Tercer capítulo del maratón. 🥳 Like si Monkey les cae tan mal como a mí… 😒 Nos vemos mañana con un nuevo capítulo, 🤗 pórtense bien. 💝
Alexander Todavía no he logrado adivinar para qué llamó Jack a Abril, pero por la expresión en el rostro de ella puedo intuir que no se trata de algo bueno; sin embargo, los murmullos de mis compañeros aprovechando la distracción del maestro no me permiten escuchar absolutamente nada de la conversación. Jack se percata de que los estoy mirando y en repetidas ocasiones voltea a verme, haciendo que me pregunte si su conversación tiene algo que ver conmigo. No es necesario preguntármelo por mucho tiempo, ya que el asunto entre ellos resulta ser breve y cuando Jack niega con la cabeza, Abril se da la vuelta y se apresura a sentarse en su pupitre sin siquiera mirarme; el semblante de su rostro cambió notablemente y ahora parece estar enfadada; sin embargo, decido centrarme en mis asuntos y empiezo a escribir en mi libreta mi aporte para la exposición: “Parece muy fácil para la mayoría de personas responder a la pregunta: ¿Qué es el amor? Es la capacidad de cuidar, respetar y demostrar a
Alexander El timbre que anuncia el final del receso nos despierta de nuestro idilio. Ni siquiera sé cuánto tiempo pasamos en esta posición y me frustra saber que ya tengo que dejarla ir y volver al mundo donde existen todos los demás. Ella se separa suavemente de mi pecho y sin mirarme, se levanta para empezar a recoger sus cosas. —Hoy no hay tercera clase —afirmo ayudándole con algunos libros esparcidos a su lado. —No, supongo que nos veremos el lunes —asegura con una hermosa y débil sonrisa. —Por supuesto que sí; por ahora debes ir a casa a descansar. —Entonces nos vemos luego. —Se despide poniéndose de puntillas para darme un beso corto en la mejilla y se va caminando hacia su amiga Rachel que la espera en la salida. No hay tiempo que perder, así que me apresuro a la oficina de mi padre. Como de costumbre, abro la puerta sin tocar y camino directamente hasta su escritorio; él ni siquiera levanta la vista para mirarme, inmerso en sus asuntos, como siempre. —¿Por qué permite
Al principio casi no puedo disimular, pero cuando el rostro de Alex se gira hacia nosotras, no me queda de otra que apartar la mirada y al mismo tiempo mi mejor amiga esconde su rostro tras la cartilla del menú. —¿Quién es esa? —pregunta en un susurro. —La coreana de la que te hablé ayer. —No la vi en el instituto. —Al parecer solo estuvo en mi clase. —Hago un esfuerzo enorme por no voltear a verlos, mientras Rachel no les quita la mirada. —¿Por qué crees que Alexander está con ella? —No lo sé, pero además de ser la directora de la otra sede de corea, parece ser una gran amiga de su familia. Aunque no quiera aceptarlo, en realidad no es extraño que esté con ella. —De todas formas, tenemos que espiarlos. —Hazlo tú que estás de cara hacia allá, yo no puedo. —¿Y si cambiamos de sitio? —¡No, Rach! Estoy segura de que Alexander puede reconocerme hasta de espaldas y la tal Monkey también me conoce; mejor préstame algo para cubrirme un poco. Se apresura a sacar la boina y las gafa
Durante la última clase Alexander no me miró siquiera y estuve pensando todo el tiempo en que no puedo aguantar más esta situación entre los dos, y ahora que el timbre acaba de sonar y todos los alumnos han salido, menos él y yo, es mi oportunidad. Él sigue embelesado en escribir en su libreta mientras yo recojo mis cosas. Tengo los nervios de punta, pero aun así tomo valor y me paro frente a él. —¿Qué te pasa? —pregunto con la voz más firme que pude sacar de mis cuerdas vocales y él me mira un instante a los ojos, pero vuelve a bajar la mirada a su libreta y la cierra. —Debo irme —asevera levantándose rápidamente. —¿Por qué huyes de mí? —cuestiono mientras guarda sus cosas con rapidez, pero él no me mira. —Debo irme —repite, enganchando el morral a su hombro y camina a la salida. —¿Acaso te enamoraste? —me atrevo a preguntar dando un par de pasos hacia él y se detiene. —En tus sueños tal vez —dice mirando por encima de su hombro, pero sin girarse. Da un par de pasos más y corr
