Su sonrisa se roba la mía y mis ojos quedan presos en los suyos cuando da un paso hacia mí, mientras engancha su mano al brazo de su padre. El vestido blanco que lleva no es más que un adorno para su hermosura. Los rayos del sol iluminan su piel y brilla como si fuera un espíritu celeste.Mientras más se acerca, mi corazón más se acelera y se arruga de felicidad. Las lágrimas se acumulan en mis ojos y el nudo en mi garganta me obliga a pasar saliva varias veces para tratar de tragarme la emoción; sin embargo, mis intentos son en vano. Mis párpados ya no pueden contener el charco de lágrimas que se formó en mis ojos cuando la tengo en frente y Federico me entrega su mano. El toque de esa pequeña mano que tantas caricias me ha brindado, hace que mi pecho tiemble mientras la aprieto suavemente.Con el dorso de su mano libre, limpia las lágrimas que resbalan por mis mejillas, mientras deja salir las suyas. El pañuelo blanco en mi bolsillo hace un buen trabajo absorbiendo esas gotas sala
Alex y yo llegamos al terminal del pequeño pueblito dónde pasaremos nuestra luna de miel y tomamos un taxi directo al puerto; luego abordamos el bote que nos llevará a nuestro nido de amor, el cual no tengo ni idea de cómo luce.Durante el camino le hago mil preguntas que quedan sin respuesta porque parece que un ratón se le comió la lengua; sin embargo, su sonrisa lo delata y ya casi puedo sentir la anticipación de la maravillosa sorpresa que debió preparar para nosotros.En cuanto el bote se detiene, se levanta y me ofrece su mano para bajar. Mis ojos se deleitan, observando todo alrededor. Hay una hermosísima casa moderna de dos plantas que parece hecha de cristal, porque tanto la puerta como las paredes son completamente transparentes. El conductor de la lancha se despide amablemente agitando la mano mientras enciende el motor de nuevo y empieza a alejarse de la playa.La mano de Alex cubre la mía entrelazando sus dedos con los míos para llevarme hacia la entrada.Las rocas gigan
La noche da lugar a la mañana y esta vez no nos despertamos con el canto del señor Clock o con las uñas de Shiro en mi pecho, sino con el sol entrando por las enormes ventanas de cristal de la habitación. Ambos estamos desnudos, enredados en las sábanas blancas de la amplia cama, donde hace algunas horas estábamos haciendo el amor para sellar nuestro precioso matrimonio.El ángel que tengo por esposa me mira con una hermosa sonrisa en el rostro y suspira antes de darme los buenos días con uno de sus embriagadores besos que tanto amor me transmiten.—Buenos días, esposo —me saluda estirando los brazos con pereza.—Qué lindo amanecer, esposa —respondo poniéndole un mechón estorboso detrás de la oreja.—Se escucha tan preciosa esa palabra en tu voz.—Tú eres quien la hace perfecta —la beso.— ¿Quieres café? —Se incorpora de la cama, pero la detengo tomándola por el brazo.—Déjame beberme el café de tus ojos por un rato más, ¿sí?Ella me mira con esos preciosos iris marrones cuando la lu
Llevamos más de un mes disfrutando de nuestra luna de miel. Pasamos la mayoría del tiempo en nuestra casa en la isla, pero hace un par de semanas nos encontramos con Rachel y Christopher para continuar las vacaciones los cuatro juntos. Hemos tenido días hermosos, conociendo lugares exóticos, bailando, comiendo y bebiendo en diferentes destinos; sin duda, han sido las mejores vacaciones de mi vida, aunque ya llevamos mucho tiempo lejos de casa y extraño un montón a mis hijos, familia y amigos.He hecho videollamada en varias ocasiones con Panqueque y el señor Clock, pero no es lo mismo porque ellos necesitan mimos, que los apapache y los acaricie; hasta el engreído de Shiro se ve un poco triste en las videollamadas; es obvio que también necesita de nosotros y más de Alex.Creo que hemos tenido tiempo suficiente para divertirnos y les propongo a los demás que viajemos esta misma noche a nuestra ciudad; ninguno de los tres se opone. Al parecer mis mejores amigos también disfrutaron de su
