— Damon...yo, puedo explicarlo, solo te lo ruego, no debes decírselo a nadie —Elena miraba con verdadera ansiedad a Damon Salvatore quien la miraba a cambio con extrañeza al comprobar que aquellos niños, efectivamente eran los hijos de la mujer…sus hijos con Daniel, eso era fácil deducirlo.—Mami, ¿Quién es el señor? —Aiden, miraba al extraño hombre que estaba platicando con su madre momentos atrás, aquel señor tenia ojos azules, iguales a los de su hermana y el, ¿Acaso?—Hola amiguito, soy Damon, trabajo en el hospital de su madre, tienes unos lindos ojos — dijo Damon mirando al pequeño, y luego a Elena.Elena sentía que su vida se había terminado en ese momento, pero, siendo la mujer inteligente que era, sabía que no tenía ningún caso escapar de Damon sin explicación alguna, aquello solo serviría para despertar dudas y curiosidades que era mejor cortar de tajo hablando con la verdad.—Celia, ¿Podrías llevar a Aiden y Addison al área de comidas? Los alcanzare en un minuto. Aiden, A
—Listo señora Salvatore, que tenga un buen día —El sabor del café despertaba sus sentidos, al menos aquello era un pequeño gusto personal que ahora mismo podía darse con libertad, pues ya hacia un tiempo no le hacia falta el dinero. Katherine caminaba con aquella altivez típica de una mujer adinerada, mientras gastaba y gastaba en casi cada tienda de ropa que había en ese lujoso centro comercial.Últimamente todo le iba muy bien; había hecho el amor con Daniel casi diariamente, y él la había estado tratando como debía haberlo hecho siempre. Su esposo no había vuelto a beber como un loco, y para nada había salido el nombre de Elena Mikaelson en ninguna conversación, era como si repentinamente aquella mujer hubiera dejado de existir. Por supuesto, no comprendía la razón de aquello, pero estaba aprovechando la oportunidad que tenia para dejar en claro que ella era la única esposa de ese hombre, y reafirmar su territorio sobre el mismo.Sentándose en aquel restaurante, esperaba a su info
La vida era simplemente perfecta; se decía así misma Elena Mikaelson. Tenia un esposo amoroso y perfecto, Daniel Salvatore; multimillonario farmacéutico y cirujano plástico, una enorme casa en uno de los suburbios más exclusivos de California: Portola Valley, un pequeño pekinés de nombre Armand, y una vida llena de lujos y comodidades, quizás, lo único que le hacía falta, era tener hijos con el amor de su vida para que esta terminara de ser perfecta.—Cariño, ¿Qué vestido crees que debo de usar para la fiesta de esta noche? ¿El azul oscuro? ¿O el rojo pasión? — decía la mujer de apenas 22 años y cabello castaño oscuro, que miraba con total adoración a su esposo, tal cual lo haría cualquier joven realmente enamorada.—Creo que el rojo te lucirá mejor, aunque, eres hermosa Elena, cualquier cosa luce magnifica en ti — aseguraba Daniel Salvatore, segundo hijo de su multimillonaria familia, y quien simplemente amaba a su esposa.No llevaban mucho tiempo de casados, apenas cumplirían un año
—Daniel, por favor, ¡Te juro que no paso nada! ¡No entiendo que es lo que esta pasando! — gritaba Elena intentando comprender lo que ocurría.Furioso, con el corazón roto y sintiéndose traicionado, Daniel tomaba a su esposa por las muñecas con violencia cuando esta apenas había alcanzado a ponerse su ropa interior.—¡Detengan la fiesta! — ordenaba Daniel lleno de furia.—¡Harpía, puta, mentirosa! ¡Te acostaste con mi hermano! ¿Cómo pudiste? ¡Eres una perra y una zorra! — decía Daniel jalando a Elena fuera de la habitación, arrastrándola luego por las escaleras apenas vestida y ante la vista de todos los invitados y sus suegros.Nadie podía creer lo que estaba pasando, sin embargo, era un hecho que Elena Mikaelson se había acostado con Damon.—Por favor, te lo juro Daniel, yo te amo, te amo con toda mi alma, jamás te traicionaría y menos con tu hermano — decía y juraba Elena llorando y sintiéndose completamente humillada mientras notaba a todas las miradas juiciosas y morbosas que no d
