Donovan. Intento derribar a Crackstone, pero alguien me alcanza de los hombros haciendo que la bala se vaya desviada. De una patada me lo quito de encima, saco el arma y este impide que le dispare al venirse sobre mí, estampando mi espalda contra la pared.Atrapo su pierna al querer impactarla en mi cara, tirándolo al piso en el cual le reviento la cabeza a punta de puños. Alguien dispara y para cuándo veo de dónde salió, vienen más por ese pasillo, le arrebato el arma al tipo que tengo en el piso derribando a dos de ellos, lanzándome luego por el rifle a tiempo que escucho como abajo también hay un alboroto.Los proyectiles golpean el muro a mi lado, veo como una granada de humo es usada en mi contra y la pateo rápido, aunque la presión al respirar ya se siente. Me cubro la nariz, levanto la vista recibiendo a los dos sujetos que me quieren aprisionar, cayendo desde esa altura con los dos idiotas que uso como amortización para no romperme la cabeza al caer directamente al mármol. A
Donovan. —Eres un neandertal —ladra Antonia mientras subo sus manos con la cadena que aseguro que no se suelte —Y tú la perra que lame los pies de su dueño cuando lo pide.—Que sea lo que hacías con Phoenix no quiere decir que también sea mi caso —devuelve Sofía. —Lo valiente se te quitara cuando mi gente dé conmigo —se vanagloria —¿Cuánto crees que tarde mi gente en dar con la forma en que me sacaron del edificio, hacer un seguimiento por cámaras de seguridad y dar con mi paradero? ¿Treinta minutos a partir de ahora?—Tenemos treinta minutos, Val. Valkyria —corrijo—,veintinueve. Una sonrisa surca su rostro. Ella sabe lo que sigue, tomando las tijeras que detalla haciendo que Antonia se sacuda.—¿Dónde está Ronald? —pregunto primero. —En el cementerio —se burla.—Creo que esa información puedo obtenerla de alguien más y no perder el tiempo con alguien que fue la menos tomada en cuenta de los planes de Ronald —agarro mi móvil. Marco el número que en dos segundos contestan —Dame la
Sofía. Mi corazón late desbocado. Mi piel se siente congelada y mis vellos se erizan con percibir los pasos que me siguen a poca distancia. Su sola fragancia me reitera que no debo estar aquí. Él no me cree. No sé ni para qué demonios quiere hacer esto. Debería olvidarme del trato, porque el pasado no le interesa para perdonar, lo hace sólo para estudiarme y soy tan idiota que le doy gusto. Pero también es algo que me ahoga. Necesito sacarlo, aún con el tipo más insensible que he conocido. Tal vez eso haga que no me sienta tan débil y me obligue a fingir que no tengo grietas. Solo sé que nada tiene arreglo. No puede cambiarse el pasado, mucho menos controlarlo.En cambio, me meto a la boca del lobo esta noche. Por mis propios pies entro a la casa de Donovan, el cual dirige esta vez para que lo siga, mientras sus hombres se aseguran de que no escape.No son rival para mí, debe saberlo, pero considerándolo me pone a prueba con ello también. Ahí está la cuestión, puedo escapar y no l
Sofía Siento que estoy girando sobre las nubes, intento abrir los ojos y no puedo por el golpe de claridad que me hace cerrarlos de nuevo. Tengo sed, un poco de frío y el aroma masculino solo me seca aún más la garganta. Me cubro la cara para despegar los párpados de esa manera y acostumbrarme a la luz poco a poco. Pero su pesadez produce una tortura al hacerlo aún así. La cabeza me va a explotar. Veo el techo y descubro la estructura oscura sobre este, entendiendo al instante dónde estoy. Los recuerdos llegan y los evado, eso siempre me ha funcionado y hoy no será la excepción. Un relámpago me hace dar un respingo cuándo resuena por todos lados. Una tormenta resuena afuera, la cuál no es diferente a lo que tengo en mi cabeza. —Esperaba que fuera más tardía tu despertar —la voz de Donovan me sobresalta. Llevo la mano a mi pecho y lo acribillo al verlo sentado en un sillón cerca de la ventana. Parece un fantasma el desgraciado. —Siete horas, treinta y ocho minutos inconsci
