Dos años después…AlexanderHoy es el día de la inauguración de nuestro centro de atención psicológico y estamos repartiendo las invitaciones a todos; solo nos falta ir al instituto para entregar las invitaciones a la maestra Eva, el profesor Jack y mi padre, por supuesto, que ha sido nuestra mano derecha para lograr nuestro sueño de tener cada uno su propio consultorio.Abril está ahora frente al espejo, acomodando las ondas de su sedoso cabello mientras yo me pongo los zapatos que ella me regaló hace dos meses por mi cumpleaños. Las tiras de su vestido dorado se descuelgan de sus hombros y se pone de pie, mirándose una vez más en el espejo para acomodarlas, mientras y yo la observo, fascinado con su belleza.—Estoy lista, mi amor, ¿nos vamos?—Vámonos, pequeña.La tomo de la mano y salimos juntos de la casa hacia el instituto.Llegamos justo a tiempo, a la hora del receso, cuando todos los estudiantes están disfrutando del descanso en los patios; los maestros se reúnen en la sala de
En el sofá, el chico de mis sueños y yo descansamos, recuperando el aliento y la temperatura normal de nuestro cuerpo. Estoy sentada sobre sus piernas, recostada en su pecho mientras escucho los latidos de su corazón que poco a poco empiezan a regularse; él acaricia mi cabello suavemente, acunándome entre sus brazos y sobando mi espalda. Toma su morral del suelo y saca el libro que una vez me robó de la biblioteca; lo abre frente a nosotros en la última página donde quedó su lectura y empieza a leer para los dos. Su voz aterciopelada habla sobre el amor y se escucha como la primera vez que me habló mientras dormía. El libro es fascinante, trata sobre las maravillas de enamorarse y todo lo que conlleva amar a alguien; cómo aprender a sobrellevar los sentimientos y las emociones para superar los miedos y entregarse a lo que domina el corazón y la mente. —Este libro ha sido mi compañero desde que te lo robé en la biblioteca —afirma haciendo una pausa en la lectura. —¡Oh!, ¡estás ac
La lluvia torrencial golpea con fuerza mi tejado mientras duermo plácidamente, pero el ruido de la manija de la puerta me despierta; alguien ha entrado en mi habitación… Todo está muy oscuro y; sin embargo, la luz de los relámpagos que atraviesan la ventana, me permite ver perfectamente su silueta masculina acercándose lentamente; sus pasos son precisos, pero silenciosos y pesar de que no logro ver su rostro, lo reconozco, es él de nuevo… Mi cuerpo no reacciona de ninguna manera ante su presencia, solamente me quedo quieta mientras camina hacia mí y distingo con cada paso suyo una vez más la galanura masculina que lo caracteriza. Los latidos de mi corazón se vuelven desenfrenados cuando se sienta en el borde de la cama y aspiro su olor, mientras acaricia mi mejilla suavemente con el dorso de su mano. —Te extrañé —susurro. —Silencio. —Se acerca un poco más y retrocedo para darle espacio en la cama. —Bésame. —Su dedo índice puesto en mi boca interrumpe mi súplica, como suele hacer
Por fin estoy en el patio delantero y al parecer todos los estudiantes están reunidos aquí. Mi ansiedad disminuye en gran medida al pensar que ya no tendré que llegar al aula justo cuando todos están sentados en silencio, prestando atención al maestro que ya habrá empezado la clase, decir “buenos días” y buscar un lugar vacío mientras todos voltean a verme y el profesor me pone en su lista negra por impuntual; ya me ha pasado en ocasiones anteriores y me alegra que por esta vez no se repetirá. Por suerte no han empezado las clases y hay muchos estudiantes aquí; algunos simplemente hablan y bromean entre amigos, pero hay unos en particular que me causan mucha gracia, ya que no respetan el espacio público y se meten mano mientras se besuquean como si quisieran quitarse la ropa y tener sexo aquí mismo. Por otra parte, hay quienes también parecen más tranquilos y solitarios, algunos simplemente están absortos en sus celulares y otros leen un libro; los últimos en definitiva me agradan m
