Donovan. —Eres un neandertal —ladra Antonia mientras subo sus manos con la cadena que aseguro que no se suelte —Y tú la perra que lame los pies de su dueño cuando lo pide.—Que sea lo que hacías con Phoenix no quiere decir que también sea mi caso —devuelve Sofía. —Lo valiente se te quitara cuando mi gente dé conmigo —se vanagloria —¿Cuánto crees que tarde mi gente en dar con la forma en que me sacaron del edificio, hacer un seguimiento por cámaras de seguridad y dar con mi paradero? ¿Treinta minutos a partir de ahora?—Tenemos treinta minutos, Val. Valkyria —corrijo—,veintinueve. Una sonrisa surca su rostro. Ella sabe lo que sigue, tomando las tijeras que detalla haciendo que Antonia se sacuda.—¿Dónde está Ronald? —pregunto primero. —En el cementerio —se burla.—Creo que esa información puedo obtenerla de alguien más y no perder el tiempo con alguien que fue la menos tomada en cuenta de los planes de Ronald —agarro mi móvil. Marco el número que en dos segundos contestan —Dame la
Sofía. Mi corazón late desbocado. Mi piel se siente congelada y mis vellos se erizan con percibir los pasos que me siguen a poca distancia. Su sola fragancia me reitera que no debo estar aquí. Él no me cree. No sé ni para qué demonios quiere hacer esto. Debería olvidarme del trato, porque el pasado no le interesa para perdonar, lo hace sólo para estudiarme y soy tan idiota que le doy gusto. Pero también es algo que me ahoga. Necesito sacarlo, aún con el tipo más insensible que he conocido. Tal vez eso haga que no me sienta tan débil y me obligue a fingir que no tengo grietas. Solo sé que nada tiene arreglo. No puede cambiarse el pasado, mucho menos controlarlo.En cambio, me meto a la boca del lobo esta noche. Por mis propios pies entro a la casa de Donovan, el cual dirige esta vez para que lo siga, mientras sus hombres se aseguran de que no escape.No son rival para mí, debe saberlo, pero considerándolo me pone a prueba con ello también. Ahí está la cuestión, puedo escapar y no l
Sofía Siento que estoy girando sobre las nubes, intento abrir los ojos y no puedo por el golpe de claridad que me hace cerrarlos de nuevo. Tengo sed, un poco de frío y el aroma masculino solo me seca aún más la garganta. Me cubro la cara para despegar los párpados de esa manera y acostumbrarme a la luz poco a poco. Pero su pesadez produce una tortura al hacerlo aún así. La cabeza me va a explotar. Veo el techo y descubro la estructura oscura sobre este, entendiendo al instante dónde estoy. Los recuerdos llegan y los evado, eso siempre me ha funcionado y hoy no será la excepción. Un relámpago me hace dar un respingo cuándo resuena por todos lados. Una tormenta resuena afuera, la cuál no es diferente a lo que tengo en mi cabeza. —Esperaba que fuera más tardía tu despertar —la voz de Donovan me sobresalta. Llevo la mano a mi pecho y lo acribillo al verlo sentado en un sillón cerca de la ventana. Parece un fantasma el desgraciado. —Siete horas, treinta y ocho minutos inconsci
Donovan. Las curvas las delineo inevitablemente, recordando lo bien que se siente hacerlo de otra manera. Sofía no tiene un cuerpo diminuto, para mí es tan malditamente perfecta en su físico que volver a tocarla así me genera ganas de cortarme las manos cuándo no se detienen. Sus caderas anchas destacan mucho más ahora. Tiene un cambio que estoy seguro que no se esforzó en conseguir, porque no lo necesita. Tiene un tipo de cuerpo muy bien proporcionado, además de contar con una cintura muy marcada. Mantiene armonía en todo su físico, además de contar con piernas fuertes y moldeadas que alguna vez recorrí centímetro a centímetro. Un trasero que puede ser la perdición al tenerlo tan cerca. Es el tipo de mujer que si te dejas seducir acaba contigo sin mucho esfuerzo. Lo ha hecho antes, lo hizo conmigo, idiotizó al polla chica para tener la necesidad de siempre verla. —¿De dónde salió tu valentía? —me burlo. —En verdad eres un poco tonta si crees que puedes hacer algo conmigo.
