—Buenos días, abuela.
—Hola cariño, ¿Te vas para tu trabajo?.
—Si abuelita, pero Amelie se quedará contigo. Te quiero.
Matilde era el nombre de aquella anciana. Tenía sesenta y cinco años y estaba enferma de cáncer.
Kyra besó la frente de su abuela y después salió de la habitación.
Quería llegar temprano al trabajo, puesto que desde hace una semana su jefe estaba de un humor insoportable, así que prefería llegar antes de tiempo y que Daniel la encontrara trabajando para que no le hiciera ningún reclamo.
—Gracias por las tostadas, pero me llevaré solo una para el camino. —habló Kyra, mientras tomaba una de las tostadas que se encontraban en el plato sobre la mesa.
—Es muy temprano para que te vayas. —habló Amelie.
—Tengo tareas pendientes en la oficina y no quiero que él odiosos de mi jefe me recrimine.
—Tengo morbo por conocer a tu jefe, hablas tanto de él que hasta lo odio. —se burló su hermana.
—No quiero tener problemas, así que prefiero llegar temprano.
—Te quiero contar qué hace, conocí a dos bombones deliciosos, un médico y su paciente, fui a dejar unas entregas al hospital, que por cierto eran muy raras, una de ellas se llamaba cachorro, pensé que llevaba un animal en esa caja, pero era demasiado pequeña. En fin ese no es el punto, lo que importa es que esos dos hombres eran dos dioses, guapos, sensuales…
—Eres demasiado pequeña para hablar de los hombres de esa manera.
—Tengo dieciocho años y sé mucho más de los hombres que tú misma.
—No me interesa conocer a ningún hombre, solo a mi novio.
—Suenas ridícula. Dante es guapo pero está loco. Esos cuentos de hombres lobo, eso no es de alguien cuerdo.
Dante era el novio de Kyra, tenían un año de relación. Él pertenecía a una secta que se dedicaba a atrapar a hombres lobo o cualquier ser sobrenatural.
—Sus historias no suenan tan locas cuando encuentras las coincidencias con la realidad.
—Kyra, por favor. El amor te tiene ciega. ¡Cazador de hombres lobo! Eso es una locura.
—Los superhéroes de Marvel también son fantasía y tú estás enamorada de ellos.
—Eso es distinto, los actores son reales. Pero los hombres lobo son solo historias de fantasía. Cuando Dante tenga una cabeza de hombre lobo voy a creer sus historias, entre tanto siguen siendo locos cuentos de un demente.
—No lo juzgues de esa manera, algún día se convertirá en mi esposo y quiero que ustedes dos se lleven bien.
—Eso es algo casi imposible, pero lo pondré en mis prioridades.
Kyra soltó un suspiro.
—Nos vemos en la noche.
Ella se despidió de su hermana y caminó hasta la parada de bus para tomar uno y dirigirse a la empresa. En esta ocasión decidió tomar uno antes de su hora acostumbrada.
Llegó al enorme edificio de Storm S.A. Se encontró con el portero, el único que a estas horas se encontraba en la empresa.
Los últimos días ella llegaba muy temprano para tener lista la agenda de trabajo de su jefe.
—Buenos días. —Saludó Kyra al portero e ingresó.
Subió por el ascensor y precio o el piso veinte que correspondía a las oficinas de los más altos ejecutivos.
Todo estaba en silencio, ni un solo empleado en el gran edificio. Encendió su computador y mientras esperaba ordenó su escritorio.
De pronto el ruido de un vidrio rompiéndose, causó miedo en Kyra, ese sonido provenía de la oficina de su jefe. Se suponía que no había nadie. Con temor ella caminó, puso su oído en la puerta, pero no escuchó nada.
Pensó que todo había sido su imaginación. Abrió la puerta y su sorpresa fue abrumadora.
La oficina de su jefe estaba totalmente destruida, era como si un tornado pasara solo por esa habitación.
Papeles, sillas, grapadoras, todo estaba en el suelo.
—Pero, ¿qué pasó aquí? —habló para sí misma.
