El silencio reina en el salón luego de que todos ya se fueron.
Alex fue uno de los últimos en abandonar el aula, y efectivamente cuando el maestro se marchó todas las mujeres de la clase empezaron a mirarlo con interés, y no las culpo, es el hombre más guapo del instituto, incluso más que el maestro de neurociencia por el que babeaban hace un momento.
Dos de ellas tuvieron el descaro de coquetearle, parándose en la puerta y pasándose la mano por el pelo, riendo tontamente como un par de estúpidas, aunque él ni las miró; pidió permiso y atravesó la puerta cruzando frente a ellas sin siquiera notarlas. No pude evitar sonreír mientras ellas ponían cara de decepción y se apartaban de la puerta para mirar cómo él se iba caminando por el pasillo.
«¡Malditas lagartas!»
Me hubiese acercado a él si nos hubiéramos quedado a solas, aunque temo que tal vez quiera plantearme que aprenda algo de la clase…
¡No puedo seguir así!, tengo que salir a despejar mi mente. Él ya se fue de todos modos y ya me estoy poniendo paranoica.
Tomo mi morral y salgo mirando a ambos lados del pasillo, buscando a mi amiga con la mirada; necesito su compañía urgente o me iré corriendo tras él ahora mismo.
La noto entre la multitud y sonrío de oreja a oreja. Rachel ya viene hacia mí caminando despacio, pero aumenta la velocidad de sus pasos en cuanto ve mi cara de tragedia.
Ella atina el momento justo en el que más la necesito y aparece de la nada como caída del cielo. Estamos muy conectadas emocionalmente y sentimos lo que siente la otra; apuesto a que justo antes de salir del aula ya lo presentía.
Corro hacia ella y le doy un abrazo.
«¡Qué alivio!»
—¿Qué te pasa?
—Aún no lo sé, pero debo averiguarlo o morir en el intento.
—Entiendo… no pararon de empalagarte los chicos de tu clase, ¿verdad?
—Tienes razón, pero no es eso lo que me preocupa principalmente —aclaro tomándola de la mano y arrastrándola por el pasillo—. Primero vámonos de aquí y te lo contaré todo.
—¿A dónde vamos?
—No lo sé, pero es hora de encontrar un sitio exclusivo para nosotras; mi cabeza está a punto de estallar entre tanta gente.
—Abril, me estás asustando… te brillan mucho los ojos, ¿has estado llorando o algo así? Estás mucho más rara que de costumbre —comenta tratando de seguir mi paso rápido—. ¿Comiste almendras?
—Espero que seas la única en notar lo primero, y no, no he comido almendras ni llorado, al menos no por el momento.
✍(◔◡◔)
Caminamos aproximadamente diez minutos recorriendo los pasillos y las escaleras del instituto.
Es un sitio muy grande donde cualquiera podría perderse y creo que vamos a necesitar bastante tiempo para poder conocerlo completamente.
Por fin encontramos un recinto al final de un pasillo de un nivel inferior; al parecer es el nivel cero o el sótano. Es el único cuarto que tiene puerta de metal, pues todas las demás son de madera.
Tomo la manija de la puerta y la empujo despacio, inspeccionando el sitio con cuidado antes de entrar.
Hay varios estantes con libros y puedo adivinar que es un tipo de despacho abandonado. Hay un montón de telarañas cubriendo todo; al parecer nadie ha estado aquí en mucho tiempo ni siquiera para asear el lugar.
Empiezo a ojear más de cerca y me encuentro con que muchos de los libros son registros estudiantiles de generaciones atrás y el resto son enciclopedias de distintas materias. Desde luego, con la tecnología que hay hoy en día, me imagino que los alumnos no los volvieron a usar, y por eso los sacaron de la biblioteca para dar espacio a libros nuevos más interesantes.
—¡Aquí es perfecto! —exclama Rachel observando alrededor como si hubiéramos encontrado la isla del tesoro.
—Sí, es ideal, solo hay que retocarlo un poco y nadie nos molestará aquí.
✍(◔◡◔)
Continuamos inspeccionando el sitio y encuentro un pequeño cuchitril oscuro en un rincón. Hay un estante de libros muy alto, empotrado en la pared y en la parte de abajo tiene una pequeña, estrecha y secreta puerta; descubro el mecanismo de abertura y me escabullo por la pequeña entrada.
Aunque parece un poco extraño, solamente hay unas pocas herramientas y utensilios de aseo; hay muy poca luz y es muy pequeño, dos personas no podrían estar aquí dentro sin rozarse.
Encuentro lo necesario para iniciar con nuestra tarea y vuelvo con Rachel.
Empezamos por despegar la telaraña, sacudimos el polvo y aseamos el suelo lo mejor posible.
