Al llegar a casa Hazel no dejaba de mirar a su hermano. Alexander había cambiado mucho, era más alto, musculoso, su cabello negro le parecía mucho más brilloso y sus ojos grises hipnotizaban más que antes. Sin darse cuenta, la jovencita comenzó a preguntarse cuántas novias había tenido en su estadía en Massachusetts, no dudaba de que fuesen muchas, puesto que su hermano era realmente apuesto.
—Y entonces? ¿Qué conversación era esa que teníamos pendiente?—preguntó la chica acercándose.Su hermano estaba concentrado en desempacar sus cosas, mientras Hazel no dejaba de mirarlo con aquella curiosidad innata desbordándose. En realidad quería hacerle otro tipo de preguntas como, por ejemplo: ¿Y tuviste muchas novias? ¿Ya soy tía acaso? Sin embargo, la jovencita no se atrevía.—¿Por qué nunca estabas en casa cuando llamaba?—preguntó serio Alexander, girándose.El peso de aquellos ojos grises tan inquisidores, hizo que la chica contuviera el aliento.—Eh, yo no…—Sí, tú nunca estabas—completo él la frase, aunque claramente aquellas no eran las palabras que su hermanita iba a decir—. Prometí siempre llamarte y lo cumpli, pero tú, ¿qué hacías en ese tiempo? ¿Olvidarte de tu hermano acaso?-¡No! Las cosas no son así, yo...Hazel se dio cuenta de que no tenía una verdadera excusa, lo cierto era que esos años habían pasado tan rápidos y ya ni siquiera recordaba qué era lo que había estado haciendo en ese tiempo separados.—Yo siempre pregunto por ti, le pedí a papá fotografías tuyas y te mire por mucho tiempo a través de una pantalla anhelando estar aquí, junto a ti. Pero tuve que conformarme con eso, con escuchar tu voz aunque ni siquiera eso pude hacer en los últimos años, ¿y sabes por qué? Porque tú, ingrata hermana, me habías olvidado.—Lo siento—se disculpó la chica con los ojos llorosos.—Está bien, supongo que es parte de crecer y tú, Hazel, has crecido demasiado.—Tú también estás más alto, pensé que finalmente te alcanzaría, pero sigo siendo enana en comparación.—Los enanos no crecen, ya te lo había dicho—dijo Alexander pellizcando un poco su nariz.—Auch—se quejó su hermanita.—Ve a dormir, Hazel, es tarde.Los ojos grises de su hermano se posaron fijos en ella y, aunque su petición era clara, podría intuir que en realidad aquello no era lo que quería. Así que a la chica se le ocurrió una idea…—¿Y si me dejas dormir esta noche contigo?Alexander abrió los ojos desmesuradamente.—No creo que esa sea una buena idea.—¿Por qué no?—Porque ya te lo he dicho antes, has crecido mucho, Hazel.—No tanto, anda, quiero recordar las noches en que dormíamos juntos, cuando era pequeña y tú me abrazabas. Por favor, no me prives de mi hermano ahora que finalmente lo tengo nuevamente conmigo—suplicó la chica.De esa manera, los dos procedieron a acostarse juntos. Alexander tenía la sensación de que eso no estaba bien, pero Hazel había insistido tanto que no le había dejado más alternativa. La realidad era que él también quería dormir a su lado, sentir su pequeño cuerpo cerca del suyo, la suavidad de su piel y el exquisito aroma que emanaba de cada poro de la misma.Hazel, por su parte, quería cada vez más arrimarse al cuerpo de su hermano, era cálido, reconfortante, se sentía tranquila, protegida, como siempre le había gustado sentirse en el pasado. ¿Cómo era que había podido dormir tantas noches sin estar a su lado? Le parecía insólito, haberse privado de esa sensación de plenitud que nuevamente experimentaba con tanta alegría.Los minutos pasaron y los dos se quedaron dormidos. Alexander se sentía verdaderamente cansado por el viaje y Hazel se sentía