Hoy extrañamente, me desperté por sí mismo. Cuando Minka entro ya estaba vestido, y dispuesto a salir del cuarto. La cara de sorpresa de ella fue para enmarcar en un marco. Nunca me suelo despertar antes de la hora, es más, me despierto mucho más tarde, y levantarme me cuesta incluso más.
Entro por la puerta de la cocina y todos los ojos reposan en mí, sus caras de perplejidad me hacen soltar una larga carcajada.
—¿Y ese milagro bello durmiente? ¿Te has caído de la cama? —el comentario de mi padre hace que todos riamos. Sin excepción de nadie.
—Te has levantado chistoso, papá —paso por su lado y le doy unas palmadas en su hombro.
Todos los presentes tenían su desayuno en frente de ellos, en la mesa, y yo tendría que esperar a que bajara Minka.
—Hijo —llama mi atención, Dyzek —. Tienes manos y piernas, &i
A estas horas tan tempranas de la mañana, me encontraba sentado en la que se había convertido en mi butaca favorita, mis brazos, descansaban en los antebrazos de esta. La mirada la tenía fija en un mueble de madera, que dentro contenía una gran colección de tazas. La ventana que tenía a mi izquierda se encontraba abierta, y eso hacía que el viento que este día estaba haciendo, moviera mi pelo revoltoso, despeinándolo aún más de lo que ya estaba.Este día amaneció con el cielo cerrado, las nubes estaban de un color gris oscuro, que avecinaba lluvia y tormenta, las hojas de los árboles se sacudían de un lado al otro. Alguien entro al cuarto, pero no le preste atención en lo absoluto. Aso por detrás mío y directamente fue a cerrar la ventana. Yo como siempre soy como todo el mundo y me encanta la negatividad y la palabra no, reclame al no sentir la brisa
—¿Falta mucho para llegar a nuestro destino? —iba en el coche de siempre, con Rafal al volante, de copiloto iba Witold, y atrás tan solo iba yo. Oigo suspirar a las dos personas que se encuentran en los asientos delanteros. Sé que soy un pesado, pero estar dentro de un coche por más de diez horas es demasiado agobiante.¡No he salido ni un minuto a estirar las piernas!Solo paramos unos minutos a recoger a mi hermana y "mis amigos", eso pasó hace ya unas cuantas horas, y resulta que no me dejaron salir del coche.—¿Puedes dejar de repetir esa pregunta? En cinco minutos has preguntado unas cuarenta veces, haber cundo llegamos y si falta mucho.—Necesito que me da algo de aire —me quejo de nuevo. Si sigo en este modo, al final me van a dejar a medio camino.—Baja la ventanilla, solo tienes que darle a un botón. Y no te quiero escuchar de nuevo, en lo que queda
—¿Por qué pones esa cara de susto Rafal? —pregunto sin saber nada.—¿Qué haces con eso? — ¿Con que? ¿Por qué nunca me responden a lo que les pregunto?—Te he explicado antes lo que he visto, y tú no me has hecho el menor caso —le digo sinceramente —he visto una silueta con un bastón —le repito lo que le había comentado antes de llegar al porche de la casa y perderse dentro de la cabaña —si empezarais a tomar enserio lo que digo y veo, iríamos por mejor camino que este —este solo atina a asentir.—¿Ahora me puedes decir de donde lo has sacado? Has ido allí, ¿verdad? —No respondo a sus dos preguntas y para él ya le he dado una —. ¡Mierda Zarek! ¿Qué has visto? — ¿Por qué pone tanto interés en saberlo?—Tranquilí
Cuando me desperté, guardé la vara en un lugar mejor; mi bolsillo. El bastón se podía convertir en una pluma. Yo todavía estoy asimilando como lo pude lograr. Desconfiaba de todos y cada uno de esta casa, aunque una de las personas que estaba entre estas paredes fuera mi hermana. Estábamos todos sentados sin excepción alguna, alrededor de la mesa que aparentemente estaba en el salón. Tenía en frente de mí a Eunika, no apartaba sus ojos de mi rostro, no sé qué pretendía, pero me estaba sacando de mis casillas, mi paciencia se estaba agotando poco a poco. Mi hermana se encontraba sentada a un lado de mí, y veía mi nerviosismo y la mala leche que se avecinaba en mi cuerpo. —¡Eunika, basta! Déjalo en paz, no lo mires —le advierte mi hermana con un tono que no es nada agradable.—¿Ahora se prohíbe a la gente dejar de
