CAMILLE ASHFORDCon cuidado Andy me ayudó a sentarme en la silla de ruedas y me peinó torpemente con sus dedos, acomodando mis cabellos en un chongo. —Bueno, dadas las circunstancias es lo mejor que puedo hacer, pero tú siempre te ves hermosa —dijo con media sonrisa antes de ponerse detrás de la silla y comenzar a empujarme—. Anda, vamos a que conozcas a tu pequeño. Conforme avanzábamos sentía que mi corazón se me saldría del pecho. Quería levantarme de la silla y salir corriendo en su búsqueda, mis brazos se sentían vacíos. Entonces nos acercamos al pasillo del área de pediatría y me quedé sin palabras.Lucien estaba parado en medio de todo el caos que siempre implicaba un hospital. Con esa elegancia que lo caracterizaba. Su abrigo negro descansaba sobre sus hombros, mientras en sus brazos acunaba a nuestro bebé, viéndolo con adoración y una sonrisa que quería grabarme para siempre en la memoria. Mi estómago se hizo pequeño en cuanto escuché el llanto de mi hijo, y la paciencia y
DAMIÁN ASHFORD Desde el pasillo podía ver hacia el interior de la habitación de Camille. Sentía que apenas había aceptado que era mi hermanita, cuando de repente ya estaba ahí, meciendo a su bebé entre sus brazos, como una madre primeriza llena de amor y esperanza. El tiempo pasaba demasiado rápido y no me daba oportunidad para pensar. Al lado de la cama, los mellizos acechaban a su tía como tiburones listos para comerse al tipo de la balsa. Daban brinquitos, asomándose por la orilla, sujetándose al colchón, ansiosos por ver a su primo. Con gentileza, Andy los tomaba por el torso y los sentaba con cuidado en el borde, uno de cada lado para que tuvieran la mejor vista. Podía ver cómo les decía algo entre murmullos, pero por la manera en la que movía su dedo índice, como director de orquesta, sabía que los estaba condicionando. Tendrían la oportunidad de estar cerca de Camille y ver a su primo, solo si se portaban bien, y así lo hacían, calladitos y con las manitas en el regazo, veía
DAMIÁN ASHFORDLas palabras de Lucien causaban eco dentro de mi cabeza y odiaba admitir que pensaba igual que él. Si Andy me faltara, si algo le pasara, si ella un día decidiera alejarse de mí. ¿Tendría la fuerza para querer despertar un día más? La respuesta era clara, y la misma que Lucien había dado. No podía vivir sin ella. No valía la pena hacerlo. —¿Quién lo diría? Damián Ashford: filántropo de buen corazón, es un tema turbio —agregó Lucien torciendo su sonrisa y negando con la cabeza—. Somos la misma mierda, Ashford. Las revistas y periódicos se preguntan cómo llegaste tan lejos siendo tan joven… ahí está: transformaste la empresa familiar en un negocio muy peligroso que has sabido manejar durante años. —¿Ahora entiendes por qué no me molesta que esté en tus manos? Ahora que está en juicio…—¡Qué hijo de puta! —me interrumpió y por fin volteó hacia mí—. Si descubren lo que estás haciendo… Si encuentran pruebas suficientes para encerrarte…—Los dos nos pudriremos en la cárcel
ANDY DAVIS—¡¿Embarazada?! —exclamé emocionada e inquieta. No podía sonreír más de lo que ya lo hacía. Mi corazón golpeaba tan fuerte como un tambor y de pronto no sabía si reír o llorar por la emoción. —Así es… —contestó el doctor mientras revisaba mis estudios—. Me alegra que la inseminación artificial haya dado resultados tan satisfactorios. Al parecer tienes tres semanas de gestación. El producto está bien implantado. Ahora solo falta revisar si es uno solo o gemelos.Hizo a un lado el folder con los resultados de sangre y sacó los de ultrasonido mientras sus palabras aumentaban mi sorpresa.—¿Gemelos? —pregunté ansiosa. Me faltaba la respiración. Mi esposo y yo nos habíamos esforzado tanto por tener un hijo, si eran dos, sería una bendición. —En la fertilización in vitro suele haber gestaciones múltiples, pues inoculamos varios óvulos fecundados para aumentar el porcentaje de éxito —dijo el doctor con una sonrisa mientras revisaba el estudio—, y como decía, hay dos productos qu