Recogió algunos documentos, los colocó en el escritorio y se asombró al ver que ese mueble tenía rasguños profundos.
Tanto así que sobrepasaba la pintura y la madera. Este desastre pudo haber sido causado por un animal.
Un quejido llamó su atención, provenía del baño. Caminó despacio, en todo su recorrido se encontró más rasguños.
¿Un monstruo? Se imaginó. Porque lo que sus ojos observaban no eran de un simple humano.
Acercó su mano para tomar la perilla de la puerta, pero antes de poder tocarla, la puerta se abrió.
—¡Señor! —expresó sorprendida—. ¿Está bien?
Su jefe se encontraba todo un despojo. Sin corbata, botones sueltos de su camisa, el cabello alborotado, y un olor espantoso. Sus manos estaban rojas con algunos rasguños.
Ella tomó las manos de su jefe, pero él las retiró de inmediato.
—¡No me toque! Sus manos humanas no pueden tocarme.
Por instantes, Kyra notó un color extraño en los ojos de su jefe, resplandeciente de color rojo.
—¡¿Perdone?! Solo estoy tratando de ayudar.
—No he pedido su ayuda, no la necesito. ¡Aléjese de mí!
Kyra se hizo a un lado para dejar pasar a su jefe. Aunque tenía muchas ganas de apretar el cuello de su jefe, mordió su labio para no soltar un insulto.
—¡Encárguese de que alguien arregle este desastre! —fue la última orden de su jefe y desaparecer.
Kyra resopló hacia arriba levantando su cabello. Hizo una coleta en su cabello y fue a su escritorio para hacer las llamadas necesarias para arreglar el desastre que se encontraba en la oficina.
Ya tenía suficiente trabajo, y ahora también debía encargarse del desastre. En su mente no podía borrar el destello en los ojos de Daniel Storm y las marcas en el escritorio y la pared.
El sonido del timbre de su teléfono, disolvió los pensamientos de Kyra. Sonrió al ver la pantalla, se trataba de su novio.
—Hola amor. Pronto saldré de la oficina…
—Kyra, tenemos que hablar.
—Lo sé cariño, estoy preparada para esta noche romántica.
—No, escúchame cariño. Me voy del país. —expresó su novio al otro lado de la línea.
—¿Estás de broma? No es divertido.
—Cariño, tengo que irme a este viaje. Hemos encontrado indicios de hombres lobo en Inglaterra y tengo que irme, es una gran oportunidad…
—¿Piensas irte para seguir una estúpida fantasía? —reclamó Kyra.
—No es estúpida, Kyra esta es una gran oportunidad. Necesito que esperes por mi.
Ella suspiró, tratando de no enojarse. —¿Cuánto tiempo va a durar tu viaje?
—No será mucho tiempo o tal vez sí, pero será un año.
—¿Estás loco?
—Kyra, es una gran oportunidad. Esta ocasión sí vamos a encontrar a esos monstruos. Necesito que me esperes, de lo contrario…Tendremos que terminar, no quiero elegir.
—No puedo creerlo. Te pondré la decisión fácil. ¡Terminamos!.
Kyra cortó la llamada. No podía creer que su novio prefería buscar a personajes ficticios, que quedarse con ella.
Siempre imaginó que él sería el príncipe con quien se casaría, no podía imaginarse en el altar con otro hombre. Pero era imposible aferrarse a un sentimiento que no era mutuo.
