Damon miraba al techo de su habitación en aquel hotel en donde se había hospedado por aquellos días inciertos. Aun sentía el calor del pequeño cuerpo de Elena Mikaelson pegado al suyo, y recordaba vivamente el aroma peculiar de su perfume. Elena había sufrido, quizás tanto o más que el, y sin ser culpable de lo que se le acusó. Daniel había causado mucho daño en las vidas de ambos.
Elena deseaba venganza, y después de escuchar lo que le dijo a su hermano la tarde anterior, entendía la razón de ello. Sin embargo, el aun no deseaba lastimar a su familia, después de todo, sus padres no sabían lo que Daniel había hecho, ¿Cómo podrían saberlo si su hermano siempre se mostró como una buena persona? Elena le había pedido ayuda en su venganza, pero el, había dado un no por respuesta y pretendía mantenerlo así.
Esa tarde acudiría a visitar a sus padres, les explicaría todo lo que sabía, y esperaba que ellos lo comprendieran y perdonaran. Levantándose de la cama, se apresuro en salir y subir a su auto para ver a los padres que llevaba años extrañando.
Poniéndose en marcha, Damon meditaba sobre todo lo que había ocurrido, y sobre el papel que tenia Elena ahora que regresaba a casa con sed de venganza. No la ayudaría, pero tampoco la detendría, después de todo, ella tenía derecho de destrozar la vida de Daniel, cuando el no tuvo reparos en arruinar las suyas por dinero.
Mientras conducía por la enorme Los Ángeles, Damon vio a Elena entrando a un lujoso y conocido restaurante, sin embargo, no iba ella sola, junto a ella iban dos pequeños de cabello negro a quien no alcanzo a verles el rostro. Dos niños de aproximadamente 5 o 6 años, cada uno tomado de las manos de Elena, aquello le pareció curioso, Elena tenia hijos, o al menos, eso parecía, quizás, tenía algún novio o esposo por allí, quería saber más al respecto, pero ya iba a tarde, seria en otra ocasión.
La enorme mansión Salvatore se alcanzaba ya a ver, y el, nervioso, entraba en aquella propiedad que los vio crecer con amor a el y a su hermano. Sus padres, en realidad, nadie sabía que él también estaba de regreso en California, aunque ya suponía que todos sabían que Elena estaba allí. Estacionando su auto, entro en aquella enorme casa que tenia años sin ver, la misma en donde tanto Elena y él habían sido calumniados vilmente.
Entrando, Damon toco con nostalgia aquellas paredes, y echó de menos su vieja vida, con sus padres y hermanos, cuando eran realmente felices y no había motivaciones banales de por medio. Aun le resultaba increíble que Daniel en verdad hubiese sido capaz de tanto, sin embargo, ¿Quién más podría haber sido? Si el único que se beneficio de todo ello había sido él.
—¿Damon? ¿Eres tú? —
Aquella voz femenina y familiar había hecho que los ojos azules del Salvatore se llenaran de lágrimas, pues de todos a los que extrañaba, era su madre quien llevaba la corona.
—Madre — dijo abrazándola al llegar hasta ella, y la vieja mujer besaba a su hijo añorado en las mejillas.
—Damon…mi pequeño, te he extrañado tanto — decía la señora Salvatore, abrazando a su hijo.
Damon dejaba salir las lágrimas, pues llevaba años añorando el calor de su madre. La mujer, acariciaba el rostro de su hijo, a quien había echado de menos desde el momento en que se fue, sin embargo, su esposo, no le había permitido volver a verlo después de aquel escándalo.
—¿Qué crees que estas haciendo aquí Damon? — la ronca voz de su padre, David Salvatore, interrumpía aquel encuentro.
—Cariño, por favor, es nuestro hijo — suplicaba la madre con lagrimas en los ojos.
David se abalanzo sobre su hijo mayor, tomándolo por el cuello de la camisa.
