Aria pasa saliva con algo de dificultad. Su desventaja es obvia. Tal como dijo su hermano, ellos pueden matarla y matarlo a él y nadie nunca se enteraría de ello; sin embargo, ya está aquí, no puede permitirse ser cobarde ahora con su hermano corriendo peligro.
—Sí, yo soy Aria. ¿Qué quieren de nosotros? ¿Por qué tienen a mi hermano? ¿Qué le hicieron?
El hombre suelta una carcajada. Da unos pasos hacia ella, revelando mejor su rostro. Es mucho más aterrador de lo que Aria pensaba al principio.
—Pobre chiquilla. —Él intenta tocar uno de sus mechones del cabello, pero Aria se quita de manera brusca, ganándose la mirada asesina de él—. ¿No lo sabes? Tu querido hermano trabaja para la mafia. Y, el muy estúpido, se robó un cargamento muy importante, creyendo que no iba a ser pillado.
Aria siente que el suelo se abre bajo sus pies. Su corazón galopa en su pecho. Mira a su hermano, quien solloza con la cabeza gacha.
—¡No! —murmura, con el corazón destrozado—. Dime que eso no es cierto, hermano. Nos costó mucho a Elvira y a mi juntar el dinero para que pudieras estudiar. Eres un hombre de bien, no eres capaz de hacer eso.
—Aria… por favor, vete… —balbucea su hermano con dificultad—. No quiero que te hagan daño. Olvídate de mí y corre. Vete ahora que tienes oportunidad. Yo estaré bien.
Lo que menos quiere Aria es irse y dejarlo a su suerte. Está decepcionada, pero nunca lo dejaría solo en una situación como esta.
—¿Cuánto dinero debe mi hermano? —pregunta y seca sus lágrimas.
El hombre levanta una ceja, sorprendido por su valentía.
—Más de diez millones —responde—. Dime, monjita, ¿tienes ese dinero? ¿Vas a poder pagar los daños que ocasionó?
Aria vuelve a tragar saliva. Diez millones. Es una cifra imposible para ella. ¿De dónde va a conseguir todo ese dinero? El hombre la mira con una mezcla de diversión y crueldad.
—¡Vete, hermana! —suplica Joel una vez más.
Los hombres que tienen rodeado a su hermano, lo vuelven a golpear. Aria siente cómo su corazón se rompe al ver el sufrimiento de Joel. Las lágrimas caen libremente por su rostro ahora.
—¡Por favor! —ruega con la voz entrecortada—. Deme unos días… conseguiré el dinero, solo suéltelo.
El hombre frente a ella suelta una carcajada burlona que estremece a Aria. De un movimiento llega a ella y agarra sus manos. La sostiene fuerte. El rostro de Aria se contrae del dolor.
—¿Eres ingenua o tonta, monjita? ¿Realmente crees que podrás conseguir una cantidad así en tan poco tiempo?
Aria siente su estómago revolverse. La mirada del hombre brilla con malicia cuando ve la lucha mental de ella.
—La única forma en que podrías pagar esta deuda es entregándote a mí. Tal vez no valgas mucho —con su mano toca su rostro y su cuello. Aria siente mucho asco—, pero al menos podrás compensar algo del daño hasta que se recupere la carga.
Su hermano grita con desesperación.
—¡No, Aria! ¡No lo hagas, por favor! ¡Déjala ir! ¡No la toques, maldito! No te atrevas a tocarla o te mataré yo mismo. Ella no es ese tipo de mujer.
Una patada fuerte en su estómago, lo deja semiinconsciente al momento.
Al ver aquello, Aria toma una decisión. Después de la muerte de sus padres en aquel trágico accidente cuando ella tenía quince años, solo quedan ellos tres, su hermana Elvira, que es la mayor, Joel y ella, la menor de todos. No va a perderlo a él también.
Asiente con firmeza.
El hombre sonríe, y la recorre de pies a cabeza con los ojos entrecerrados. Su inocencia le resulta fascinante. Aria es demasiado hermosa, natural, y el hecho de que sea una monja solo aumenta el interés que despierta dentro de él.
—Llévala a mi habitación —ordena a uno de sus ayudantes.
Aria siente cómo su cuerpo tiembla sin parar. El miedo está haciendo estragos en cuerpo y en su mente, hasta respirar duele como el mismo infierno, pero no tiene otra opción. Al menos no por ahora.
