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CAPÍTULO 4: Antipática

Me muevo despacio dándome la vuelta y me encuentro con sus ojos más cerca que nunca (o por lo menos en la realidad); detrás de él, el director me mira con la misma seriedad en el rostro.

—Sí, disculpen.

Me doy la vuelta nuevamente y…

¡PUM!

Mi frente choca contra la puerta.

«¡Ya trágame tierra!»

No soy capaz de mirar atrás. Achico los ojos reprimiendo mis ganas de maldecir por lo alto mientras tomo aire y abro la puerta del aula.

El docente ni siquiera se percata de mi llegada, o no le importa en absoluto cuando ve entrar al alumno nuevo seguido del director. Aprovecho la oportunidad para moverme rápidamente hacia mi lugar y sentarme como si no hubiera pasado nada.

Miro al maestro mientras saluda amablemente al par de hombres que entraron tras de mí y me entran las ganas de volver a salir (así, con redundancia y todo); es el mismo maestro guapo que me topé en el pasillo y me hizo ese comentario machista; sin embargo, el deseo de abandonar el salón se esfuma en un parpadeo, cuando mi chico fantasma atraviesa el salón y se sienta justo en la siguiente fila, en un pupitre vacío un metro adelante del mío.

Gracias al cielo, mis compañeros tampoco se fijan en mí porque están inmersos en sus asuntos, y para mi suerte, Cristóbal Colón, el conquistador y su cuadrilla no están aquí; se habrán ido detrás de la maestra voluptuosa.

Saco mi espejo para echar un vistazo a mi cara y…

«Oh, no»

Mi frente tiene una mancha roja en todo el centro…

Lo que me faltaba… Resulta que me quedó un recuerdito de la vergüenza que acabo de pasar.

Por suerte soy mujer y cargo un poco de maquillaje en mi mochila, así que inmediatamente busco en mi cosmetiquera y saco una base en polvo para cubrir la mancha.

Mientras me aplico el producto vuelvo a sentir esa mirada sobre mí y descubro a ese hombre encantador observando lo que hago con interés.

No me gusta que me observen cuando me maquillo, pero puedo ignorar eso si se trata de él; sin embargo, su interés en mí no dura mucho, y cuando le dedico mi sonrisa, aparta enseguida la mirada.

El director se disculpa amablemente con el maestro por haber tomado prestado al alumno unos minutos, y deseándonos suerte en las clases, abandona el aula.

Saco mi libro de apuntes para marcar la portada con mis plumones de colores y me entretengo en ello por un rato.

Aquel hombre maravilloso que acelera mi ritmo cardiaco está muy cerca de mí, pero por su posición un poco más adelante, puedo observarlo sin que se dé cuenta. Él no vuelve a mirarme y siento más que nunca la necesidad de que ponga sus ojos sobre mí, al menos una vez más, como lo hizo en la biblioteca.

No quiero que piense que no lo quise ayudar a encontrar el aula, porque en cuanto lo vi, mi cerebro pareció reprogramarse y olvidé todo lo que había hecho antes; creo que me engolosiné a primera vista (como en sueños), pero su presencia me intimida tanto que no me atrevo a llamar su atención.

≧◠‿◠≦✌

El Maestro empieza la clase y todos permanecen silencio; mis compañeros le prestan tanta atención que me siento como si aún estuviera en la biblioteca. Debe ser porque el docente está muy guapo y los alumnos en su mayoría son chicas que lo miran como encantadas; el profesor está tan bueno que se roba toda la atención femenina, y aquellas chicas cuando lo vieron quedaron tan embelesadas que ni siquiera se fijaron en el bombón que entró después y ahora está dándoles la espalda (como a mí).

Yo mientras tanto estoy idiotizada por él y no lo disimulo; casi no consigo apartarle la mirada, pero él permanece ensimismado en la clase y solamente desvía el rostro cuando debe tomar algunos apuntes.

