, de los males, el menor, y conozco parte del corazón de Demian House, él no es capaz de lastimar a alguien que ama», pensó Liliana corrió con Carlitos, llegaron en un taxi hasta la central de autobuses. —¿A onde iremos, Lily? Quiero ver a mi nuevo papito Demian, él me quiere, y me dio comida, por favor, hace frío, volvamos. Liliana besó la frente del niño, negó. —No, mi amor, no podemos volver con él. Demian es malo, compréndelo. —¡No es malo! Es bueno, él me salvó. Liliana cargó a Carlitos, lo subió al autobús, y pronto fueron con rumbo a Pueb
Liliana tenía mucho miedo, pero se defendería con uñas y dientes, antes de que ese hombre la lastimara, ella no lo iba a permitir, sobrevivir era su única lucha.—¡Maldita! Me has herido, voy a matarte, arpía.Los gritos y llanto de Carlitos resonaban por la casa.Minerva intentaba calmarlo, pero el niño no se contenía.Cuando Demian bajó y escuchó ese llanto supo que Carlitos estaba ahí, Liliana también, tocó a la puerta—¡Abran!—¿Papito Demian? —exclamó el pequeño al reconocer el sonido de su voz.Demian escuchó la voz de Carlitos, como nadie abría, unos hombres dispararon a la cerradura, y pudo entrar.Minerva no lo esperaba, dio un paso atrás y tomó al niño con la pistola, apuntándolo, Carlitos sollozó, pero Demian se abalanzó contra la mujer que débil ante su imponente presencia, se asustó y soltó el arma, Demian golpeó a la mujer, le dio una fuerte bofetada, la hizo caer al suelo.—¿Dónde está Liliana?Carlitos apuntó al fondo, Demian pidió que cuidarán a Carlitos, él y Cedric f
Liliana fue dada de alta, fue llevada a la mansión, al llegar se sintió desolada, no salió en todo el día de la habitación, solo para ver a Carlitos. La hermana Tessa vino a visitarla, pero ella se negó a recibirla, hasta que al fin la mujer fue hasta su alcoba. —Sé que me odias, Liliana, tienes razón, hablé con Demian, él no te lastimará está advertido, no es malo, Liliana —dijo la mujer intentando calmar a la joven. Ella alzó la vista, Tessa pudo ver la rabia en su gesto. —No es malo, solo es un demonio —aseveró la mujer con gran rencor en su tono de voz. —Hija, algún día comprenderás que lo que hice fue lo correcto para ti —dijo Tessa al recordar que al menos pudo salvarla de las garras de Pietro Salvador. Liliana no podía creer en sus palabras, pero no dijo nada más. Tessa se fue. Liliana intentó llevar a dormir a Carlitos, cuando volvió a su habitación vio que ese hombre estaba llegando. Demian volvió de revisar unos pendientes de una empresa en la que estaba colaborando,
—¡¿Qué dices?! ¡Nunca haría algo así, Liliana! —Él se levantó de la cama, caminó hacia ella, se acercó tanto que la asustó—, no sé quien creas que soy, tal vez te parezco un demente o un monstruo, pero no soy nada de eso, nunca te tocaría a la fuerza, tú estabas desnuda en el baño, podías lastimarte, te envolví en una toalla, te traje aquí, a pesar de que te deseo con toda la pasión que arde en mi corazón, nunca te dañaría, a eso, yo le llamo amor. —¿Qué? —exclamó con duda —Estabas enferma, ardiendo en fiebre, eso fue todo, y me besaste. Ella abrió ojos enormes con espanto. —¡Eso nunca pasó! Él sonrió. —Sí que pasó, está en mi mente, lo recuerdo muy bien, ¿quieres que te lo recuerde? —su voz era tan gruesa que la hizo temblar, ella retrocedió. —Vete de aquí. Él sonrió. —Es mi habitación, pero, está bien, saldré. Caminó a la puerta, la dejó sola. Liliana liberó el aire que contuvo en sus pulmones, sintió como su corazón latía tan rápido. «No me pasa nada con él, solo me da m
Liliana se alejó, miro la universidad, estaba perpleja, incluso si quería ser orgullosa, era su sueño hecho realidad. —No estudiaré aquí, iré a una universidad que yo pueda pagar. Demian le miró con rabia, le dio al pequeño Carlitos a Cedric para que lo cuidara. —Llévalo a comprar un juguete. Cedric lo aceptó. Demian tomó de la mano a Liliana, no la soltó y la obligó a caminar, hasta que fueron por el camino de los encinos, ella estaba rabiosa, intentando liberarse de él. ——¡No te cansas de obligarme a hacer todo lo que no quiero! ¿No te cansas de verdad? Él la soltó, la miró con decepción, hundió la mirada, odiaba cuando se ponía así, la habái imaginado siendo una simple chica sumisa, pero Liliana era lo opuesto. —Estoy haciendo lo mejor que puedo por ti, dando lo mejor, no soy fácil, soy egoísta, soy detestable, es verdad, pero no contigo, intento hacerte feliz, ¿así me pagas? —¡Yo no te lo pedí! —exclamó Demian sintió que sus palabras lo vencían, hundió la mirada, estaba n