Sobre su escritorio había un archivo que contenía la temida propuesta de Navidad, pertenecía a la cadena de malls del país, eran más de cien sucursales. Antes de abrir el archivo, Simón empezó a rememorar aquella noche, con tan solo diecisiete años respondió la llamada del oficial que informo el fatal accidente, Laura con tan solo doce años se encontraba adornando el arbol a la espera de la llegada de sus padres, ambos se encontraban a cargo de su niñera que vio la expresion fria del joven en el telefono. Cortó la llamada y corrio al segundo piso para ahogar un grito en su almohada mientras su mundo reventaba en mil pedazos, la niñera lo siguió sin Laura y lo consoló. Al otro día apareció su tía para encargarse de todo, ambos niños quedaron varados hasta que Simon tomo la decision de hacerse cargo de la vida de ambos, Laura pequeña aun, nunca supo el dolor que cargaba su hermanito. Simon sacudio bruscamente la cabeza para limpiar sus recuerdos y se concentro en lo que tenia en frente.
Recien habían acabado las fiestas patrias y ya era tiempo de preparar la Navidad. Este año el motivo era cigüeñas, ¿cigüeñas?¿que tienen que ver con la Navidad?, se preguntaba mirando por el inmenso ventanal que tenía ante él.De pronto se abrió la puerta, era Sandra, su secretaria.- Señor, buenos días. Le traje su cafe.- gracias- miró su reloj de pulsera- son un cuarto para las nueve. Quiero que él equipo creativo y también los de taller estén en quince minutos en la sala de reuniones por favor.- no hay problema, los voy a sitar de inmediato.Faltaban cinco minutos para las nueve cuando se abrieron las puertas de tres ascensores de los que bajaron alrededor de quince personas, todos iban con libreta en mano y fueron directo a la sala de juntas después de saludar a Sandra.Simon habia tomado una esfera de cristal navideña que conservaba como objeto preciado en su oficina, la observaba entre sus manos mientras la giraba, recordando las calidas manos de su madre, podia sentir ese día, sus olores, las texturas, ella trajo esa esfera desde londres, se la dió antes de ir a ese maldito viaje que le quito la vida, si solo su padre no hubiera sido tan avaro. Ese trato que hizo, no significaba nada comparado con sus vidas. Sabia muy bien que en esas fechas el trafico era peligroso, no valia tanto esfuerzo.—Señor —dijo Sandra, interrumpiendo sus pensamientos mientras retiraba una taza de café humeante de su escritorio—. Todos están listos para la reunión.—Gracias, Sandra —respondió Simón, intentando mantener la compostura, la llamada de Laura lo había hecho perder el control de sus emociones.Cuando todos estaban en sus asientos, entró Simón serio y con mucha calma, saludo con un buenos días y procedió a tomar el centro, sintiendo el peso de su posición. Miró a su equipo y, por un momento, vio el reflejo de su juventud en sus ojos. "¿Cómo puedo hacerles entender el verdadero significado de la Navidad si yo mismo no lo siento?", se preguntó.- Este año la propuesta de los Malls es "CIGÜEÑAS" , se preguntarán ¿que tiene que ver con la Navidad?, yo me pregunto lo mismo. Pero si algo he aprendido en la vida es que cada desafío presenta una oportunidad y tengo fé en ustedes. Hoy me tomaré el día para pensar en una idea y mañana a las diez de la mañana, espero sus propuestas en esta misma sala. Se levanta la sesión y nos vemos, les recuerdo que contamos con veinte días para presentar el proyecto.Nadie dijo una sola palabra, todos se miraron y se fueron retirando poco a poco.Simón giro para ver a Sandra.