—Este traidor dejó de ser nuestro hijo desde el momento en que decidió meterse con la esposa de su hermano, ¡Lárgate Damon, y por tu bien será mejor que no vuelvas! ¡No me importa lo que diga tu madre! ¡Tu eres una verdadera vergüenza para nuestra familia! ¿Regresaste junto con esa zorra Mikaelson verdad? ¿Qué no fue suficiente el daño que le hiciste a tu hermano? — dijo el señor Salvatore sacado a empujones a Damon sin darle una oportunidad de hablarle o despedirse de su madre.
La madre de Damon lloraba angustiada, pero su esposo no le permitía acercarse a su hijo. Damon, fuera de la mansión, escucho como la enorme puerta le era cerrada casi en la cara, y luego la orden a los sirvientes para no dejarlo volver a entrar.
—¡Maldición! — dijo Damon golpeando la pared con frustración. Su padre no le había permitido hablar, ni siquiera despedirse de su madre, realmente el daño que su hermano le había hecho era terrible, y por primera vez sintió odiarlo en verdad, odio a Daniel y deseo vengarse.
Subiendo a su auto, condujo de regreso al hotel sintiéndose herido.
En su casa, Daniel bebía descontroladamente. Elena lo odiaba, en verdad lo odiaba, y aquello lo había destrozado, ella no lo había perdonado y además de todo, había sufrido mucho por culpa suya.
—Son apenas las 4 de la tarde ¿Por qué estas bebiendo Daniel? Te dije que quería salir a pasear contigo hoy, dime, ¿Estas así por esa perra de Elena? — reprochaba Katherine con enojo y frustración.
—Cállate Katherine, no quiero escucharte ahora, tampoco quiero pasear, ¿Por qué no te largas con tus amigas a gastar mi dinero como siempre hacer? Solo para eso sirves, Elena siempre fue mejor que tú, y lo sigue siendo — Dijo Daniel arrastrando rencor en sus palabras.
Katherine, indignada, cacheteo a su esposo.
—¿Cómo te atreves a decirme eso cuando fui yo quien te saco de la miseria emocional en la que ella te dejó cuando se cogió a tu hermano? ¿Cómo puedes decir que ella es mejor que yo si yo no soy una puta? — dijo Katherine lanzando golpes a su ebrio esposo.
—¡No hables así de ella! Ella es una buena persona, me lo dice el corazón y yo la amo, solo a ella y por siempre a ella — grito Daniel furioso intentando someter a su furiosa y enloquecida esposa.
Katherine se burlo cruelmente de lo dicho por Daniel.
—¿Una buena persona y tú la amas? ¡Es a mí a quien deberías de amor porque fui yo quien cuido y actualmente cuida de ti maldito ebrio! ¿Qué diría Elena si te viera tan descuidado, ebrio y maloliente? ¡Eres patético! — grito Katherine furiosa saliendo de la recamara.
Furiosa, Katherine odio una vez más a Elena, ya se inventaría algo para forzar a Daniel a quedarse con ella, pero también, tenia que hacer algo para alejar a Elena de su esposo…para desaparecerla de sus vidas para siempre. Daniel salía furioso de su casa, iría a beber a otro lado, no quería estar cerca de Katherine.
Damon llamaba a Elena para cenar, quería hablar con ella, saber de quien eran aquellos niños con quienes la vio.
—No lo se Damon, no me siento cómoda después de que me consolaste, creo que es inapropiado vernos — decía Elena mirando a sus hijos viendo la televisión.
—Vamos, se que tienes una venganza que planear y yo puedo ayudarte con lo que se — dijo Damon intentando convencerla.
Elena suspiró. — Bien, te veo dentro de una hora en el Geoffrey´s — dijo cortante y terminó la llamada.
Una vez en el restaurante, elena ya había escuchado todo lo que Damon tenia para decirle, aunque esa mañana ella también se había enterado de lo mal que iban los negocios de los Salvatore, Daniel estaba haciendo un pésimo trabajo y aunque su familia aun tenia mucho poder y dinero, de seguir así pronto entrarían en la zona roja, aquello era más que perfecto para su venganza, aunque no sabia que Daniel se había convertido en un alcohólico, sin duda Katherine no lo estaba haciendo bien como esposa.