Un ser creado directamente por las manos de Dios… Así describo al hombre que abre la puerta y clava sus ojos en mí… En cada paso que da mientras empieza a caminar hacia mí, reconozco su manera de andar, su silueta y cada rasgo de su rostro… Mientras más se acerca, más siento que estoy en uno de mis sueños, reconociendo a mi chico fantasma en él… Su piel es clara, sus facciones son finas y sus ojos azules atrapan los míos. Es como si estuviera viendo la puesta de sol en el mar, (aunque no lo conozco), lo imagino tal cual, cálido y pacífico como su mirada. Su cabello castaño claro brillante, y sus labios color rosa que, aunque denotan seriedad, son tan hermosos y perfectos que podría lanzarme y hundirme en ellos ahora mismo. Lleva una chaqueta de cuero negra abierta en el pecho, y debajo tiene una camisa blanca de cuello redondo, junto con unos vaqueros negros y zapatos del mismo color. No soy una experta en moda masculina, pero este hombre sí que sabe vestirse muy bien… Parece ser u
Me muevo despacio dándome la vuelta y me encuentro con sus ojos más cerca que nunca (o por lo menos en la realidad); detrás de él, el director me mira con la misma seriedad en el rostro. —Sí, disculpen. Me doy la vuelta nuevamente y… ¡PUM! Mi frente choca contra la puerta. «¡Ya trágame tierra!» No soy capaz de mirar atrás. Achico los ojos reprimiendo mis ganas de maldecir por lo alto mientras tomo aire y abro la puerta del aula. El docente ni siquiera se percata de mi llegada, o no le importa en absoluto cuando ve entrar al alumno nuevo seguido del director. Aprovecho la oportunidad para moverme rápidamente hacia mi lugar y sentarme como si no hubiera pasado nada. Miro al maestro mientras saluda amablemente al par de hombres que entraron tras de mí y me entran las ganas de volver a salir (así, con redundancia y todo); es el mismo maestro guapo que me topé en el pasillo y me hizo ese comentario machista; sin embargo, el deseo de abandonar el salón se esfuma en un parpadeo, cuand
El silencio reina en el salón luego de que todos ya se fueron.Alex fue uno de los últimos en abandonar el aula, y efectivamente cuando el maestro se marchó todas las mujeres de la clase empezaron a mirarlo con interés, y no las culpo, es el hombre más guapo del instituto, incluso más que el maestro de neurociencia por el que babeaban hace un momento.Dos de ellas tuvieron el descaro de coquetearle, parándose en la puerta y pasándose la mano por el pelo, riendo tontamente como un par de estúpidas, aunque él ni las miró; pidió permiso y atravesó la puerta cruzando frente a ellas sin siquiera notarlas. No pude evitar sonreír mientras ellas ponían cara de decepción y se apartaban de la puerta para mirar cómo él se iba caminando por el pasillo.«¡Malditas lagartas!»Me hubiese acercado a él si nos hubiéramos quedado a solas, aunque temo que tal vez quiera plantearme que aprenda algo de la clase…¡No puedo seguir así!, tengo que salir a despejar mi mente. Él ya se fue de todos modos y ya m
Decir que estoy nerviosa sería mentir; la realidad es que me tiemblan las piernas a medida que me voy acercando a él y a diferencia suya cuando él lo hizo en la biblioteca hace un rato, yo no me siento poderosa, sino más bien atemorizada… ¡Qué digo atemorizada!, ¡aterrada! Su mirada se eleva al escuchar mis pasos y me mira con… ¿Sorpresa?; sin embargo, su rostro esquiva mis ojos de inmediato y vuelve al libro que reposa sobre sus manos. —¡Hola!, mucho gusto. —Consigo sentarme en el pupitre justo delante del suyo y le tiendo la mano—. Soy Abril Harrison. Su mirada vuelve a elevarse a mis ojos y parece pensar por un par de segundos si debería estrechar mi mano, pero lo hace. —Alexander Allen. Durante ese pequeño instante parezco congelarme con su mano apretando la mía y sus ojos clavados en mis iris. El contacto de su piel me deja tiesa, aunque por suerte no dura mucho y reacciono luego de aclararme la garganta: —Lamento lo de hace rato, en realidad no recordaba el número del aula,