James
Zach llega con los víveres y Miranda salta a tomar las cosas.
—¡Yo cocino! —grita ella y “entra” a la cocina.
Desde donde estoy puedo verla en cuerpo completo sacando la comida de las bolsas. Este lugar es exageradamente pequeño y sigo sin entender por qué quiere quedarse aquí.
—Te ayudaré un poco —susurra la señora y sonríe al mirar hacia donde está la rubia —. Miranda. Barry quiere que vaya a vivir con él. Vendrá por mí mañana temprano.
Miranda levanta la mirada, corre hasta la sala, tres pasos fueron suficientes, y gime preocupada.
—Pero, ¿quié
MirandaVuelvo a despertar por tercera vez esta noche y suspiro al ver que apenas son las dos de la madrugada. Dylan se queja, muy intranquilo, y mi pequeña llora como sólo ella sabe hacerlo. No sé qué es lo que les sucede esta noche, nunca los había sentido tan desesperados. Ya les di de comer, les cambié el pañal, les canté, los bañé… No sé qué más hacer para calmarlos. Y para completar y hacer aún más mi escena perfectamente trágica, la señora Virginia no se ha cansado de golpear la pared y eso me desespera hasta la locura.Quiero gritar.—Ya, mi amor. —Tomo a Dylan en brazos y lo arrullo suavemente—. ¿Cómo te ayudo, bebé?S&ea
MirandaSiento los enormes brazos de James rodearme y me aferro a su cuello cuando me levanta como un bebé y acaricia mi cabello. Me permite ser débil por un par de minutos y me acaricia y besa mis mejillas, hasta que la incomodidad se abre paso en medio de la lucidez que voy recobrando poco a poco. Me alejo para verlo a los ojos, esos profundos pozos negros que llegan a intimidar cuando se le antoja, y sonrío apenada.—Lo siento.—Te he dicho que no estás sola y no me dejas ayudarte.Veo su preocupación y bajo la cabeza, pero algo llama mi atención.—¿Dónde están? —pregunto alterada.—Dormidos en su cuna. Aunq
JamesDespierto con el llanto de Isis, fuerte y claro, y estiro mi cuerpo antes de levantarme de mi cómoda cama. Miro la hora y sacudo mi cabeza al ver que sólo he dormido dos horas, me siento más cansado que cuando me acosté; creo que ahora entiendo un poco a la madre de mis hijos.Cruzo el pasillo hacia la habitación de enfrente, la que han preparado para ellos, Miranda está al lado y me extraña que no esté ya aquí con ellos, con lo obsesiva que es, pero luego de una noche como la pasada, no podría juzgarla. Fue inquietante la manera como la encontré, tirada en el piso de ese baño sucio desesperada por no lograr calmar a los niños. Ha tenido una vida difícil y la admiro por ello.Loca o no, es de admirar. JamesEscuchamos un grito agudo y corremos fuera del estudio.—¡Miranda! —la llamo y camino hacia ella al verla quieta, como nunca suele estar ella. La agarro de los hombros y arrugo mi ceño al verla hacer un mohín, hinchando su labio inferior—. ¿Qué pasa?—Piano —murmura y miro el piano que perteneció a mi madre.—¡¿Por esa estupidez gritas?!La suelto y niego.—Pero es un Bösendorfer.—Es renovado, dicen que perteneció a Franz Liszt. —Miranda chilla impresionada, entiende de lo que habla mi abuelo—. Se lo compré a mi hija cuCapítulo 16
Miranda—No pudiste evitarlo —espeto, y el muy idiota se cruza de brazos, me mira impasible. De esa manera tan exasperante y espantosa que tiene.—Toma las cosas necesarias para irnos a casa. Este lugar ya no es tu hogar.Llevamos discutiendo por horas, o más bien, yo discuto mientras él dice lo mismo una y otra vez como una máquina repetidora. Y eso que no le he dicho que me ha llegado una notificación de desalojo con plazo de un mes y que sólo me quedan dos semanas, porque piensan demoler el lugar. Sólo por eso acepté trabajar para él.La trabajadora social fue ayer a su apartamento luego de llamar, con media hora de antelación, para avisar que iría para su primera visita «sorpresa». La mujer
MirandaNo me voy a hacer la mártir e hipócrita diciendo que no pienso disfrutar de este lugar, pero sí diré que intentaré irme lo más rápido posible. Terminaré mi carrera en menos de un año y trabajaré para cortar las obligaciones de James. Tomaré su mano y una vez esté fuera de este pozo, respiraré con fuerza antes de seguir adelante con mis hijos. No es momento de ser digna. Mis hijos estarán bien y pienso aprovechar esta oportunidad.No me gusta ver que pasan necesidades, o que no puedo llevarlos a un buen doctor cuando enferman, o incluso yo, al tener días sin comida por no lograr encontrar un trabajo. Esta es una oportunidad y la voy a aprovechar, olvidándolo a él.Zach se encarga de llevar las pocas pertenencias q
JamesObservar a todas estas personas a mí alrededor, dentro de mi casa, invadiendo mi espacio, es por demás tan extraño como mi invitada de ojos violetas. He sido amigo de todos ellos por varios años, pero jamás los había invitado a venir aquí, sin excepción, a menos que Christopher y Dante se tomaran sus usuales atrevimientos y llegaran sin anunciarse. Debería golpear a Christopher por haber tomado la iniciativa de reunir a todos y decirme sólo cuando ya habían aceptado venir, amenazando con abrir su estúpida boca para ventilar mi verdadera situación con esta loca mujer.Miranda juega con Aliza y ríe con Samantha, como si se conocieran de toda la vida, aquello parece caerle en gracia a Jade y a Annie, como si Samantha necesitara algún tipo de incentivo para hacer amigos con la
JamesSolía gritar cuanto amaba a esa mujer, siempre, sin ningún tipo de vergüenza, como si nos importara lo que él sintiera o no. Ahora se ha perdido a sí mismo, todo por un accidente.Miro a Isis cuando la escucho gritar, mi pequeña diosa del desierto ríe en los brazos de Brianna y salta, como si la conociera de siempre, como si no se tratara de alguna extraña. Miranda también sonríe y aplaude antes de anunciarle a Brianna que será quien cuide a Isis cuando queramos salir a divertirnos, lo que parece levantar celos en las otras tres mujeres, como si Brianna no tuviera suficientes problemas o una vida complicada y ocupada.—Isis la ama —chilla Miranda, se aferra a mi brazo y ríe—. Parece que mi nena tiene alguna extraña afici&oacut