Me fijo en sus pestañas largas, curvas y tupidas, sus cejas bien definidas, su perfecta nariz respingada, y su cabello castaño claro, aproximándose a rubio brillante. Le busco algún defecto, pero no encuentro ninguno; ni siquiera usa piercings ni aretes y al parecer tampoco tiene tatuajes.

No puedo creer que sea tan perfecto… Algún defecto debe tener y tengo que encontrarlo a ver si aterrizo de la nube voladora en la que me tiene montada.

—¡Dios!, ¿estaré loca?

Me llevo la mano a la frente mientras espío su perfil perfecto y enseguida siento unos ojos verdes clavados en mí.

—Señorita Abril, ¿quiere aportar algo a la clase?

«¡Santa cachucha!, ¿cómo pude pensar en voz alta, justo ahora?»

Al parecer el maestro estuvo revisando los expedientes de los alumnos nuevos antes de la clase, porque tampoco me esperaba que supiera mi nombre.

—Lo siento, estaba reflexionando en voz alta; le pido disculpas.

—No estaba mencionando algo referente a los problemas psicológicos, señorita.

—No es sobre la clase, es que tengo un asunto que desde hace una media hora no me puedo sacar de la mente. —Con el rabillo del ojo noto que aquel chico trata de mirarme por encima de su hombro—, pero no volverá a pasar.

—Eso espero. —Abandona el escritorio y camina hacia nosotros paseando sus ojos por cada uno de los presentes—. Bien, quiero escuchar sus puntos de vista.

Casi todos mis compañeros voltean a verme, excepto él.

«¡Changos!, ahora todos me odiarán por lo que acabo de provocar»…

—Señor Allen, ¿podría por favor enseñarles a todos los fundamentos de la empatía? —El maestro enfoca su atención en el causante de mis, ya dos, metidas de pata, y retrocede volviendo a su escritorio.

El hombre de mis sueños no duda ni un segundo en ponerse de pie frente a todos y empezar a hablar como todo un experto en el tema:

—La empatía es una forma de identidad que surge en el siglo XXI. El término se ha utilizado en la literatura y en el cine, pero lo cierto es que hay cada vez más personas que se identifican con el concepto de la empatía. Un “empático” es una persona que ha nacido con variaciones únicas del sistema nervioso central; ello significa, que su cerebro está configurado de manera diferente y que el sistema nervioso funciona de distinto modo en el cuerpo. Un alto grado de sensibilidad general suele ser el principal indicador de este tipo de persona. Todos los órganos sensoriales de un empático tienen bajo umbral de tolerancia, por lo que suelen tener inusual sensibilidad a la luz, a los aromas y a los sonidos (así como a otras sensaciones más sutiles). Un empático también posee una naturaleza emocional muy sensible, que suele ser muy difícil de manejar para la propia persona…

«Vaya, qué interesante»…

Escucho su discurso, ensimismada, prestando atención a cada una de sus palabras, mientras me voy identificando con esa descripción:

—Se han escrito muchos libros sobre las personas “extremadamente sensibles” y ese tipo de material se relaciona en gran medida con el tema que está tratando el maestro el día de hoy. Sin embargo, el hecho de ser extremadamente sensible es solo una parte de lo que hace que una persona sea empática. Debido a la interacción que se da entre la red neurológica extremadamente sensible y la naturaleza emocional de las personas con este perfil, los empáticos son muy intuitivos, lo que significa que tienden a hacer las cosas guiándose por sus sentimientos, por sus sentidos, por sus impulsos propioceptivos, así como siguiendo sus “corazonadas”, etc. En pocas palabras, la empatía es la intención de comprender los sentimientos y emociones, intentando experimentar de forma objetiva y racional lo que siente otro individuo.

«¡Oh, Dios! ¡Así soy yo!»

