“El demonio siempre vive al acecho, en cada remoto lugar, en cada morada sombría, en cada pasaje tétrico, pero creo, que, si Satanás pudiese amar, dejaría de ser malvado”
La noche había llegado tan a prisa que apenas si había sentido el paso del día que estaba ya terminado. Resolviendo mil asuntos y tranquilizando a sus socios, una hermosa pelirroja caminaba fuera de su enorme edificio para buscar su auto. Mirando hacia arriba, sintió un horrendo escalofrió recorriéndola; desde esa altura estuvo dispuesta a lanzarse para terminarlo todo de una sola vez…sus sesos habrían quedado embarrados y regados sobre el mismo pavimento donde estaba caminando.
Hacia ya una quincena desde que aquello había ocurrido, estaba ya completamente recuperada y en forma, lista para vengarse de quien la llevo hasta esa situación. Ares salía tras de ella y caminaba a sus espaldas sin decirle palabra alguna, lo había presentado como su nuevo y más importante socio y mas de una persona se había quedado boquiabierta por ello, incluso, había ya rumores de un posible romance y aquel asunto con su ex prometido había sido una cosa entre cuatro. Se sentía insultada por ello.
Aun no terminaba de creer que ese hombre apuesto a sus espaldas, era en realidad un temido demonio con el cual había hecho un pacto. Mirando de nuevo a su rascacielos antes de subir a su auto con Ares, recordó aquellas palabras que el demonio le había lanzado como una advertencia; su destino era morir por suicidio lanzándose de aquel lugar y si rompían su pacto, aquello que debió ser, seria, y ella terminaría con el cuerpo destrozado como quedaría después de una caída tan alta. Se estremeció una vez más. No quería morir y no lo haría, al menos no antes de cumplir su venganza contra Bernard; apretando sus puños, de nuevo aquel odio asfixiante la agobiaba, quería verlo destruido, completamente arruinado y tan infeliz como era ella, quería verlo llorando a sus pies suplicando por un perdón que jamás le daría, y luego, acabar con su miserable y traidora existencia. En cuanto a Ciara, su pequeña “amiga” traicionera, tambien deseaba acabar con la vida de aquella miserable y embustera perra que la traiciono de la peor manera; acabaría con ambos sin contemplaciones, para ello, es que había aceptado aquel pacto con Ares que le daría una segunda oportunidad y su venganza en bandeja.
– Cuantos pensamientos tan negativos, tu odio hace que tu alma vibre tan alto como ese edificio del que estuviste dispuesta a tirarte, sigue así, sazona mas tu existencia del rencor mas atroz, así, disfrutare más el devorarte – dijo Ares sacándola de sus pensamientos.
– ¿No dices palabra alguna durante horas y lo primero que atinas a decir es justo eso?, me pregunto si todos los demonios son iguales – respondió Briana girando los ojos en molestia.
La siniestra risa de Ares resonó en todo el estacionamiento de aquel enorme rascacielos. – No, por supuesto que no todos somos iguales, yo, soy el mejor de todos ellos, no tienes ni una remota idea de lo que soy yo, de mí, existen libros tan antiguos como la humanidad misma – respondió.
Briana no respondió de inmediato, recordaba repentinamente la obsesión de su madre con los demonios. Y entonces, una palabra llego hasta la punta de su lengua, aunque, no quiso saber de eso en específico. Al menos no en ese momento.
– Dime algo, ¿Qué piensan los que son como tu de nosotros los humanos? – cuestiono Briana mirando fijamente a aquellos ojos zafiro que castañearon en un carmesí atroz por un instante.
Ares la miro fijamente a los ojos, aquellos verdes como esmeraldas…aquellos ojos que ya alguna vez, hacia demasiado tiempo, había visto. Recuerdos llegaron hasta el cómo las olas llegan hasta la playa, recuerdos de una mujer de cabellos rojizos y ojos tan vivaces como los de Briana eran. Gritos resonaron dentro de el como el eco de un ayer casi olvidado y entonces, sus ojos ardieron como las llamas del infierno. Una sonrisa que a Briana le pareció dolorosa, se dibujo en el rostro de Belial en ese momento.
– ¿Quieres saber qué es lo que pienso de los humanos? Bien, te lo dire. Para mí, ustedes son patéticos, tontos y sentimentales que nunca son capaces de ver más allá de lo que tienen enfrente, “divinizados” en la gracia de ese dios que nunca los voltea a ver y al que no le importan sus sufrimientos, se sienten superior a todo y a todos, con el derecho de decir que esta bien o que esta mal cuando ni siquiera son capaces de entenderse a sí mismos. Siempre culpando a lo que no entienden de sus desgracias, incapaces de tomar las riendas de sus destinos y siempre dejando este en manos de alguien más, “Dios ayúdame”, “todo lo dejo en manos de dios” o algunos que son aun mas idiotas, manchando sus manos de sangre sacrificando a un inocente creyendo realmente que con ello ganaran alguna gracia o favor divino o infernal, son tan patéticos y tan débiles que agradecen o culpan a todo aquello que no ven y que nunca terminaran de comprender, que a ustedes mismos que son quienes con sus decisiones o acciones llevan su vida día a día, el concepto del bien y el mal depende de tu perspectiva, algunos humanos dicen que nosotros somos los monstruos, pero no mi querida Briana. No existe peor monstruo que ustedes los humanos, su oscuridad es tan inmensa como nada mas lo es y son realmente capaces de cometer atrocidades y los peores actos sin sentir culpa por ello, por supuesto, es culpa mía cuando un hombre de cuarenta años profana de manera atroz el cuerpo de un niño, cuando en nombre de un dios asesinan, queman y destruyen a mentes que piensen diferente, ustedes, nunca, aceptaran que todo lo que hacen o les pasa, no es culpa de nadie mas que de ustedes mismos – dijo Belial con sus ojos ardiendo de ira y con tanto rencor que este podía sentirse.
Briana guardo silencio, era verdad, cada palabra dicha por aquel demonio era verdad; ella había pensado muchas veces en ello mucho antes de escuchar a Belial, por ello, es que nunca le pedía nada a dios, nunca oraba, nunca agradecía, simplemente, había dado la espalda a una fe que jamás tuvo…y que jamás tendría.
Belial se acerco hasta la hermosa pelirroja que se había quedado tan seria como un cementerio tras de aquel volante. Tomando su hermoso rostro que invitaba a los mas dolorosos recuerdos entre sus manos, la miro fijamente a los ojos.
– Aun así, existen excepciones, pocos, realmente muy pocos, pero existen humanos excepcionales, aquellos que brillan como el oro y destilan fuego en su mirada, los renegados que no culpan, que realmente no odian, aunque ellos crean que sí, aquellos que son incapaces de lastimar a sus semejantes y yo, respeto a los que son diferentes al resto – dijo el apuesto demonio acariciando los labios tersos de la hermosa pelirroja que se sonrojo por aquello.
– Vámonos, aún tenemos cosas que atender y comprar algo para cenar – dijo Briana sintiendo su corazón golpeando con tanta fuerza como nunca antes. Aquella sensación, sentía, no era la primera vez que la experimentaba. Era como si Ares, ya le hubiese dicho aquello antes.
Belial se acomodo en su asiento de copiloto, recordando una vez mas a aquella mujer, aquella que una vez había perdido.
El calor del sol sobre la piel era algo delicioso que merecía disfrutarse con calma. El viento salino de los mares le golpeaba con amabilidad el rostro como si de una suave caricia se tratase. Era ya un mes desde que había huido de su boda con Briana Relish, un mes que había vivido como si estuviese en el paraíso con el dinero que había tomado de ella. Había sabido por algún aliado, que la joven de cabellos tan rojos como el fuego, había salido huyendo de aquella vieja abadía en donde se casarían y muchos, rumoraban que había tratado de suicidarse, aunque, ciertamente, no tenia certeza alguna sobre eso ultimo. El sonido de la pegajosa melodía de su celular, le avisaba de una llamada entrante.– Capella – respondió con un aire de indiferencia sin dejar de apreciar la belleza de aquel atardecer.– Vaya, hasta que respondes, te tengo noticias, Briana a aparecido por fin en las oficinas para enfrentar a los socios, pero, no lo ha hecho sola, junto a ella llego un hombre muy apuesto dicien
"Creo que todos tenemos un alma, sin importar quienes seamos o lo que seamos. Las flores en los campos, el zorro en su madriguera, los ríos que atraviesan las valles y la más alta montaña, todos, humanos y demonios también, tenemos un alma y por ello, somos capaces de amar...de sentir"El viento frío se coló por el ventanal entreabierto aquella mañana, logrando hacerla despertar. Tocándose la cabeza, sentía un dolor punzante al recordar aquel sueño. Aquella hermosa mujer pelirroja de puros y hermosos ojos verdes, se parecía tanto a ella que no habría podido distinguirse a no ser de aquel viejo vestido que parecía de hace siglos. Hacía años que no soñaba con ella. Recordaba haberla visto demasiadas veces dentro de sus sueños cuando aún era una niña y siempre diciendo cosas sin sentido, aunque, igual que aquellos entonces, se despertaba con la sensación de haber sido ella quien decía aquellas palabras. Negando en silencio, se levantó de la cama para comenzar su día y entrar a la ducha l
El movimiento del pincel sobre el lienzo siempre era algo francamente hipnotizante; hacia vibrar cada uno de los poros de su piel desde que era una niña. Darle vida a un blanco, era algo revitalizante que la llenaba de un vigor indescriptible. Crear una obra desde la nada, era un privilegio del que pocos podrían gozar, la pintura, era una de las muchas formas que tenía el arte, copiar un paisaje o dejar que la imaginación volara, era una marea de sensaciones excitantes de la que Briana Relish disfrutaba a plenitud; después de todo, era su único pasatiempo genuino y lo que más la ayudaba a calmar las ansiedades que dirigir una empresa dejaba en ella. Cuando en sus manos sostenía un pincel y frente a ella se encontraba un lienzo prístino, no existía nada más; eran solamente ella y aquel blancuzco pedazo de tela para crear universos fuera de la realidad que todos los días experimentaba.Belial observaba a la hermosa doncella que olía a pureza, danzar como una bella ninfa de un lado al ot
Se mía Briana, déjame llevarte a tu clímax, déjame perderme entre tus pliegues femeninos, descubre a mi lado el sabor de la pasión, déjame marcar cada parte de tu cuerpo, entrégate a mi eternamente. El sonido de la regadera abriéndose rompía el silencio en aquellos aposentos, agua fría resbalaba por su piel desnuda para calmar el calor repentino que aquellos sueños cada vez más vividos, le habían provocado. Sus mejillas aún permanecían encendidas en el carmesí de la vergüenza, apenas una noche atrás lo había pensado de manera morbosa e indecente, aquel misterioso y apuesto demonio mucho mayor a ella, Ares Blackburn, era quizás una influencia más que mala para ella, no quería desviarse de lo que realmente la tenía en aquella situación; su deseo de venganza contra su ex prometido.No era posible haber tenido un sueño tan…erótico…no sabía nada sobre ese ser, y, realmente, ¿Necesitaba saberlo? Era un demonio que deseaba devorar su alma, esa era todo lo que necesitaba entender. Aun sentía
Londres, Westminster, Inglaterra 1756.– Corre Fátima, ya van a marchar los soldados –Una joven de cabellos rojos que se alzaban al viento, corría con demasiado ímpetu hacia la callejuela donde ya se encontraba reunida una multitud de personas.– Espere señorita, su padre se enfadará de nuevo si la descubre hablando con los soldados otra vez –Una vieja nana andaba a duras penas tras aquella jovial muchacha con cabellos de fuego, de vivaces e inteligentes ojos verdes, ataviada con un vestido del mismo color de sus ojos.– Vamos, no te preocupes, papá esta demasiado ocupado en su despacho, no se dará cuenta – respondía animada aquella alegre joven.Emocionada de mirar marchando al batallón tras haberse firmado el Tratado de Westminster en días pasados, la joven pelirroja miraba con entusiasmo las casacas rojas adornadas con vistosas pasamerías doradas y exquisitos bordados que variaban según el rango del soldado. Aquello, era de cierta manera emocionante, así como preocupante, la guer
La música lograba distraer sus pensamientos de manera leve, aunque, a ratos, nuevamente sentía la sensación de aquellos labios calientes rozando los de ella; había salido huyendo de Ares después de ese contacto y solamente escucho sus risas burlonas por ello. Sus mejillas nuevamente ardían, realmente, tener que estar a lado de ese demonio no estaba resultando tarea sencilla. Sus pasos avanzaban con premura hasta el pequeño lago al fondo de su propiedad. Los audífonos en sus oídos repetían aquellas pegajosas melodías que tarareaba alegremente para evitar pensar en cosas que no debía. Ares se había quedado junto a ese otro demonio enfrascado en una charla que ella no lograba comprender; cosas de demonios a final de cuentas. Una sonrisa de ironía se dibujo en sus labios, ¿En que momento fue que comenzó a acostumbrarse a ver demonios infernales de leyenda andado en pijama por su casa y comadreando despreocupadamente? Aquello era tan absurdo que parecía irreal.Había hablado con su querida
El viento soplaba tan frio que golpeaba directamente su hermoso rostro y las lágrimas que se derramaban como una cascada desde esos ojos verdes como esmeraldas, parecían congelarse en su sitio, el velo blanco se voló de su cabello que aún estaba un poco acomodado en ese elegante tocado, danzando en el aire como una bailarina de ballet ante ella, el hipeo de su respiración entrecortada resonaba en el silencio de ese sitio en las alturas, el vértigo que sentía la mareaba mientras su vista se clavaba en la caída de no menos de 150 metros que se apreciaba hacia el fondo, la cola de su vestido de novia, demasiado pesada, era quizás la única razón por la cual la fuerza del viento aun no la había tirado desde aquella orilla del alto edificio donde se encontraba parada aun debatiéndose sobre arrojarse al abismo y olvidarlo todo o intentar levantarse junto a los pedazos que quedaban de su vida, y es que, ¿Cómo iba a recuperarse de aquello? Durante los últimos diez años había amado a ese hombre
La luz que se filtraba por la ventana le lastimo los ojos, todo su cuerpo le dolía, ¿Qué había pasado? Un desfile de flashazos con los recuerdos del día y la noche anterior le golpearon la cabeza provocando un dolor insoportable, era verdad, apenas el día anterior había sido abandonada en el altar por Bernard, y este, se había fugado junto a Ciara y su dinero, apretando los puños sobre las sábanas blancas que apenas acababa de apreciar con la vista nublada, sintió nuevamente aquel odio atroz y deseo de venganza quemarle el pecho, pero entonces, ¿La visión y palabras de aquel demonio hermoso habían sido solo un sueño? Ares, ese era el nombre que recordaba ese hermoso ser le había dado, Por supuesto que debía ser así, esos seres no podían ser reales, aunque no lograba recordar demasiado de ello, tan solo, que había estado a punto de lanzarse al vacío desde el rascacielos de su compañía, no tenia idea de donde se encontraba, pero sentía el cuerpo como si le hubiese pasado un camión por e