ANDY DAVIS—No tiene sentido hablar de eso en este momento —dijo John mientras acariciaba la mejilla de su amante y esta levantaba su mirada hacia él. Había chispas entre ellos. Derramaban miel, pero para mí era veneno puro. Cuando la chica se alzó en las puntas de sus pies para alcanzar los labios de mi esposo decidí que yo también podía jugar en este juego y salir victoriosa. En cuanto sus labios se tocaron, saqué mi teléfono y tomé un par de fotografías, tomándolos por sorpresa antes de guardar mi celular en el bolsillo. —¿Qué se supone que…? —No dejé que mi suegra indignada terminara su pregunta cuando les ofrecí a los tres una amplia sonrisa.—Se llama evidencia… —contesté mientras volvía a revisar el contrato de divorcio, esta vez con más atención y el corazón frío. Como me lo esperaba, yo no sacaría nada de este matrimonio. No me darían ni las gracias por haber desperdiciado cinco años de mi vida amando a un ingrato y soportando a una bruja como suegra. —¿Evidencia? —pregunt
ANDY DAVIS—¿Cómo que no…? —ni siquiera terminé de preguntar cuando ya me sentía mareada y con náuseas. —Lo siento tanto, créame que fue un accidente —contestó el doctor verdaderamente apenado.—¡¿Un accidente?! ¡Me acaba de decir que mis hijos no son de mi esposo! ¡¿Cómo pudieron equivocarse?! ¡No concibo que una clínica de su categoría…!—Señora, le juro que la pasante que confundió las muestras ya fue despedida —insistió el médico cada vez más avergonzado del error.Por un momento caminé en círculos dentro del consultorio. Lo que parecía un día en el que nada podría salir mal, en realidad era un día en el que todo estaba saliendo mal. Primero la traición de John y ahora eso. La encargada de fecundar mis óvulos con el esperma de John se había equivocado y ahora estaba embarazada de… ¡quién sabe quién! ¿Cómo habían dejado algo tan importante en manos de una novata? ¡¿Qué, nadie la estaba supervisando?! Bueno, era obvio que no. —Si mi esposo no es el padre de mis hijos… entonces, ¿
DAMIÁN ASHFORD—¡Estás loco! ¡No tienes corazón! —exclamó la mujer con la mirada llena de ira y sus manos en su vientre, protegiendo a mi hijo de mis palabras—. ¿Cómo puedes hablar así? No es un juguete que puedas tirar a la basura. Eres un demonio. Me quedé en completo silencio, viéndola una vez más. No estaba acostumbrado a esa clase de respuestas y era sorprendente que esa mujer se comportara como una fiera conmigo. ¡¿Quién carajos se creía que era?! —Es mi esperma —dije entre dientes tomándola del brazo y acercándola de un tirón, creí que sería suficiente para que, como otras solían hacer, pidiera disculpas y llorara, pero, por el contrario, lo primero que hizo fue lanzarme una bofetada que pude atrapar sin separar mi atención de su rostro iracundo. —Son mis óvulos —respondió sosteniendo mi mirada. Fascinante, no planeaba ceder. Era feroz y no tenía consciencia del peligro que significaba hablarme así. No era la clase de mujer aburrida con la que siempre me encontraba y… aunqu
ANDY DAVISMe quedé por un largo rato tirada en la cama, repasando lo lujosa de la habitación. Era el secuestro más costoso que alguna vez me habría imaginado que sufriría. Y sí, no había otra manera de describirlo, era imposible escapar de la habitación. Los guardaespaldas no se separaban de la puerta y afuera de mi ventana también había hombres vigilando. Empecé a sentirme claustrofóbica y esperaba que mi respuesta fuera suficiente para que ese hombre me dejara en paz. Ya estaba harta de los hombres poderosos y su necesidad imperiosa de tener hijos a costa del corazón de una mujer.Cuando la noche estaba a punto de caer, la puerta se abrió, tomándome por sorpresa. De un saltó me bajé de la cama y esperé. Temía lo peor, pero solo era el ayudante, acomodándose las gafas y ofreciéndome una sonrisa tímida. —Señora Andy, el día de mañana se le realizará el procedimiento de legrado —dijo con una sonrisa que no compartía—. Será en la clínica por la mañana. El doctor me pidió que le diera