—Entonces, ¿Cómo te trato realmente la vida después de ese desastre Elena? — pregunto Damon sin atreverse a preguntar a Elena por esos niños.
Elena le conto toda su dura travesía, el cómo había superado momentos realmente terribles y de la herencia que la había vuelto multimillonaria de la noche a la mañana, aunque había puesto mucho cuidado en no revelar detalle alguno sobre sus hijos.
Damon puso toda su atención en cada palabra dicha por Elena, realmente ella la había pasado demasiado mal, era casi un milagro que estuviera con vida, aunque ese golpe de suerte inesperado la había salvado en realidad, sin embargo, no había mencionado nada sobre aquellos niños, y él tampoco se sentía en posición de preguntarle.
—¿Y tú Damon? ¿Qué te ocurrió a ti? Después de todo fuiste desheredado injustamente y tachado de ser la peor clase de ser humano que existe — preguntó Elena con interés, notando los bonitos ojos azules de Damon, que, aunque eran igual en color a los de Daniel, lucían completamente diferentes, quizás, más apasionados y salvajes.
—Solo puedo decirte que fue como la m****a, realmente fui casi un mendigo y limosnero, rodé por las casas de varios viejos amigos hasta que se hartaban de mi y me corrían, tuve que luchar mucho para estar en donde estoy sin el apoyo de mi familia, pero igual que tu lo logré — dijo Damon mostrando una sonrisa sincera cargada de orgullo.
Elena sonrió, Damon también la había pasado mal, pero había logrado salir adelante a pesar de todo. Ambos habían compartido destinos similares, y por culpa de la misma persona, ambos la habían pasado mal, pero verlo sonreír tan orgulloso de sí mismo, la había alegrado profundamente. Tomando su mano como una amiga, Elena lo miro a los ojos.
—Eres fuerte Damon, y me alegra mucho saber que ahora estas bien, vuelvo a proponértelo, ¿Quieres ayudarme a vengarme? Daniel merece pasar por lo mismo que nos hizo pasar a nosotros, se que lo sabes, sé que lo deseas — propuso de nuevo Elena esperando encontrar a un buen y confiable aliado en Damon.
Damon, tomando también la mano de Elena, recordó lo ocurrido esa tarde con sus padres, y nuevamente el resentimiento hacia su hermano había vuelto a él.
—Esta bien Elena, te ayudare — dijo deseando que Daniel pagara por los que les había hecho a ambos.
Damon sintió la suavidad de las manos de Elena, y no pudo evitar preguntarse el cómo habrían sido las cosas si nada de eso hubiera pasado, sin embargo, nada podía cambiar lo que ya había ocurrido, como él tampoco podía ignorar sus sentimientos de rencor hacia Daniel. El perfume de Elena le llegaba nuevamente, y el asintió mirando a la hermosa mujer a los ojos.
Ninguno sabia la verdad de todo aquello, y que Daniel, al igual que ellos, había sido solo una victima en medio de las crueles ambiciones de Katherine Di Santis.
Ebrio, dolido, y con rencor, Daniel miraba a Elena y Damon juntos, el desde afuera, tomados de las manos cenando en aquel fino restaurante. El dolor de la supuesta traición de ambos le llego repentinamente, y se juro a si mismo que no les permitirá ser felices juntos.
Tres personas destrozadas por una mentira, y ninguno era realmente culpable de nada de ello, mientras tanto, Katherine ya planeaba su siguiente movimiento, para solo traer más dolor a todos.
