Después de la cena de esa noche, las cosas parecieron volver a la normalidad. Bueno, en cuanto a la forma de actuar de Azael, al día siguiente me hizo llegar a mi oficina un móvil nuevo, y varios obsequios, como por suerte las líneas telefónicas se restituyeron, así como la conexión de internet, igual sucedió en casa. Aunque no lo dijo, ni le pregunté al respecto, todo indicó que efectivamente si fue él que en su temor, mandó a limitarme toda comunicación con el mundo. Lo único que permaneció igual es su actitud controladora, los escoltas no me dejaban respirar. De tantos y de tenerlos casi encima, me siento asfixiada.Ha pasado un mes desde que retomé parte de mi vida, la verdad siento que nada es igual. A pesar de estar trabajando en mi área, en mi empresa, con más clientes, y ver tan prospero el fruto de tanto esfuerzo, no soy feliz. Me siento triste. Eso sin contar el sentir mi organismo débil. No he querido acudir a un doctor por temor a que me diga que tengo algo peor a la amnes
De regreso a Boston coincidí con Azael en el hangar donde permanece su avión. Como cosa rara no nos comunicamos en todo el día. Me extrañó encontrarlo esperándome. Lo encontré parado al pie de las escaleras, totalmente distraído, perdido en sus pensamientos. Al advertir mi presencia, en seguida levantó la mirada y desplegó una media sonrisa.—Hola amor, te estaba esperando —Me dice mientras se inclina para darme un beso en la mejilla.Hace muchos días que no le permito besarme en los labios, y pese a no decirlo, sé que es algo que lo mantiene inquieto.—No imaginé encontrarte aquí, ¿Y eso que saliste temprano de la empresa? —Le pregunto extrañada.—Leopoldo me invitó a una cena que habrá esta noche en su casa, me pidió que te llevara —Me responde y se hace a un lado para que suba las escaleras—. ¿Supongo que sabías de esto? —Volteo para mirarlo en actitud de reproche—, los escoltas me informaron que almorzaste con Anna, imaginé que ella te dijo algo al respecto.—No, casualmente no me
Llevo días sumergido en un mar de dudas, la incertidumbre va a acabar conmigo. Desde que Anel despertó totalmente a la realidad, ha sido duro tener que enfrenarme a su indiferencia. No tenerla me está matando. No sé qué hacer para traer de vuelta a esa mujer que era todo, que me hizo el centro de su mundo.Sentado aquí, entre Aitana y el recién llegado, la observo. ¿Cómo no amarla si conserva esa belleza tan natural que en seguida me atrapó de ella? Mi diosa, la razón por la que cegué al punto de no pensar en nada más que en hacer realidad este deseo de tenerla.Vernos así como ahora, tan cerca y al mismo tiempo tan distantes es el castigo más grande que he podido recibir, la mayor lección de vida. Tener todo cuánto queremos no siempre es posible, apenas lo estoy asimilando, no lo acepto, pero como bien sé que ya no puedo seguir forzándola, me conformo con esperar que todo cambie a nuestro favor, que se permita darnos otra oportunidad.Mis esperanzas son casi nulas, su actitud me ha d
Después de la cena de presentación del desconocido, que hasta ahora Aitana no ha hecho público a cuál de mis hermanas pretende endosarlo, pasaron dos semanas, durante las cuales Aitana, ensimismada en la idea de que Azael y yo renovemos los votos del matrimonio. Si bien me opuse a esta locura, pues nuestro matrimonio está en una fase superior a una crisis por la rutina o la infidelidad. Situaciones en las cuales se sumergen los matrimonios normales. El matrimonio nuestro no tiene nada de normal. Tal es así que siento pena por Azael al no poder retribuirle el cariño con el que me trata día a día pese a mis sutiles desplantes.—¿Aitana habló contigo? —Me pregunta Azael estando en la mesa desayunando para irnos a nuestras oficinas.—No. Me ha llamado, pero no he querido responderle —Le confieso mientras tomo la taza de café entre mis manos.—Yo después de evadirla, finalmente coincidí con ella en la empresa y justo cuando estaba al lado de Leopoldo, insistió en la idea renovar los votos
