Damon había visto saliendo a Katherine Di Santis de la oficina de Elena. Por supuesto, nada bueno podría esperarse de aquello, pues esa mujer que siempre se había pronunciado como la mejor amiga de Elena, la había traicionado de la peor manera casándose con el hombre que a ella la había lastimado.¿Acaso esos dos estaban cortados por la misma tijera? Suponía que era así, pues le parecía realmente nefasto que una persona actuara de manera tan mezquina y traicionera. Él lo había perdido todo por culpa de Daniel, y Elena había sido solo una víctima, nada más que un instrumento para los planes de su hermano.—Buenos días Karla, ¿puedes anunciarme con la patrona? Vengo religiosamente a cumplir mi primer día como el director de este bello hospital — se anunciaba Damon con su acostumbrado buen humor, sin embargo, aun sus pensamientos estaban enfocados en su hermano y la esposa de este.—Claro señor Salvatore, yo lo anuncio — respondía la secretaria sonriendo coquetamente.Devolviéndole la so
Eran las doce del mediodía, Daniel se había perfumado, se había puesto su mejor traje, y se había peinado como lo hacia antaño cuando era el fiel esposo de Elena Mikaelson. En aquella junta que con su padre y los socios de la cadena de hospitales había tenido, había sido terminante. El no estaba desempeñando un buen trabajo al frente de la compañía, y la incursión de aquel hospital del que Elena era dueña los había puesto en una mala posición; habían perdido clientes importantes, y los inversionistas comenzaban a inclinarse con el nuevo hospital que ofrecía nuevas tecnologías y métodos médicos mas recientes. Mirándose en el espero, se sintió como un hombre atractivo una vez más, y no como el ebrio descuidado y maltrecho que había sido desde que había dejado a la mujer que realmente amaba. Esa tarde la vería, volvería a ver a su amada Elena, pues se había concretado una junta con ella y su nuevo CEO, y su padre había armado una propuesta para comprarle a la mujer su hospital y que de
—No puedo creer tanto cinismo de parte Damon, ¿Qué es lo que estás haciendo aquí? Trabajando con esta…mujer —El padre de los hermanos Salvatore miraba con desprecio al mayor de sus hijos. Daniel tampoco podía creer que Damon estuviera trabajando con Elena.Damon, haciéndose el desentendido y con su carácter cínico y juguetón de siempre, miro con ironía a su progenitor y a su hermano menor.—Hay, ¿Por qué será verdad? No lo sé, supongo que ahora soy la escoria familiar y estoy desheredado de algo tengo que vivir, ya sabes padre, tengo un gato que mantener y ese gato puede que tenga gatitos, la familia crece, naturalmente tengo que tener un empleo para poder mantenerlo, si vieras a Michifus, el pobrecito tiene una pata coja…—¡Basta de tus tonterías y deja tus estúpidos juegos Damon! No hare negocios contigo presente — dijo el señor Salvatore interrumpiendo y enfurecido por los juegos de su hijo.Elena sonrió ante el desatinado comentario soltado por Damon y este le había guiñado un oj
—Siempre he amado a Damon, ¿Quién eres tú comparado con él? ¿Quién eres tu comparado con el hombre que tu hermano ha demostrado ser? — Daniel se revolcaba en la cama por causa de aquella pesadilla que estaba invadiendo sus sueños. —Elena me ama a mi Daniel ¿Qué acaso nunca lo notaste? Ella me ha preferido desde el principio porque soy mucho más hombre que tú, maldito alcohólico — El sudor frio perlaba su rostro. En aquella pesadilla, Daniel observaba como Damon comenzaba a desnudar a Elena, y como esta comenzaba a besarlo con una pasión desenfrenada que ni siquiera con él había sentido. —No, no, no, ¡Aléjate de ella! — Con aquel grito soltado al aire, Daniel despertaba de su pesadilla tan solo para encontrar la misma penumbra de siempre reinando en su habitación. Estaba completamente empapado en sudor, y apenas alcanzaba a entender que todo aquello no había sido más que un mal sueño que su mente traicionera le había hecho tener. Mirando hacia su costado, Daniel encontró a Kather
