Capítulo 3

Mi amiga levanta solamente la mano y se pierde entre los asistentes. Me siento mareada por las luces, la sofocación va en aumento y mi corazón se acelera más por el temor de una cita a ciegas en un lugar como ese.

“¿Cómo es que me dejé convencer? Debo buscar el baño y mojarme la cabeza. Pero ¿dónde puede estar?”

Respirando intranquila, me abro paso entre los asistentes hasta que puedo localizar el famoso cartelito. Camino en esa dirección sintiendo una inquietud incontrolable en mi corazón.

“¡Carajo! ¿Por qué no habré frecuentado antes estos sitios? Me siento como un bicho raro. Es un ambiente normal y común, por así decirlo. No hay de qué temer.”

Dejo salir una sonrisa nerviosa y, como si nada pasara, avanzo entre las parejas que bailan y se besan por todos lados, haciéndome sentir más incómoda. Qué alivio siento al llegar al pequeño corredor de los servicios higiénicos. Me arreglo un poco la falda y doy unos pasos ingresando, cuando de pronto, alguien me toma del brazo y me lleva hacia la pared. No tengo tiempo de reaccionar, solo siento cómo mi corazón se paraliza del miedo.

—¡Pensé que nunca llegarías! —me susurra una voz masculina, tan sexy antes de cubrir mi boca con sus labios cálidos.

Sin poder reaccionar ante el inesperado beso, únicamente siento un escalofrío recorrerme entera, deteniendo mi corazón y el tiempo. Esos labios malditamente suaves y cálidos saborean los míos con gran pasión. Mi respiración se agita y los ojos se cierran por impulso, mientras disfruto de esa lengua traviesa que causa una explosión en mi boca.

De repente, me veo sometida ante un aprovechado que, aferrado a mi cuerpo, sigue besándome y acariciando mis muslos con destreza y delicadeza, haciéndome temblar de excitación incontrolable. Mi sexo se humedece y palpita de deseo por aquel atrevido extraño. Nunca antes he sentido tanto placer. Mis piernas tiemblan y mi cuerpo se relaja, dándole permiso para poseerme. Su perfume me hipnotiza y cierro los ojos para disfrutar de ese beso sensacional, flotando en el mismo cielo y aferrándome al cuerpo de aquel extraño. Al fin, luego de unos segundos, logro reaccionar.

Con un pequeño empuje, lo aparto y rápidamente le doy un rodillazo en la entrepierna, como último recurso para debilitarlo. Él se aparta adolorido.

— ¿Qué diablos te sucede, Ana Paula? —expresa doblando un poco el cuerpo con las manos en la entrepierna.

— ¿Quién diablos es Ana Paula? —Interrogo un poco sofocada y con los labios aún palpitantes, levantándome el antifaz.

— ¡Carajo! —me mira pasmado, como deslumbrándose por mi mirada, o por la manera de confundirme con otra.

—¿Qué tanto me miras?

—No sabía que... ¿Y por qué llevas su disfraz?

— ¿Qué te importa? —Trato de alejarme.

—Pues me importa —vuelve a tomarme del brazo haciéndome estremecer—, porque Ana Paula es mi cita.

— ¿Y a la primera te lanzas a besarla? ¡Qué asco! —Aparto su mano.

— ¿Asco? ¡Acaso no te gustó! —Sonríe volviéndome a tomar del brazo.

— ¡Suéltame! —En una sacudida me libero— ¡No, no me gustó!

—Podrás decir lo que quieras, pero me pareció que lo disfrutaste mucho —vuelve a ponerme contra la pared—. Esa mirada fuerte me descontrola y al mismo tiempo lo llena de vida.

—¿Disfrutar? ¡Por favor! He recibido mejores besos.

—Estoy dispuesto a seguir practicando.

— ¡Perfecto! —Lo aparto— Cuando tengas experiencia me buscas.

Vuelve a dar unos pasos lejos, pero de un tirón vuelve a ponerme entre sus brazos.

—Ya que sabes tanto, ¿quieres ser mi maestra? —sonríe.

—Vete al infierno —lo aparto—. Tengo mejores cosas que hacer que hablar contigo.— ¿Como qué?

—Ir al baño, por ejemplo.

—Si no tienes pareja, puedo hacerte compañía, mi bella gitana —se quita el antifaz y peina sus cabellos.

Un simple gesto que acelera mi pulso cardiaco.

“El maldito pervertido es tan sexi, con esa tentadora mirada que hace crecer mi excitación. Esos labios provocadores que tienen el control de tener el tiempo. ¡No! ¡No puede gustarme!”

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo