Hicimos ingreso a una especie de centro cultural. Roniv saludó a medio mundo y me arrastró hasta una sala repleta de instrumentos musicales.
— Elige lo que vas a ocupar mientras tanto —Dijo— Yo iré a explicarle a esta gente que estás vivo. Les diré lo que acordamos y no te preocupes por ningún asunto más. Ahora soy aliado tuyo, en agradecimiento a que no me has entregado.
Algo me dio mala espina pero no dije nada.
Ví un teclado de cinco octavas que me llamó la atención. Lo encendí y lo probé, haciendo arpegios en cámara lenta. Me gustó que fuese liviano y lo aparté de los demás. En eso llegan dos tipos, uno de esos era el idiota de Karzev.
— ¿Es el?— Preguntó el otro tipo.
— Así es, jefe.
El tipo se acercó y me propinó un fuerte r
Íbamos en el auto. Roniv aún no decía nada respecto a lo que había decidido y a lo que estaba pasando, puesto que en esos momentos hablaba con otras gentes, en la misma lengua que utilizaban para comunicarse los encapuchados de colores amigos de Javo.Aquello era increíble, puesto que al mismo tiempo mi vida estaba altamente comprometida y eso parecía no importarle a nadie. En ese momento yo era supuestamente un integrante de la policía inteligente y me resultaba extraña esa situación de estar arrancando de ellos junto a una chica de la institución que no fuese Elect.En resumidas cuentas mi vida era la de un ser clandestino promedio, puesto que me podrían encarcelar en cualquier momento por traición a la patria o algo así.Tampoco habían servido de nada las gestiones tanto de Reno como de Skhandt, por lo tanto podría decirse que me hallab
Roniv seguía conduciendo por la carretera y tardé bastante en comprender que íbamos en dirección a las montañas. Había algo de música en el equipo y ahí estaba yo, sin saber si estaba confiando ciegamente en la vida o en la muerte.— Eres millonario, Mak. Eres el hombre más rico de esta maldita ciudad.— ¿De qué sirve eso si soy un prófugo? ¡Explícame! ¿De qué sirve?— ¿Acaso crees que eres el único que está prófugo?Aquello era cierto.— ¿Por qué estás haciendo esto? —Pregunté.— Había demasiada gente y me dio nervios.— ¿Pánico escénico?— No, estúpido. ¿Acaso no se te ocurrió pensar que podía morir un montón de gente inocente?
Capítulo 49Después de todo lo que había ocurrido ahí estaba, sentado en la hierba con Roniv, fumando y mirándonos sin podernos decir nada, puesto que algo había de verdadera tensión en el aire, tras al fin mirarnos a las caras en una instancia neutra, o sea de igual a igual, sin armas y sin los testigos desagradables de la policía inteligente.Pensé en Elect y de ahí hacia atrás. Había sido una semana bastante jodida en muchos aspectos.— Caks contrató a Javo para que lo integrase a la policía inteligente —Dijo Roniv, casi sin respirar—, a él y a algunas de sus amigas. Todas ellas son actrices porno al servicio del espionaje artificial.— ¿Y por qué Caks querr&i
El celular de Eren sonó inmediatamente una vez que terminó de leer la totalidad de aquellas paginas que habían sido enviadas por encomienda.Por breves instantes creyó que podía ser Mak quien llamaba en ese momento y se puso bastante nerviosa por aquello y por primera vez en su vida sentía que disfrutaba de aquella clase de nervios.Sin embargo era Charlotte, de quien se había olvidado por completo tras quedar absolutamente atrapada en las páginas que acababa de terminar de leer.— Amiga —Dijo ella, casi a la brevedad— ¿No habías quedado de llamarme dentro de una hora?— Lo siento — Respondió Eren, mirando una vez más las fotos de Mak con un dejo de extraña desesperanza— T
Tras enviarle unas fotografías con un conjunto blanco que se había tomado por la mañana, Eren volvió a llamar a los diez minutos y Mak le contestó en el acto. — ¿Sí? —Dijo Mak. — Soy Eren— Respondió ella, admirando su propio y lindo pelo rubio ante la cámara. — Ya lo sé —Respondió Mak, con una sonrisa que Eren consideró bastante dulce. Lo encontró mucho más guapo tras verlo así, conversando con ella y solo para ella. Sentía que ya tenía el control absoluto de la situación y consideró que no iba a ser necesario hacerlo caer en la trampa. — ¿Por qué no te atreves a enviarme esos vídeos? —Insistió Eren, con un dedo en la boca. — Porque soy pudoroso, créeme. ¿Acaso no te das cuenta? &nb
Eren despertó de su siesta de lo más feliz, pese a que lo que más odiaba en su vida era tener que abandonar su confortable habitación con balcón y vista al mar para tener que ir al instituto.Después de un año de encierro obligatorio producto de la pandemia bajo la tutela de sus muy estrictos y conservadores padres en su condición de hija única, Eren por fin iba a tener la ocasión de salir de casa y así cambiar aunque fuese por una noche aquella monótona rutina de confinamiento, puesto que el director de la escuela donde se graduaba las había autorizado para celebrar presencialmente la fiesta de fin de año que se iba a llevar a cabo en las instalaciones del establecimiento, a través de un sinfín de actividades recreativas que se iban a prolongar hasta altas horas de la noche.Aquella iba a ser la primera fiesta post pandemia que se iba a celebrar entre las tranquilas y conservadoras familias que
Pese a lo fuerte que se consideraba ella como mujer, Eren no pudo evitarse echar a llorar, ya que sabía de antemano que ante tan radical escenario no era mucho lo que podía llegar a hacer respecto a lo que era una decisión ya tomada por parte de su padre.Solo quedaba una salida y esperaba tener el valor suficiente como para poder llevarla a cabo en forma de plan.En eso Morgana golpea la puerta.— ¡Largate! —Gritó Eren, sin dejar de llorar.— ¡Hija ábreme! Necesito explicarte que esto no va a ser tan terrible.Eren abrió la puerta, casi sin insistir en sus ganas de estar sola. Todo era odio y resignación en ella. Mal que mal sabía que ante la voz de su padre no se podí
Todo comenzó aquella tarde.Yo tenía mí cabeza echada hacia atrás, Mika me la estaba chupando y estaba haciendo enormes esfuerzos para no pensar en las tristes consecuencias de todo lo que me estaba proporcionando aquello.Esa tarde había llegado demasiado temprano de la calle y el trabajo estaba cada vez peor por culpa de la pandemia. Me sentía miserable e indigno de todo aquello y ahí estaba Mika en cuatro patas sobre la cama de plaza y media, haciendo un trabajo de lujo con su boca y con su lengua. Con una mano jugaba con su culo y con la otra le corría el pelo con el fin de que no me tapara la vista de aquella hermosa postal, en la cual tenía el privilegio de ser espectador y protagonista a la vez.