Los días pasaban, pero nada en a casa cambió, excepto que hallaban tres personas más merodeando por aquí, tres bocas más que alimentar, aunque eso no supuso ningún problema, a Minka le fascinaba cocinar. Apenas había hablado con las mujeres que conformaban mi familia, mi madre y mi hermana, sin embargo, con mi padre, sí. Después de desayunar, los cinco días que llevaban con nosotros, me llamaba para ir a la biblioteca a hablar y explicarme cosas que eran necesarias que supiera.
En estos precisos momentos me encontraba en frente de la puerta de la biblioteca, antes de tocar la puerta oigo voces que vienen de dentro del despacho. Acerco más mi cuerpo para escuchar mejor lo que se habla del otro lado. Me pica bastante la curiosidad de saber quién es el que se encuentra dentro con mi padre y de que charlan.
—Que cotilla Zarek, escuchando detrás de las puertas… —nie
—Ya estamos aquí, desembucha hijo —mi padre y yo acabamos de llegar de la cabaña empapados de agua. Yo no había querido irme a cambiar primero, me urgía hablar sobre el tema “prohibido” de esta casa, Florián Chlebek, más conocido por El viejo Florián.—¿Qué sucedió hace una hora aquí, con tu tío Florián? No quiero escusas como las que pienso que quieres decir.—No lo puedes saber.—Dije sin escusas de mierda, padre.—Esa boca Zarek, estás hablando con tu padre, más respeto —dio un golpe firme y fuerte, en la mesa, me asusta un poco pero rápidamente me recompongo. ¡Está furioso!—Pero yo quiero…—Lo que tú quieras me importa en esto momento nada. Qué te entre de una vez en tu cabeza que parece que solo tiene serrín, en vez de u
Cuando mi padre dijo que iba a estar cerca de ellos, justo al otro lado de la montaña, no mentía. Pero… ¿Cómo no va a estar lejos si hay una montaña de por medio? Luego me llaman demente a mí.—¿Cuánto falta para llegar, Rafal? Solo veo montañas y árboles que rodean una carretera desierta y el coche ya está parando.—Muy observador, señorito. Nos vamos a desviar por el camino que está a la izquierda.Rafal, nos llevaba en un coche a Minka y a mí. Después iban dos coches más atrás, los guarda espaldas, Gawel y Lech en uno, en el último iban Miloslaw y Filip. ¿Tanta protección tenía que tener? Si pensaba que iba a tener paz y estar solo, estaba muy equivocado.La desviación que tomamos para según el llegar a la esperada casa, era de tierra y estaba en muy malas condiciones. Te mov
—Minka por favor, baja la persiana y cierra las cortinas —me moría de sueño, y no estaba con mis mejores ánimos para levantarme de la cama.Me encontraba boca abajo, con la cara aplastada en la almohada, con los ojos cerrados. Estaba en medio de la cama, con las sabanas medio tiradas por el lado izquierdo de la cama. Me doy la vuelta sin todavía abrir los ojos.—Tu padre te espera en la biblioteca, no le hagas esperar. Hoy no se ha despertado con muy buen humor — ¡Ya somos dos!¿Cómo es levantarse con un humor maravillosamente bueno? No lo sé, todavía no lo he experimentado.—¡Señorito, ya! Levántese de na vez —Minka se retira de mi habitación, lo sé porque no escucho sus pasos por mi habitación. Por sea caso, me incorporo en la cama, poniendo mi espalda recta en el cabecero de la cama, y abro los ojos, pasándol
Ella no puede ser Minka, ella aparentaba como mi madre.—¿Quién eres? —Le pregunto a la chica. Será una pregunta idiota, pero la quiero saber.—¿No sabes quién es? —Cibor se encontraba algo anonadado. Yo niego con la cabeza.—Ella es Minka.—Minka tiene cincuenta años, me lo ha dicho mi padre hoy.—Zarek, no te hagas el olvidadizo ahora, te dije que las habilidades que ella tenía, eran semejantes a las de Florián.—Quizás así me reconozcas —la chica, da vueltas en su propio eje, formando una minúscula ventisca, que hace que su cuerpo y cara cambie. Y ahora sí, es la Minka que yo conozco.—Hola Zarek —sonríe.—No, no, no —niega Cibor, vuelve a tu forma y edad por favor, esta no me gusta tanto —todos soltamos una carcajada, y Minka le hace caso —. Ven
