Nadie es digna para ser tu mate, en ninguna manada he podido encontrar a la mujer adecuada, aquella que sea digna de llamarse nueva luna. Así que ahora tienes una tarea extra. La madre de tu primogénito se convertirá en la nueva luna.
Daniel aún recordaba las palabras de la diosa de la Luna, llevaba una gran responsabilidad sobre sus hombros, no solo de su propia manada, sino también del resto de hombres lobo de la tierra.
Llegó a la mansión y fue directo a su habitación para tomar una ducha.
—¡Daniel, ¿qué te pasó?
Mientras se dirigía a su habitación se encontró con Agatha.
La miró con preocupación y no la culpaba, estaba hecho un desastre.
La noche anterior lo dominó su parte lobuna, destrozó su oficina y su aspecto físico era terrible.
—Solo necesito un baño. —pasó de largo y fue directo a la ducha para tomar el baño que necesitaba.
Tenía que asistir a una reunión con Edon y Bardou, conocía su motivo de la reunión, estaba conciente que el tiempo se terminaba y aún no se elegía a la nueva luna.
Para Daniel, Agatha era la mujer indicada.
Después de estar listo, con ropa limpia, olor fresco y su cabello arreglado —como acostumbraba a estar— fue a su auto y condujo buscando el punto de reunión.
La manada de Edon.
Buscaba las palabras correctas para enfrentar a sus iguales. Su oportunidad de ser proclamado como Alfa universal se está desvaneciendo entre sus dedos.
Conectó su teléfono al sistema de sonido del auto y colocó sus canciones favoritas. Sería un camino largo.
Llegó minutos antes de que el sol se ocultara. Se hospedó en un hotel y esperó unas horas antes de tomar su nuevo destino.
Miró hacia la luna, esta noche se encontraba reluciente, con una luz admirable.
Daniel siempre anheló estar en el más alto podio como lo hizo su padre.
Fue un excelente líder, reconstruyó la manada cuando estaba a punto de extinguirse, y ahora debía mantener ese legado.
Sus pensamientos fueron disueltos por el timbre de su móvil, recibía un llamado de su amigo.
Ni siquiera quería escuchar una palabra, se encontraba furioso por su irresponsabilidad. Sin embargo esperaba noticias positivas.
—Espero que me tengas buenas noticias. Fue lo primero que Benjamin escuchó al otro lado de la línea.
—Ya encontramos tu paquete, tu cachorro está a salvo.
—Es lo mínimo que esperaba de ti. Ya regreso a la ciudad. Ten todo listo para el proceso.
Daniel cortó la llamada sin siquiera permitir que su amigo le explicara la verdad sobre el paradero de su paquete.
Tomó su auto con rapidez y con el acelerador hasta el fondo condujo de regreso a la ciudad.
Por fin, su heredero iba a tener un vientre para poder desarrollarse.
El viaje de regreso era una tortura, no se imago encontrar una gran fila de vehículos que le impedían acelerar su regreso.
Daniel se estacionó en la orilla de la carretera. Salió de su auto y se internó en el bosque más cercano.
Quitó su corbata, rasgó su camisa y un con aullido hacia el cielo se convirtió en el majestuoso lobo gris.
Sus ojos irradiaban luz roja, su pelaje soltaba un brillo natural y Perfecto.
Emitió un gruñido y se internó en el bosque, con habilidad y rapidez, evitó los grandes troncos de los viejos árboles.
Mientras corría a gens velocidad, la luna reflejaba su majestuosa sobra y se mezclaba en los rayos lunares.
En tiempo récord llegó al hospital en busca de su amigo. Que al verlo ingresar con tan solo pantaloncillos, corrió a buscar ropa para entregársela.
—Esto es un hospital de humanos, al menos debiste ponerte ropa.
—Eso es lo de menos, ¿Dónde está Agatha? —preguntó, mientras se ponía la ropa de su amigo.
—No podemos hacer el proceso con Agatha. —Habló Benjamín.
—No estoy para bromas.
—Daniel, por error tu esperma fue puesto en el vientre de otra mujer. —Declaró su amigo.
