6

Damon miraba al techo de su habitación en aquel hotel en donde se había hospedado por aquellos días inciertos. Aun sentía el calor del pequeño cuerpo de Elena Mikaelson pegado al suyo, y recordaba vivamente el aroma peculiar de su perfume. Elena había sufrido, quizás tanto o más que el, y sin ser culpable de lo que se le acusó. Daniel había causado mucho daño en las vidas de ambos.

Elena deseaba venganza, y después de escuchar lo que le dijo a su hermano la tarde anterior, entendía la razón de ello. Sin embargo, el aun no deseaba lastimar a su familia, después de todo, sus padres no sabían lo que Daniel había hecho, ¿Cómo podrían saberlo si su hermano siempre se mostró como una buena persona? Elena le había pedido ayuda en su venganza, pero el, había dado un no por respuesta y pretendía mantenerlo así.

Esa tarde acudiría a visitar a sus padres, les explicaría todo lo que sabía, y esperaba que ellos lo comprendieran y perdonaran. Levantándose de la cama, se apresuro en salir y subir a su auto para ver a los padres que llevaba años extrañando.

Poniéndose en marcha, Damon meditaba sobre todo lo que había ocurrido, y sobre el papel que tenia Elena ahora que regresaba a casa con sed de venganza. No la ayudaría, pero tampoco la detendría, después de todo, ella tenía derecho de destrozar la vida de Daniel, cuando el no tuvo reparos en arruinar las suyas por dinero.

Mientras conducía por la enorme Los Ángeles, Damon vio a Elena entrando a un lujoso y conocido restaurante, sin embargo, no iba ella sola, junto a ella iban dos pequeños de cabello negro a quien no alcanzo a verles el rostro. Dos niños de aproximadamente 5 o 6 años, cada uno tomado de las manos de Elena, aquello le pareció curioso, Elena tenia hijos, o al menos, eso parecía, quizás, tenía algún novio o esposo por allí, quería saber más al respecto, pero ya iba a tarde, seria en otra ocasión.

La enorme mansión Salvatore se alcanzaba ya a ver, y el, nervioso, entraba en aquella propiedad que los vio crecer con amor a el y a su hermano. Sus padres, en realidad, nadie sabía que él también estaba de regreso en California, aunque ya suponía que todos sabían que Elena estaba allí. Estacionando su auto, entro en aquella enorme casa que tenia años sin ver, la misma en donde tanto Elena y él habían sido calumniados vilmente.

Entrando, Damon toco con nostalgia aquellas paredes, y echó de menos su vieja vida, con sus padres y hermanos, cuando eran realmente felices y no había motivaciones banales de por medio. Aun le resultaba increíble que Daniel en verdad hubiese sido capaz de tanto, sin embargo, ¿Quién más podría haber sido? Si el único que se beneficio de todo ello había sido él.

—¿Damon? ¿Eres tú? —

Aquella voz femenina y familiar había hecho que los ojos azules del Salvatore se llenaran de lágrimas, pues de todos a los que extrañaba, era su madre quien llevaba la corona.

—Madre — dijo abrazándola al llegar hasta ella, y la vieja mujer besaba a su hijo añorado en las mejillas.

—Damon…mi pequeño, te he extrañado tanto — decía la señora Salvatore, abrazando a su hijo.

Damon dejaba salir las lágrimas, pues llevaba años añorando el calor de su madre. La mujer, acariciaba el rostro de su hijo, a quien había echado de menos desde el momento en que se fue, sin embargo, su esposo, no le había permitido volver a verlo después de aquel escándalo.

—¿Qué crees que estas haciendo aquí Damon? — la ronca voz de su padre, David Salvatore, interrumpía aquel encuentro.

—Cariño, por favor, es nuestro hijo — suplicaba la madre con lagrimas en los ojos.

David se abalanzo sobre su hijo mayor, tomándolo por el cuello de la camisa.

—Este traidor dejó de ser nuestro hijo desde el momento en que decidió meterse con la esposa de su hermano, ¡Lárgate Damon, y por tu bien será mejor que no vuelvas! ¡No me importa lo que diga tu madre! ¡Tu eres una verdadera vergüenza para nuestra familia! ¿Regresaste junto con esa zorra Mikaelson verdad? ¿Qué no fue suficiente el daño que le hiciste a tu hermano? — dijo el señor Salvatore sacado a empujones a Damon sin darle una oportunidad de hablarle o despedirse de su madre.

La madre de Damon lloraba angustiada, pero su esposo no le permitía acercarse a su hijo. Damon, fuera de la mansión, escucho como la enorme puerta le era cerrada casi en la cara, y luego la orden a los sirvientes para no dejarlo volver a entrar.

—¡Maldición! — dijo Damon golpeando la pared con frustración. Su padre no le había permitido hablar, ni siquiera despedirse de su madre, realmente el daño que su hermano le había hecho era terrible, y por primera vez sintió odiarlo en verdad, odio a Daniel y deseo vengarse.

Subiendo a su auto, condujo de regreso al hotel sintiéndose herido.

En su casa, Daniel bebía descontroladamente. Elena lo odiaba, en verdad lo odiaba, y aquello lo había destrozado, ella no lo había perdonado y además de todo, había sufrido mucho por culpa suya.

—Son apenas las 4 de la tarde ¿Por qué estas bebiendo Daniel? Te dije que quería salir a pasear contigo hoy, dime, ¿Estas así por esa perra de Elena? — reprochaba Katherine con enojo y frustración.

—Cállate Katherine, no quiero escucharte ahora, tampoco quiero pasear, ¿Por qué no te largas con tus amigas a gastar mi dinero como siempre hacer? Solo para eso sirves, Elena siempre fue mejor que tú, y lo sigue siendo — Dijo Daniel arrastrando rencor en sus palabras.