- Sandra, hoy no recibiré llamadas, estaré ocupado. Hasta luego- Sandra asintió, viendo como su jefe se marchaba triunfal hacia el ascensor.Mientras conducía camino a casa por la gran ciudad pensaba en cómo encajar las cigüeñas con la Navidad pero lo único que veía eran nubes, nubes con bebé, cigüeñas con traje rojo y verde, santa vestido de ginecólogo y soltó una carcajada, ¿a quien se le podría imaginar algo así?, pero una luz cruzo su mente cuando la cara de su madre aparecio ante él, sus rizos dorados, ojos celestes como el cielo le sonreian en aquel rayo de luz.Simón se encontró a sí mismo conectando su pasado con el presente. Inspirado por la fuerza y el amor que había encontrado en su familia extendida, finalmente tuvo una revelación.—¡Lo tengo! —golpeo el volante con su mano en señal de triunfo—. Las cigüeñas representan la esperanza y el renacimiento. Navidad nos ofrece una oportunidad para encontrar luz en la oscuridad, para renacer, ¿pero como junto ambas cosas?.Al llegar a casa en cuanto abrió la puerta Jackie salto sobre él, sacandolo de sus pensamientos de un puro golpe y casi cae al suelo. Anita, su ama de llaves se asomó desde la cocina riendo.—¡Don Simon!, llegó temprano.—Hola Anita, sí, tengo cosas que hacer.—Bien, le preparo un almuerzo rápidamente.—ok, voy a cambiarme y vengo.Su dormitorio era inmenso, con una hermosa vista del cerro del cual era dueño, tenía un balcón lleno de plantas y flores hermosas, se puso ropa deportiva y fue a la cocina, Anita aún preparaba unos fideos con ensaladas.Luego de un rato le sirvió el plato frente a él en el mesón isla de la cocina, él comió con rapidez, agradeciéndole a Anita y fue raudo a trotar junto a Jackie ya que las cigüeñas no paraban de aparecer en su mente.Mientras ascendía con determinación por el sendero empinado, Simon sentía cómo la brisa fresca de la tarde le golpeaba el rostro. Pero su tranquilidad se vio interrumpida abruptamente cuando Jackie, su leal compañero de cuatro patas, desapareció entre la densa vegetación."¡Jackie!", llamó Simon, girando sobre sus pasos en un intento frenético por localizarlo. Sin embargo, cada rincón parecía oscurecerse más, dificultando su búsqueda. Abatido, regresó a su hogar con la esperanza de encontrar al can esperándolo allí. Pero, para su desaliento, Jackie no estaba por ninguna parte.Con el atardecer pintando el cielo de tonalidades anaranjadas y moradas, Simon observó desde la ventana de su estudio cómo los últimos rayos de sol se desvanecían en el horizonte. La soledad de la noche comenzaba a envolver la mansión, y el silencio era ensordecedor.Unos ladridos lejanos rompieron el silencio nocturno, resonando en los oídos de Simon como un eco de esperanza. Sin perder un segundo, se puso su sweater y se precipitó hacia el exterior, guiado únicamente por el sonido intermitente de los ladridos. A medida que se adentraba en la penumbra, una sensación de inquietud se apoderaba de él, pero estaba decidido a seguir los ladridos hasta encontrar a Jackie.Con cada paso que daba, la oscuridad se intensificaba, y Simon se encontraba cada vez más alejado de la seguridad de su hogar. Sin embargo, algo en su interior le decía que Jackie estaba cerca. Y justo cuando pensó en darse por vencido, una luz titilante en la distancia capturó su atención, sugiriendo que la noche aún guardaba secretos por revelar.Jackie insistió con ladridos persistentes, arrastrando a Simon por el empinado sendero del cerro. A medida que ascendían, la fatiga se apoderaba de él, pero algo en la urgencia del can le impulsó a continuar. Finalmente, llegaron a una pequeña quebrada, donde una voz tenue llamó su atención. Entre la penumbra, yacía una joven de cabello rojizo, con la ropa manchada y rasguños en su piel. —Hola, ¿te encuentras bien? —preguntó Simon, tratando de recuperar el aliento. —¿Tú crees que me veo bien? —respondió la mujer con aspereza. —Podrías estar peor —replicó Simon descortesmente, sintiendo el peso de su propio agotamiento.—¿Te puedes poner de pie? — —¿Que clase de pregunta es esa?, si pudiera hacerlo ya abría salido de aquí.— Simón colocó los ojos en blanco, antes de que la joven pudiera decir algo más y sin más preámbulos, la ayudó a levantarse, pero un grito de dolor la hizo tambalear. Ante esto, Simon decidió cargarla, llevándola en brazos como si fuera ligera. Encendió la linterna