Ya habían pasado 6 años…Elena, miraba todos aquellos papeles en su escritorio, mucho trabajo para hacer, era algo normal, pues ahora era la directora ejecutiva de aquel hospital, y dentro de unos días tendría que viajar para la inauguración de su hospital propio.Ya habían pasado 6 años…Todo el mundo la respetaba, era algo normal, pues se había esforzado muchísimo más que el resto para llegar a donde estaba. Quien quiera que la viera ahora, no creería de hecho todas las cosas que había tenido que padecer.Ya habían pasado 6 años, y ella ya no era la misma chica que una vez había estado tirada en el piso, medio desnuda y acusada injustamente de infidelidad, mientras todos se burlaban de su humillación. Después de Daniel, después de aquella noche, ella había llegado a Atlanta, en donde había tenido que ser vagabunda durante algunos meses, careciendo de todo, inclusive pasando hambres, pues todo apoyo le había sido negado, y nadie se había compadecido de ella, Daniel se había encargado
—Yo, he venido a vengarme Damon —Las palabras de Elena lo sorprendieron, aquello parecía ser una obra del destino. Damon, se hallaba completamente asombrado al ver a aquella mujer allí, mucho más hermosa de lo que siempre fue, y con aquella fiera mirada de cazadora en sus ojos. Tomándola por el brazo, Damon arrastraba a Elena hacia un pasillo más vacío, tenían que hablar.—¿Vengarte? ¿De que diablos estas hablando? — exigía saber Damon, quien notaba que aquella mujer, no parecía la misma a la que su hermano había exhibido casi desnuda y a la que arrojó al suelo.Elena, se zafó del agarre de Damon. Se miraba distinto, con una mirada poco amable que distaba mucho de aquella mirada amistosa que el alegre Damon solía tener antes.—Es tal y como lo dije — dijo sin dar más explicación Elena. Tomándola por los hombros, Damon la obligo a mirarlo a los ojos. Tenia que saberlo, saber si ella era quien había provocado todo lo ocurrido esa noche que arruino su vida para siempre.—Respon
La mañana daba comienzo, y Elena miraba como la noticia sobre la fiesta eh inauguración de su nuevo hospital, se regaba como pólvora en todos los medios que no paraban de hablar sobre ello. Miraba en el diario su fotografía rompiendo el listón rojo, junto a varias celebridades que sonreían junto a ella. Para esa hora, era seguro que Daniel y Katherine finalmente ya sabían que ella estaba de regreso en la ciudad.—Mami, mami, saliste en la tele y te veías muy bonita, ¿Me compras un vestido rojo también para mí? — Addison entraba en la recamara de Elena, saltando sobre la cama de su madre junto a su gemelo.—Mami ahora es muy famosa Addison, por eso sale en la tele — decía Aiden también emocionado.Elena, contenta, se abrazaba de sus gemelos y los llenaba de besos. Cuando terminara con Daniel, ellos podrían construir una vida plena y feliz sin que nada perturbara su paz, aquello también lo hacia por ellos y para ellos, así Daniel no tendría oportunidad alguna de lastimarlos.—Son unos
Damon miraba al techo de su habitación en aquel hotel en donde se había hospedado por aquellos días inciertos. Aun sentía el calor del pequeño cuerpo de Elena Mikaelson pegado al suyo, y recordaba vivamente el aroma peculiar de su perfume. Elena había sufrido, quizás tanto o más que el, y sin ser culpable de lo que se le acusó. Daniel había causado mucho daño en las vidas de ambos.Elena deseaba venganza, y después de escuchar lo que le dijo a su hermano la tarde anterior, entendía la razón de ello. Sin embargo, el aun no deseaba lastimar a su familia, después de todo, sus padres no sabían lo que Daniel había hecho, ¿Cómo podrían saberlo si su hermano siempre se mostró como una buena persona? Elena le había pedido ayuda en su venganza, pero el, había dado un no por respuesta y pretendía mantenerlo así.Esa tarde acudiría a visitar a sus padres, les explicaría todo lo que sabía, y esperaba que ellos lo comprendieran y perdonaran. Levantándose de la cama, se apresuro en salir y subir a