Codificar y almacenar información es la función principal del cerebro.Nuestro comportamiento se forma por los recuerdos. Las experiencias pasadas, buenas o malas, determinan la forma en la que vivirás la vida, y de ellas, solo los momentos considerados realmente importantes siempre te marcarán y definirán lo que eres.¿Qué pasaría si un día pierdes la memoria?¿Qué pasaría si un día despiertas ignorando una parte importante de tu vida?¿Qué hacer si al despertar descubres que no eres del todo libre y tu vida pende de la persona que jamás consideraste?Si cuando te despiertas, todo ha cambiado, ¿sigues siendo tú?…Un accidente, este hecho marcó mi vida que cambió de tal modo que al despertar de lo que pareció un sueño, caí en la cruenta realidad de que ya no era la Ane
Anel Leonte:—Anel, apresúrate —escuché a lo lejos que me grita April, mi hermana mayor—, llegaremos tarde a la cena.—Ya voy —le grité desde la distancia, en el segundo nivel de la casa de nuestros padres.Para esa hora, aún permanecía en mi dormitorio, dándole los últimos retoques al maquillaje, todo con la intención de verme un tanto diferente, y no es porque sea vanidosa, mucho menos esclava del maquillaje.Ese día en especial, a diferencia de mi día a día donde me gusta andar cómoda, fue la excepción, me vi recurriendo al maquillaje con la intención de verme distinta, pues contrario a mis dos hermanas que contaban con muy buenos atributos físicos que las ayudaban a destacar adonde quiera que llegaban, al ser tan poco agraciada, o como dice mi madre, el patito feo de la casta Leonte, desde que tengo uso de razón
Azael Sanna:Acomodando los gemelos ajustados a mi camisa de seda, bajé las escaleras de mi casa con la tranquilidad de saber que como siempre, logré el efecto esperado al elegir este atuendo, además de tener la certeza de controlar todo lo que me rodea.En la entrada de mi casa, tomé las llaves de mi automóvil, un Lamborghini Urus color negro, salí al exterior, cerrando la puerta detrás de mi espalda, siendo recibido por una oleada de aire frío típico de esta época del año que alborotó mi cabello. Pese a que recién culminaron las fiestas de navidad, aun se siente ese ambiente propio de las celebraciones.Acomodé mi cabello, peinándolo con los dedos y activando el seguro abrí las puertas, para permitir el acceso de Samantha, mi acompañante de estos últimos meses. Aunque no tenemos una relación formal, ella me ha acompañado l
Anel:De haber sabido que la vida me daría un vuelco después de ese encuentro, hubiese puesto todo de mí por no asistir a ese evento, por justificarme, por mantenerme distante de él. Desde que lo vi esa noche en la cena supe que no era bueno. No para mí, una chica con una vida perfectamente planificada, donde no estaba planteada la posibilidad de dejar que un hombre distinto a mi padre decidiera sobre mi vida.De sólo mirarlo a los ojos, aún en la distancia y luego de cerca, presentí que algo había en él capaz de dejarme sin fuerzas. Quise perderme, sólo quería huir. No tuve tiempo. El destino no lo permitió.Esa noche de la cena, sintiendo su mirada sobre mí, me mantuve lo más alejada que pude de los espacios donde lo vi acercarse; parecía perseguirme con sutileza, dejándome entrever su interés hacia mí.Nunca antes hab&iac
Azael:Solo quería llamar su atención para despedirme de ella, por esa razón la seguí hasta la entrada. No quería perder la oportunidad de ver de cerca su reacción al volver a tocar si quiera su mano.Haber conversado con su madre me dio la motivación para acercarme más a ella. Se que me excedí al no disimular mi interés por ella, un interés extraño e irrespetuoso, no solo por ella sino también por Samantha que fiel a sus sentimientos se sacrificó esa noche por permanecer a mi lado, pese a lo evidente que fui.¿Qué si se dieron cuenta?, por supuesto. Por esa razón la señora Aitana Leonte me pidió le concediera un baile. Tan embelesado estuve por Anel esa noche que no me importó nada más sino ella, observarla, detallarla, grabar en mi mente cada una de sus facciones, sus gestos, sus movimientos y hasta su rechazo. A&ua
Azael:Hoy se cumplen tres meses de haberla conocido, tres meses de aquella fatídica noche en la que la vida, así como la puso frente a mí, la colocó en el limbo, en la nada, y a mi junto con ella, aguardando su despertar.Como si la conociera de toda una vida, como si Anel fuera la persona más importante en mi vida, he pasado días y noches enteras, salvo aquellas en las que Leopoldo o su esposa me impiden quedarme, que han sido escasamente un par de ellas, a su lado, velando el estado de letargo en el que se encuentra sumergida.Si bien no he abandonado mi trabajo, ya no le presto la misma atención. ¿Cómo he de hacerlo si aun estando en otra dimensión y con los ojos cerrados esa pequeña bruja domina mi vida? ¿cómo he de llevar una vida normal y tranquila si por culpa mía ella se encuentra postrada en esa cama sin probabilidades de volver a mostrarme esos maravillos
Azael:Pasaban las seis de la tarde, cuando sentado en el sofá de la habitación que desde una semana después del accidente le fue asignada a Anel, leyendo un informe que me envió mi secretaria en mi laptop, escucho un leve ruido. Alzó la mirada para comprobar que mi percepción no es errada. Al ver un movimiento en su mano, un susto se instaló en mi pecho.Observé el monitor donde se detallan sus signos vitales, al ver que no había alteración alguna, guardé la calma. Hasta eso he aprendido en estos meses. Sin ser médico, al pendiente de su evolución, detalladamente he ido aprendiendo los valores máximos y mínimos necesario y que me indiquen que Anel aunque parecía no estar ahí, seguía con vida.Desde hace una semana la inflamación del cerebro, producida por la conmoción cerebral que ocasionó el impacto de su cabeza sob
Azael:Pensando en resolver la confusión que acaba de ocasionar la enfermera, apenas tenga la más mínima posibilidad, sentado en el sofá con la mirada fija sobre ella, tomé mi móvil y marqué el número de Leopoldo. Repicó varias veces y justo cuando creo iba a caer en buzón, escuché su voz.—Azael, ¿sucedió algo con mi niña? —preguntó en tono de voz alarmado, lo cual era normal, pues nunca desde que esta ella en cama lo había llamado de noche.—Anel despertó —le informo.—Qué grata noticia —celebra con voz alegre.—Los médicos la evaluaron, le dieron de comer, estuvieron observándola por horas hasta que se volvió a quedar dormida —le expliqué.—¿Por qué no llamaste antes muchacho? —preguntó cambiando el tono de