Un siglo después…
—Es tan guapo…
—Y sexi, el hombre perfecto de este mundo.
—Tienes una gran suerte Kyra.
Esas eran las frases que escuchaba cada día por las mañanas, sobre todo cuando su jefe hacía presencia en la oficina y desfilaba por el pasillo de las secretarías.
Y sí, su jefe era sinónimo de perfección.
Su cuerpo esbelto, mandíbula cuadrada de bien definida, sus hermosos ojos grises se acompañaban de cejas horizontales, el mentón marcado y proyección natural, era como si los dioses del Olimpo se hubieran reunido para crear una bella escultura.
Su físico era perfecto, pero su belleza era opacada por su mal carácter.
Kyra llevaba un mes en la empresa Storm S.A. Pero había sido casi una tortura para ella e incluso con treinta días de trabajo, ya quería solicitar su jubilación.
Todas le expresaban su envidia, pero ellas no sabían la suerte que tenían de no ser su secretaria.
—¡Señorita White! —vociferó Daniel Storm, el Ceo de una de las mayores empresas del país.
Kyra tomó el café que tenía en la mesa y corrió hacia la oficina de su jefe.
—Buenos días, señor. Acá está su café —dijo poniendo el vaso que llevaba en las manos sobre el escritorio de su jefe—. El día de hoy no hay citas pendientes, así que estará todo el día en la oficina para que revise los informes que le envié por correo.
Era una mujer ordenada y organizada, por lo tanto, se esforzaba para hacer su trabajo de la misma manera, además de ser una mujer con una memoria semántica.
Ella podía acumular fechas y datos importantes en su mente y recordarlas a la perfección, eso ayudó a conocer a su jefe y sus hábitos, como el de tomar café sin azúcar, bastante cargado justo a las ocho de la mañana cuando llegaba a la oficina.
Porque eso sí, su jefe era muy puntual y cada mañana, a las siete y cincuenta y nueve minutos, él desfilaba por el pasillo principal hasta llegar a su oficina.
—¿Estás segura señorita White? —inquirió al mismo tiempo que tomaba un sorbo de su café.
—Sí, señor, revise su agenda y…
—Usted está equivocada, tengo una cita médica después del medio día.
—Nunca me informó de su cita.
—Claramente, no revisó su agenda bien esta mañana, le suplico que esté más atenta.
Kyra recordaba claramente las citas de su jefe, así que tomó la tableta en su masivo y revisó de nuevo, en efecto ahí estaba la cita, pero ella recordaba que eso no estaba en la agenda, su mente no podía fallarle.
—Esa cita fue programada a las siete de la mañana del día de hoy, quiere decir que usted no verificó la agenda esta mañana.
—Estaré más atenta, señor. —Se disculpó Kyra y abandonó la oficina de su jefe Daniel Storm.
Kyra apretó sus manos y caminó hasta su escritorio.
Odiaba recibir reprimendas de su jefe, para ella el trabajo era importante y sobre todo el sueldo, esta empresa era una de las mejores en cuanto a sueldos se refería.
El día anterior había recibido su primer cheque y sintió un gran alivio cuando fue al banco a cobrarlo. Es por eso que se esforzaba en ser la secretaria de Daniel Storm.
Dio un fuerte suspiro y tomó su computador para continuar con su trabajo. Además de llevar la agenda de su jefe, se encargaba de todos los procesos administrativos, papeleo, memorándum, circulares, oficios.
Era una mujer inteligente y era capaz de soportar todo, incluso con su abuela enferma.
A las once de la mañana recibió la notificación de su médica, hoy era su cita mensual y olvidó por completo que tenía que estar a las cinco de la tarde en el hospital, justo una hora después de su salida.
Gina, doc.
Kyra, tengo una urgencia a las cinco de la tarde, ¿puedes venir a las tres para llevar tu cita?.
KyraEso es imposible, las cuatro es mi hora de salida.Gina, doc.
Entonces tendremos la cita en dos semanas, tengo una convención médica y tengo que salir a las cinco para tomar mi avión.
Para Kyra sus citas médicas era muy importantes, siempre visitaba a la doctora para hacer chequeos sobre su salud, era muy cuidadosa en ese sentido, su abuela estaba muriendo a causa de un cáncer de útero y no quería correr con la misma suerte, por ellos siempre era puntual con sus chequeos.
KyraLlegaré a las tres, por favor no se vaya a ir sin atenderme.Gina, doc.
El tiempo máximo que te espero es media hora. Recuerda que hoy corresponde hacerte tu papanicolau.
Kyra se encontraba en un predicamento.
Tenía que pedir una hora de permiso para llegar al hospital, debido a que el tráfico, su llegada era de una hora. Y con poco tiempo trabajando en la empresa, no quería solicitar permiso, mucho menos a su jefe.
Tomó la valentía suficiente y fue a su oficina.