Nadie es digna para ser tu mate, en ninguna manada he podido encontrar a la mujer adecuada, aquella que sea digna de llamarse nueva luna. Así que ahora tienes una tarea extra. La madre de tu primogénito se convertirá en la nueva luna.Daniel aún recordaba las palabras de la diosa de la Luna, llevaba una gran responsabilidad sobre sus hombros, no solo de su propia manada, sino también del resto de hombres lobo de la tierra. Llegó a la mansión y fue directo a su habitación para tomar una ducha. —¡Daniel, ¿qué te pasó?Mientras se dirigía a su habitación se encontró con Agatha. La miró con preocupación y no la culpaba, estaba hecho un desastre. La noche anterior lo dominó su parte lobuna, destrozó su oficina y su aspecto físico era terrible.—Solo necesito un baño. —pasó de largo y fue directo a la ducha para tomar el baño que necesitaba. Tenía que asistir a una reunión con Edon y Bardou, conocía su motivo de la reunión, estaba conciente que el tiempo se terminaba y aún no se elegía
—¡Kyra! ¡Kyra! —Amelie trataba de despertar a su hermana. Ella se percató de la hora y se dio cuenta de que ya era tarde para presentarse a su trabajo. Ambas pasaron una noche en vela cuidando de su abuelo que había empeorado de su enfermedad.Aunque Amelie le insistió a KYra en que descansara un par de horas, esta se resistió. —Amelie…—pronunció con desgano Kyra.—Ya es tarde, hermana. Los ojos adormilados de Kyra se abrieron por completo. Tenía más de una hora de retraso. Se levantó de un salto y fue a su habitación para ponerse su uniforme.—Amelie, por favor me llamas si la abuela empeora. —Después de mucho esfuerzo, su abuela se quedó dormida, solo necesitaban de más medicamentos para controlar las náuseas y vómitos.—¿Qué haremos con el dinero de los medicamentos? —preguntó Amelie. Estos últimos días fueron difíciles para las hermanas. Kyra sacó el último billete de cien dólares que cargaba en su cartera.—Es lo último que tengo, por favor trata de ahorrar lo más que puedas
—Kyra, es momento de irnos. —indicó Amelie. Ella miraba hacia el cielo. Estaba tan radiante, color celeste con algunas nubes. El viento soplaba de manera cautelosa, mientras que las hojas de los árboles caían. Ese era el escenario que observaba a través del vidrio de la enorme ventana en la funeraria. Esperaban por el cuerpo de su abuela.Kyra dio un fuerte suspiro.—Es tan triste Amelie, nuestra abuela ya no podrá observar la naturaleza, disfrutarla, estar entre ella. Amaba estar rodeada de árboles y sentir el aire sobre su rostro.—Vamos a extrañarla. —Amelie se abrazó a su hermana, iban a extrañar a la mujer que les brindó cariño y amor. —Señoritas, el cuerpo ya está listo. —les indico el propietario de la funeraria. Ambas chicas decidieron que lo mejor era llevar el cuerpo de su abuela a su ciudad natal. Cremaron a su abuela y las cenizas las tirarán en un río en donde su abuela pasó gran parte de su niñez y adolescencia. Siempre les contó grandes historias y de sus deseos de
Era octubre y el frío otoñal se sentía en el ambiente. Kyra y su hermana regresaban a la ciudad después de regar las cenizas de su abuela. Tardaron tres días, puesto que aprovecharon a recorrer el lugar.—Es una lástima que tuvimos que regresar. —mencionó Amelie—. Me hubiera encantado quedarme más días por allá.—El pueblo era muy agradable, pero no había motivos para quedarse. Recuerda que teníamos que regresar al trabajo. —habló Kyra. Se quitó el enorme abrigo que traía puesto y lo lanzó al suelo, hizo lo mismo con sus zapatos, quitó algunos botones de su camisa y alborotó sus cabellos. —Tú ni siquiera tienes trabajo. —se burló su hermana.—Aunque te cause risa mi situación, es un problema grave para las dos. El pago de la renta se acerca y no tengo trabajo, me urge encontrar algo.—Tu jefe es un viejo amargado e injusto, te despidió sin siquiera permitir que le explicaras. Si lo tuviera enfrente lo ahorcaba con mis propias manos.—No vale la pena Amelie, simplemente quiero olvidar