En un rincón junto a una mesa, justo frente al estrecho escondite misterioso, hay un sofá cama en perfectas condiciones cubierto con una manta blanca, que extrañamente no tiene un rastro de mugre.
—Podría pensar que alguien lo usó hace poco —afirmo.
—Al menos espero que no haya sido para lo que estoy pensando.
Nos miramos y reímos por este divertido pensamiento.
✍(◔◡◔)
Noventa minutos de ocio son suficientes para dejar el sitio impecable y recostarnos un buen rato a descansar.
Empiezo por relatarle mi magnífico sueño de anoche.
Rachel es la única que sabe lo que me ocurre mientras duermo, así que le platico con lujo de detalles lo sucedido y ella escucha maravillada.
—¿Volviste a preguntarle su nombre?
—Sí, pero nuevamente el despertador interrumpió el bello momento.
—Ash. —Hace una mueca de desilusión.
—Sin embargo, quería hablarte de algo mucho más importante.
—¿De qué? —Se remueve y recuesta su barbilla en el dorso de su mano, mirándome atenta.
—Va a sonar un poco extraño y aún no estoy segura, pero creo que él apareció…
—¡¡¡¿QUÉ?!!!
Rachel rebota del sofá, poniéndose de pie y se arrodilla frente a mí, apoyando las manos en mis rodillas.
—Así como lo oyes, Rach.
—¡¿Dónde?!
—Aquí, en el instituto. —Mi mejor amiga abre los ojos como huevos fritos y una sonrisa empieza a dibujarse en su rostro—. Lo vi hace un rato mientras leía en la biblioteca.
—¡No puede ser Abril! —Se deja caer de culo en el suelo, llevándose las manos a la cabeza.
—Como podrás imaginar, casi muero de un ataque al corazón. —Le doy la mano ayudándola a levantarse y se sienta de nuevo a mi lado—. No consigo asimilar que él sea real; necesito que me pellizques y me despiertes de esta alucinación, o te juro que voy a colapsar.
—¡No puedo creerlo! —Se levanta nuevamente y da pequeños brincos cubriéndose la boca con las manos—. ¡Es lo más estremecedor que he escuchado en la vida y le está sucediendo a mi mejor amiga!
—¡Lo sé, lo sé! —Me levanto tomándola de las manos y empezamos a saltar juntas.
—¡Hay que celebrar! Tenemos que reunirnos esta noche en tu casa, pero antes, ¡tienes que enseñármelo, por favor! —me suplica juntando las palmas—. Necesito ver si es tan guapo como lo describes.
—Lo conocerás muy pronto.
—Estoy tan asombrada que, si no lo veo, también creeré que estoy soñando, o que tú estás más loca que los pacientes que atenderás al terminar la carrera.
Parece una urraca parlanchina mientras habla sin respirar.
—Sé que esto te emociona tanto como a mí, pero debemos ser precavidas; ni siquiera sé si él también sueña conmigo.
—Entonces hay que esclarecer si es él en realidad. Tú más que nadie lo conoces, o bueno, por lo menos en algunos aspectos, como, por ejemplo, lo bien que folla, aunque, el problema es que para averiguarlo tendrías que acostarte con él, y vamos… lo acabas de conocer; eso sería muy loco, sin mencionar que aún eres virgen, o bueno… lo eres de cuerpo, porque de mente estás todavía más corrompida que yo.
Su comentario me hace soltar una carcajada.
—Tienes una imaginación bastante jocosa, Rach. En realidad, sí conozco otros aspectos suyos, como por ejemplo su forma de caminar, su voz que es inconfundible, y su deliciosa fragancia. —Inhalo profundamente por la nariz como si estuviera oliéndolo ahora mismo—. No sé cómo es que distingo su maravillosa esencia; sin embargo, es razonable lo que él dijo en la clase de neurociencia sobre la empatía. —Volvemos a sentarnos en el sofá—. Dijo que los empáticos tenemos nuestros sentidos muy desarrollados y sensibles; eso puede explicar lo del aroma, y que siempre que sueño con él esté tan oscuro; tal vez para mí es mucho más cómoda la oscuridad en ese tipo de sueños. El caso es que según estos tres factores que te menciono, es el mismo hombre, Rach.
Mi amiga suelta un nuevo chillido, emocionada.
—¡Me muero, Abril!
—¡¿Entiendes de lo que estoy hablando?, ¿puedes asimilar lo extraño que es todo esto?!
—Es demasiado inusual, pero mágico también; todas tus experiencias con él en sueños son hermosas. Tienes que mantenerme informada de todo lo que suceda.
—No lo dudes, te pondré al corriente de todo —sonrío y le doy un abrazo—. Gracias Rach, ahora, cambiando de tema, Christopher me llamó.
Sus ojos se iluminan como faros y sonríe fascinada.
—¡¿Qué te dijo?, ¿va a volver pronto?!