Él estaba muy concentrado en su computador, escribía como si estuviera redactando un gran testamento.
Ella abrió la boca, pero antes él se adelantó.
—¿Qué necesita señorita White? —inquirió sin siquiera apartar la mirada del computador.
—Perdone, señor. Es que quiero solicitar un permiso, necesito salir a las dos, porque tendré…
—No tiene permiso —le interrumpió—. Le indiqué que tengo una cita médica y eso le aseguro que es mucho más importante que lo que usted tiene que hacer.
—¿Y cómo lo sabe si ni siquiera me permitió que le explicara mi asunto? —cuestionó Kyra, y al instante se arrepintió al notar el ceño fruncido en su jefe—. Perdone, señor.
—¡Humanos! —bufó—. Acaban de recibir un cheque y ya solicitan permiso. —Kyra no comprendió la despectiva de humano, lo hacía con desprecio. «¿Acaso él no es un humano?», se preguntó a sí misma.
—Perdone señor, comprendo la situación. —Kyra salió de la oficina y se dirigió a los baños, cerró la puerta con seguro.
Se miró al espejo, puso una de sus manos sobre la boca y dio un grito, que quedó ahogado en su mano.
Su jefe podría ser el hombre más guapo del mundo, pero era un hombre tan frío y sin sentimientos. Para Kyra su jefe tenía un pedazo de hielo en lugar de corazón.
Mientras ahoga su frustración en el baño, recibió una llamada de su hermana.
—Amelie ¿todo está bien? —preguntó. Puesto que le preocupaba el estado de su abuela.
—Perfecto Kyra, dejé a la abuela con la enfermera y aproveché para hacer unas rondas de mi trabajo. Hoy me corresponde ser mensajera y quería avisarte que tardaré un poco, pero la abuela está bien, no te preocupes por ella.
—Gracias Amelie. Saliendo de la oficina voy directo a la casa.
Amelie y Kyra, en realidad no eran hermanas de sangre, las dos eran huérfanas y la abuela fue la mujer que nos adoptó.
Kyra regresó a su escritorio y a los pocos minutos su jefe salió de la oficina a la cita médica que tenía programada.
Ni siquiera se despidió, pasó de largo como si nadie le importara.
Tenía planeado irse a las dos, hacer su chequera y regresar a la oficina antes de terminar el horario, su jefe no estaba y nadie iba a darse cuenta de su falta.
Ella no podía faltar a su cita.
Su reloj marcó las dos en punto, tomó su bolso y fue a la carretera para irse en un taxi directo al hospital.
Llegó justo a la hora. incluso cinco minutos antes. Fue directo a la consulta de su médica.
—¡Estoy aquí!
—A tiempo, no iba a esperar un minuto más.
—Gracias Doc.
Ella hizo la revisión como todos los meses, le llevó pocos minutos, al parecer todo estaba bien. Después se preparó para el proceso de la toma de muestra.
—Todo está perfecto en ti, incluso preparada para tener un hijo.
—Para eso falta mucho, aún no tengo planeado tener hijos.
—Pero seguro serás una excelente madre. Solo queda la muestra para el examen de papanicolau. Pero ya no te lo podré hacer.
—¿Qué, por qué?
—Tengo que irme al aeropuerto con urgencia, ve a la habitación quinientos dos de ginecología, mi compañera llegará por la muestra.
—No por favor doctora, solo confío en usted.
—No te preocupes, él es un excelente doctora, es mujer para que no te sientas incómoda.
—Gracias doctora y feliz viaje.
Kyra caminó por los pasillos hasta llegar a la habitación quinientos dos. Antes de tomar la perilla de la puerta, otra mano la tomó.
—Esta habitación ya está ocupada. —habló una mujer.
—Está equivocada porque me asignaron a esta habitación. —refutó Kyra
—Deberá esperar que me atiendan primero.
La mujer con rapidez ingresó a la habitación, sin siquiera permitir que Kyra reclamara.
Se resignó y se alejó para esperar su turno.
En su interior se quedó con la duda si no existía una segunda habitación con el mismo número. Se acercó a una enfermera.
—Señorita, perdone, estoy buscando la habitación quinientos dos de g…
—¡Señorita! La estoy buscando desde hace minutos, la estamos esperando para llevar a cabo el proceso.
La enfermera la tomó del brazo y la llevó hasta otra habitación que también tenía el número quinientos dos.
Entonces si existían dos habitaciones con el mismo número.
—Por favor señorita, ahí están las batas, la doctora vendrá en unos minutos.
Kyra se quitó su ropa interior y se colocó en la camilla. Cerró sus ojos para ni siquiera ver al nuevo médico.
Los minutos pasaban y Kyra se sentía cada vez más nerviosa y que llevaba una eternidad recostada.