extremadamente cómoda como para permanecer un segundo más despierta. En su sosiego, fueron arrimándose cada vez más al otro, hasta que no hubo espacio entre ellos, estaban tan cerca, tan unidos…La mano de Alexander sin ser muy consciente de lo que hacía comenzó a desplazarse por el cuerpo de su hermanita, descubriendo curvas que antes no existían. La respiración del hombre empezó a acelerarse, mientras sentía que algo se despertaba en su interior, de hecho, algo había despertado hacía mucho tiempo y no se había percatado ni siquiera, pero Hazel sí lo sintió en sus sueños.Él la abrazaba por la espalda, mientras que algo presionaba fuertemente entre sus nalgas. La chica no sabía qué era, pero se sentía bien, exquisito… Alexander siguió arrimándose más, mientras la rozaba con mayor vigor y Hazel abrió sus labios soltando tenues sonidos, sonidos que comenzaban a llenar el silencio de la habitación, hasta que los ojos grises de Alexander se abrieron de imprevisto…El hombre salió de un salto de la cama, al darse cuenta de que la persona a la que había estado toqueteando en sueños era nada más, ni nada menos que su hermanita. Hazel también se despertó ante el súbito salto y con ojos adormilados se giró a ver a su hermano.—Despertaste—susurro con una sonrisa.—Debes irte—la voz de Alexander salió fría.Hazel no entendía qué había pasado, ¿Por qué la miraba de esa manera? ¿Qué había hecho de malo?—Pero…—¡Vete, Hazel!— ¿Qué pasa? ¿Acaso te incomodé?«¿Incomodarlo?» Alejandro negó. Hazel había hecho mucho más que eso. Gracias a su brillante idea, ahora se sentía como un enfermo.El hombre miró sus manos, sintiendo repulsión de sí mismo. Él la había tocado, había tocado su inocente cuerpo buscando...—¡Vete!—ordenó de pronto con el ceño fruncido.Ya no le importaba no haberla visto por tanto tiempo, sentía que en ese mismo instante la distancia era lo mejor. Quería borrar de su mente lo que estuvo a punto de hacer hacía apenas unos minutos.Hazel no pudo contenerse más y una lágrima silenciosa se deslizó por su mejilla. La jovencita rápidamente bajó la mirada y salió corriendo muy lejos de aquella habitación.Al llegar a su recámara, la chica se permitió llorar a sus anchas. «¿Por qué la trataba así? ¿Era acaso bipolar?» Ella no lo entendía, pero hubo algo que despertó su curiosidad.La joven se dirigió al baño y llevó su mano a aquella área, su área íntima estaba humedecida, cosa que no le había pasado nunca antes. Hazel también sintió un calor emanando de allí, lo cual la hizo poner su pulgar en el medio y presionar un poco, aquello se sintió bien y siguió repitiéndolo.En el proceso sus lágrimas se fueron secando, pero existía cierto pesar de por el actuar de su hermano, sentía que ya nada volvería a ser igual... Los años le habían arrebatado para siempre a su adorado hermano...Alexander no logró comprender qué era lo que había sucedido. Recordaba haber cerrado los ojos y haberse entregado a un sueño que se acercaba apacible. La compañía de Hazel le había brindado cierta tranquilidad la cual tenía años sin sentir. Luego, minutos más tardes o tal vez horas, se había despertado con la sensación de estar en otro lugar, con una persona diferente o quizás con ella misma, pero en una situación demasiado calurosa. «¿Se había tratado de un sueño?» se preguntó. Minutos después la respuesta llegó nítida a su mente: sí. No podía existir otra explicación más que esa, había sido un sueño el culpable del súbito aumento en su libido. Su hermanita no tenía nada que ver. Alexander decidió que debía disculparse, así que, cuando el sol salió se dirigió rápidamente a su habitación. Al llegar frente a la recámara de su hermanita se quedó de pie un instante contemplando la puerta amaderada con cierto aire de nostalgia, los dibujos que Hazel antes pegaba le llegaron de imprevi