Me despedí de Anna con mucho pesar, le agradecí a ese hombre, para mí desconocido hasta ese momento, y al que Anna antes de yo abordar le agradeció el favor de ayudarnos. No entendí su relación con él después de haberse manifestado en su contra antes y el propio día de la cena que preparó Aitana, tampoco es que ahora me importe mucho caer en interrogantes que no vienen al caso. Solo me queda agradecerle el apoyo, y más adelante, tratar de entender que sucedió aquí para que Anna diera ese cambio. El pesar que siento en este momento es tan fuerte que no le doy importancia a nada más que la sensación de vacío que comencé a experimentar.Con una tristeza enorme embarqué el avión en el que la única pasajera soy yo, de resto, me hicieron compañía dos azafatas, el piloto y su auxiliar. Por fin estaba logrando escapar de lo que hasta hace unas horas consideré como un imposible, salir de la sensación de encierro que me estaba representando la vida al lado de Azael, solo que los muros a mi alr
—¿Cómo es posible que no sepan dónde está mi esposa? —Reclamo transpirando fuego por los poros.Como Anel no me avisó en todo el día para que la esperara o para decirme cualquier cosa, como solía hacerlo antes de recobrar la memoria, asumí que se iría directo a casa. Bueno, aunque he de reconocer que la comunicación entre nosotros estos últimos días no ha sido la mejor. Ha estado más distante, callada. Esperar si quiera un mensaje de su parte es aspirar a mucho. Nuestra vida se ha resumido a unos pocos monosílabos en las mañanas antes de salir de casa, al despedirnos cuando la dejo en la entrada del edificio de su empresa y luego en la noche, si acaso logramos coincidir; pues, muy a mí pesar, llevo varios días durmiendo en otra habitación.Ha sido doloroso para mí tomar esa decisión, mantenerme alejado de ella no es algo que desee, sin embargo, lo hago por respetarla, por aceptar su decisión, su deseo de aclarar sus sentimientos. Primera mujer que me duele en el alma. Nunca preví lleg
Una semana completa ha transcurrido desde que hui de Azael, desde que me vine a este país desconocido. Me siento extraña, comencé a sentir los malestares, pero en forma más repetitiva. Los mareos no me dejan avanzar mucho en las mañanas, ni hablar de las ganas de expulsar todo lo que tengo en el estómago. Por momentos me asusté pensando que podría ser un efecto secundario de haber recordado, luego al ver que no sentí nunca dolor de cabeza, decidí ir a una consulta médica. Para no alertar a Anna busqué por mi cuenta en internet algún centro de salud reconocido en la capital, luego consultaría con Dimas para ver qué respuesta me da él sobre el prestigio del mismo. Otro de los síntomas que comencé a sentir y que me llamó la atención fue además la tristeza que comencé a sentir, sin preverlo comencé a extrañar la vida que estaba llevando, y hasta al mismo Azael y su posesividad. Me vi ida, sumergida en mis pensamientos recordándolo, pensando qué pudiera estar haciendo en el momento justo
Como en estado de shock llegué al departamento, me fui directo a la habitación, me quité la ropa y me quedé absorta mirando el reflejo de mi cuerpo entero en el espejo. Me detuve a observar mi vientre. Está igual de plano y pálido, involuntariamente llevé mis manos a él, con mis dedos acaricié la piel desnuda.—¿En qué momento mi vida cambió tanto, Dios Mio? —Pregunto en voz alta.De solo imaginar mi vida en adelante, las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas. Consciente de que busqué alejarme para aclarar mis sentimientos, para ver si lograba encontrarlos en medio de tanta confusión, de tan sensación encierro al lado de Azael, ahora comprendo que me siento más confundida, más triste, y sobre todo sola. Terminé acostándome en el centro de la cama, lloré bastante, hasta que me sentí agotada, me dolía el estómago del esfuerzo que hice para impedir que el llanto fluyera, por momentos tuve la sensación de ahogarme con el llanto, los espasmos del sufrimiento trancaban mi garganta,