Donovan. Lava me corre por las venas, fuego es lanzando sobre los dos y es lo que siempre me ha definido, lo cual le ha gustado provocar a su antojo, como ahora que baja por mi pecho agitado hasta bajar la bragueta con urgencia, sacando la longitud que le pone a brillar los ojos. Jamás se ha contenido y verla mucho más ansiosa por mí sólo me ensordece más. Ella detalla lo que ve con una risa perversa.El piercing está en su puesto y le gusta. Siempre le gustó. Era él objeto de su delirio y ahora tampoco eso ha cambiado. —¿Añoranza es lo que veo? —cuestiono al verla tan inmersa. Solo sonríe lamiendo el glande poniéndome a temblar malditamente. Da un segundo lameton antes de salivar, moviendo las manos alrededor de este para darme el placer que me quita la respiración antes de engullir todo, de golpe, sin detenerse un segundo. ¡Santo cielo! Ardo. Estoy por estallar por la hija de puta que se traga toda mi longitud sabiendo que no podré contenerme por mucho. Lo hace tan bien que to
"—Mi señor, ¿Acepta a Sofía Castel como su esposa? —pregunta el tipo de esmoquin frente a mí— ¿Promete ser su fiel compañero, en la abundancia y la escasez, acompañarla en la tristeza y la felicidad, ser su más grande fortaleza y permitir que sea la suya por el resto de sus días? —Sí no aceptara no estuviera aquí —digo sin soltar la mano de la mujer de ojos grises que sonríe totalmente emocionada. Su corona de flores le suma belleza, su mirada infunde más esa presión en mi pecho y con mi respuesta dejo claro que será mía en cada aspecto de su vida. —Sofía Castel, ¿Acepta a Donovan Archivald Hunt Valentine, como su esposo? —ella se ríe, mientras quiero matar al tipo por decir ese nombre con el que se enreda él mismo. —Promete ser su fiel compañera, en la abundancia y en la escasez, en la tristeza y en la felicidad, ser su más grande fortaleza y permitir que sea la suya por el resto de sus días? —Por supuesto, sí acepto —responde, mientras la cuchilla se desliza entre su mano y la
Sofía—¿Donde...—Préstame ropa —digo entrando al apartamento de Elisa. —¿Cómo está el pequeño?—Dormido. Aprendí a comunicarme con él para saber que quiere comer, pero eso es un tema aparte. Debes explicarme qué es lo que te pasó —me repara de arriba abajo. Tengo el cabello desordenado. El maquillaje corrido y el pantalón roto de la pretina y el cierre. Ese imbécil me dejó como una callejera. —Das la apariencia de una mujer recién... ¡No me digas que te fuiste a follar! —se exalta y le indico que baje la voz. —Sofía ¡¿Te fuiste a follar?! Se cubre la boca tirando de mi mano para llevarme con ella hasta el mueble donde nos sienta.—Estuve preocupada toda la noche. No dejé dormir a Bruno porque creí que te había pasado algo— me revisa. —Estoy bien. Tuve un percance —explico con tranquilidad. —Ese percance se llama sexo animal, mira como vienes— me arrastrados con ella. Amarro mi cabello y me aseguro que el roto no se note en mi pantalón..—Cuéntamelo todo.—No me fui a follar. Fui
Sofía Subo el cierre de la chaqueta por completo, cubro los manos y me aseguro de que no quede ni un centímetro de piel a la vista cuando bajo del vehículo. Rodeo para bajar a Kilian, quien se sostiene de mis dedos para caminar a la puerta. Reprimo los quejidos de dolor al caminar. Soy buena con la resistencia y más cuándo de esconder algunas cosas se trata. El exceso de movilidad dentro de la casa es extraño, demasiado, pero cuento con mis tácticas de convencimiento para controlar tiempo y espacio a mi antojo. Sin bajar la cabeza o demostrar un poco de temor llego a la sala, en donde Dylan camina a grandes pasos hasta mi sitio. Me arrebata al pequeño y sostiene mi muñeca con rabia desmedida, entregándole el pequeño a una de las mujeres de servicio que lo trata más suave. —¡¿Se puede saber en dónde demonios estabas?! —su mano se cierra en mi cuello y sólo sonrío. —Buenos días para tí también. Desde esta mañana he pensado mucho en tí —le lanzo un beso y enfurece más. —Si