—La palabra empatía es de origen griego “empátheia” que significa “emocionado”. Por ello decimos que una persona empática es quien tiene las emociones más grandes. Según la psicología, la empatía es la capacidad psicológica o cognitiva de sentir o percibir lo que otra persona sentiría si estuviera en la misma situación vivida por esa persona. La empatía hace que las personas se ayuden entre sí; está estrechamente relacionada con el altruismo, el amor y preocupación por los demás, además de la capacidad de ayudar —finaliza, posando de nuevo sus ojos sobre los míos cuando pronuncia esta última frase.

Me quedo mirando sus ojos sin saber cómo tomarlo… Por un lado, puede ser que piense que no fui empática con él, pero esto también es una señal de que le intereso y quiere hacerme saber lo que piensa.

—Muy bien Alex, excelente forma de exponer el tema. —Lo adula el maestro—. Felicitaciones, tienes tu primer diez.

Él asiente dándole las gracias y vuelve a su pupitre.

«“Alex”, ¡qué nombre tan hermoso!»

De hecho, es mi nombre masculino favorito.

—Para concluir el impecable discurso del señor Allen —añade el maestro—. Los empáticos viven dominados por su propia naturaleza intuitiva. Esto es totalmente cierto, pero a pesar de ser algo bueno, también tiene su lado malo. Después de haber estudiado a personas empáticas durante nueve años, puedo decir que la mayoría de aquellas que se han dado a conocer como empáticas sufren de algún tipo de desorden o trastorno mental. Lo cual en este tipo de personas es inofensivo hacia los demás, pero para ellos resulta algo difícil de llevar en algunas ocasiones, pues muchas veces prefieren cargar con el peso y los problemas de las demás personas con tal de que no sufran. 

«De nuevo es como si me describiera»…

—Dada mi formación como docente en salud mental, este tema me resulta fascinante y se ha convertido en un área especial de mi trabajo de investigación —continúa—. La empatía es una reacción inmediata e inconsciente, que no pasa por la razón y el intelecto, y que lleva a una persona a participar afectivamente en la situación de otra, por lo que se habla de la empatía como una cualidad innata del ser humano; sin embargo, la empatía puede estar más o menos desarrollada en una persona y se puede trabajar para ponerla en función de los vínculos sociales y convertirla en hábito, sin permitir que esto afecte a la persona misma —concluye—. Espero que les haya quedado clara la definición de este valor, porque sí; la empatía es uno de los valores más importantes que posee el ser humano.

En definitiva, yo soy extremadamente empática, así que…

«¿tendré un trastorno mental?»

Según lo que dice mi chico fantasma y el docente experto en el tema, podría afirmar que es cierto.

No me agrada mucho la idea de tener un trastorno, aunque eso lo sospeché desde un principio y; sin embargo, me gusta.

¡Si soy empática!, y estoy orgullosa de ello, aunque tal vez él ahora piense lo contrario…

Lo miro y presiento que me voy a volver loca, o tarde o temprano va a causarme un paro cardíaco.

Necesito explicarle lo que pasó, pero, ¿cómo? Es la única persona que ha revuelto mis emociones en toda mi vida, y las ha hecho dispararse como nunca en tan solo unos segundos; no puedo permitir que opine mal de mí.

 «¡Cielos! ¿Desde cuándo me importa tanto la opinión de alguien sobre mí?»

Sin embargo, él no es simplemente “alguien”. El mundo entero que se joda, pero él no puede considerar que sea una antipática.

≧◠‿◠≦✌

La clase transcurre muy normal a partir de ese momento hasta que suena el timbre y es hora del receso.

«¡Gracias al cielo!»

Necesito este descanso; quiero salir a despejar mi mente y encontrarme con Rachel. Tal vez ella pueda devolverme a mi planeta, o desmayarse cuando le cuente que “Sexi Ghost” (como ella lo llama), es real, y apareció…

Katta T.M.

Hola mis bellezas, espero que les esté gustando la historia. Estaré subiendo un capítulo por día. No olviden seguirme y dejarme sus votos y comentarios. :3

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