—Y entonces, Hazel, ¿de qué se trata?—había preguntado Mia a su amiga con bastante curiosidad. Luego de la llamada de Hazel, las chicas habían acordado verse en una cafetería cercana. Las tres jóvenes estaban a punto de mantener una conversación muy importante… —Es sobre Hermann—confesó la castaña. —¡Oh!—se sorprendieron ambas amigas. Emma y Mia sabían que las cosas no andaban muy bien entre la parejita. —Creo que es el momento de… —De…? —Ya sabes, de dar el paso, hacer cositas, eso… —¿Estás segura, Hazel?—preguntó su amiga Emma, quien tenía mayor conocimiento sobre su caso. Emma había sido la primera en descubrir la infidelidad de Hermann. Un día la chica iba en el auto de su padre rumbo a un famoso restaurante que acababa de abrir a las afueras de la ciudad, en ese momento, sin siquiera imaginarlo se encontró con Hermann. El muchacho iba de la mano de una hermosa chica de cabellera rubia y unos espectaculares ojos azules. Los dos parecían bastante confraternizados, por l
Hazel había preparado un bolso lleno de ropa. Luego de que sus padres le quitarán todo acceso a la comunicación, la chica no había dudado en escaparse. —¡No te reconozco, Hazel!—había dicho su madre bastante triste con su nueva actitud. —Lo siento, mamá, pero ustedes no lo entienden. ¡Yo amo a Hermann! —Pero ese muchacho no te ama a ti, ¿no has visto que ni siquiera ha venido a la casa para dar la cara?—cuestionó Amelia, dolida. Su hija estaba tan ciega de amor que no se daba cuenta de las claras señales de desinterés que demostraba aquel muchacho. Hazel no la escucho y siguió pensando que el mundo estaba en su contra, hasta que un día su hermano la encaro: —Escapándote lo único que conseguirás será perjudicarlo. ¿No dices que lo amas, Hazel?—preguntó Alexander sintiendo el chispazo de la rabia invadirlo—. Pues si dices amarlo, lo mejor sería que dejaras las cosas por la paz. Porque si no, nuestra familia no dudara en denunciarlo. Dime, ¿lo quieres ver en la cárcel? La castaña n
«Vayamos al cine» Hazel había recibido aquel mensaje por parte de su nuevo amigo. Mario era español, tenía un acento bastante cautivador y aparentaba ser un buen chico. Su cabello castaño y sus ojos verdes, hacían un contraste irresistible que la tenían mirando corazones por todas partes. Era un joven muy guapo sin duda. «Claro» respondió. «Pasaré a recogerte en un rato, ¿te parece bien?» «¡Estupendo!» La castaña se mordió el labio, emocionada. No solamente era un chico apuesto, sino que además tenía una muy buena posición económica. Hazel se colocó una minifalda y un crochet a juego. Se miró al espejo sintiéndose bonita y ondulo un poco más su pelo. Hacía tiempo que no sentía tantas expectativas, era como si una bandada de mariposas se hubieran despertado en su estómago, pero había algo más, también estaba la felicidad de saber que posiblemente su hermano lo vería esa tarde y se moriría de rabia al hacerlo… — Me la pagarás—murmuró la jovencita dedicando una mirada decidida al e