¿Dónde? ¿Cuándo? ¿De quién? Esas eran las preguntas de Kyra en su cabeza, era imposible que ella estuviera embarazada, puesto que aún era virgen, nunca en su vida un hombre había llegado a ese paso tan importante. —Necesito que inicie un control prenatal. Voy a indicarle…—No, no pienso ir a ningún control prenatal, porque yo no estoy embarazada —negó Kyra. Se levantó de la silla, furiosa.—¡Usted está mintiendo! —expresó Kyra—. ¡O está equivocado, esto tiene que ser un error!—Señorita, no es un error. —Benjamín suspiró—. Le voy a ser sincero, cuando usted vino por su examen ocurrió un pequeño error y en lugar de hacerle un papanicolau se le realizó una inseminación. Kyra sentía que uno de sus ojos brincaba de la ansiedad. Por un error ella estaba embarazada.—¡Error! Error es cuando tomas un plato de comida que no es tuyo o te equivocas de ropa interior, pero no puedes quedar embarazada por un error. —Pues, si sucede, usted es un claro ejemplo. —dijo con burla Benjamín. Sabía
Daniel presionaba el acelerador como si fuera partícipe de una carrera de la fórmula uno. —Si sigues manejando de esa manera, ni siquiera vas a conocer a tu cachorro. —Nada se va a interponer. Benjamín voy a tener a mi heredero. Mi primer hijo. —dijo con ilusión, tuvo que pasar un siglo para que Daniel Storm, engendrara a su primogénito. Podía parecer un hombre frío, sin sentimientos, pero tener un hijo, un heredero para la manada era su ilusión. Llegaron al edificio de Kyra. Pero antes de bajar, Benjamin lo detuvo.—Tenemos que armar un plan. No es fácil para ella esta noticia. Imagínate cuando se entere que en su vientre tiene al hijo de un hombre lobo. —No puedo dejarla en este apartamento, ahora me importa la seguridad y bienestar de mi hijo. Te lo dije en tu clínica, nada va a detenerme. Si no me quieres acompañar, te puedes ir.—Haz lo que quieras, pero no me pidas que me vaya, porque como médico tengo que estar cerca. Los dos bajaron del auto y subieron por las escaleras
—Señorita, usted está embarazada…Kyra abrió sus ojos de un solo y se encontró en un sitio desconocido, estaba aturdida y confundida. Recordó el último sitio en donde estuvo: El parque. Claramente, no se encontraba en ese lugar. Se sentó sobre la cama y se admiró al ver la lujosa habitación en la que estaba. Sofisticada, elegante, con un toque de misterio. Hasta la cama en donde se encontraba, era fina. Tocó las sábanas, eran de seda. Nunca había estado en un sitio como este.De pronto la puerta de la habitación se abrió. Y reconoció a la persona. —Hola Kyra. —la saludó.—Doctor, ¿es esta alguna habitación premium del hospital? —preguntó con incredulidad Kyra.Benjamín soltó una pequeña carcajada por la ocurrencia. —No, no es una habitación premium del hospital. Pero pasarás mucho aquí, desde ahora este será tu nuevo hogar.—Ja, ja, ja. Doctor, usted hace bromas muy seguido, primero el embarazo y ahora esto, estoy pensando en creer que estoy en algún programa televisivo de cámar
Kyra despertó y se encontró de nuevo en la misma habitación. Tocó su cuerpo con sus palmas y agradeció estar con vida. Recorrió su mirada por toda la habitación y se detuvo en la ventana. Ahí se encontraba un hombre que le daba la espalda. No era el médico, se trataba de otro hombre. ¡El padre del bebé en su vientre!La espalda le era familiar, al igual que su fragancia. —Señorita White. —pronunció al mismo tipo que se giraba. —¡Señor Storm! —suspiró. Kyra quedó sorprendida de ver a su jefe en la misma habitación. Un recuerdo divagó por su mente unos segundos. Lobo gris, convertido en hombre, en su jefe. ¿Había sido un sueño? —¿Qué hace usted aquí? —preguntó. —Resulta que usted está ocupando mi cama... —habló. —¿Su cama? Es decir, que esta es su habitación y entonces…—se quedó callada, analizando, significaba una sola cosa. —Soy el padre del bebé que lleva en su vientre. Kyra sintió que su presión arterial bajaba a tal grado que casi se desmayaba. Ella estaba embarazada de