Hubo un tiempo en que los demonios y los humanos caminaron juntos en la tierra del pecado, cada noche, cada vela que se encendía en un débil intento por ahogar a las tinieblas, la Edad Oscura de los griegos y el oscurantismo religioso…aquel periodo del pocos saben, que muchos más ven como nada más que un mito en donde la superstición de la iglesia suprimió y apago mentes brillantes para mantener sus beneficios, donde a través del miedo, la gente obedecía y se ocultaba de las pesadillas, pero la realidad, era mucho más que eso, siempre, desde el principio de los tiempos ha sido mucho más que solo la punta del iceberg que el hombre de carne puede ver, demonios, brujas, fantasmas, el misterio de lo que hay más allá, el deseo de lo prohibido, siempre ha sido lo que mueve a los humanos, lo que los hace ir más allá, amor, miedo, odio, deseo…venganza…los humanos son criaturas que desde su nacimiento, sienten, sienten tanto que son sus sentimientos lo que rige eternamente sus miserables existencias, aquello que les brinda su “sentido” para vivir, pasan toda su vida buscando un porque, justificando sus absurdas decisiones bajo lo que sienten, y siempre…eternamente, jodiendolo todo a su paso…pero eso, era precisamente esa manera absurda y llena de emociones que tenía la humanidad de vivir, lo que los volvía realmente apetecibles, sus almas, sazonadas con el odio, el amor y el amor de sus vidas, los convertían en un manjar ansiado por los que eran como el, así siempre lo vio Belial, que bajo el nombre de Ares miraba a Briana Relish, la mujer humana con la que había hecho un pacto nacido del deseo de venganza que tenía ella…aunque, había mucho más en ella que deseaba, no solo su alma.
– Deja de mirarme, pareces un maldito acosador – reprochaba Briana que intentaba leer un libro, a pesar de sentirse sana, aun no la dejaban salir del hospital, y en un intento de no desesperarse más por la angustia que le provocaba saber que su ex prometido había escapado y ella no podía darle alcance, se había puesto a leer.
– Lo soy, sabes, soy un demonio, no se supone que sea un chico bueno – respondió el apuesto demonio que ahora mostraba unos hermosos e impresionantes ojos azul zafiro.
– Sigo sin creerme que todo esto de que eres un demonio es verdad, es que es tan ridículo solo pensarlo…
Las luces de la habitación se apagaron, y unos ojos rojos como fuego se vislumbraron en medio de esa penumbra, la noche fría que hacia afuera solo acentuaba más aquella visión que a cualquiera le helaría la sangre y lo haría temblar de puro horror, pero no a Briana, quien ya comenzaba a acostumbrarse a aquellos “trucos” que Ares le mostraba.
– Si si, ya te vi…diablos, esto comienza a ser aburrido – dijo la joven tocándose el puente de la nariz – alguna vez me pregunté ¿Por qué no hacer algo mas aterrador que hablar con voz siniestra y susurrante o mostrar sus ojos incandescentes en medio de la noche? – se pregunto la hermosa pelirroja sin dejar de mirar a los ojos rojos de Ares – Mi madre…bueno…ella siempre hablo de ángeles y demonios, estaba obsesionada con ellos, siempre dijo que nuestra familia estaba m*****a y siempre busco saber mas y mas al respecto, incluso, se metió con personas que no debería en busca de respuestas y “protección”…por supuesto, acabo mal – los ojos llenos de dolor de Briana se cerraron un momento ante los recuerdos que comenzaban a embargarla.
Belial observo a aquella mujer…aquellos ojos verdes de selva salvaje…los mismos, exactamente los mismos que conoció en el tiempo en que el odio, el egoísmo y la arrogancia de los que juraban amar a dios, cerro los ojos de todos los que se opusieron. No dijo nada.
La puerta se abrió repentinamente, sin embargo, las luces ya estaban encendidas y todo, en aparente calma, un hombre joven había entrado, ojos grises como nubarrones de tormenta, piel blanca, ligeramente bronceada, cabello castaño un poco oscuro, muy apuesto y muy gentil.
