¡Hola! 😁 Decidí dejarles un nuevo capítulo ahora para no tenerlas esperando hasta mañana. Like si la maestra Eva les cae bien. 😊
Es obvio que la temperatura ha aumentado porque empiezo a sudar y no soy la única que se sofoca, la profesora Eva también se abanica el cuello con sus propias manos y se limpia el sudor de la frente. Me levanto para buscar en la mochila algo para sujetarme el cabello y por fortuna encuentro una liga; me hago una cola alta y me vuelvo a sentar junto a la maestra. A pesar de que traigo una blusa de tirantes y un short corto, siento que me rostizo como un pollo asado y solo pienso en que quiero zambullirme en una piscina cuanto antes. «¿Moriremos rostizados aquí dentro?» Para rematar y aumentar el bochorno, resulta que a Alex se le ocurre quitarse la camisa y arrojarla sobre un estante. «¡Madre Santa, pero qué preciosas vistas!» Lo que vivimos en el cuchitril fue muy intenso, pero cómo me hubiera gustado tenerlo sin camisa allí dentro… y tal vez sin pantalones, y quizás también sin… «¡Oh por Dios, pero qué calor!» Empiezo a respirar más rápido en busca de aire mientras contemplo ca
Alguien abre la puerta desde afuera con una facilidad increíble y entran tres hombres vestidos con traje de bomberos; los cuatro nos levantamos enseguida y los hombres nos acompañan afuera. En la enfermería un par de doctoras nos revisan los signos vitales y cuando se cercioran de que todos estamos bien, nos dejan salir. El director del instituto nos espera afuera y cuando salimos nos pregunta cómo estamos sin hacer algún otro comentario sobre el encierro; luego se va junto a Alexander y yo me quedo sola, aunque no por mucho tiempo, ya que mi mejor amiga aparece enseguida. —¡Abril! —Rachel corre hacia mí y me da un abrazo tan fuerte que casi rompe mis huesos—. ¿Cómo estás? —Bien, supongo —respondo elevando los hombros cuando me suelta—. ¿Y tú? —Si te refieres a algún daño físico, estoy perfecta, pero con respecto a la parte emocional… —pone los ojos en blanco y se lleva las uñas a la boca— creo que necesitaré varios meses de terapia. —¿Tan grave fue lo que pasó? —Ay amiga. —Susp
Antes de que Chris se fuera, solíamos pasar todos los días juntos, él, Rachel y yo, y aunque muchos de esos días eran cortos, nos conformábamos con eso. Nuestros momentos con Christopher nunca han sido aburridos; él siempre nos hace reír con sus bromas y siempre tiene un plan, por eso cuando se fue, las dos nos quedamos muy tristes y sentíamos que nos faltaba el combustible que le daba alegría a nuestros días. Mientras mi mejor amiga llora pegada a su hombro, yo apenas puedo contener las lágrimas que luchan por salir a toda prisa de mis ojos. —Fue solamente una semana y media, chicas —dice el pelinegro mientras acaricia nuestras espaldas y lucha por no morir asfixiado por nuestro abrazo. —Cállate, para mí ha sido una eternidad —lo interrumpe Rachel sin despegarse de él ni un centímetro, de hecho, parece que lo aprieta más fuerte ahora. —¿Por qué actúan como si me hubiera muerto y ahora esté resucitado? —Porque creíamos que no te veríamos en meses —añado, sin soltarlo. —Y te extra
Alexander Abril se queda callada durante unos segundos que me parecen eternos mientras espero que no vaya a hablar de más. Conociendo a mi padre, estoy seguro de que él puede sospechar de cualquier cosa y no lo aprobaría; muy seguramente dejaría de ser simpático con ella y la estaría vigilando para que no se acerque demasiado a mí. Jamás ha tenido que preocuparse antes porque no le he prestado atención a ninguna mujer; con la única que he tenido una cercanía significativa ha sido con Abril y mi padre no es estúpido, puede detallar fácilmente que mi actitud hacia ella es diferente. Continúo ensimismado en mis asuntos con el estúpido lapicero sin siquiera mirarla y cuando creo que ella no va a responder a su pregunta, empieza a relatar los hechos tal y como sucedieron, omitiendo los detalles y, por supuesto, también el bochornoso espectáculo que los maestros nos ofrecieron allí. La versión de Abril es perfecta, y cuenta todo tal y como se lo expliqué a mi padre hace unos minutos, cuan
