Capítulo 3

—¿Y dónde se encuentra el libro original? —pregunto.

—Escondido —dice firme Aleksy. Obviamente eso ya lo sospechaba, lo que quería saber era en qué lugar estaba.

—¿En qué lugar? —sé que no me lo van a querer decir por ahora.

—Todavía no te vamos a revelar donde está, muchas personas lo están buscando y a ti también y uno de ellos es Florián

—No entiendo algo…Sí Florián es el hermano de mi bisabuelo, ¿por qué busca el libro? Debería tener acceso a él y saber dónde está.

—Le denegaron esa acción cuando traicionó a esta familia.

—Sigo pensando que os estáis reservando información.

Por sus caras a lo que me están contando me he dado cuenta que el libro no es que este perdido, está en un lugar donde nadie sabe dónde se halla, en resumen, perdido.

—Podríais ser algo más sinceros conmigo, ¿no? —miro a todos sin excepciones.

—¿Cómo?

—Pues mira, no sabré nada de este mundillo de brujos ya que apenas me entero, aunque toda mi vida he estado rodeado sin siquiera enterarme de nada, pero eso no quiere decir que no sé cuándo una persona me miente a la cara como lo habéis hecho todos vosotros —pongo mi dedo índice en la mesa de madera —. Cuando decidáis contarme todo ya sabéis donde encontrarme, estaré en mi habitación —veo que Julek quiere replicar, pero hablo yo antes —no quiero ver a nadie.

Doy un par de pasos hasta llegar a la puerta y la abro, cuando la cierro escucho murmullos en la biblioteca. Tendrán que debatir mucho sobre el tema. Si quieren que lo haga bien, tendrán que relatarme todo.

Mientras subo las escaleras hasta el segundo piso se me ocurre hacer algo, voy en la dirección contraria a mi estancia que parece que solo la usare para dormir y poco más. Aleksy se puso un poco nervioso al nombrarme la habitación que no podía entrar por nada del mundo, pero creo que no se da cuenta que cuando a una persona le dices eso más curiosidad le entra a uno de saber que esconde. Estoy en frente de la puerta que esta medio escondida por dos grandes muros, mi mano agarra el pomo y poco a poco voy abriéndola, para mi sorpresa, no está cerrada con llave ni nada parecido. Miro por el pasillo por si viene alguien y como veo que no hay nadie me adentro en la habitación. Lo más normal hubiera sido encontrarla cerrada ya que si quieres que no entre nadie, haces cualquier cosa para que no se adentren en ella. La estancia se encuentra en total oscuridad sin ver absolutamente nada. Intento buscar el interruptor de la luz palpando la pared, pero ni con esas.

—¡Maldita sea! ¿Dónde está la luz? Parece que se esconde de mí.

Vuelvo a pasar la mano por la pared y pulso el interruptor que he encontrado. Hizo el amago de encenderse, pero se apagó. Volví a intentarlo, pero era imposible.

¡Joder!

Saco mi móvil del bolsillo derecho del pantalón, lo desbloqueo y busco la linterna para poder ver algo aquí dentro. De un momento a otro se ilumina la habitación y lo primero que aprecio es que está llena de polvo, trastos viejos, sábanas viejas que tapaban muebles y sofás.

Ahora lo que me pregunto yo es…Si esta “casa” se construyó hace poco ¿por qué la habitación parece que no se ha abierto en décadas? Me da la impresión que me han mentido…de nuevo.

¿Qué ganan con mentir? ¿Son mentirosos compulsivos? ¡Esto es una m*****a locura! Me quiero marchar de aquí. Sin mover nada, salgo de la estancia y voy derecho a mi habitación, creía que no había sido visto, pero me equivocaba.

—¿De dónde vienes? —no entiendo porque preguntan siempre, que hago, donde estoy…estoy cansado. Se supone que es mi propia casa, no tengo porque dar explicaciones a nadie.

—Aleksy —me pongo serio —. ¿Es tu casa o la mía? —abre los ojos tras mi pregunta. —creo yo que este palacio como le llamáis, es mío, no vuestro, puedo andar por donde se me antoje que para eso es mi m*****a casa. Hasta ahora parece que he sido vuestro súbdito. Las cosas van a cambiar a partir de ahora.

Pienso que no me va a contestar hasta que habla.

—Mira señor…—sé que esta cabreado y le cuesta decir esas palabras, pero le corto de lleno.

—No quiero oír ninguna palabra más —me han tomado por idiota e ingenuo y eso se acabó en este momento —. A partir de ahora van a cambiar demasiadas cosas.

Sigo mi camino sin más distracciones y llego a mi cuarto que en cuanto entro en él y lo ojeo, se perfectamente que alguien ha entrado a mi habitación. ¿No tienen algo mejor que hacer que entrar en una habitación la cual no es la suya? Se deben aburrir mucho.

Me lanzó a la cama, cayendo de espaldas, coloco mis manos por detrás de mi cabeza y cierro los ojos para poder relajarme, pero alguien me tenía que interrumpir y ese era Julek.

—¿Qué coño te pasa a ti? ¿Por qué le hablas así a Aleksy?