El agua se resbalaba a través de sus marcados músculos abdominales. Su cabello negro estaba humedecido, sus ojos cerrados mientras su mente se plagaba de recuerdos. Había hecho un trato con Elena Mikaelson, aquella mujer hermosa que era tambien la exesposa de su traicionero hermano menor. Recordaba la primera vez en que la vio, había notado lo hermosa que en realidad era y su alegría permanente le resultaba cautivadora. Nunca la había visto con ojos maliciosos, mucho menos había jamás codiciado a la mujer de su hermano, sin embargo, creía que Daniel era muy afortunado por tenerla consigo, hacían una pareja realmente hermosa, y resultaba increíble lo que aquel había hecho solo por dinero y ambición. Toquidos en su puerta comenzaban a molestarlo, seguramente era alguna de las mujeres con las que había ligado en la piscina del hotel, sin embargo, tal insistencia lo molesto. Poniéndose una toalla encima, Damon se apresuraba en abrir aquella puerta, esperaba que al menos aquella mujer fue
—¡El desayuno está listo! — grito Elena llamando a sus gemelos.Inmediatamente después, una serie de murmullos y refunfuños infantiles se dejaron escuchar en la planta alta de aquella casa, junto a pasitos apresurados que seguramente buscaban sus pantuflas. Elena reía de aquello y esperaba que pronto los pequeños bajaran a desayunar.A veces le parecía realmente increíble pensar en la realidad que estaba viviendo. Se había convertido en una doctora y empresaria exitosa, tenia a dos maravillosos hijos que complementaban todo su mundo y todo parecía marchar bien. Sin embargo, la sombra del rencor que aun sentía demasiado arraigado en su corazón, la hacia borrar a momentos aquella sonrisa que debiera de ser permanente.—Listo mamita, ya nos lavamos los dientes y sacudimos la cama ¿Hoy iremos a la nueva escuelita? — preguntaba su pequeña hija.Elena dio una pequeña risita al notar que su hija había intentado hacerse un moño por ella misma y este le había quedado completamente torcido.—Ad
Todas las miradas se amontaban para verla pasar en aquellos blancos pasillos. Enfermeros, doctores y personal diverso, no despegaban la vista de aquella hermosa mujer de cabellos castaños, que siempre lucia elegante y recta. Sus ojos eran simplemente impresionantes, agresivos en extremo y seductores al borde del infarto. Su cuerpo era hermoso, no se notaba que era la madre de dos pequeños, hacia soñar a los hombres, y quizás, a algunas mujeres tambien.Damon observaba como era prácticamente inevitable que la mayoría de las personas en ese hospital, mirasen con tanta atención cada enérgico paso que daba Elena Mikaelson. No era difícil darse cuenta de que Elena era una mujer hermosa, realmente lo era, sin embargo, le parecía interesante notar la admiración que la mayoría de esas personas parecían sentir por ella, y es que, francamente, Elena había demostrado ser una mujer realmente impresionante.Había vivido un infierno ella sola y, suponía, que con sus dos misteriosos hijos a cuestas.
