Hola mis bellezas. :3 Espero que hayan disfrutado este capítulo porque el de mañana lo van a disfrutar más… 😍🥰 Me están dando ganas de hacerles otro maratón, y si me dejan sus valiosos comentarios sobre esta historia, me van a dar más ganas, así que vayan a contarme cuánto les emociona lo que han leído y lo que van a leer. Picos. 😘
Alexander Abril se queda callada durante unos segundos que me parecen eternos mientras espero que no vaya a hablar de más. Conociendo a mi padre, estoy seguro de que él puede sospechar de cualquier cosa y no lo aprobaría; muy seguramente dejaría de ser simpático con ella y la estaría vigilando para que no se acerque demasiado a mí. Jamás ha tenido que preocuparse antes porque no le he prestado atención a ninguna mujer; con la única que he tenido una cercanía significativa ha sido con Abril y mi padre no es estúpido, puede detallar fácilmente que mi actitud hacia ella es diferente. Continúo ensimismado en mis asuntos con el estúpido lapicero sin siquiera mirarla y cuando creo que ella no va a responder a su pregunta, empieza a relatar los hechos tal y como sucedieron, omitiendo los detalles y, por supuesto, también el bochornoso espectáculo que los maestros nos ofrecieron allí. La versión de Abril es perfecta, y cuenta todo tal y como se lo expliqué a mi padre hace unos minutos, cuan
«¿Estoy viendo a Alexander?… ¡Sí, Alexander!» Está sosteniendo mi mano entre las suyas, pero en cuanto se percata de que me he despertado la suelta y me mira como si lo hubiera descubierto haciendo algo indebido. —¿C-cómo estás? —pregunta un tanto nervioso. —Bien —respondo con una sonrisa—. Estás aquí. —Estoy aquí —sonríe de vuelta y por poco vuelvo a desmayarme. —¿Qué me ocurrió? —Te desmayaste en el pasillo. —¿Me desmayé? —Sí, ¿tienes alguna idea de cuál pudo ser la causa? No respondo mientras trato de recordar lo ocurrido y le atino… —¡Carajo! —Me llevo la mano a la frente—. ¡El pastel que me dio Cristóbal! —¿Qué Cristóbal? —Nuestro compañero de clases… —¿Qué pastel te dio, y en qué momento? —Cuando salí de la oficina del director, me lo encontré en el pasillo y me regaló un pastelito. —Hijo de… —Alex arruga la frente y aprieta la mandíbula—. ¿Crees que contenía algún tipo de droga? —¡No, no!, tal vez tenía almendras, soy alérgica. Las arrugas en su entrecejo se hac
Ni siquiera sé a lo que se refiere y; sin embargo, mi corazón se estruja de dolor ante su negativa. —¿Por qué? —pregunto tratando de encontrar una explicación y él me toma de la mano y me lleva fuera del callejón. —Mi corazón está roto —responde mirándome a los ojos con tristeza y sin decir nada más, se marcha. Cruza la calle y se aleja a paso rápido; yo me quedo en la acera apreciando cómo se alarga la distancia entre los dos, hasta que finalmente su figura se pierde tras los autobuses que transitan por la vía y cuando la calle se despeja ya no lo veo. Mi corazón sigue latiendo frenéticamente durante todo mi recorrido a casa mientras no dejo de pensar en lo que me dijo. «¿A qué se refería?» Esa incógnita que me queda seguramente no va a dejarme dormir esta noche y las noches que vengan antes de que pueda volver a hablar con él. No puedo dejar de buscar un motivo y una respuesta para lo que dijo y la razón que más da vueltas en mi cabeza es que quizás tuvo una decepción amorosa h
Mi primer deseo es meterme de cabeza a un pozo y; sin embargo, decido no demostrarlo y me quedo afuera para esperar a Rachel y que me cuente con lujo de detalles lo que pasó ayer con Christopher. No tengo mucho afán por entrar como ese par, y no voy a irme detrás de ellos; si esa mujer no significa nada para Alexander, él mismo me lo demostrará sin tener que indagar absolutamente nada, además ayer en pocas palabras me dijo que no podía estar conmigo y lo aceptaré como la mujer madura que soy. Como si lo presagiara, aparece mi mejor amiga con una cara de picardía que podría pintar ahora mismo para colgarla en la pared de mi cuarto; sin embargo, aunque dibujo bien, la pintura artística no está incluida en mis habilidades y dones. Por la expresión tan inusual que trae puedo inquirir qué ocurrió ayer mientras yo contemplaba la “hermosa” foto de Alexander junto a esa mujer asiática, que bien podría ser una actriz de las series coreanas con las que yo suelo llorar a moco tendido. La chica