—¿Por qué tengo la sensación de que me queréis controlar y no lo estáis logrando?

—¿Qué? —y se creerá que soy idiota.

—Lo has escuchado perfectamente Julek, no te hagas el sordo ahora.

—¿De qué me hablas?

—De todo esto, primero me mentís en mi cara y os quedáis la mar de tranquilos sin inmutaros y segundo, me tengo que callar y obedecer a todos. Pues te voy a decir una cosa; ninguno de vosotros sois mis padres. No os tengo porque obedecer.

—Esto no es una guardería Zarek. No somos unos niños que juegan con peluches. El tiempo corre —con lo último dicho se va de mi habitación dando un gran portazo. No sé porque se enfada.

Otra vez la puerta se abre y esta vez es Eunika la que aparece tras ella. ¿No saben tocar la puerta antes de entrar? ¡Parece ser que no tienen educación ninguna! Me incorporo para verla mejor.

—¿Te han enseñado a tocar la puerta antes de entrar a una estancia la cual no es la tuya? —digo de malas maneras.                

—¿Y a ti que te pasa?

—¿Vais a preguntar lo mismo todos? Es un poco aburrido escuchar lo mismo.     

—Si contestaras a la pregunta todo sería más sencillo.

—Lo más fácil es marcharos de aquí. Si mal no recuerdo mi hermana en la carta decía que podía salir y aquí me lo estáis prohibiendo, aparte de que os creéis mis dueños y podéis m****r por encima de mí. ¿Os tengo que recordar que no sois mis padres?

—Si quieres quedarte solo en esta gran casa, te complaceremos, si así lo quieres. Mañana al amanecer nos iremos —yo sonrío —. ¿A qué se debe esa sonrisa?

—A que os marcháis, hoy. Os quiero fuera de mi propiedad en menos de dos horas y os quiero en quince minutos abajo a todos.

—¿Qué?

—No me hagas repetirlo Eunika, lo has oído bien, el tiempo corre, ve —con rabia, pero sin decir nada se retira de mi habitación.

Parece que me voy a quedar solo aquí. Lo que no me he detenido a pensar es que me voy a quedar realmente solo. ¿Los guardias, Filip se irán también? No lo sé.

Bajo de mi cama y camino hasta el ventanal que se encuentra a un lateral de mi habitación. Estaba oscureciendo y tenía pinta de querer llover. ¿Soy tan malo de dejarles irse sabiendo que va a llover? No, no lo era.

Quizás cambiaba de opinión si viera que llovía a mares y se irían al día siguiente. M estaba fijando que, aunque aquí trabaje más de 50 personas mínimo parece que estoy solo; no se ve a ningún trabajador. En realidad, no tengo ni la menor idea de cuantos trabajadores trabajan aquí pero como conozco perfectamente a mis padres.

Mi móvil se encuentra tirado en mi cama, me encuentro mirándolo desde mi posición sin ganas de cogerlo para ver quién me llama. Por qué si mis amigos están aquí… ¿Quién podría estar llamando? ¿Mis padres? ¿Mi hermana? No lo creo.

Deja de sonar por un par de minutos, pero vuelven a insistir. ¡Qué persistentes son!  Doy un par de zancadas hasta llegar a mi cama y cuando iba a contestar la llamada, cortan. Bueno…si quieren algo ya llamaran de nuevo. Miro la hora y ya casi han pasado los quince minutos. Como he podido ver este único día que he estado aquí, no se encuentra nadie por los pasillos.

Llego a la biblioteca y abro la puerta encontrándome a todos ya allí esperando por mí o eso creo.  Todos giran en mi dirección para verme caminar hasta la silla detrás del escritorio. Me siento algo nervioso por tantas miradas centradas en mi persona.

Cuando me siento en la silla, me permito echar la cabeza para atrás y suspirar fuertemente, no sé cómo podría describir este momento ya que no sé qué me va a pasar a partir de ahora si me quedo solo en este palacio.

—¿Puedes decirnos de una vez lo que ibas a decirnos? No tengo todo el tiempo del mundo para gastarlas en tonterías —escupe con enfado Julek. La palabra cabreado le queda corta.

—Si quieres irte eres libre de hacerlo. Ahí tienes la puerta —la señalo. Se levanta dispuesto a irse, pero en ese momento un trueno suena y se queda plantado sin mover ningún musculo. Le aterra los truenos. Me mira de una manera no muy grata y vuelve a su asiento —. Buen chico.

—No soy un perro —gruñe. Ignoro lo último que ha dicho y me centro en todos los demás que me matan con la mirada. No se ven muy contentos.

—¡Habla de una vez! —Bogdan se pronuncia —. Aunque siendo sincero no tengo ninguna gana de escuchar algo que venga de ti, sin ofender. Te hemos intentado ayudar y hacerlo todo más simple y tú solo nos lanzas piedras y nos alejas. Si quieres quédate solo y amargado, pero grábate esto en la cabeza. No estaremos esperando toda la eternidad.

Lo escucho atentamente mientras lo miro fijamente a sus ojos sin apartar la mirada de él.