—Siempre me has gustado, desde el primer momento en que te vi, supe que tu eres para mí, pero me eres prohibida porque eres la esposa de mi hermano ——¿Lo que dices es verdad? Siempre te vi como algo más que solo mi cuñado, realmente cuando te conocí, sentí esa conexión especial como si te conociera de toda la vida, pero desvié mi mirada porque soy la esposa de tu hermano, esto no puede ser, aunque sintamos lo que sintamos, sabemos que nuestro amor está prohibido ——Huye conmigo, vámonos lejos de toda esta gente que jamás podría comprender lo nuestro, si tu sientes lo mismo que yo, bésame ahora y seré solo tuyo, bésame ahora y me tendrás para siempre —Elena miraba como aquella pareja se besaba apasionadamente. El bote de helado estaba casi vacío, y ella, se sentía tan sensible que aquella cursi escena la había hecho llorar.Sus hijos estaban ya durmiendo tranquilamente a su lado en aquella enorme cama que, aunque los pequeños tenían su propia habitación, compartían con ella casi cada
—En los hospitales Salvatore, garantizamos la vida de tus seres amados —Elena casi quería reír con aquel comercial que miraba dentro del noticiero matutino. Resultaba demasiado obvio que Daniel y su padre, estaban realmente desesperados por atraer a más personas ofreciendo beneficios descabellados viniendo de ellos.Recordaba los tiempos en que había sido la señora de Daniel Salvatore, y como este le llegaba a platicar sobre algunas de sus estrategias comerciales. Recapitulando, realmente en sus hospitales nunca buscaban dar algún beneficio a sus pacientes, si no que se aprovechaban de lo desesperados que estaban algunos de ellos.Mirando el comercial, Elena frunció el ceño; estaba segura de que aquello era tan solo una estrategia que pensaban en utilizar para conseguir clientes, pero después, volverían a sus elevados costos de siempre. Tomando su maletín, guardo algunas de sus cosas para irse a su trabajo. Ella no era una maldita insensible al sufrimiento de las personas, y aun cuan
El sonido de la alarma rezumbó en sus oídos esa mañana. Levantándose con pesades, tomaba su celular y apagaba aquel molesto sonido que lo había arrebatado de sus sueños. Caminando al baño, abría la regadera que dejaba salir el agua caliente; hacia solo un poco de frío, normal en los meses que anunciaban una próxima llegada del otoño.Los pensamientos de Damon, sin embargo, no se despegaban de Elena y sus hijos…los hijos de su hermano. ¿Ella había dado a luz sola? ¿Qué tan mal la había realmente pasado cargando en sus brazos a dos niños que alimentar? Aquellas preguntas que por su mente viajaban sin cesar, le hacían admirarla todavía más, y su oposición ante Daniel y su padre se había reafirmado mil veces más durante su noche meditando todo aquello.Sus ojos azules admiraban las nubes que se apreciaban fuera de la ventana de su baño, y cerrando la regadera, Damon salía envuelto en una toalla aun meditando todos esos pensamientos que le robaban la calma. Elena quería mantener a sus hijo
El canto de los pájaros esa mañana era realmente hermoso. A pesar de aquella ligeramente fría brisa, el cielo estaba despejado mostrando un hermoso cielo celeste con algunas nubes blancas que se hallaban dispersas. La emoción de un par de niños que desde temprano se hallaban despiertos, podía notarse en aquellas risitas juguetonas e inocentes que se escuchaban por toda la casa de Elena Mikaelson, y que llenaban de alegría el corazón de la mujer. Era fin de semana, y desde luego, aquel par de traviesos gemelos añoraban salir de paseo como hacían antaño a los parques; en esta nueva ciudad aún no lograban salir de paseo— Mami, mami, ¡Queremos ir al parque! —Gritaron al unisono los niños de cabellos negros y ojos azules, que hiperactivos brincoteaban por aqui y por allá. Elena se rió junto a ellos; era imposible no contagiarse de su alegría, y sintiéndose un poco más tranquila, después de varios meses de haber llegado a California, decidió sacar a pasear a sus pequeños.La feria del