Iba a levantarse, pero justo escucho la puerta abrirse, se quedó en silencio en espera de las instrucciones del médico.
—Esto será rápido. Relájate. —Kyra escuchó la voz femenina y obedeció. Contó hasta tres y dio un fuerte suspiro—. Sentirás una pequeña molestia, pero acabará pronto.
Todo era incómodo para ella, ya que dicho examen no era de sus favoritos.
Sintió un pinchazo, un pequeño dolor, incluso esta vez sintió diferente el examen, pero no tenía la suficiente confianza con la doctora para consultar sobre sus dudas.
—Todo está listo, en una semana tiene que regresar para verificar que el proceso haya sido todo un éxito.
—Está bien. —respondió Kyra un poco nerviosa.
—Ya todo terminó, puede bajarse de la camilla y retirarse.
La doctora salió y no le dijo nada más. Pero al menos ella ya se sentía más tranquila, todo estaba bien en su cuerpo.
Recordó las palabras de su médica.
«¿Un hijo?», pensó.
En sus planes no se encontraba tener un bebé. Tal vez en un futuro lejano.
Benja¡Todo está listo! Daniel recibió un mensaje de su amigo, el día de hoy era un día muy importante, puesto que después de un siglo ninguna mujer de su manada había logrado darle el hijo que él necesitaba. La reserva de esperma que su amigo tenía almacenada era su última esperanza. Por décadas esperó este momento, procuró escoger a una de las mejores mujeres de la manada, fuerte, tenaz, con carácter la esposa ideal para el alfa de la manada y sobre todo la luna que los hombres lobo esperaban. Daniel ¿Aghata, ya se encuentra en el hospital? Envió un mensaje de texto a su amigo. BenjaLlegará en media hora.Aghata era la mujer elegida para llevar en su vientre al heredero de Daniel, un Storm y además se convertiría en la próxima luna. Esta ocasión Daniel tenía el presentimiento de que su primogénito iba a desarrollarse en el vientre de una mujer loba. Esperó media hora, tomó las llaves de su auto y salió de la oficina. Caminó deprisa por el largo pasillo
—Buenos días, abuela.—Hola cariño, ¿Te vas para tu trabajo?. —Si abuelita, pero Amelie se quedará contigo. Te quiero. Matilde era el nombre de aquella anciana. Tenía sesenta y cinco años y estaba enferma de cáncer. Kyra besó la frente de su abuela y después salió de la habitación. Quería llegar temprano al trabajo, puesto que desde hace una semana su jefe estaba de un humor insoportable, así que prefería llegar antes de tiempo y que Daniel la encontrara trabajando para que no le hiciera ningún reclamo.—Gracias por las tostadas, pero me llevaré solo una para el camino. —habló Kyra, mientras tomaba una de las tostadas que se encontraban en el plato sobre la mesa.—Es muy temprano para que te vayas. —habló Amelie. —Tengo tareas pendientes en la oficina y no quiero que él odiosos de mi jefe me recrimine.—Tengo morbo por conocer a tu jefe, hablas tanto de él que hasta lo odio. —se burló su hermana. —No quiero tener problemas, así que prefiero llegar temprano.—Te quiero contar qué
Nadie es digna para ser tu mate, en ninguna manada he podido encontrar a la mujer adecuada, aquella que sea digna de llamarse nueva luna. Así que ahora tienes una tarea extra. La madre de tu primogénito se convertirá en la nueva luna.Daniel aún recordaba las palabras de la diosa de la Luna, llevaba una gran responsabilidad sobre sus hombros, no solo de su propia manada, sino también del resto de hombres lobo de la tierra. Llegó a la mansión y fue directo a su habitación para tomar una ducha. —¡Daniel, ¿qué te pasó?Mientras se dirigía a su habitación se encontró con Agatha. La miró con preocupación y no la culpaba, estaba hecho un desastre. La noche anterior lo dominó su parte lobuna, destrozó su oficina y su aspecto físico era terrible.—Solo necesito un baño. —pasó de largo y fue directo a la ducha para tomar el baño que necesitaba. Tenía que asistir a una reunión con Edon y Bardou, conocía su motivo de la reunión, estaba conciente que el tiempo se terminaba y aún no se elegía
—¡Kyra! ¡Kyra! —Amelie trataba de despertar a su hermana. Ella se percató de la hora y se dio cuenta de que ya era tarde para presentarse a su trabajo. Ambas pasaron una noche en vela cuidando de su abuelo que había empeorado de su enfermedad.Aunque Amelie le insistió a KYra en que descansara un par de horas, esta se resistió. —Amelie…—pronunció con desgano Kyra.—Ya es tarde, hermana. Los ojos adormilados de Kyra se abrieron por completo. Tenía más de una hora de retraso. Se levantó de un salto y fue a su habitación para ponerse su uniforme.—Amelie, por favor me llamas si la abuela empeora. —Después de mucho esfuerzo, su abuela se quedó dormida, solo necesitaban de más medicamentos para controlar las náuseas y vómitos.—¿Qué haremos con el dinero de los medicamentos? —preguntó Amelie. Estos últimos días fueron difíciles para las hermanas. Kyra sacó el último billete de cien dólares que cargaba en su cartera.—Es lo último que tengo, por favor trata de ahorrar lo más que puedas