Adivinen quién es la primera en ponerse de pie y empezar a aplaudir a la mejor exposición de la clase… Sí, yo…, y después de mi primer aplauso, todos mis compañeros, junto con el maestro, se unen y se crea una tormenta de palmas chocando, mientras que las lágrimas batallan por salir de mis ojos y yo lucho por retenerlas. Alex hace una reverencia en forma de agradecimiento, mientras que su rostro permanece serio. Su mirada encuentra la mía por un instante que me parece demasiado corto y luego desconecta su memoria USB del proyector. No sé por qué, pero comprendo perfectamente lo que puede estar sintiendo y es razonable que no pueda sostenerme la mirada; él acaba de desnudarse ante mí; sus sentimientos quedaron expuestos delante de muchas personas. Algunos tal vez se hayan percatado de lo mismo o quizás no, pero yo sí… Me muero por correr y abrazarlo, pero me abstengo, acomodándome nuevamente en mi silla, porque como siempre, no es lo “correcto”. Los aplausos ya se apaciguaron cuand
La sonrisa deslumbrante de Rachel me espera en la entrada y en cuanto me ve, me toma de la mano llevándome de prisa por el jardín del instituto. —¡Nos vamos de compras! —afirma entusiasmada mientras saca la mano para parar un taxi cuando llegamos al borde de la carretera. ✍(◔◡◔) Después de almorzar una rica comida mexicana, nos dirigimos a la tienda de ropa y pasamos toda la tarde probándonos todo tipo de vestidos, hasta que tres horas después, me decido por uno plateado ceñido al cuerpo, tipo sirena, con un gran escote en la espalda. Rachel también encuentra por fin su vestido perfecto y vamos al mostrador para pagarlos. Salimos del centro comercial cuando el sol ya se está escondiendo en el horizonte; tenemos el tiempo preciso para ir a casa y arreglarnos antes de que los chicos pasen a recogernos. Esta noche vamos a divertirnos, aunque sea lunes y no tengamos ningún motivo para celebrar. Llegamos a organizarnos en casa de Rachel y ella hace una obra de arte en mi cara con un m
Alexander Mientras nos besamos, los ojos de abril se abren lentamente y luego comienzan a cerrarse despacio hasta que su cuerpo pierde fuerza; la sujeto con firmeza cuando se queda colgando entre mis brazos y la levanto acunándola para llevarla con sus amigos. Es evidente que bebió más de lo que debía y por eso acaba de caer en un sueño profundo. La primera en darse cuenta de lo sucedido es su amiga Rachel, quien se levanta enseguida, mirándonos con preocupación. —¿Qué le ocurrió? —pregunta acercándose a nosotros. —Se durmió —respondo. —¿Seguro que no es nada malo?, ¿tal vez un desmayo? —cuestiona tomando la mano de Abril para comprobarle el pulso. —Completamente seguro —afirmo. —Su pulso está normal. —Te lo acabo de decir, solo se durmió mientras bailábamos; debió pasarse con los tragos. —Sí, lo hizo —responde juntando los labios en una línea fina—. Bien, llevémosla al auto de Christopher. —¿Son de confianza? —cuestiono escudriñando a los tres hombres que charlan entre ellos
Son las 5:30 de la mañana y acabo de despertarme; sin embargo, esta vez no se lo debo al eficiente gallo despertador que tengo por vecino, sino a un horrendo dolor punzante en la sien. Pareciera que mi cabeza se va a separar de mi cuello y va a caer rodando por el suelo en cualquier momento; pesa tanto, como si en lugar de cerebro tuviera una roca gigante en el cráneo. Todavía estoy muy cansada, pero el dolor hace que el sueño desaparezca en cuestión de segundos. «¡Maldita botella de m****a!» Creo que la próxima vez prefiero beber gasolina en lugar de ese puto ron; si me hubieran dicho que la resaca se sentía como si me hubiera tomado todo el alcohol de ese club, jamás lo habría tocado. Apenas consigo quedarme sentada en la cama, apretando mi cabeza con las manos mientras intento recordar lo que pasó anoche. Solo vienen a mi mente algunos fragmentos de los momentos anteriores a empezar a beber como desquiciada, pero se van tan rápido como llegan. Lo único que tengo claro es que le