Katherine, indignada, cacheteo a su esposo.

—¿Cómo te atreves a decirme eso cuando fui yo quien te saco de la miseria emocional en la que ella te dejó cuando se cogió a tu hermano? ¿Cómo puedes decir que ella es mejor que yo si yo no soy una puta? — dijo Katherine lanzando golpes a su ebrio esposo.

—¡No hables así de ella! Ella es una buena persona, me lo dice el corazón y yo la amo, solo a ella y por siempre a ella — grito Daniel furioso intentando someter a su furiosa y enloquecida esposa.

Katherine se burlo cruelmente de lo dicho por Daniel.

—¿Una buena persona y tú la amas? ¡Es a mí a quien deberías de amor porque fui yo quien cuido y actualmente cuida de ti maldito ebrio! ¿Qué diría Elena si te viera tan descuidado, ebrio y maloliente? ¡Eres patético! — grito Katherine furiosa saliendo de la recamara.

Furiosa, Katherine odio una vez más a Elena, ya se inventaría algo para forzar a Daniel a quedarse con ella, pero también, tenia que hacer algo para alejar a Elena de su esposo…para desaparecerla de sus vidas para siempre. Daniel salía furioso de su casa, iría a beber a otro lado, no quería estar cerca de Katherine.

Damon llamaba a Elena para cenar, quería hablar con ella, saber de quien eran aquellos niños con quienes la vio.

—No lo se Damon, no me siento cómoda después de que me consolaste, creo que es inapropiado vernos — decía Elena mirando a sus hijos viendo la televisión.

—Vamos, se que tienes una venganza que planear y yo puedo ayudarte con lo que se — dijo Damon intentando convencerla.

Elena suspiró. — Bien, te veo dentro de una hora en el Geoffrey´s — dijo cortante y terminó la llamada.

Una vez en el restaurante, elena ya había escuchado todo lo que Damon tenia para decirle, aunque esa mañana ella también se había enterado de lo mal que iban los negocios de los Salvatore, Daniel estaba haciendo un pésimo trabajo y aunque su familia aun tenia mucho poder y dinero, de seguir así pronto entrarían en la zona roja, aquello era más que perfecto para su venganza, aunque no sabia que Daniel se había convertido en un alcohólico, sin duda Katherine no lo estaba haciendo bien como esposa.

—Entonces, ¿Cómo te trato realmente la vida después de ese desastre Elena? — pregunto Damon sin atreverse a preguntar a Elena por esos niños.

Elena le conto toda su dura travesía, el cómo había superado momentos realmente terribles y de la herencia que la había vuelto multimillonaria de la noche a la mañana, aunque había puesto mucho cuidado en no revelar detalle alguno sobre sus hijos.

Damon puso toda su atención en cada palabra dicha por Elena, realmente ella la había pasado demasiado mal, era casi un milagro que estuviera con vida, aunque ese golpe de suerte inesperado la había salvado en realidad, sin embargo, no había mencionado nada sobre aquellos niños, y él tampoco se sentía en posición de preguntarle.

—¿Y tú Damon? ¿Qué te ocurrió a ti? Después de todo fuiste desheredado injustamente y tachado de ser la peor clase de ser humano que existe — preguntó Elena con interés, notando los bonitos ojos azules de Damon, que, aunque eran igual en color a los de Daniel, lucían completamente diferentes, quizás, más apasionados y salvajes.

—Solo puedo decirte que fue como la m****a, realmente fui casi un mendigo y limosnero, rodé por las casas de varios viejos amigos hasta que se hartaban de mi y me corrían, tuve que luchar mucho para estar en donde estoy sin el apoyo de mi familia, pero igual que tu lo logré — dijo Damon mostrando una sonrisa sincera cargada de orgullo.

Elena sonrió, Damon también la había pasado mal, pero había logrado salir adelante a pesar de todo. Ambos habían compartido destinos similares, y por culpa de la misma persona, ambos la habían pasado mal, pero verlo sonreír tan orgulloso de sí mismo, la había alegrado profundamente. Tomando su mano como una amiga, Elena lo miro a los ojos.

—Eres fuerte Damon, y me alegra mucho saber que ahora estas bien, vuelvo a proponértelo, ¿Quieres ayudarme a vengarme? Daniel merece pasar por lo mismo que nos hizo pasar a nosotros, se que lo sabes, sé que lo deseas — propuso de nuevo Elena esperando encontrar a un buen y confiable aliado en Damon.

Damon, tomando también la mano de Elena, recordó lo ocurrido esa tarde con sus padres, y nuevamente el resentimiento hacia su hermano había vuelto a él.

—Esta bien Elena, te ayudare — dijo deseando que Daniel pagara por los que les había hecho a ambos.

Damon sintió la suavidad de las manos de Elena, y no pudo evitar preguntarse el cómo habrían sido las cosas si nada de eso hubiera pasado, sin embargo, nada podía cambiar lo que ya había ocurrido, como él tampoco podía ignorar sus sentimientos de rencor hacia Daniel. El perfume de Elena le llegaba nuevamente, y el asintió mirando a la hermosa mujer a los ojos.

Ninguno sabia la verdad de todo aquello, y que Daniel, al igual que ellos, había sido solo una victima en medio de las crueles ambiciones de Katherine Di Santis.

Ebrio, dolido, y con rencor, Daniel miraba a Elena y Damon juntos, el desde afuera, tomados de las manos cenando en aquel fino restaurante. El dolor de la supuesta traición de ambos le llego repentinamente, y se juro a si mismo que no les permitirá ser felices juntos.

Tres personas destrozadas por una mentira, y ninguno era realmente culpable de nada de ello, mientras tanto, Katherine ya planeaba su siguiente movimiento, para solo traer más dolor a todos.

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