– Dante, espero que me tengas buenas noticias – dijo Briana sonriendo al joven que había sido su mejor amigo desde la infancia.
El joven observo al médico que estaba acompañando a Briana, nunca antes lo había visto, estaba seguro de ello, sin embargo, todo el hospital aseguraba haberlo conocido desde meses atrás y tambien, que se había vuelto realmente cercano a la dueña, la hermosa joven de cabellos rojos que había tenido una serie de eventos desafortunados desde el día de su boda y ahora miraba atento en esa cama.
– Si, de hecho, las ultimas radiografías muestran que todo esta en orden, puedes irte, aunque, no te recomiendo viajar, todavía hay asuntos que resolver aquí, ya he contratado a alguien que se encargue de averiguar a donde fue nuestro odiado Bernard junto a Ciara, un detective privado, y la junta no te permitirá salir de la ciudad, no hasta que deliberemos que hacer y esperemos a que ese maldito decida vendernos las acciones del hospital que cediste a su nombre, te dejare ir a casa, pero no salir de la ciudad, ¿Queda claro? – cuestiono Dante con seriedad sin perder detalle de la molestia que comenzaba a embargar a su dulce Briana.
Briana apretó entre sus puños las sabanas blancas con las que se hallaba cubierta, ella todo cuanto deseaba era poder correr detrás de su ex amado para asesinarlo ella misma por su traición, estaba dolida, aún demasiado dolida, habían sido diez años de una mentira que no superaría en unos días, promesas y sueños rotos junto a la perdida de un tercio de su fortuna familiar entre acciones y cuentas bancarias que dejo a su nombre, lo odiaba, era tanto el odio que sentía hacia Bernard Capella que le dolía el pecho, nunca lo perdonaría por traicionarla por robarla, así como tampoco perdonaría a aquella que se dijo su amiga, su hermana, ambos, por mera ambición, habían cometido un acto cruel y desalmado contra ella, que los apoyo siempre.
– Descuide doctor Behar, yo seré quien se encargue de cuidar de la señorita Relish, después de todo, soy su socio, me veo afectado tambien por lo que Capella hizo en las finanzas, además, soy su médico personal, la llevare a casa – dijo Belial con una sonrisa torcida mirando a ese joven que no había caído bajo la influencia de su dominio como el resto del hospital y amigos de la pelirroja habían hecho.
Dante alzo una ceja. – ¿Socio? Perdone señor…Blackburn, pero no recuerdo haber visto su nombre en la nómina, ni mucho menos entre los socios de la familia Relish – dijo el joven médico suspicaz.
Belial sonrió. – Por supuesto, mi nombre esta allí, puede revisar de nuevo cuando gusté Dante Behar, vera, mi sociedad con la familia Relish es mucho mas antigua de lo que puede siquiera suponer, conocí muy bien a Bianca y Hassel, así que, su pasivo agresividad está de más – respondió Belial con arrogancia.
Dante se sorprendió de aquellas palabras, ¿Cómo conocía los nombres de los padres de Briana siendo tan joven? Nadie, absolutamente nadie mas que los mas allegados a la familia los conocían, y solo un par de socios mas salvo el, tambien, la pelirroja había quedado huérfana cuando aun era muy joven y ella misma decidió nunca mas pronunciar los nombres de sus padres o que alguien mas lo hiciera, si el los conocía, era únicamente por que el gentil Hassel Relish, lo había acogido cuando su familia quedo en la quiebra para criarlo junto con su única hija… ¿Quién era ese hombre?
Briana casi perdió el aliento cuando escucho a Ares pronunciar los nombres de sus padres, aquellos nombres que ella amaba y aborrecía casi por igual…sus padres.