—¿Qué mujer? —espetó Daniel, tomando por el cuello a su amigo.
—Una humana.
—¡Eres un imbécil! —vociferó el Alfa—. Perdí la oportunidad de convertirme en el alfa universal.
—Eso no puede asegurarlo, el embarazo puede ser un éxito.
—¿Crees que una humana logrará lo que una mujer loba ha fallado? Mi esperma fue desperdiciado en el cuerpo inmundo de una simple humana. Necesito saber su nombre para acabar con ella.
—No puedes hacer eso, no es su culpa.
—Entonces, necesito al culpable para matarlo. ¿Cual es su nombre? —preguntó.
—No lo sabes, ya estamos investigando.
—Benjamin, eres un inepto, me haces venir de tan lejos para no tener nada. ¡Quiero información!
—Ya estoy en eso amigo.
—Necesito un nombre en sesenta minutos o acabaré contigo Benjamin.
Daniel lanzó a su amigo al suelo, tomó las llaves de su auto y salió furioso del hospital.
Este era el fin. Su última oportunidad se terminó cuando injertado su esperma en un vientre humano.
Decidió ir a las oficinas de las empresas Storm, el único sitio que pensaba en esos instantes era el mejor para contener su ira, o tal vez no. Ya que al llegar se topó con la sorpresa de que su secretaria, la jumaba que trabaja poco tiempo de un mes, no se encontraba en su lugar de trabajo.
Su enojo fue peor al darse cuenta de que su oficina, aún no había sido arreglada por completo.
—¿Dónde está la señorita White? —preguntó a una de las secretarias.
—No lo sé, Señor. No conocemos las razones de su tardanza.
Mientras él interrogaba a las empleadas por el paradero de su secretaria, ella apareció. Iba casi corriendo, puesto que sabía que ya iba tarde a su trabajo. Pero había sido una noche difícil para su abuela. Fueron pocos los minutos que pudo cerrar sus ojos durante la noche.
Se llevó un gran susto al ver a su jefe en la oficina, se suponía que no estaría por unos cuantos días.
—¡Señor Storm! —pronunció casi sin respiración.
—Vaya que se dignó a venir a sus labores.
—Perdone, señor, mi tardanza, pero mi abuela…
—No, necesito excusas, señorita White. Sabía que era un error darle el trabajo, es usted una persona irresponsable.
—Eso no es cierto señor, todos estos días he cumplido cada una de sus órdenes, incluso aquellas que no me corresponden. Mi abuela enfermó de gravedad, pasé la noche en vela y a pesar de todo estoy aquí.
—Entonces, ahora tengo que agradecerle que se haya presentado.
—Solo pido un poco de empatía de su parte. Es la última vez que me presento a esta hora.
—Claro que será la última vez, ¡Porque esta despedida! —Vociferó Daniel. La ira contenida la descargo en contra de su secretaria, ni siquiera se tomó el tiempo para analizar el mal estado en el que ella se encontraba.
Kyra tenía en su boca varías groserías para poder gritarle. Pero su condición no le permitía ni siquiera reclamar la injusticia que su jefe cometía en contra de ella.
Se dio la media vuelta y se dirigió a la salida. Daniel por su parte solo observó como aquella mujer se retiraba, ni una pizca de remordimiento pasaba por su mente. Estaba furioso en contra de la raza humana y se desquitó con la persona que sin siquiera saberlo llevaba en su vientre la semilla de su cachorro.