—Si todo sale bien volverá dentro de tres meses, pero eso no es todo…, dijo que te extraña mucho y quiere verte pronto.
—¡Oh virgen santa! —Vuelve a envolverme con sus brazos, riendo de felicidad—. Este día no puede ser más perfecto para las dos; encontraste a tu amado “Sexi Ghost”, y mi amor platónico me echa de menos. ¡Owww! Tengo unas profundas ganas de celebrar esto juntas; definitivamente es un grandioso día para ambas.
—Te prometo que lo celebraremos esta misma noche.
✍≧◠‿◠≦
Volvemos al piso de arriba y nos despedimos mucho más contentas que antes.
Queda solo una clase más y podré ir a casa para organizar mis pensamientos.
Camino tranquilamente por el pasillo hasta el aula, abro la puerta y…
«¡¿Alex?!»
Él está solo en el salón, sentado en su pupitre, absorto, leyendo un libro.
Mis emociones vuelven a subir de cero a cien por ciento, mientras mi corazón comienza a latir desenfrenado; sin embargo, considero que es el momento de acercarme, y no perderé la oportunidad de hablar con él.
Lleno mis pulmones de aire antes de que él me note y cruzo el umbral del salón…
Decir que estoy nerviosa sería mentir; la realidad es que me tiemblan las piernas a medida que me voy acercando a él y a diferencia suya cuando él lo hizo en la biblioteca hace un rato, yo no me siento poderosa, sino más bien atemorizada… ¡Qué digo atemorizada!, ¡aterrada! Su mirada se eleva al escuchar mis pasos y me mira con… ¿Sorpresa?; sin embargo, su rostro esquiva mis ojos de inmediato y vuelve al libro que reposa sobre sus manos. —¡Hola!, mucho gusto. —Consigo sentarme en el pupitre justo delante del suyo y le tiendo la mano—. Soy Abril Harrison. Su mirada vuelve a elevarse a mis ojos y parece pensar por un par de segundos si debería estrechar mi mano, pero lo hace. —Alexander Allen. Durante ese pequeño instante parezco congelarme con su mano apretando la mía y sus ojos clavados en mis iris. El contacto de su piel me deja tiesa, aunque por suerte no dura mucho y reacciono luego de aclararme la garganta: —Lamento lo de hace rato, en realidad no recordaba el número del aula,
Me llevo la mano al pecho tratando de calmar los latidos de mi corazón mientras le dedico mi mejor mirada de agradecimiento y sus ojos me dicen que no hay nada que temer. Ahora sé que estoy a salvo, aunque el lío aún no ha terminado.Los dos sujetos que quedan de pie dejan de prestarme atención para fijarse en Alexander y se precipitan hacia él, uno por cada lado. Casi puedo percibir sus intenciones de acorralarlo como a mí; sin embargo, antes de que pueda preocuparme, Alex reacciona tan rápido que terminan chocando entre ellos y cayendo de culo en el suelo.Aprovechando la oportunidad, Alexander agarra a uno de ellos por el cuello de la camisa y le propina un puñetazo tan fuerte, que lo hace estampar contra el suelo. El último ni siquiera se atreve a desafiarlo y tomando a su compinche por el brazo, lo arrastra hacia el otro lado del callejón, mientras que el primero, apenas empieza a levantarse del suelo y algo atontado por el golpe, empieza a correr junto a los otros dos.Los dos n
Me despierto con el canto de un gallo que no había escuchado antes y la hora en el reloj me muestra que todavía faltan treinta minutos para que suene la alarma.Me paso las manos por los ojos, fastidiada y decido levantarme de una vez.Anoche no soñé con Alexander y eso me hace sentir aún más desalentada.Deseo tanto que pase… Estoy tan impaciente por verlo en mis sueños de nuevo y decirle tantas cosas, que no he pensado en el hecho de que pueda volver a arruinarlo, pero solo quiero que lo sepa; nunca le he confesado mis sentimientos en sueños y creo que es el momento.Jamás había sentido tanto que soy de él y él es mío, como ahora que apareció, y aunque en esta realidad apenas esté empezando a conocerlo, el Alexander de mis sueños debe saber cuán importante es para mí; quizás de esa forma me pueda reconocer un poco.Esta vez puedo disfrutar de una ducha un poco más larga y puedo tomarme mi tiempo para acicalarme. Elijo un vestido rosa pastel que me llega un poco más arriba de las rod