Alexander Todavía no he logrado adivinar para qué llamó Jack a Abril, pero por la expresión en el rostro de ella puedo intuir que no se trata de algo bueno; sin embargo, los murmullos de mis compañeros aprovechando la distracción del maestro no me permiten escuchar absolutamente nada de la conversación. Jack se percata de que los estoy mirando y en repetidas ocasiones voltea a verme, haciendo que me pregunte si su conversación tiene algo que ver conmigo. No es necesario preguntármelo por mucho tiempo, ya que el asunto entre ellos resulta ser breve y cuando Jack niega con la cabeza, Abril se da la vuelta y se apresura a sentarse en su pupitre sin siquiera mirarme; el semblante de su rostro cambió notablemente y ahora parece estar enfadada; sin embargo, decido centrarme en mis asuntos y empiezo a escribir en mi libreta mi aporte para la exposición: “Parece muy fácil para la mayoría de personas responder a la pregunta: ¿Qué es el amor? Es la capacidad de cuidar, respetar y demostrar a
Alexander El timbre que anuncia el final del receso nos despierta de nuestro idilio. Ni siquiera sé cuánto tiempo pasamos en esta posición y me frustra saber que ya tengo que dejarla ir y volver al mundo donde existen todos los demás. Ella se separa suavemente de mi pecho y sin mirarme, se levanta para empezar a recoger sus cosas. —Hoy no hay tercera clase —afirmo ayudándole con algunos libros esparcidos a su lado. —No, supongo que nos veremos el lunes —asegura con una hermosa y débil sonrisa. —Por supuesto que sí; por ahora debes ir a casa a descansar. —Entonces nos vemos luego. —Se despide poniéndose de puntillas para darme un beso corto en la mejilla y se va caminando hacia su amiga Rachel que la espera en la salida. No hay tiempo que perder, así que me apresuro a la oficina de mi padre. Como de costumbre, abro la puerta sin tocar y camino directamente hasta su escritorio; él ni siquiera levanta la vista para mirarme, inmerso en sus asuntos, como siempre. —¿Por qué permite
Al principio casi no puedo disimular, pero cuando el rostro de Alex se gira hacia nosotras, no me queda de otra que apartar la mirada y al mismo tiempo mi mejor amiga esconde su rostro tras la cartilla del menú. —¿Quién es esa? —pregunta en un susurro. —La coreana de la que te hablé ayer. —No la vi en el instituto. —Al parecer solo estuvo en mi clase. —Hago un esfuerzo enorme por no voltear a verlos, mientras Rachel no les quita la mirada. —¿Por qué crees que Alexander está con ella? —No lo sé, pero además de ser la directora de la otra sede de corea, parece ser una gran amiga de su familia. Aunque no quiera aceptarlo, en realidad no es extraño que esté con ella. —De todas formas, tenemos que espiarlos. —Hazlo tú que estás de cara hacia allá, yo no puedo. —¿Y si cambiamos de sitio? —¡No, Rach! Estoy segura de que Alexander puede reconocerme hasta de espaldas y la tal Monkey también me conoce; mejor préstame algo para cubrirme un poco. Se apresura a sacar la boina y las gafa
Durante la última clase Alexander no me miró siquiera y estuve pensando todo el tiempo en que no puedo aguantar más esta situación entre los dos, y ahora que el timbre acaba de sonar y todos los alumnos han salido, menos él y yo, es mi oportunidad. Él sigue embelesado en escribir en su libreta mientras yo recojo mis cosas. Tengo los nervios de punta, pero aun así tomo valor y me paro frente a él. —¿Qué te pasa? —pregunto con la voz más firme que pude sacar de mis cuerdas vocales y él me mira un instante a los ojos, pero vuelve a bajar la mirada a su libreta y la cierra. —Debo irme —asevera levantándose rápidamente. —¿Por qué huyes de mí? —cuestiono mientras guarda sus cosas con rapidez, pero él no me mira. —Debo irme —repite, enganchando el morral a su hombro y camina a la salida. —¿Acaso te enamoraste? —me atrevo a preguntar dando un par de pasos hacia él y se detiene. —En tus sueños tal vez —dice mirando por encima de su hombro, pero sin girarse. Da un par de pasos más y corr