Donovan.Las curvas las delineo inevitablemente, recordando lo bien que se siente hacerlo de otra manera. Sofía no tiene un cuerpo diminuto, para mó es tan malditamente perfecta en su físico que volver a tocarla así me genera ganas de cortarme las manos cuándo no se detienen. Sus caderas anchas destacan mucho más ahora. Tiene un cambio que estoy seguro que no se esforzó en conseguir, porque no lo necesita. Tiene un tipo de cuerpo muy bien proporcionado, además de contar con una cintura muy marcada. Mantiene armonía en todo su físico, además de contar con piernas fuertes y moldeadas que alguna vez recorrí centímetro a centímetro. Un trasero que puede ser la perdición al tenerlo tan cerca.Es el tipo de mujer que si te dejas seducir acaba contigo sin mucho esfuerzo. Lo ha hecho antes, lo hizo conmigo, idiotizó al polla chica para tener la necesidad de siempre verla.—¿De dónde salió tu valentía? —me burlo. —En verdad eres un poco tonta si crees que puedes hacer algo conmigo. El encan
Donovan. Lava me corre por las venas, fuego es lanzando sobre los dos y es lo que siempre me ha definido, lo cual le ha gustado provocar a su antojo, como ahora que baja por mi pecho agitado hasta bajar la bragueta con urgencia, sacando la longitud que le pone a brillar los ojos. Jamás se ha contenido y verla mucho más ansiosa por mí sólo me ensordece más. Ella detalla lo que ve con una risa perversa.El piercing está en su puesto y le gusta. Siempre le gustó. Era él objeto de su delirio y ahora tampoco eso ha cambiado. —¿Añoranza es lo que veo? —cuestiono al verla tan inmersa. Solo sonríe lamiendo el glande poniéndome a temblar malditamente. Da un segundo lameton antes de salivar, moviendo las manos alrededor de este para darme el placer que me quita la respiración antes de engullir todo, de golpe, sin detenerse un segundo. ¡Santo cielo! Ardo. Estoy por estallar por la hija de puta que se traga toda mi longitud sabiendo que no podré contenerme por mucho. Lo hace tan bien que to
Sofía Castel. “¿Qué voy a hacer?”La pregunta se repite en mi cabeza una y otra vez mientras conduzco. Con cada palabra del médico, las opciones se multiplican.Pensé que la prueba estaba defectuosa, pero los análisis no mienten. Lo confirman en lugar de descartar.Donovan no quiere hijos. Lo ha dicho muchas veces. Al menos no ahora, por eso nos hemos cuidado… excepto esa vez.¡Por Dios! ¿Qué voy a hacer?Sus palabras calcinan mi mente con cada metro recorrido. A medida que pasan los segundos, lo siento más mío. Descubro ese deseo de conocerlo y, solo de imaginar que tiene sus ojos o los míos, lo quiero ver.Aún recuerdo el día en que lo conocí en aquella cafetería. Nuestro primer encuentro me hizo pensar que siempre odiaría a la arrogancia personificada que tenía frente a mí. Sin embargo, bastaron solo un par de meses para que esas miradas, tan características de él, despertaran en mí el deseo de descubrir qué secretos ocultaba su silencio.Donovan Hunt, conocido como el Dragón. Un
Sofía Castel. Al bajar los escalones, Phoenix sostiene una taza con café entre las manos, cambia el gesto tenso en cuánto me ve. —¿No es tarde para que salgas? —pregunta mirando su reloj.—Elisa quiere que pase la noche con ella. Hace mucho no voy. —miento.—Pues dile a Elisa también puede ingresar a esta casa. No sólo en la suya se pueden quedar—, deja la taza sobre una mesita. —Si tienes unos minutos quiero que hablemos sobre algo.—¿Ahora? —se me está yendo el tiempo.—Puede ser mañana, si tienes prisa. —comprende. Me da un beso en la frente y pasa de largo. Es un manipulador que sabe cómo actuar para crear culpa en alguien y que haga lo que quiere. —¿De qué se trata? —lo alcanzó en la puerta. Mira arriba de las escaleras y sonríe entrando conmigo. —Tengo diez minutos.Se sienta atrás de su escritorio, sacando un folder negro que abre.—Tienes veintidós años. Sabes cómo llegaste a esta casa. —se refiere a mi adopción. —Sin embargo; debes comprender que has sido una Castel desde