—Y entonces, Hazel, ¿de qué se trata?—había preguntado Mia a su amiga con bastante curiosidad. Luego de la llamada de Hazel, las chicas habían acordado verse en una cafetería cercana. Las tres jóvenes estaban a punto de mantener una conversación muy importante… —Es sobre Hermann—confesó la castaña. —¡Oh!—se sorprendieron ambas amigas. Emma y Mia sabían que las cosas no andaban muy bien entre la parejita. —Creo que es el momento de… —De…? —Ya sabes, de dar el paso, hacer cositas, eso… —¿Estás segura, Hazel?—preguntó su amiga Emma, quien tenía mayor conocimiento sobre su caso. Emma había sido la primera en descubrir la infidelidad de Hermann. Un día la chica iba en el auto de su padre rumbo a un famoso restaurante que acababa de abrir a las afueras de la ciudad, en ese momento, sin siquiera imaginarlo se encontró con Hermann. El muchacho iba de la mano de una hermosa chica de cabellera rubia y unos espectaculares ojos azules. Los dos parecían bastante confraternizados, por l
Hazel había preparado un bolso lleno de ropa. Luego de que sus padres le quitarán todo acceso a la comunicación, la chica no había dudado en escaparse. —¡No te reconozco, Hazel!—había dicho su madre bastante triste con su nueva actitud. —Lo siento, mamá, pero ustedes no lo entienden. ¡Yo amo a Hermann! —Pero ese muchacho no te ama a ti, ¿no has visto que ni siquiera ha venido a la casa para dar la cara?—cuestionó Amelia, dolida. Su hija estaba tan ciega de amor que no se daba cuenta de las claras señales de desinterés que demostraba aquel muchacho. Hazel no la escucho y siguió pensando que el mundo estaba en su contra, hasta que un día su hermano la encaro: —Escapándote lo único que conseguirás será perjudicarlo. ¿No dices que lo amas, Hazel?—preguntó Alexander sintiendo el chispazo de la rabia invadirlo—. Pues si dices amarlo, lo mejor sería que dejaras las cosas por la paz. Porque si no, nuestra familia no dudara en denunciarlo. Dime, ¿lo quieres ver en la cárcel? La castaña n
«Vayamos al cine» Hazel había recibido aquel mensaje por parte de su nuevo amigo. Mario era español, tenía un acento bastante cautivador y aparentaba ser un buen chico. Su cabello castaño y sus ojos verdes, hacían un contraste irresistible que la tenían mirando corazones por todas partes. Era un joven muy guapo sin duda. «Claro» respondió. «Pasaré a recogerte en un rato, ¿te parece bien?» «¡Estupendo!» La castaña se mordió el labio, emocionada. No solamente era un chico apuesto, sino que además tenía una muy buena posición económica. Hazel se colocó una minifalda y un crochet a juego. Se miró al espejo sintiéndose bonita y ondulo un poco más su pelo. Hacía tiempo que no sentía tantas expectativas, era como si una bandada de mariposas se hubieran despertado en su estómago, pero había algo más, también estaba la felicidad de saber que posiblemente su hermano lo vería esa tarde y se moriría de rabia al hacerlo… — Me la pagarás—murmuró la jovencita dedicando una mirada decidida al e
James al enterarse de lo sucedido, no estuvo de acuerdo con el actuar de su hijo. —¿Qué te sucede, Alexander? ¡Es inaceptable que actúes de esa forma!—Tú no lo viste, padre. Ese canalla le estaba faltando el respeto al frente de nuestra casa. —Indiferentemente, Alexander. Debes de comprender también que Hazel ha crecido. Si no es ese llegara otro, pero está en esa etapa de su vida, donde le lloverán los noviecitos. —¿Y eso te parece bien?—No, pero debo soportarlo. Solo te pido que seas más tolerable con ella, por favor. —Sandeces—dijo el hombre enfurecido. Desde ese día, la muchacha no había vuelto a ver a su hermano y ya pasaban alrededor de tres semanas desde el incidente. Alexander de alguna forma se las ingeniaba para no dejarse ver por ella, a pesar de que vivían bajo el mismo techo. Su hermano pasaba la mayor parte del día en la oficina, haciendo quién sabe qué cosas. Y cuando regresaba era muy entrada la noche, para irse al día siguiente sin que el sol saliera. De alg