—Kyra, es momento de irnos. —indicó Amelie. Ella miraba hacia el cielo. Estaba tan radiante, color celeste con algunas nubes. El viento soplaba de manera cautelosa, mientras que las hojas de los árboles caían. Ese era el escenario que observaba a través del vidrio de la enorme ventana en la funeraria. Esperaban por el cuerpo de su abuela.Kyra dio un fuerte suspiro.—Es tan triste Amelie, nuestra abuela ya no podrá observar la naturaleza, disfrutarla, estar entre ella. Amaba estar rodeada de árboles y sentir el aire sobre su rostro.—Vamos a extrañarla. —Amelie se abrazó a su hermana, iban a extrañar a la mujer que les brindó cariño y amor. —Señoritas, el cuerpo ya está listo. —les indico el propietario de la funeraria. Ambas chicas decidieron que lo mejor era llevar el cuerpo de su abuela a su ciudad natal. Cremaron a su abuela y las cenizas las tirarán en un río en donde su abuela pasó gran parte de su niñez y adolescencia. Siempre les contó grandes historias y de sus deseos de
Era octubre y el frío otoñal se sentía en el ambiente. Kyra y su hermana regresaban a la ciudad después de regar las cenizas de su abuela. Tardaron tres días, puesto que aprovecharon a recorrer el lugar.—Es una lástima que tuvimos que regresar. —mencionó Amelie—. Me hubiera encantado quedarme más días por allá.—El pueblo era muy agradable, pero no había motivos para quedarse. Recuerda que teníamos que regresar al trabajo. —habló Kyra. Se quitó el enorme abrigo que traía puesto y lo lanzó al suelo, hizo lo mismo con sus zapatos, quitó algunos botones de su camisa y alborotó sus cabellos. —Tú ni siquiera tienes trabajo. —se burló su hermana.—Aunque te cause risa mi situación, es un problema grave para las dos. El pago de la renta se acerca y no tengo trabajo, me urge encontrar algo.—Tu jefe es un viejo amargado e injusto, te despidió sin siquiera permitir que le explicaras. Si lo tuviera enfrente lo ahorcaba con mis propias manos.—No vale la pena Amelie, simplemente quiero olvidar
¿Dónde? ¿Cuándo? ¿De quién? Esas eran las preguntas de Kyra en su cabeza, era imposible que ella estuviera embarazada, puesto que aún era virgen, nunca en su vida un hombre había llegado a ese paso tan importante. —Necesito que inicie un control prenatal. Voy a indicarle…—No, no pienso ir a ningún control prenatal, porque yo no estoy embarazada —negó Kyra. Se levantó de la silla, furiosa.—¡Usted está mintiendo! —expresó Kyra—. ¡O está equivocado, esto tiene que ser un error!—Señorita, no es un error. —Benjamín suspiró—. Le voy a ser sincero, cuando usted vino por su examen ocurrió un pequeño error y en lugar de hacerle un papanicolau se le realizó una inseminación. Kyra sentía que uno de sus ojos brincaba de la ansiedad. Por un error ella estaba embarazada.—¡Error! Error es cuando tomas un plato de comida que no es tuyo o te equivocas de ropa interior, pero no puedes quedar embarazada por un error. —Pues, si sucede, usted es un claro ejemplo. —dijo con burla Benjamín. Sabía
Daniel presionaba el acelerador como si fuera partícipe de una carrera de la fórmula uno. —Si sigues manejando de esa manera, ni siquiera vas a conocer a tu cachorro. —Nada se va a interponer. Benjamín voy a tener a mi heredero. Mi primer hijo. —dijo con ilusión, tuvo que pasar un siglo para que Daniel Storm, engendrara a su primogénito. Podía parecer un hombre frío, sin sentimientos, pero tener un hijo, un heredero para la manada era su ilusión. Llegaron al edificio de Kyra. Pero antes de bajar, Benjamin lo detuvo.—Tenemos que armar un plan. No es fácil para ella esta noticia. Imagínate cuando se entere que en su vientre tiene al hijo de un hombre lobo. —No puedo dejarla en este apartamento, ahora me importa la seguridad y bienestar de mi hijo. Te lo dije en tu clínica, nada va a detenerme. Si no me quieres acompañar, te puedes ir.—Haz lo que quieras, pero no me pidas que me vaya, porque como médico tengo que estar cerca. Los dos bajaron del auto y subieron por las escaleras