—¡Kyra! ¡Kyra! —Amelie trataba de despertar a su hermana. Ella se percató de la hora y se dio cuenta de que ya era tarde para presentarse a su trabajo. Ambas pasaron una noche en vela cuidando de su abuelo que había empeorado de su enfermedad.Aunque Amelie le insistió a KYra en que descansara un par de horas, esta se resistió. —Amelie…—pronunció con desgano Kyra.—Ya es tarde, hermana. Los ojos adormilados de Kyra se abrieron por completo. Tenía más de una hora de retraso. Se levantó de un salto y fue a su habitación para ponerse su uniforme.—Amelie, por favor me llamas si la abuela empeora. —Después de mucho esfuerzo, su abuela se quedó dormida, solo necesitaban de más medicamentos para controlar las náuseas y vómitos.—¿Qué haremos con el dinero de los medicamentos? —preguntó Amelie. Estos últimos días fueron difíciles para las hermanas. Kyra sacó el último billete de cien dólares que cargaba en su cartera.—Es lo último que tengo, por favor trata de ahorrar lo más que puedas
—Kyra, es momento de irnos. —indicó Amelie. Ella miraba hacia el cielo. Estaba tan radiante, color celeste con algunas nubes. El viento soplaba de manera cautelosa, mientras que las hojas de los árboles caían. Ese era el escenario que observaba a través del vidrio de la enorme ventana en la funeraria. Esperaban por el cuerpo de su abuela.Kyra dio un fuerte suspiro.—Es tan triste Amelie, nuestra abuela ya no podrá observar la naturaleza, disfrutarla, estar entre ella. Amaba estar rodeada de árboles y sentir el aire sobre su rostro.—Vamos a extrañarla. —Amelie se abrazó a su hermana, iban a extrañar a la mujer que les brindó cariño y amor. —Señoritas, el cuerpo ya está listo. —les indico el propietario de la funeraria. Ambas chicas decidieron que lo mejor era llevar el cuerpo de su abuela a su ciudad natal. Cremaron a su abuela y las cenizas las tirarán en un río en donde su abuela pasó gran parte de su niñez y adolescencia. Siempre les contó grandes historias y de sus deseos de
Era octubre y el frío otoñal se sentía en el ambiente. Kyra y su hermana regresaban a la ciudad después de regar las cenizas de su abuela. Tardaron tres días, puesto que aprovecharon a recorrer el lugar.—Es una lástima que tuvimos que regresar. —mencionó Amelie—. Me hubiera encantado quedarme más días por allá.—El pueblo era muy agradable, pero no había motivos para quedarse. Recuerda que teníamos que regresar al trabajo. —habló Kyra. Se quitó el enorme abrigo que traía puesto y lo lanzó al suelo, hizo lo mismo con sus zapatos, quitó algunos botones de su camisa y alborotó sus cabellos. —Tú ni siquiera tienes trabajo. —se burló su hermana.—Aunque te cause risa mi situación, es un problema grave para las dos. El pago de la renta se acerca y no tengo trabajo, me urge encontrar algo.—Tu jefe es un viejo amargado e injusto, te despidió sin siquiera permitir que le explicaras. Si lo tuviera enfrente lo ahorcaba con mis propias manos.—No vale la pena Amelie, simplemente quiero olvidar
¿Dónde? ¿Cuándo? ¿De quién? Esas eran las preguntas de Kyra en su cabeza, era imposible que ella estuviera embarazada, puesto que aún era virgen, nunca en su vida un hombre había llegado a ese paso tan importante. —Necesito que inicie un control prenatal. Voy a indicarle…—No, no pienso ir a ningún control prenatal, porque yo no estoy embarazada —negó Kyra. Se levantó de la silla, furiosa.—¡Usted está mintiendo! —expresó Kyra—. ¡O está equivocado, esto tiene que ser un error!—Señorita, no es un error. —Benjamín suspiró—. Le voy a ser sincero, cuando usted vino por su examen ocurrió un pequeño error y en lugar de hacerle un papanicolau se le realizó una inseminación. Kyra sentía que uno de sus ojos brincaba de la ansiedad. Por un error ella estaba embarazada.—¡Error! Error es cuando tomas un plato de comida que no es tuyo o te equivocas de ropa interior, pero no puedes quedar embarazada por un error. —Pues, si sucede, usted es un claro ejemplo. —dijo con burla Benjamín. Sabía