Y colorín colorado, este cuento ha terminado… O eso pensé cuando lo vi irse junto a ella al salir de la heladería. Ni siquiera sé cómo no se me ocurrió que un hombre tan apuesto no podría estar soltero. En el gimnasio traté de opacar mi tristeza con un montón de esfuerzo extra en los ejercicios y lo conseguí, o al menos hasta que llegué a casa. Ahora estoy aquí, sentada en el mueble de la sala, pensando en él mientras espero que llegue Rachel para poder desahogarme con ella como quiero. Mi amiga llega más rápido de lo esperado. Le narro en resumidas palabras lo sucedido en la heladería, mientras me quejo de que ya todas mis ilusiones están perdidas. Ella parece no preocuparse en absoluto y se burla de mi berrinche, porque según ella, estoy creando una tormenta en un vaso de agua. Dice que no tengo por qué rendirme porque Alexander es muy especial para mí y el hecho de que sueñe con él debe tener un propósito que aún no descubro, pero que con el tiempo voy a entender, y quizás él
Alex no parece ni en lo más mínimo ser un donjuán, por el contrario, es un chico serio, mesurado y tan centrado en sus propios asuntos que ni por un segundo se fija en las demás chicas hermosas de la clase, pero esto me lleva a pensar que tal vez es por la simple razón de que tiene novia; sin embargo, ¿por qué siento que me presta una atención especial? Creo que debo dejar de soñar… Tal vez él solamente quiso ser amable conmigo al darme el libro y yo confundí su actitud; lo malinterpreté desde el primer día que entró a la biblioteca y caminó hacia mí para pedirme ayuda; simplemente, nos hemos cruzado porque de algún modo las circunstancias lo han permitido y no es nada del otro mundo. Para mi mala suerte, varias chicas se le acercan a preguntarle cosas o simplemente a pedirle algo prestado; le sonríen coquetamente y yo ardo de rabia por dentro. Quisiera arrojarme encima de él y rodearlo con mis brazos y piernas para que no lo miren ni lo toquen. «¡Él es mío!» ¡Ja!, ¡ya quisiera!,
La puerta de metal ruge y el maestro Jack aparece seguido de… «¡La calienta huevos!» La maestra Eva cierra la puerta y le pone el seguro, mientras Jack la sujeta de la cintura y le besa el cuello. Ella no tarda en darse la vuelta e interceptar su boca, agarrándolo de la camisa mientras lo empuja hacia el sofá. No puedo creer lo que veo y al parecer Alexander tampoco, ya que su mandíbula se aprieta. Justo antes de caer sentado en el sofá, Jack le da la vuelta poniéndola de rodillas sobre este, de manera que ella le está dando la espalda; empieza a lamer su cuello y nuca mientras ella estruja sus propios pechos y jadea llena de deseo. Alex y yo estamos metidos en la pared, literalmente, y solo nos separa de ellos el estante empotrado que por fortuna se encuentra lleno de libros que impiden que ellos nos vean, pero los pequeños espacios entre estos nos permiten observar claramente lo que está ocurriendo del otro lado. Jack comienza a deslizar el cierre del vestido de la maestra por
«Creo que metí la pata»… —Yo… eh… —No sé qué responder y es que no pensé en eso mientras le daba rienda suelta a mi lengua que se moría por ser cómplice de mis emociones. —Es muy lindo lo que dices, pero, no entiendo… —Su mirada se clava en algún lugar en el suelo mientras un par de arrugas se forman en su entrecejo—. Hablas como si me conocieras de hace tiempo, como si… —Me mira tratando de descifrarlo en mis ojos—. Nos conocemos hace tan poco… —Alex… —trago luego de pronunciar su nombre, preparándome para esta difícil conversación—… sé que te dije que no se debe contestar con otra pregunta, pero, aun así… —ignoro los latidos de mi corazón y no despego mi mirada de sus ojos—…, ¿me has visto en algún otro sitio? Presiento que la esperanza de recibir la respuesta que espero brilla en mis ojos mientras permanezco aferrada a su cuerpo. Él hace una pausa, como si tratara de recordar algo que olvidó. —En realidad no. Mi pecho se hunde por la desilusión y mirada se clava en el suelo m
Es obvio que la temperatura ha aumentado porque empiezo a sudar y no soy la única que se sofoca, la profesora Eva también se abanica el cuello con sus propias manos y se limpia el sudor de la frente. Me levanto para buscar en la mochila algo para sujetarme el cabello y por fortuna encuentro una liga; me hago una cola alta y me vuelvo a sentar junto a la maestra. A pesar de que traigo una blusa de tirantes y un short corto, siento que me rostizo como un pollo asado y solo pienso en que quiero zambullirme en una piscina cuanto antes. «¿Moriremos rostizados aquí dentro?» Para rematar y aumentar el bochorno, resulta que a Alex se le ocurre quitarse la camisa y arrojarla sobre un estante. «¡Madre Santa, pero qué preciosas vistas!» Lo que vivimos en el cuchitril fue muy intenso, pero cómo me hubiera gustado tenerlo sin camisa allí dentro… y tal vez sin pantalones, y quizás también sin… «¡Oh por Dios, pero qué calor!» Empiezo a respirar más rápido en busca de aire mientras contemplo ca