 Sé que me voy a quedar solo, pero… ¿Todo es mi culpa? ¿Por mí actitud?

Van a venir en avalancha hacia mí en cuanto diga esto, pero es lo que pienso o eso creo hasta ahora.

—¿Todo es mi culpa? —Pregunto mirando a todos —mis amigos asienten —. ¿Yo tengo la culpa que seáis unos malditos mentirosos? ¿Tengo la culpa de estar encerrado en este maldito lugar? Creo que os estáis equivocando bastante. No soy yo a quien debes rendirle cuentas. Ya que hasta hace un par de horas no tenía ni la menor idea de nada de esto, pero claro… yo tengo la culpa —me levanto y voy hasta la salida de la biblioteca —. Os iba a dejar quedaros aquí hasta que pasé la lluvia y la tormenta, pero como soy la peor persona del mundo, os quiero fuera de este lugar antes de la media noche —salgo por la puerta para después dar un gran portazo, eso no quita que escuche las voces de dentro.

—Esta insoportable —habla alto y claro Eunika.

                                                            ***

Abrí los ojos, mi habitación se encuentra oscura ya que la persiana esta bajada, no tengo ni idea de qué hora era, pero no podía dormir, estaba dando vueltas en la cama sin conciliar el sueño

Busco mi móvil; que debe estar por algún rincón de mi cama ya que me dormí mirándolo, o sea que debe estar cerca si no me he movido demasiado, que me pasa mucho.

Resoplo fuertemente para quitarme las sabanas de encima y echarlas a un lado para poder salir de mi cama y poder levantarme bien. Cuando miro donde me encontraba yo minutos antes veo que está el móvil allí. ¿Me había dado cuenta que estaba allí? No.

Miro la hora y el reloj marcaba las siete y media de la mañana, no me iba a dormir de nuevo, me negaba. Cogí los auriculares de la mesa donde tenía el ordenador portátil. Me los puse y puse la música y bajé al primer piso cantando la canción que se estaba reproduciendo en estos momentos. Cuando paso por el salón me tengo que tapar los ojos por los rayos de sol que se filtran por los ventanales, me daban de lleno en la cara. Cuando me acostumbro y entro en la cocina que está justo al lado. Me preparo el desayuno, sé que más tarde tendré un hambre que me moriré, pero si espero más luego no desayunaré.

A estas horas no hay nadie despierto, aunque pensándolo bien… ¿Se habrán ido todos del palacio? Lo averiguare más tarde.

Cuando ya tengo todo en la mesa de la misma cocina, me siento a desayunar tranquilamente.

¿Qué haré hoy? ¿Y los siguientes días que me quedan? No tengo la menor idea, por lo pronto hoy me pondré a revisar esa habitación llena de polvo.

Termino de desayunar en menos de cinco minutos; se nota que me encuentro solo porque si no podría estar más de media hora desayunando. Recojo todo lo que he utilizado anteriormente y lo dejo todo en el lavavajillas.  Salgo de la cocina mirando al suelo sin mirar al frente y por eso mismo me he chocado con alguien.

—Lo siento —levanto la mirada para ver a la persona con la quien me acabo de chocar. Era una mujer de unos cuarenta y seis años.

—No pasa nada señor —dijo educadamente con una pequeña sonrisa —. ¿Qué hace levantado tan temprano? —no había visto a esta mujer en mi vida.

—Me desperté hace un rato, no me podía dormir y decidí levantarme y desayunar, aunque fuese temprano.

—Ve a la cama, quizás ahora duermas un rato más.

—Le haré caso, gracias —pase por uno de sus costados para poder irme, pero me di cuenta que no sabía su nombre —Perdone —la llamo, estaba entrando a la cocina.

—Dime señor.

—¿Cómo se llama?

—Minka, Minka Dubicki —asentí. Si vivo aquí debería saber al menos los nombres —. Otra cosa más —le dije antes de que se fuera —. ¿Mis amigos junto con Aleksy se han ido?

—Sí señor, partieron hacia las tres de la madrugada de aquí —por una parte, me sentía demasiado mal por haberles echado prácticamente de aquí, pero por otra, mi cerebro me decía que estaba bien hecho, aunque yo no lo sienta así.

Sin esperar más me despido de Minka yéndome de allí y subiendo al segundo piso pensando en Julek, Bogdan, Dagmara y Eunika. ¿Habrán vuelto a irse a vivir a sus antiguos pisos? ¿Y Aleksy? Quizás este con Edek, su hermano pequeño. ¿Tendrán más familia? ¿Unos padres?

Voy arrastrando mis pies por todo el pasillo, los ojos se me estaban cerrando. ¿Qué me estaba pasando? Se me estaba nublando la vista. Deje de andar y me quede parado y creo que esa fue una muy mala decisión, caí al suelo desplomado.

                                                                  ***

—Zarek despierta — ¿esa es la voz de Julek? — Zarek —insiste —. ¿Qué le pasó? —pregunta.

—Lo encontré tumbado boca abajo.

—Pero nos has dicho que cuando hablaste con él se encontraba en buenas condiciones. ¿Qué le ha podido suceder?

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo