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Demian abrió los ojos al sentir sus suaves dedos en su piel, sonrió al verla, pero ella se levantó como resorte. —¿Qué pasa? ¿Ibas a darme un beso? —exclamó con una sonrisa pícara en sus labios. —En realidad, planeaba asfixiarte con una almohada. Él rio de sus palabras, no le creyó, “su Liliana” no era así. Él se levantó, tomó las llaves de un cajón y abrió la puerta. Liliana salió a toda prisa, fue a la habitación de Carlitos, él aun dormía, ella miró lo bonita que era la habitación; había juguetes y ropa ahí, era como si ese hombre lo tuviera todo planeado, no lo dudaba, ahora no dudaba de nada de lo que era capaz Demian House. Cuando Carlitos despertó, Liliana lo bañó y lo vistió. —Vamos, cariño, vamos a comer —dijo ella, tomó su mano. —¡Qué rico, sí, tengo mucha hambre! —exclamó tocando su estómago—. ¿Qué iremos a comer, Lily? ¿Será que debemos ir a conseguir comida o el señor Demian nos dará? Liliana le miró con ternura, lo cargó, y miró su rostro. —No, cariño, aquí hay
Luego de disparar el arma, y de cerciorarse que todo estaba hecho, Demian tomó su rifle lo metió en el estuche, estaba listo para irse, escuchó un ruido tras él, pero cuando por fin se convenció de que nadie estaba ahí, se apuró a irse, antes de ser descubierto. En la mansión. Liliana apuntó al hombre, quien retrocedió. —¡Señora, por favor, no me mate! Yo no tengo ninguna culpa de esto. —¿Ninguna culpa? Has visto como fui secuestrada, no actuaste, la maldad dura hasta que el bueno lo permite ahora abre esa puerta o juro que dispararé —dijo severa El hombre atormentado por la osadía de la chica abrió la puerta, ella y Carlitos salieron, luego, con la llave, Liliana cerró la reja, lanzó la llave a la acera, y se fue corriendo con el niño sin importar los gritos el hombre. —¡Tengo miedo, Lily! ¿Qué pasa? —dijo Carlitos con la voz temblorosa, Liliana lo cargó a horcajadas, miró su carita inocente —Tranquilo, mi amor, no pasa nada, confía en mí. —¿A dónde vamos a ir? Liliana no lo
Tessa ordenó que los dejaran salir, Liliana tomó su mochila, de nuevo tomó la mano de Carlitos y corrió lejos de ahí. La monja estaba tan asustada, temblando de miedo. «Liliana, ¡oh, Liliana! Lo siento, perdóname, todo lo hice por tu bien, aunque no lo puedas ver. Si te quedabas a la espera de tu verdadero tutor, él no iba a dudar en tratarte como a una prostituta para su hijo Azael, ellos no hubiesen tenido piedad de ti, por eso lo hice, de los males, el menor, y conozco parte del corazón de Demian House, él no es capaz de lastimar a alguien que ama», pensó Liliana corrió con Carlitos, llegaron en un taxi hasta la central de autobuses. —¿A onde iremos, Lily? Quiero ver a mi nuevo papito Demian, él me quiere, y me dio comida, por favor, hace frío, volvamos. Liliana besó la frente del niño, negó. —No, mi amor, no podemos volver con él. Demian es malo, compréndelo. —¡No es malo! Es bueno, él me salvó. Liliana cargó a Carlitos, lo subió al autobús, y pronto fueron con rumbo a Pueb
Liliana tenía mucho miedo, pero se defendería con uñas y dientes, antes de que ese hombre la lastimara, ella no lo iba a permitir, sobrevivir era su única lucha.—¡Maldita! Me has herido, voy a matarte, arpía.Los gritos y llanto de Carlitos resonaban por la casa.Minerva intentaba calmarlo, pero el niño no se contenía.Cuando Demian bajó y escuchó ese llanto supo que Carlitos estaba ahí, Liliana también, tocó a la puerta—¡Abran!—¿Papito Demian? —exclamó el pequeño al reconocer el sonido de su voz.Demian escuchó la voz de Carlitos, como nadie abría, unos hombres dispararon a la cerradura, y pudo entrar.Minerva no lo esperaba, dio un paso atrás y tomó al niño con la pistola, apuntándolo, Carlitos sollozó, pero Demian se abalanzó contra la mujer que débil ante su imponente presencia, se asustó y soltó el arma, Demian golpeó a la mujer, le dio una fuerte bofetada, la hizo caer al suelo.—¿Dónde está Liliana?Carlitos apuntó al fondo, Demian pidió que cuidarán a Carlitos, él y Cedric f
