Gracias por leer mi libro espero que me dejen comentarios
—¡El desayuno está listo! — grito Elena llamando a sus gemelos.Inmediatamente después, una serie de murmullos y refunfuños infantiles se dejaron escuchar en la planta alta de aquella casa, junto a pasitos apresurados que seguramente buscaban sus pantuflas. Elena reía de aquello y esperaba que pronto los pequeños bajaran a desayunar.A veces le parecía realmente increíble pensar en la realidad que estaba viviendo. Se había convertido en una doctora y empresaria exitosa, tenia a dos maravillosos hijos que complementaban todo su mundo y todo parecía marchar bien. Sin embargo, la sombra del rencor que aun sentía demasiado arraigado en su corazón, la hacia borrar a momentos aquella sonrisa que debiera de ser permanente.—Listo mamita, ya nos lavamos los dientes y sacudimos la cama ¿Hoy iremos a la nueva escuelita? — preguntaba su pequeña hija.Elena dio una pequeña risita al notar que su hija había intentado hacerse un moño por ella misma y este le había quedado completamente torcido.—Ad
Todas las miradas se amontaban para verla pasar en aquellos blancos pasillos. Enfermeros, doctores y personal diverso, no despegaban la vista de aquella hermosa mujer de cabellos castaños, que siempre lucia elegante y recta. Sus ojos eran simplemente impresionantes, agresivos en extremo y seductores al borde del infarto. Su cuerpo era hermoso, no se notaba que era la madre de dos pequeños, hacia soñar a los hombres, y quizás, a algunas mujeres tambien.Damon observaba como era prácticamente inevitable que la mayoría de las personas en ese hospital, mirasen con tanta atención cada enérgico paso que daba Elena Mikaelson. No era difícil darse cuenta de que Elena era una mujer hermosa, realmente lo era, sin embargo, le parecía interesante notar la admiración que la mayoría de esas personas parecían sentir por ella, y es que, francamente, Elena había demostrado ser una mujer realmente impresionante.Había vivido un infierno ella sola y, suponía, que con sus dos misteriosos hijos a cuestas.
El roció de la mañana besaba las rosas rojas en los jardines de aquella casa. Las aves cantaban hermosas melodías que a cualquiera podría alegrarles el corazón. El sol ya se había asomado con su brillo eterno sobre las colinas, y, sin embargo, Katherine sentía que su rabia y celos iban en aumento.Daniel, para variar, había amanecido con dolor de cabeza provocado por una nueva resaca; había pasado la noche entera bebiendo como si fuera un inmortal, y llorando por Elena una vez más. Aquello era una frustración tras otra y otra. Aquel matrimonio que tenia con el hombre que había deseado desde que lo conoció, se había transformado en un infierno muy diferente al cuento de hadas que había imaginado siempre. Todo era culpa de esa maldita, Elena seguía arruinando su vida a pesar de que había logrado quitarle al que fue su esposo.No era feliz. Eso no era ningún secreto, pero, aun así, no estaba dispuesta a renunciar a Daniel ni mucho menos a la vida cómoda y super lujosa que tenía desde que
Aquella tarde parecía ser igual a las demás. Elena hojeaba los múltiples pendientes que tenia el ser la dueña de un hospital tan grande. Sus pequeños hijos habían quedado a cargo de la niñera ya que esa vez no podría regresar temprano a su dulce hogar.Pensaba en Daniel, en la maravillosa vida que había tenido con el después de su cruel traición, sin embargo, aquello ya era solo el pasado, ellos jamás volverían a estar juntos, y ella no deseaba tampoco tener una nueva relación…después de haber amado de tal manera a ese hombre, estaba convencida de que no quería amar a nadie así de nuevo, no iba a salir lastimada una vez más.¿Amor? Era una tontería, una que la había llevado a sufrir demasiado, y de la que no quería volver a saber nada jamás, sin embargo, en medio de sus pensamientos el sonriente rostro lleno de cinismo de Damon Salvatore, se le presento inesperadamente. Había ciertos roces para nada sutiles entre ellos…y aquellos labios calientes no eran fáciles de olvidar. Negándose