El roció de la mañana besaba las rosas rojas en los jardines de aquella casa. Las aves cantaban hermosas melodías que a cualquiera podría alegrarles el corazón. El sol ya se había asomado con su brillo eterno sobre las colinas, y, sin embargo, Katherine sentía que su rabia y celos iban en aumento.Daniel, para variar, había amanecido con dolor de cabeza provocado por una nueva resaca; había pasado la noche entera bebiendo como si fuera un inmortal, y llorando por Elena una vez más. Aquello era una frustración tras otra y otra. Aquel matrimonio que tenia con el hombre que había deseado desde que lo conoció, se había transformado en un infierno muy diferente al cuento de hadas que había imaginado siempre. Todo era culpa de esa maldita, Elena seguía arruinando su vida a pesar de que había logrado quitarle al que fue su esposo.No era feliz. Eso no era ningún secreto, pero, aun así, no estaba dispuesta a renunciar a Daniel ni mucho menos a la vida cómoda y super lujosa que tenía desde que
Aquella tarde parecía ser igual a las demás. Elena hojeaba los múltiples pendientes que tenia el ser la dueña de un hospital tan grande. Sus pequeños hijos habían quedado a cargo de la niñera ya que esa vez no podría regresar temprano a su dulce hogar.Pensaba en Daniel, en la maravillosa vida que había tenido con el después de su cruel traición, sin embargo, aquello ya era solo el pasado, ellos jamás volverían a estar juntos, y ella no deseaba tampoco tener una nueva relación…después de haber amado de tal manera a ese hombre, estaba convencida de que no quería amar a nadie así de nuevo, no iba a salir lastimada una vez más.¿Amor? Era una tontería, una que la había llevado a sufrir demasiado, y de la que no quería volver a saber nada jamás, sin embargo, en medio de sus pensamientos el sonriente rostro lleno de cinismo de Damon Salvatore, se le presento inesperadamente. Había ciertos roces para nada sutiles entre ellos…y aquellos labios calientes no eran fáciles de olvidar. Negándose
Damon había visto saliendo a Katherine Di Santis de la oficina de Elena. Por supuesto, nada bueno podría esperarse de aquello, pues esa mujer que siempre se había pronunciado como la mejor amiga de Elena, la había traicionado de la peor manera casándose con el hombre que a ella la había lastimado.¿Acaso esos dos estaban cortados por la misma tijera? Suponía que era así, pues le parecía realmente nefasto que una persona actuara de manera tan mezquina y traicionera. Él lo había perdido todo por culpa de Daniel, y Elena había sido solo una víctima, nada más que un instrumento para los planes de su hermano.—Buenos días Karla, ¿puedes anunciarme con la patrona? Vengo religiosamente a cumplir mi primer día como el director de este bello hospital — se anunciaba Damon con su acostumbrado buen humor, sin embargo, aun sus pensamientos estaban enfocados en su hermano y la esposa de este.—Claro señor Salvatore, yo lo anuncio — respondía la secretaria sonriendo coquetamente.Devolviéndole la so
Eran las doce del mediodía, Daniel se había perfumado, se había puesto su mejor traje, y se había peinado como lo hacia antaño cuando era el fiel esposo de Elena Mikaelson. En aquella junta que con su padre y los socios de la cadena de hospitales había tenido, había sido terminante. El no estaba desempeñando un buen trabajo al frente de la compañía, y la incursión de aquel hospital del que Elena era dueña los había puesto en una mala posición; habían perdido clientes importantes, y los inversionistas comenzaban a inclinarse con el nuevo hospital que ofrecía nuevas tecnologías y métodos médicos mas recientes. Mirándose en el espero, se sintió como un hombre atractivo una vez más, y no como el ebrio descuidado y maltrecho que había sido desde que había dejado a la mujer que realmente amaba. Esa tarde la vería, volvería a ver a su amada Elena, pues se había concretado una junta con ella y su nuevo CEO, y su padre había armado una propuesta para comprarle a la mujer su hospital y que de
—No puedo creer tanto cinismo de parte Damon, ¿Qué es lo que estás haciendo aquí? Trabajando con esta…mujer —El padre de los hermanos Salvatore miraba con desprecio al mayor de sus hijos. Daniel tampoco podía creer que Damon estuviera trabajando con Elena.Damon, haciéndose el desentendido y con su carácter cínico y juguetón de siempre, miro con ironía a su progenitor y a su hermano menor.—Hay, ¿Por qué será verdad? No lo sé, supongo que ahora soy la escoria familiar y estoy desheredado de algo tengo que vivir, ya sabes padre, tengo un gato que mantener y ese gato puede que tenga gatitos, la familia crece, naturalmente tengo que tener un empleo para poder mantenerlo, si vieras a Michifus, el pobrecito tiene una pata coja…—¡Basta de tus tonterías y deja tus estúpidos juegos Damon! No hare negocios contigo presente — dijo el señor Salvatore interrumpiendo y enfurecido por los juegos de su hijo.Elena sonrió ante el desatinado comentario soltado por Damon y este le había guiñado un oj