«¿Estoy viendo a Alexander?… ¡Sí, Alexander!» Está sosteniendo mi mano entre las suyas, pero en cuanto se percata de que me he despertado la suelta y me mira como si lo hubiera descubierto haciendo algo indebido. —¿C-cómo estás? —pregunta un tanto nervioso. —Bien —respondo con una sonrisa—. Estás aquí. —Estoy aquí —sonríe de vuelta y por poco vuelvo a desmayarme. —¿Qué me ocurrió? —Te desmayaste en el pasillo. —¿Me desmayé? —Sí, ¿tienes alguna idea de cuál pudo ser la causa? No respondo mientras trato de recordar lo ocurrido y le atino… —¡Carajo! —Me llevo la mano a la frente—. ¡El pastel que me dio Cristóbal! —¿Qué Cristóbal? —Nuestro compañero de clases… —¿Qué pastel te dio, y en qué momento? —Cuando salí de la oficina del director, me lo encontré en el pasillo y me regaló un pastelito. —Hijo de… —Alex arruga la frente y aprieta la mandíbula—. ¿Crees que contenía algún tipo de droga? —¡No, no!, tal vez tenía almendras, soy alérgica. Las arrugas en su entrecejo se hac
Ni siquiera sé a lo que se refiere y; sin embargo, mi corazón se estruja de dolor ante su negativa. —¿Por qué? —pregunto tratando de encontrar una explicación y él me toma de la mano y me lleva fuera del callejón. —Mi corazón está roto —responde mirándome a los ojos con tristeza y sin decir nada más, se marcha. Cruza la calle y se aleja a paso rápido; yo me quedo en la acera apreciando cómo se alarga la distancia entre los dos, hasta que finalmente su figura se pierde tras los autobuses que transitan por la vía y cuando la calle se despeja ya no lo veo. Mi corazón sigue latiendo frenéticamente durante todo mi recorrido a casa mientras no dejo de pensar en lo que me dijo. «¿A qué se refería?» Esa incógnita que me queda seguramente no va a dejarme dormir esta noche y las noches que vengan antes de que pueda volver a hablar con él. No puedo dejar de buscar un motivo y una respuesta para lo que dijo y la razón que más da vueltas en mi cabeza es que quizás tuvo una decepción amorosa h
Mi primer deseo es meterme de cabeza a un pozo y; sin embargo, decido no demostrarlo y me quedo afuera para esperar a Rachel y que me cuente con lujo de detalles lo que pasó ayer con Christopher. No tengo mucho afán por entrar como ese par, y no voy a irme detrás de ellos; si esa mujer no significa nada para Alexander, él mismo me lo demostrará sin tener que indagar absolutamente nada, además ayer en pocas palabras me dijo que no podía estar conmigo y lo aceptaré como la mujer madura que soy. Como si lo presagiara, aparece mi mejor amiga con una cara de picardía que podría pintar ahora mismo para colgarla en la pared de mi cuarto; sin embargo, aunque dibujo bien, la pintura artística no está incluida en mis habilidades y dones. Por la expresión tan inusual que trae puedo inquirir qué ocurrió ayer mientras yo contemplaba la “hermosa” foto de Alexander junto a esa mujer asiática, que bien podría ser una actriz de las series coreanas con las que yo suelo llorar a moco tendido. La chica
Alexander Todavía no he logrado adivinar para qué llamó Jack a Abril, pero por la expresión en el rostro de ella puedo intuir que no se trata de algo bueno; sin embargo, los murmullos de mis compañeros aprovechando la distracción del maestro no me permiten escuchar absolutamente nada de la conversación. Jack se percata de que los estoy mirando y en repetidas ocasiones voltea a verme, haciendo que me pregunte si su conversación tiene algo que ver conmigo. No es necesario preguntármelo por mucho tiempo, ya que el asunto entre ellos resulta ser breve y cuando Jack niega con la cabeza, Abril se da la vuelta y se apresura a sentarse en su pupitre sin siquiera mirarme; el semblante de su rostro cambió notablemente y ahora parece estar enfadada; sin embargo, decido centrarme en mis asuntos y empiezo a escribir en mi libreta mi aporte para la exposición: “Parece muy fácil para la mayoría de personas responder a la pregunta: ¿Qué es el amor? Es la capacidad de cuidar, respetar y demostrar a