Pasados treinta minutos, el timbre del portero sonó. Simon, tras revisar las cámaras de seguridad, identificó a un hombre de unos cuarenta años esperando. —¿Quién es? —Buenas noches. Fui convocado para prestar mis servicios. Mi nombre es Miguel Arriagada. —Por supuesto, pase. Siga el camino iluminado. A los pocos instantes, un vehículo se alineó frente a la entrada principal. Simon, ya preparado, esperaba al doctor con las manos resguardadas en los bolsillos. —Doctor Arriagada, soy Simon Valencia. Por favor, acompáñeme —dijo Simon, estrechando la mano del médico y guiándolo hacia la sala—. Emma, el doctor está aquí para ayudarte. —Buenas noches, Sra. Valencia. Soy el doctor Arriagada. ¿Puede contarme qué ocurrió? —indagó el médico. Con cierta confusión, Emma se acomodó en posición para que el doctor pudiera evaluar su situación. —Soy Emma. He sufrido una caída y ahora me resulta imposible apoyar el pie. El dolor es insoportable —manifestó Emma. Tras una examinación delicada pe
Eran las ocho de la mañana cuando Anita llegó a la casa de Simon. Al entrar, notó la ausencia de Jackie, quien normalmente la recibía con entusiasmo. Al llegar al salón, se sorprendió al encontrar a Simon durmiendo profundamente, acompañado de Jackie. Con una expresión confundida, Anita se dirigió a la cocina, intuyendo que alguien más debía estar en la casa. Mientras se ocupaba de los trastes sucios y preparaba el desayuno, el aroma del café comenzó a llenar la casa y, eventualmente logró despertar a Simon. Él se levantó y, tras un breve intercambio de saludos, Anita le sirvió el desayuno. En ese momento, una voz femenina resonó desde la habitación cercana, llamando a Simon. —¡Simon!— la voz de la mujer sonó preocupada. Sin perder tiempo, Simon se precipitó hacia la habitación, dejando a Anita desconcertada. Al seguirlo, Anita se encontró con una hermosa joven en la cama, que parecía recién despierta. —Buenos días, hola —saludó Simon, primero a la mujer y luego dirigiéndose a Anit
Después de un par de horas, Simon regresó a casa, su cuerpo emanaba un aroma varonil y su cabello lucía como si hubiera estado atrapado en un vendaval. Con una sonrisa juguetona, agarró unas bolsas de compras que descansaban sobre la mesa, repletas de prendas femeninas. Con una sonrisa traviesa, las levantó y se dirigió a su habitación, decidido a refrescarse. Emma, sumida en un libro, alzó la vista al sentir su presencia. Simon, al dejar las bolsas a un lado, murmuró: "Espero que te guste lo que hay dentro". Antes de poder preguntar, Simon ya se encaminaba al baño, dejando a Emma intrigada, ¿ enserio se va a bañar aca? ¿ no hay más baños en esta casa?, tomó las bolsas y comenzó a revisar la ropa, venían dos vestidos de algodon, lo que le fascino, uno era blanco con ramitos de rosas rojas de apariencia primaveral, otro de color verde esmeralda, unas poleras y dos jeans talla cuarenta, esto la sorprendió por que no entendia como la secretaria de simon sabia su talla, también venían cu