A pesar de luchar fervientemente contra esas facciones que querían mostrarse insistentemente en su mente, no había podido conseguirlo. Marta se había quedado a dormir esa noche, pero ni siquiera su compañía había generado un buen efecto. —Soy encargada en una galería—había dicho ella la noche anterior. A Alexander esa información no le importó mucho, solamente estaba en busca de alguien para pasar el rato y, con suerte, olvidar ciertos conflictos. ¿Era Hazel un conflicto? Definitivamente, parecía ser un conflicto interno bastante problemático. —Buenos días. Marta se desperezó y le regaló una brillante sonrisa. El hombre no dudó que la mujer fuese muy bonita, su cabello castaño caía como una pequeña cascada que adornaba las curvas de su rostro brindándole una apariencia sutilmente seductora. —Buenos días—contestó él procediendo a levantarse—. ¿Qué te apetece comer de desayuno? La chica hizo un gesto pensativo para luego negar sonriendo. —No sé, supongo que cualquier cosa que haga
Eran sus fotos, efectivamente, eran sus fotos… ¡¿Pero cómo?! Hazel se encontraba en estado de shock, siempre pensó que Mario era un canalla, pero no lo imaginaba a tal nivel. —Hazel, ¿te encuentras bien? Su amiga Emma acababa de hablarle, sin embargo, ella no lograba salir de su estupor. Las murmuraciones a su alrededor comenzaron a ser más audibles, las miradas insistentes de sus compañeros no hacían otra cosa que ocasionar que su cabeza diese vueltas. ¿Por qué? ¿Por qué le pasaba esto a ella? —Señorita Miller—la voz de una profesora se alzó entre el murmullo de voces—, por favor, acompáñeme—solicito la mujer y ya podía hacerse una idea del motivo de su solicitud. Hazel tomó una fuerte bocanada de aire antes de ponerse de pie, al hacerlo noto de inmediato que sus piernas temblaban. La chica dio un paso seguido de otro y, sucesivamente, fue avanzando hasta llegar a la oficina de dirección. En aquel lugar se detuvo por unos segundos, no sabía que le esperaba detrás de esa puerta, p
Efectivamente, Alexander se encontraba furioso por todo lo sucedido. Exponer a su hermanita de esa forma tan vil era algo imperdonable, así que Mario descubriría las consecuencias de sus actos por sus propias manos. —No lo dejes huir—dijo James al notar cómo el muchacho intentaba zafarse del agarre de su hijo. —Te creíste muy valiente por publicar esas fotos, ¿no?—preguntó Alexander completamente fuera de sí. —Ella se lo buscó—fue lo único que pudo alegar a su favor el chico. —¿Cómo dices?Mario cayó al suelo al recibir un puñetazo directo en el rostro. Aquello era simplemente insólito, ¿cómo se atrevía a insinuar que Hazel era la culpable de dicha situación? —Pienso denunciarte, mocoso de papi y mami. James también sintió la cólera fluir por su sistema al escuchar aquellas palabras tan cobardes. —¡Pues no pueden hacerme nada, porque no tienen ninguna prueba que pueda incriminarme! Aun desde el suelo, Mario no dejaba de demostrar su naturaleza podrida. —¿Quién dice que no las
Amelia había escuchado gritos provenientes de la habitación de su hija, por lo que intuyó que ambos hermanos estaban riñéndose. No era difícil saberlo, luego de haber presenciado la manera en que Alexander había llegado, el hombre se notaba completamente enfurecido en cuanto cruzó la puerta. Toda esa situación le parecía bastante triste, puesto que ambos hermanos no solían mantener una relación tan pésima, pero últimamente lo único que hacían era discutir.A su memoria llegó un recuerdo bonito de la niñez de ambos. Se trataba de su hija Hazel, de tan solo tres años y de un Alexander de ocho años de edad, el cual se desvivía por enseñarle cosas nuevas a su hermanita. El mayor tenía como objetivo que Hazel aprendiera a leer en poco tiempo, y por eso siempre le llevaba cuentos y le mostraba dibujos, a la vez que la motivaba a asociar las imágenes con las palabras que iba aprendiendo diariamente.Alexander había sido un niño prodigio desde bebé, sus habilidades eran sorprendentes, razón