Capítulo 5

(Esteban)

Sigo riendo, incapaz de contenerme, mientras reflexiono sobre el divertido y peculiar incidente de haber besado accidentalmente a la cita de Carlos.

"Fue un error, eso está claro. Nadie puede culparme por un simple malentendido. No estoy traicionando a nadie, fue un suceso fortuito, pero extraordinariamente placentero y emocionante. ¿Por qué decidieron intercambiar disfraces? Aunque debo admitir que estoy agradecido por ello. Hay algo especial en ella, algo que va más allá de su belleza, algo que acelera mi corazón y despierta suspiros en mi pecho. ¡Dios mío! No debería sentirme atraído, no puedo permitirlo. Ella y Carlos... Quién sabe qué sucederá entre ellos esta noche. Pero es inevitable que me sienta intrigado por esta mujer que parece arder con fuego en su interior."

Con un suspiro, intento recuperar la calma y estoy a punto de retirarme, cuando mi atención se centra en el antifaz de la dulce gitana que yace en el suelo. Su presencia me recuerda que este encuentro accidental podría tener consecuencias inesperadas.

Estoy recogiendo el antifaz del suelo cuando escucho unos pasos detrás de mí, y la persona que entra se detiene justo frente a mí. Levanto la vista y quedo cautivado por una figura encantadora. Unas esbeltas pantorrillas y un disfraz sexy de gitana me deslumbran; sin duda, era Ana Paula, con el antifaz puesto se parecía mucho a la cita de mi hermano. La misma estatura, la misma contextura, aunque no tan proporcionada, los mismos labios. Ahora entiendo por qué me equivoqué. Sin embargo, no tengo ganas de llevarla a la pared y besarla hasta quedar sin aliento… como hice con ella.

— ¿Espero no haberme retrasado tanto, cariño? —Dice Ana con una voz tan dulce que me estremece.

—No, claro que no —respondo con una sonrisa.

— ¿Y qué quieres hacer primero? —pregunta Ana, acercándose con sutileza y de una manera tan seductora, intentando despertar mi instinto animal dormido. No voy a negar que antes me erizaba la piel y descontrolaba mi corazón, pero en este instante es totalmente irrelevante.

—Lo que tú quieras — respondo, sintiendo su aliento a unos centímetros de mi boca.

— ¿Seguro? No me tientes, suelo ser muy exigente —susurra a mi oído, dejando un pequeño mordisco que envía escalofríos por todo mi cuerpo.

—No creo arrepentirme.

Busco sus labios y comenzamos un candente beso, pero nada comparado con el anterior. Definitivamente, Ana Paula es pura pasión. La llevo hasta uno de los cubículos desocupados del baño, cierro la puerta y admiro cuán dispuesta está a entregarse en cuerpo y alma a mí.

—Te deseo tanto, Esteban —susurra, agitada, mirándome con sus encantadores ojos negros.

—¡Carajo! —Exclamo ante esas traviesas manos que van en busca de mi pene erecto para masajearlo, sobre el pantalón.

—Será la primera vez que lo haga en un baño, pero lo nuevo y riesgoso me excita más —confiesa Ana, lamiéndose los labios.

—Cualquier lugar es apropiado para entregarse al deseo.

—Y al amor —dice buscando mis labios.

Toma el control de la situación, notando esa inseguridad tan impropia en mí. Sus manos se deslizan bajo mi polo y acarician mi espalda de arriba abajo, luego lo apartan de mi cuerpo y recorren con sus labios mi torso. Levanto la mirada al techo sintiendo tanto placer ante su toque.

—Nunca he deseado tanto a alguien como a ti —menciona ella entre jadeos, mientras saca mi pene del interior del pantalón y yo muerdo los labios.

—Eres una pequeña traviesa.

—Soy más de lo que piensas.

Se arrodilla con picardía sin dejar de mirarme con lujuria. Besa mi pene con delicadeza, luego lame la punta con sutileza haciendo que palpite más de deseo. La calidez de su boca aprisiona mi pene y se siente tan bien que apenas puedo contener un gemido de placer.

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