Estaba apoyado en el ventanal de mi habitación que daba al patio trasero, mirando a Minka y a Nadzia jugar.Me fijo en la hora que es en el reloj que tengo en la pared colgado, hace más de diez minutos, todavía no ha venido a por mí.Unos suaves golpes en la puerta, hacen que despegue la mirada de donde se encontraba situada para ponerla en la persona que estaba ingresando a mi habitación. Cibor.—Vamos, no hay tiempo que perder.—¿A dónde vamos? Se supone que tengo que esperar a Dyzek —no sé porque tengo la manía de hablar antes de que me expliquen las cosas.—Creo que la maquinaria de tu cerebro anda un poco oxidada. Deja de pensar por un rato, nos encontraremos con tu padre en unos minutos —murmuro algo más, que yo no alcance a escuchar. El me ve que quiero decir alguna bordaría y me corta —, como digas algo estúpido, har&eacut
Hoy extrañamente, me desperté por sí mismo. Cuando Minka entro ya estaba vestido, y dispuesto a salir del cuarto. La cara de sorpresa de ella fue para enmarcar en un marco. Nunca me suelo despertar antes de la hora, es más, me despierto mucho más tarde, y levantarme me cuesta incluso más.Entro por la puerta de la cocina y todos los ojos reposan en mí, sus caras de perplejidad me hacen soltar una larga carcajada.—¿Y ese milagro bello durmiente? ¿Te has caído de la cama? —el comentario de mi padre hace que todos riamos. Sin excepción de nadie.—Te has levantado chistoso, papá —paso por su lado y le doy unas palmadas en su hombro.Todos los presentes tenían su desayuno en frente de ellos, en la mesa, y yo tendría que esperar a que bajara Minka.—Hijo —llama mi atención, Dyzek —. Tienes manos y piernas, &i
A estas horas tan tempranas de la mañana, me encontraba sentado en la que se había convertido en mi butaca favorita, mis brazos, descansaban en los antebrazos de esta. La mirada la tenía fija en un mueble de madera, que dentro contenía una gran colección de tazas. La ventana que tenía a mi izquierda se encontraba abierta, y eso hacía que el viento que este día estaba haciendo, moviera mi pelo revoltoso, despeinándolo aún más de lo que ya estaba.Este día amaneció con el cielo cerrado, las nubes estaban de un color gris oscuro, que avecinaba lluvia y tormenta, las hojas de los árboles se sacudían de un lado al otro. Alguien entro al cuarto, pero no le preste atención en lo absoluto. Aso por detrás mío y directamente fue a cerrar la ventana. Yo como siempre soy como todo el mundo y me encanta la negatividad y la palabra no, reclame al no sentir la brisa
—¿Falta mucho para llegar a nuestro destino? —iba en el coche de siempre, con Rafal al volante, de copiloto iba Witold, y atrás tan solo iba yo. Oigo suspirar a las dos personas que se encuentran en los asientos delanteros. Sé que soy un pesado, pero estar dentro de un coche por más de diez horas es demasiado agobiante.¡No he salido ni un minuto a estirar las piernas!Solo paramos unos minutos a recoger a mi hermana y "mis amigos", eso pasó hace ya unas cuantas horas, y resulta que no me dejaron salir del coche.—¿Puedes dejar de repetir esa pregunta? En cinco minutos has preguntado unas cuarenta veces, haber cundo llegamos y si falta mucho.—Necesito que me da algo de aire —me quejo de nuevo. Si sigo en este modo, al final me van a dejar a medio camino.—Baja la ventanilla, solo tienes que darle a un botón. Y no te quiero escuchar de nuevo, en lo que queda