Para por favor Bianca, es solo una niña, no lograras nada haciendo esto – Basta Hassel, se que ella es lo que el quiere, me lo ha dicho en sueños y yo…yo voy a entregársela a él, ella tiene el cabello rojo maldito de tu familia, ella tiene los ojos del diablo, por eso debo entregársela, ella le pertenece y tarde o temprano estará con el –¡No, no voy a permitirlo…aun tenga que matarte – El sol que se escabullía entre las blancas y finas cortinas de sus aposentos la golpeo directamente en la cara haciéndola quejarse de molestia.Incorporándose con pesadumbre, se toco la cabeza sintiendo de nuevo aquellas dolorosas punzadas por las que siempre culpo al estrés de dirigir un imperio empresarial en cuanto cumplió la mayoría de edad y pudo asumir el poderío de su legado, los recuerdos de aquella pesadilla la hicieron abrazarse a sus rodillas y luego mirar hacia el mismo ventanal que tenia años viendo y que daba a una sección de su jardín prohibida para casi todos…no quería recordarlos, au
“El demonio siempre vive al acecho, en cada remoto lugar, en cada morada sombría, en cada pasaje tétrico, pero creo, que, si Satanás pudiese amar, dejaría de ser malvado”La noche había llegado tan a prisa que apenas si había sentido el paso del día que estaba ya terminado. Resolviendo mil asuntos y tranquilizando a sus socios, una hermosa pelirroja caminaba fuera de su enorme edificio para buscar su auto. Mirando hacia arriba, sintió un horrendo escalofrió recorriéndola; desde esa altura estuvo dispuesta a lanzarse para terminarlo todo de una sola vez…sus sesos habrían quedado embarrados y regados sobre el mismo pavimento donde estaba caminando.Hacia ya una quincena desde que aquello había ocurrido, estaba ya completamente recuperada y en forma, lista para vengarse de quien la llevo hasta esa situación. Ares salía tras de ella y caminaba a sus espaldas sin decirle palabra alguna, lo había presentado como su nuevo y más importante socio y mas de una persona se había quedado boquiabie
El calor del sol sobre la piel era algo delicioso que merecía disfrutarse con calma. El viento salino de los mares le golpeaba con amabilidad el rostro como si de una suave caricia se tratase. Era ya un mes desde que había huido de su boda con Briana Relish, un mes que había vivido como si estuviese en el paraíso con el dinero que había tomado de ella. Había sabido por algún aliado, que la joven de cabellos tan rojos como el fuego, había salido huyendo de aquella vieja abadía en donde se casarían y muchos, rumoraban que había tratado de suicidarse, aunque, ciertamente, no tenia certeza alguna sobre eso ultimo. El sonido de la pegajosa melodía de su celular, le avisaba de una llamada entrante.– Capella – respondió con un aire de indiferencia sin dejar de apreciar la belleza de aquel atardecer.– Vaya, hasta que respondes, te tengo noticias, Briana a aparecido por fin en las oficinas para enfrentar a los socios, pero, no lo ha hecho sola, junto a ella llego un hombre muy apuesto dicien
"Creo que todos tenemos un alma, sin importar quienes seamos o lo que seamos. Las flores en los campos, el zorro en su madriguera, los ríos que atraviesan las valles y la más alta montaña, todos, humanos y demonios también, tenemos un alma y por ello, somos capaces de amar...de sentir"El viento frío se coló por el ventanal entreabierto aquella mañana, logrando hacerla despertar. Tocándose la cabeza, sentía un dolor punzante al recordar aquel sueño. Aquella hermosa mujer pelirroja de puros y hermosos ojos verdes, se parecía tanto a ella que no habría podido distinguirse a no ser de aquel viejo vestido que parecía de hace siglos. Hacía años que no soñaba con ella. Recordaba haberla visto demasiadas veces dentro de sus sueños cuando aún era una niña y siempre diciendo cosas sin sentido, aunque, igual que aquellos entonces, se despertaba con la sensación de haber sido ella quien decía aquellas palabras. Negando en silencio, se levantó de la cama para comenzar su día y entrar a la ducha l
El movimiento del pincel sobre el lienzo siempre era algo francamente hipnotizante; hacia vibrar cada uno de los poros de su piel desde que era una niña. Darle vida a un blanco, era algo revitalizante que la llenaba de un vigor indescriptible. Crear una obra desde la nada, era un privilegio del que pocos podrían gozar, la pintura, era una de las muchas formas que tenía el arte, copiar un paisaje o dejar que la imaginación volara, era una marea de sensaciones excitantes de la que Briana Relish disfrutaba a plenitud; después de todo, era su único pasatiempo genuino y lo que más la ayudaba a calmar las ansiedades que dirigir una empresa dejaba en ella. Cuando en sus manos sostenía un pincel y frente a ella se encontraba un lienzo prístino, no existía nada más; eran solamente ella y aquel blancuzco pedazo de tela para crear universos fuera de la realidad que todos los días experimentaba.Belial observaba a la hermosa doncella que olía a pureza, danzar como una bella ninfa de un lado al ot
Se mía Briana, déjame llevarte a tu clímax, déjame perderme entre tus pliegues femeninos, descubre a mi lado el sabor de la pasión, déjame marcar cada parte de tu cuerpo, entrégate a mi eternamente. El sonido de la regadera abriéndose rompía el silencio en aquellos aposentos, agua fría resbalaba por su piel desnuda para calmar el calor repentino que aquellos sueños cada vez más vividos, le habían provocado. Sus mejillas aún permanecían encendidas en el carmesí de la vergüenza, apenas una noche atrás lo había pensado de manera morbosa e indecente, aquel misterioso y apuesto demonio mucho mayor a ella, Ares Blackburn, era quizás una influencia más que mala para ella, no quería desviarse de lo que realmente la tenía en aquella situación; su deseo de venganza contra su ex prometido.No era posible haber tenido un sueño tan…erótico…no sabía nada sobre ese ser, y, realmente, ¿Necesitaba saberlo? Era un demonio que deseaba devorar su alma, esa era todo lo que necesitaba entender. Aun sentía
Londres, Westminster, Inglaterra 1756.– Corre Fátima, ya van a marchar los soldados –Una joven de cabellos rojos que se alzaban al viento, corría con demasiado ímpetu hacia la callejuela donde ya se encontraba reunida una multitud de personas.– Espere señorita, su padre se enfadará de nuevo si la descubre hablando con los soldados otra vez –Una vieja nana andaba a duras penas tras aquella jovial muchacha con cabellos de fuego, de vivaces e inteligentes ojos verdes, ataviada con un vestido del mismo color de sus ojos.– Vamos, no te preocupes, papá esta demasiado ocupado en su despacho, no se dará cuenta – respondía animada aquella alegre joven.Emocionada de mirar marchando al batallón tras haberse firmado el Tratado de Westminster en días pasados, la joven pelirroja miraba con entusiasmo las casacas rojas adornadas con vistosas pasamerías doradas y exquisitos bordados que variaban según el rango del soldado. Aquello, era de cierta manera emocionante, así como preocupante, la guer
La música lograba distraer sus pensamientos de manera leve, aunque, a ratos, nuevamente sentía la sensación de aquellos labios calientes rozando los de ella; había salido huyendo de Ares después de ese contacto y solamente escucho sus risas burlonas por ello. Sus mejillas nuevamente ardían, realmente, tener que estar a lado de ese demonio no estaba resultando tarea sencilla. Sus pasos avanzaban con premura hasta el pequeño lago al fondo de su propiedad. Los audífonos en sus oídos repetían aquellas pegajosas melodías que tarareaba alegremente para evitar pensar en cosas que no debía. Ares se había quedado junto a ese otro demonio enfrascado en una charla que ella no lograba comprender; cosas de demonios a final de cuentas. Una sonrisa de ironía se dibujo en sus labios, ¿En que momento fue que comenzó a acostumbrarse a ver demonios infernales de leyenda andado en pijama por su casa y comadreando despreocupadamente? Aquello era tan absurdo que parecía irreal.Había hablado con su querida