Capítulo 34.

Donovan.

Lava me corre por las venas, fuego es lanzando sobre los dos y es lo que siempre me ha definido, lo cual le ha gustado provocar a su antojo, como ahora que baja por mi pecho agitado hasta bajar la bragueta con urgencia, sacando la longitud que le pone a brillar los ojos.

Jamás se ha contenido y verla mucho más ansiosa por mí sólo me ensordece más. Ella detalla lo que ve con una risa perversa.

El piercing está en su puesto y le gusta. Siempre le gustó. Era él objeto de su delirio y ahora tampoco eso ha cambiado.

—¿Añoranza es lo que veo? —cuestiono al verla tan inmersa.

Solo sonríe lamiendo el glande poniéndome a temblar malditamente. Da un segundo lameton antes de salivar, moviendo las manos alrededor de este para darme el placer que me quita la respiración antes de engullir todo, de golpe, sin detenerse un segundo.

¡Santo cielo!

Ardo. Estoy por estallar por la hija de puta que se traga toda mi longitud sabiendo que no podré contenerme por mucho. Lo hace tan bien que to
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