Damon había visto saliendo a Katherine Di Santis de la oficina de Elena. Por supuesto, nada bueno podría esperarse de aquello, pues esa mujer que siempre se había pronunciado como la mejor amiga de Elena, la había traicionado de la peor manera casándose con el hombre que a ella la había lastimado.¿Acaso esos dos estaban cortados por la misma tijera? Suponía que era así, pues le parecía realmente nefasto que una persona actuara de manera tan mezquina y traicionera. Él lo había perdido todo por culpa de Daniel, y Elena había sido solo una víctima, nada más que un instrumento para los planes de su hermano.—Buenos días Karla, ¿puedes anunciarme con la patrona? Vengo religiosamente a cumplir mi primer día como el director de este bello hospital — se anunciaba Damon con su acostumbrado buen humor, sin embargo, aun sus pensamientos estaban enfocados en su hermano y la esposa de este.—Claro señor Salvatore, yo lo anuncio — respondía la secretaria sonriendo coquetamente.Devolviéndole la so
Eran las doce del mediodía, Daniel se había perfumado, se había puesto su mejor traje, y se había peinado como lo hacia antaño cuando era el fiel esposo de Elena Mikaelson. En aquella junta que con su padre y los socios de la cadena de hospitales había tenido, había sido terminante. El no estaba desempeñando un buen trabajo al frente de la compañía, y la incursión de aquel hospital del que Elena era dueña los había puesto en una mala posición; habían perdido clientes importantes, y los inversionistas comenzaban a inclinarse con el nuevo hospital que ofrecía nuevas tecnologías y métodos médicos mas recientes. Mirándose en el espero, se sintió como un hombre atractivo una vez más, y no como el ebrio descuidado y maltrecho que había sido desde que había dejado a la mujer que realmente amaba. Esa tarde la vería, volvería a ver a su amada Elena, pues se había concretado una junta con ella y su nuevo CEO, y su padre había armado una propuesta para comprarle a la mujer su hospital y que de
—No puedo creer tanto cinismo de parte Damon, ¿Qué es lo que estás haciendo aquí? Trabajando con esta…mujer —El padre de los hermanos Salvatore miraba con desprecio al mayor de sus hijos. Daniel tampoco podía creer que Damon estuviera trabajando con Elena.Damon, haciéndose el desentendido y con su carácter cínico y juguetón de siempre, miro con ironía a su progenitor y a su hermano menor.—Hay, ¿Por qué será verdad? No lo sé, supongo que ahora soy la escoria familiar y estoy desheredado de algo tengo que vivir, ya sabes padre, tengo un gato que mantener y ese gato puede que tenga gatitos, la familia crece, naturalmente tengo que tener un empleo para poder mantenerlo, si vieras a Michifus, el pobrecito tiene una pata coja…—¡Basta de tus tonterías y deja tus estúpidos juegos Damon! No hare negocios contigo presente — dijo el señor Salvatore interrumpiendo y enfurecido por los juegos de su hijo.Elena sonrió ante el desatinado comentario soltado por Damon y este le había guiñado un oj
—Siempre he amado a Damon, ¿Quién eres tú comparado con él? ¿Quién eres tu comparado con el hombre que tu hermano ha demostrado ser? — Daniel se revolcaba en la cama por causa de aquella pesadilla que estaba invadiendo sus sueños. —Elena me ama a mi Daniel ¿Qué acaso nunca lo notaste? Ella me ha preferido desde el principio porque soy mucho más hombre que tú, maldito alcohólico — El sudor frio perlaba su rostro. En aquella pesadilla, Daniel observaba como Damon comenzaba a desnudar a Elena, y como esta comenzaba a besarlo con una pasión desenfrenada que ni siquiera con él había sentido. —No, no, no, ¡Aléjate de ella! — Con aquel grito soltado al aire, Daniel despertaba de su pesadilla tan solo para encontrar la misma penumbra de siempre reinando en su habitación. Estaba completamente empapado en sudor, y apenas alcanzaba a entender que todo aquello no había sido más que un mal sueño que su mente traicionera le había hecho tener. Mirando hacia su costado, Daniel encontró a Kather