Después de un rato, los dos médicos estudiaban las imágenes, mientras Simon y Emma intercambiaban miradas preocupadas. —Señora Emma, ¿ha tenido alguna fractura en su tobillo? —preguntó el médico. —No que yo sepa, nunca me he lesionado —respondió Emma con desconcierto, mientras Simon la miraba con sorpresa. —Es extraño. El tobillo muestra una fractura anterior que parece haber sanado en un tiempo sorprendentemente corto. Necesitamos monitorizar esto, aunque su hueso este bien posicionado, puede generar molestias futuras, necesitare reevaluar en diez días. Le dejaré algunos analgésicos y una bota ortopédica —explicó el doctor, mientras hacia la receta medica, Simon interrumpió. —Doctor—El caballero giro a mirarlo mientras seguia escribiendo — no nos ha dicho ¿a que se debe? —Sr. Valencia, no puedo responder eso ahora, por eso sugiero el control en diez días. Por ahora hay que tratar el posible dolor reposo parcial. Que su esposa no haga fuerzas. Simon asintió, agradeciendo la info
En su estudio, Simon hojeaba una y otra vez las propuestas de su equipo, sin encontrar ninguna que realmente capturara su interés. Mientras intentaba concentrarse, imágenes de Emma inundaban su mente: su presencia, su cabello, la elegancia de su figura. Abandonó momentáneamente su escritorio y se dejó llevar por la inspiración decorativa, imaginando tonos suaves para una habitación femenina, desde las sábanas hasta los detalles más íntimos como veladores y cubrecamas. Después de un rato, decidió confrontar su inquietud y se dirigió hacia Emma con su netbook en mano. Golpeó suavemente la puerta y, una vez dentro, se acercó para compartir sus ideas.—Simon, no me siento del todo cómoda con todo esto —dijo Emma, mirándolo con cierta inquietud.—¿Con qué te refieres? —preguntó Simon, confundido.—Con todo esto. No quiero ser una carga, especialmente con los gastos que se están generando —respondió Emma, mostrando preocupación.—Emma, el dinero es algo efímero. Hoy puedo permitirme lo que
Esa noche, Simon durmió sin interrupciones, envuelto en el cansancio de un día productivo. Al abrazar a Jackie, se sumió en un sueño reparador. Sin embargo, los gemidos del perro lo sacaron de su descanso. Al abrir los ojos, observó cómo Jackie se apresuraba hacia la habitación donde Emma descansaba. Simon, intrigado, se levantó con cautela y, al asomarse, vio a Emma envuelta en una pesadilla, sus manos tensas revelaban su tormento. Al acercarse, Jackie, como si entendiera, se acurrucó junto a ella, tranquilizándola. Simon, con discreción, cerró la puerta, reflexionando sobre si Emma soñaba con su caída en el cerro. A la mañana siguiente, Simon se despertó con el alba. Decidió trotar para clarificar sus pensamientos antes de iniciar su jornada laboral. Mientras trotaba, hizo una parada en el invernadero de su tía. Allí, compartió con las plantas su reciente encuentro con Emma y los sentimientos contradictorios que ella despertaba en él. Mientras cuidaba las flores, su mente divagó h
Cuando Simón regresó a casa, las luces ya proyectaban sombras alargadas sobre las paredes. Al adentrarse, descubrió que el olor a fresias permanecía suspendido en el aire y también estaba Jackie, su fiel compañero, dormido en el sillón, junto a su toalla, un pijama cómodo y su almohada favorita. Una sonrisa fugaz cruzó su rostro antes de dirigirse a la habitación principal. Dentro, la luz artificial bañaba el rostro tranquilo de Emma, quien yacía profundamente dormida. Sin hacer ruido para no perturbarla, Simón apagó la luz y se encaminó al baño de visitas. Al salir, con su cabello todavía húmedo decidió secarlo con una toalla, se acomodó junto a Jackie, buscando el consuelo del sueño. La calma de la noche se vio interrumpida por susurros y gemidos angustiantes. Simón, alertado, se dirigió rápidamente a la habitación. Emma, en su sueño, parecía luchar contra algún mounstruo invisible, murmurando un "no, por favor". Al intentar despertarla, un destello visual lo golpeó: imágenes de