Capítulo 18

Cuando me desperté, guardé la vara en un lugar mejor; mi bolsillo. El bastón se podía convertir en una pluma. Yo todavía estoy asimilando como lo pude lograr. Desconfiaba de todos y cada uno de esta casa, aunque una de las personas que estaba entre estas paredes fuera mi hermana.

Estábamos todos sentados sin excepción alguna, alrededor de la mesa que aparentemente estaba en el salón. Tenía en frente de mí a Eunika, no apartaba sus ojos de mi rostro, no sé qué pretendía, pero me estaba sacando de mis casillas, mi paciencia se estaba agotando poco a poco.

Mi hermana se encontraba sentada a un lado de mí, y veía mi nerviosismo y la mala leche que se avecinaba en mi cuerpo.

—¡Eunika, basta! Déjalo en paz, no lo mires —le advierte mi hermana con un tono que no es nada agradable.

—¿Ahora se prohíbe a la gente dejar de
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