Liliana fue dada de alta, fue llevada a la mansión, al llegar se sintió desolada, no salió en todo el día de la habitación, solo para ver a Carlitos. La hermana Tessa vino a visitarla, pero ella se negó a recibirla, hasta que al fin la mujer fue hasta su alcoba. —Sé que me odias, Liliana, tienes razón, hablé con Demian, él no te lastimará está advertido, no es malo, Liliana —dijo la mujer intentando calmar a la joven. Ella alzó la vista, Tessa pudo ver la rabia en su gesto. —No es malo, solo es un demonio —aseveró la mujer con gran rencor en su tono de voz. —Hija, algún día comprenderás que lo que hice fue lo correcto para ti —dijo Tessa al recordar que al menos pudo salvarla de las garras de Pietro Salvador. Liliana no podía creer en sus palabras, pero no dijo nada más. Tessa se fue. Liliana intentó llevar a dormir a Carlitos, cuando volvió a su habitación vio que ese hombre estaba llegando. Demian volvió de revisar unos pendientes de una empresa en la que estaba colaborando,
—¡¿Qué dices?! ¡Nunca haría algo así, Liliana! —Él se levantó de la cama, caminó hacia ella, se acercó tanto que la asustó—, no sé quien creas que soy, tal vez te parezco un demente o un monstruo, pero no soy nada de eso, nunca te tocaría a la fuerza, tú estabas desnuda en el baño, podías lastimarte, te envolví en una toalla, te traje aquí, a pesar de que te deseo con toda la pasión que arde en mi corazón, nunca te dañaría, a eso, yo le llamo amor. —¿Qué? —exclamó con duda —Estabas enferma, ardiendo en fiebre, eso fue todo, y me besaste. Ella abrió ojos enormes con espanto. —¡Eso nunca pasó! Él sonrió. —Sí que pasó, está en mi mente, lo recuerdo muy bien, ¿quieres que te lo recuerde? —su voz era tan gruesa que la hizo temblar, ella retrocedió. —Vete de aquí. Él sonrió. —Es mi habitación, pero, está bien, saldré. Caminó a la puerta, la dejó sola. Liliana liberó el aire que contuvo en sus pulmones, sintió como su corazón latía tan rápido. «No me pasa nada con él, solo me da m
Liliana se alejó, miro la universidad, estaba perpleja, incluso si quería ser orgullosa, era su sueño hecho realidad. —No estudiaré aquí, iré a una universidad que yo pueda pagar. Demian le miró con rabia, le dio al pequeño Carlitos a Cedric para que lo cuidara. —Llévalo a comprar un juguete. Cedric lo aceptó. Demian tomó de la mano a Liliana, no la soltó y la obligó a caminar, hasta que fueron por el camino de los encinos, ella estaba rabiosa, intentando liberarse de él. ——¡No te cansas de obligarme a hacer todo lo que no quiero! ¿No te cansas de verdad? Él la soltó, la miró con decepción, hundió la mirada, odiaba cuando se ponía así, la habái imaginado siendo una simple chica sumisa, pero Liliana era lo opuesto. —Estoy haciendo lo mejor que puedo por ti, dando lo mejor, no soy fácil, soy egoísta, soy detestable, es verdad, pero no contigo, intento hacerte feliz, ¿así me pagas? —¡Yo no te lo pedí! —exclamó Demian sintió que sus palabras lo vencían, hundió la mirada, estaba n
De vuelta a la mansión, Demian manejaba el auto para llevarlos, miró por el espejo retrovisor, sintió que, de alguna manera, algo de la incomodidad y el enojo de Liliana ya no estaba. Se sentía como una gran victoria, pero sabía que no debía confiarse. «Debo ganarme su amor, esto no será tan fácil, al menos ya conseguí que no me vea con desprecio, un pequeño paso a la vez», pensó con optimismo. Al entrar, Liliana comenzó a arreglar los útiles escolares de Carlitos. —¿Por qué debo ir al colegio? Yo no quiero ir, no me gusta. Liliana sonrió al escucharlo hacer berrinche y un puchero. —¿No quieres saber leer, Carlitos? —No, papito, no ocupo leer. Demian rio de sus palabras, lo cargó en sus brazos, Carlitos era pequeñito, tenía el cabello rizado, y piel blanca, con grandes ojos almendrados. —¿Cómo de qué no? ¿Acaso te vas a perder de algo maravilloso como leer? —¿Leer? Pero, mami Liliana me puede leer un montón de cuentos, ¿verdad que sí, mamita? Liliana lo miró. —Te leeré cuen