James al enterarse de lo sucedido, no estuvo de acuerdo con el actuar de su hijo. —¿Qué te sucede, Alexander? ¡Es inaceptable que actúes de esa forma!—Tú no lo viste, padre. Ese canalla le estaba faltando el respeto al frente de nuestra casa. —Indiferentemente, Alexander. Debes de comprender también que Hazel ha crecido. Si no es ese llegara otro, pero está en esa etapa de su vida, donde le lloverán los noviecitos. —¿Y eso te parece bien?—No, pero debo soportarlo. Solo te pido que seas más tolerable con ella, por favor. —Sandeces—dijo el hombre enfurecido. Desde ese día, la muchacha no había vuelto a ver a su hermano y ya pasaban alrededor de tres semanas desde el incidente. Alexander de alguna forma se las ingeniaba para no dejarse ver por ella, a pesar de que vivían bajo el mismo techo. Su hermano pasaba la mayor parte del día en la oficina, haciendo quién sabe qué cosas. Y cuando regresaba era muy entrada la noche, para irse al día siguiente sin que el sol saliera. De alg
A pesar de luchar fervientemente contra esas facciones que querían mostrarse insistentemente en su mente, no había podido conseguirlo. Marta se había quedado a dormir esa noche, pero ni siquiera su compañía había generado un buen efecto. —Soy encargada en una galería—había dicho ella la noche anterior. A Alexander esa información no le importó mucho, solamente estaba en busca de alguien para pasar el rato y, con suerte, olvidar ciertos conflictos. ¿Era Hazel un conflicto? Definitivamente, parecía ser un conflicto interno bastante problemático. —Buenos días. Marta se desperezó y le regaló una brillante sonrisa. El hombre no dudó que la mujer fuese muy bonita, su cabello castaño caía como una pequeña cascada que adornaba las curvas de su rostro brindándole una apariencia sutilmente seductora. —Buenos días—contestó él procediendo a levantarse—. ¿Qué te apetece comer de desayuno? La chica hizo un gesto pensativo para luego negar sonriendo. —No sé, supongo que cualquier cosa que haga
Eran sus fotos, efectivamente, eran sus fotos… ¡¿Pero cómo?! Hazel se encontraba en estado de shock, siempre pensó que Mario era un canalla, pero no lo imaginaba a tal nivel. —Hazel, ¿te encuentras bien? Su amiga Emma acababa de hablarle, sin embargo, ella no lograba salir de su estupor. Las murmuraciones a su alrededor comenzaron a ser más audibles, las miradas insistentes de sus compañeros no hacían otra cosa que ocasionar que su cabeza diese vueltas. ¿Por qué? ¿Por qué le pasaba esto a ella? —Señorita Miller—la voz de una profesora se alzó entre el murmullo de voces—, por favor, acompáñeme—solicito la mujer y ya podía hacerse una idea del motivo de su solicitud. Hazel tomó una fuerte bocanada de aire antes de ponerse de pie, al hacerlo noto de inmediato que sus piernas temblaban. La chica dio un paso seguido de otro y, sucesivamente, fue avanzando hasta llegar a la oficina de dirección. En aquel lugar se detuvo por unos segundos, no sabía que le esperaba detrás de esa puerta, p
Efectivamente, Alexander se encontraba furioso por todo lo sucedido. Exponer a su hermanita de esa forma tan vil era algo imperdonable, así que Mario descubriría las consecuencias de sus actos por sus propias manos. —No lo dejes huir—dijo James al notar cómo el muchacho intentaba zafarse del agarre de su hijo. —Te creíste muy valiente por publicar esas fotos, ¿no?—preguntó Alexander completamente fuera de sí. —Ella se lo buscó—fue lo único que pudo alegar a su favor el chico. —¿Cómo dices?Mario cayó al suelo al recibir un puñetazo directo en el rostro. Aquello era simplemente insólito, ¿cómo se atrevía a insinuar que Hazel era la culpable de dicha situación? —Pienso denunciarte, mocoso de papi y mami. James también sintió la cólera fluir por su sistema al escuchar aquellas palabras tan cobardes. —¡Pues no pueden hacerme nada, porque no tienen ninguna prueba que pueda incriminarme! Aun desde el suelo, Mario no dejaba de demostrar su naturaleza podrida. —¿Quién dice que no las