Daniel presionaba el acelerador como si fuera partícipe de una carrera de la fórmula uno. —Si sigues manejando de esa manera, ni siquiera vas a conocer a tu cachorro. —Nada se va a interponer. Benjamín voy a tener a mi heredero. Mi primer hijo. —dijo con ilusión, tuvo que pasar un siglo para que Daniel Storm, engendrara a su primogénito. Podía parecer un hombre frío, sin sentimientos, pero tener un hijo, un heredero para la manada era su ilusión. Llegaron al edificio de Kyra. Pero antes de bajar, Benjamin lo detuvo.—Tenemos que armar un plan. No es fácil para ella esta noticia. Imagínate cuando se entere que en su vientre tiene al hijo de un hombre lobo. —No puedo dejarla en este apartamento, ahora me importa la seguridad y bienestar de mi hijo. Te lo dije en tu clínica, nada va a detenerme. Si no me quieres acompañar, te puedes ir.—Haz lo que quieras, pero no me pidas que me vaya, porque como médico tengo que estar cerca. Los dos bajaron del auto y subieron por las escaleras
—Señorita, usted está embarazada…Kyra abrió sus ojos de un solo y se encontró en un sitio desconocido, estaba aturdida y confundida. Recordó el último sitio en donde estuvo: El parque. Claramente, no se encontraba en ese lugar. Se sentó sobre la cama y se admiró al ver la lujosa habitación en la que estaba. Sofisticada, elegante, con un toque de misterio. Hasta la cama en donde se encontraba, era fina. Tocó las sábanas, eran de seda. Nunca había estado en un sitio como este.De pronto la puerta de la habitación se abrió. Y reconoció a la persona. —Hola Kyra. —la saludó.—Doctor, ¿es esta alguna habitación premium del hospital? —preguntó con incredulidad Kyra.Benjamín soltó una pequeña carcajada por la ocurrencia. —No, no es una habitación premium del hospital. Pero pasarás mucho aquí, desde ahora este será tu nuevo hogar.—Ja, ja, ja. Doctor, usted hace bromas muy seguido, primero el embarazo y ahora esto, estoy pensando en creer que estoy en algún programa televisivo de cámar
Kyra despertó y se encontró de nuevo en la misma habitación. Tocó su cuerpo con sus palmas y agradeció estar con vida. Recorrió su mirada por toda la habitación y se detuvo en la ventana. Ahí se encontraba un hombre que le daba la espalda. No era el médico, se trataba de otro hombre. ¡El padre del bebé en su vientre!La espalda le era familiar, al igual que su fragancia. —Señorita White. —pronunció al mismo tipo que se giraba. —¡Señor Storm! —suspiró. Kyra quedó sorprendida de ver a su jefe en la misma habitación. Un recuerdo divagó por su mente unos segundos. Lobo gris, convertido en hombre, en su jefe. ¿Había sido un sueño? —¿Qué hace usted aquí? —preguntó. —Resulta que usted está ocupando mi cama... —habló. —¿Su cama? Es decir, que esta es su habitación y entonces…—se quedó callada, analizando, significaba una sola cosa. —Soy el padre del bebé que lleva en su vientre. Kyra sintió que su presión arterial bajaba a tal grado que casi se desmayaba. Ella estaba embarazada de
Kyra observó con atención a la mujer frente a ella. De inmediato la reconoció, no podía olvidar su rostro. —Esta habitación ya está ocupada. —Está equivocada porque me asignaron a esta habitación. —Deberá esperar que me atiendan primero. —¡Túúúú! Reclamaron ambas mujeres. Agatha también la recordaba en el incidente del hospital. A pesar de que Benjamín y Daniel no le contaron la verdad, ella logró escuchar algunas de sus conversaciones. El cachorro del alfa ya estaba puesto en el vientre de otra mujer. Se decepcionó al pensar que su oportunidad de convertirse en la esposa del gran Alfa de la manada se había desvanecido. Pero si sus sospechas eran acertadas, la jumaba frente a ella no era una rival, así que existía la posibilidad de convertirse en la esposa de Daniel Storm. —¡Ayúdame, por favor! —suplicó Kyra—. No quiero estar aquí, tengo que regresar a la ciudad. —No puedo hacer eso, porque estaría traicionado a la manada. Kyra no entendió el término manada en la convers