Me encontraba solo sentado en la mesa del salón, todos se habían marchado hace media hora. Mi mejilla reposaba en la mesa, mantenía los ojos cerrados. Sé que no me encontraba en una posición demasiado cómoda, pero al menos podía descansar un buen rato de las incomodas voces de los demás, además de su presencia. Desde que me desperté en el palacio no hay muchas veces que estoy solo, aparte de cuando duermo por las noches.—¿No tienes cama en donde dormir que vienes a la mesa a hacerlo? —la voz sarcástica de la chica con pelo azul hace que todo mi buen humor y mi descanso se vaya a la mierda en un segundo.—Vete por favor, antes de que pierda los papeles por tu culpa —intento contestarle bien. Levanto la mirada y mis ojos recaen en los suyos —, vete a molestar a otra persona que no sea yo.—¿Por qué buscar a otra persona si tengo en frent
He perdido la cuenta de las veces que he llamado a mi hermana y no me la ha devuelto ni una mísera vez. ¿Dónde diantres mete esta chica su móvil? Quiero saber dónde está y porque se ha ido junto a los demás.Esta vez no me había encerrado en mi habitación y me encontraba cómodamente tumbado a lo largo del sofá. Dagmara también estaba conmigo, pero ella estaba sentada en una de las butacas individuales viendo la televisión atentamente, mantenía la mirada fija ahí sin quitarla.—Deja de llamar Zarek. ¿No te has dado cuenta que quizás haya apagado el móvil para no escuchar tantas llamadas tuyas?—¿Me estás diciendo que está ignorando mis mensajes? —resoplo, que pérdida de tiempo, haberla llamado una infinidad de veces.—Eso mismo acabo de decir. No te preocupes, tienen que volver.&ique
—Ni se te ocurra hacer una estupidez —se adelanta a decirme Alenka.En estos momentos no llegaba a pensar con claridad. Mi cabreo siempre ha ido por delante de la sensatez. Lo más inteligente seria ahora es ir donde están todos y hablar con ellos y decidir qué hacer en este caso; si ir a por Nadzia o seguir adelante, encontrar el libro, salvar de la muerte a Iwona, Cibor y Dyzek para después no dejar que el mundo caiga y recuperar a la pequeña Nadzia.—Vamos —le digo a mi hermana mientras me levanto del suelo y ella me imita —iremos con los demás y decidiremos que hacer.Ella me mira extrañada. Más o menos sé que está pensando, da la casualidad que yo debería de estar rompiendo cada cosa que se pusiera en mi camino y también gritando a todo pulmón, por dentro estoy así, sin embargo, intento mantener la compostura para que no se enfaden conmig
Observo todo a mí alrededor, todo lo que me rodeaba, casas, edificios, personas, calles. Todo era diferente, me sentía fuera de lugar en esta ciudad. A Alenka, Julek y a mí nos miraban como si nos hubiera crecido una cabeza más en nuestro cuerpo. Y estaba casi cien por cien seguro que era por nuestros colores de pelo. Parece que nunca han visto a personas con colores más vivos que los suyos.Saco mis auriculares del bolsillo derecho de mi pantalón y me los coloco cada uno en sus respectivos lugares. Los enchufo en el móvil, y la música se reproduce. Guardo mi teléfono en el bolsillo de mi sudadera.La ciudad de Poznań, antiguamente llamada Posnania estaba situada al oeste de Polonia, está situada a orillas del río Varta. Esta ciudad es reconocida por ser la cuna de la nación polaca, por cumplir en el pasado la función de capital del Estado y por ser la residencia de los monarcas pola