Capítulo 24

Lo primero que hice fue ir por un par de latas de cerveza a la tienda de licores de la esquina. Luego comencé a caminar pausadamente y sin rumbo fijo. Mientras tanto iba bebiendo y mirando el paisaje de aquel barrio que era hermoso en otoño o en invierno. Era mí terapia personal para encontrar paz y cada vez que cumplía con aquella rutina las cosas parecían mejorar en mí vida.

Sonó mí teléfono y miré la pantalla. Decía Roniv. El hijo de puta de Javo me había entregado el teléfono con los contactos sincronizados. Me propuse hablar sin cuidado, puesto que a esas alturas hubiese sido bastante ingenuo de mí parte el no sospechar que el aparato estaba intervenido o algo parecido. De todos modos ya estaba jodido y nada de lo que hiciese iba a lograr revertir la situación.

Adiós terapia de paz.

— ¿Sí? —Contesté.

— Alo. ¿Hablo

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