No puedo describir la expresión que tiene Alexander en el rostro, sus ojos expresan felicidad y sorpresa, pero también miedo y asombro; es como si no se lo creyera, cómo si hubiera estado deseando escucharlo, pero no pensaba que ocurriría tan pronto...—Señor Alexander, ¡qué bueno que está aquí! —lo saluda el médico con una sonrisa—. Supongo que escuchó lo que le acabo de decir a su esposa. ¡Felicitaciones!, van a ser padres.Alex parpadea varias veces y me mira.Mi corazón late frenéticamente, está más acelerado que nunca y creo que ahora estoy sintiendo lo mismo que mi amado esposo; no tengo palabras para describir lo que siento.«¿En qué momento paso esto?»Mi esposo camina hacia mí en silencio y toma mi mano entre las suyas para dejar un beso en el dorso de mis dedos.Estoy muda, no puedo creer lo que acabo de escuchar, mi lengua está paralizada y mis labios se congelaron; solamente mis ojos bailan una y otra vez en los de mi esposo correspondiendo su mirada.—El bebé…, ¿se encuen
Dos años después…AlexanderHoy es el día de la inauguración de nuestro centro de atención psicológico y estamos repartiendo las invitaciones a todos; solo nos falta ir al instituto para entregar las invitaciones a la maestra Eva, el profesor Jack y mi padre, por supuesto, que ha sido nuestra mano derecha para lograr nuestro sueño de tener cada uno su propio consultorio.Abril está ahora frente al espejo, acomodando las ondas de su sedoso cabello mientras yo me pongo los zapatos que ella me regaló hace dos meses por mi cumpleaños. Las tiras de su vestido dorado se descuelgan de sus hombros y se pone de pie, mirándose una vez más en el espejo para acomodarlas, mientras y yo la observo, fascinado con su belleza.—Estoy lista, mi amor, ¿nos vamos?—Vámonos, pequeña.La tomo de la mano y salimos juntos de la casa hacia el instituto.Llegamos justo a tiempo, a la hora del receso, cuando todos los estudiantes están disfrutando del descanso en los patios; los maestros se reúnen en la sala de
En el sofá, el chico de mis sueños y yo descansamos, recuperando el aliento y la temperatura normal de nuestro cuerpo. Estoy sentada sobre sus piernas, recostada en su pecho mientras escucho los latidos de su corazón que poco a poco empiezan a regularse; él acaricia mi cabello suavemente, acunándome entre sus brazos y sobando mi espalda. Toma su morral del suelo y saca el libro que una vez me robó de la biblioteca; lo abre frente a nosotros en la última página donde quedó su lectura y empieza a leer para los dos. Su voz aterciopelada habla sobre el amor y se escucha como la primera vez que me habló mientras dormía. El libro es fascinante, trata sobre las maravillas de enamorarse y todo lo que conlleva amar a alguien; cómo aprender a sobrellevar los sentimientos y las emociones para superar los miedos y entregarse a lo que domina el corazón y la mente. —Este libro ha sido mi compañero desde que te lo robé en la biblioteca —afirma haciendo una pausa en la lectura. —¡Oh!, ¡estás ac
La lluvia torrencial golpea con fuerza mi tejado mientras duermo plácidamente, pero el ruido de la manija de la puerta me despierta; alguien ha entrado en mi habitación… Todo está muy oscuro y; sin embargo, la luz de los relámpagos que atraviesan la ventana, me permite ver perfectamente su silueta masculina acercándose lentamente; sus pasos son precisos, pero silenciosos y pesar de que no logro ver su rostro, lo reconozco, es él de nuevo… Mi cuerpo no reacciona de ninguna manera ante su presencia, solamente me quedo quieta mientras camina hacia mí y distingo con cada paso suyo una vez más la galanura masculina que lo caracteriza. Los latidos de mi corazón se vuelven desenfrenados cuando se sienta en el borde de la cama y aspiro su olor, mientras acaricia mi mejilla suavemente con el dorso de su mano. —Te extrañé —susurro. —Silencio. —Se acerca un poco más y retrocedo para darle espacio en la cama. —Bésame. —Su dedo índice puesto en mi boca interrumpe mi súplica, como suele hacer