—Primero suéltalo —exige con voz firme—. Déjenlo ir ahora, frente a mis ojos, y luego me iré contigo.
El hombre sonríe con diversión y, tras un largo momento, accede. Su hermano es liberado de las cuerdas, aunque aún estaba débil y herido. Aria ve cómo uno de esos matones lo saca de la habitación y lo tira al pasillo.
—Vete antes de que me arrepienta —dice el jefe mirando a Joel—. Agradece que tu hermana te está dando la oportunidad de vivir.
Joel intenta decir algo, pero Aria le dice con la mirada que huya de allí. Su hermano se levanta y a duras penas empieza a caminar hasta la salida.
Uno de los hombres agarra del brazo a Aria y la guía a otro piso del hotel, mucho más arriba. Cuando llegan a la habitación, el hombre que la había escoltado le ofrece un vaso con líquido ámbar.
Aria intenta alejarse, pero él la sujeta fuerte y la tira a una de las sillas para someterla, sin oportunidad alguna de huir.
—Bebe —le ordena y acerca el vaso a su boca.
Ella duda, pero cuando su vista va a parar al arma que el hombre tiene en su cintura y que le muestra con una sonrisa, agarra el vaso y toma un sorbo. Su rostro se arruga debido al desagradable sabor y, casi de inmediato, comienza a sentirse mareada y con muchas ganas de vomitar. A los pocos segundos, la habitación gira a su alrededor.
—¿Qué… qué me hiciste? —pregunta. Su lengua está entumecida y casi no puede ver nada—. ¿Q-qué tenía la… la bebida?
—Algo que te hará sentir muy bien y mucho placer. Enseguida abrirás las piernas y rogarás que alguien te folle —responde el hombre luego de una carcajada.
Aria intenta ponerse de pie, pero sus piernas son como gelatinas. Está sudando y su cuerpo empieza a ponerse caliente.
El hombre sonríe de satisfacción y, tras asegurarse que ella está totalmente drogada, sale de la habitación, dejándola sola.
Aria tarda unos minutos en normalizar su respiración, pero sigue mareada, su vista aún está borrosa y el calor de su cuerpo aumenta a cada segundo. Para su suerte, hay una jarra de agua encima de la mesita a su lado. La agarra y empieza a beber hasta que su estómago ya no da más. Con tanta agua en su sistema, el mareo desaparece un poco, lo que la ayuda a ponerse de pie.Con dificultad, logra llegar al baño y abrir el grifo. Se echa agua fría en el rostro, tratando de mantenerse consciente, pero nada parece ser suficiente. Sus piernas todavía están flácidas, todo su cuerpo está tembloroso, por lo que es doblemente torpe. —Dios, ayúdame a salir de esto —susurra con miedo frente al espejo. Apenas le salen las palabras. Su voz está rasposa. La desesperación la invade cuando recuerda el trato que hizo con ese hombre. Él debe estar por llegar. En el estado en que se encuentra, nunca va a poder luchar contra él.Va hasta la puerta principal e intenta abrirla, pero se da cuenta de que es
Aria abre los ojos luego de un breve lapso de pérdida de conocimiento y su mirada se encuentra con la del alfa. Ambos se observan mutuamente por unos segundos que se sienten eternos. En su afán de sostenerla, Kael rodea su cintura con ambos brazos y la pega más a su cuerpo. Su piel se eriza con el contacto, los vellos de sus manos comienzan a sobresalir. Sus labios van a parar encima de los de ella en un beso suave, pero mojado. Aria se queda estática sin saber cómo reaccionar, pero cuando el alfa profundiza el beso, ella se deja llevar por las sensaciones. Aquellas que nunca antes había experimentado.Su respiración se ralentiza, el oxígeno no es suficiente y, por un segundo, su mente le avisa que lo que está pasando entre ellos está mal. Esto es pecado, ella es una monja y no puede estar besando a un hombre. Es parte del juramento que hizo ante la cruz.Intenta apartarse, pero no tiene suficientes fuerzas para hacerlo. Kael, pilla sus intenciones y la aprieta más contra su cuerpo
El camino a la reunión que tienen pendiente es en completo silencio, hasta que Osman se anima a hablar.—Alfa Ramiro, ya envió las invitaciones para tu compromiso en la siguiente luna —dice y mira a su amigo desde el espejo retrovisor—. ¿En serio vas a reclamar a Erika como tu compañera y luna? ¿Qué va a pasar si aparece tu compañera destinada? ¿Has pensado en eso?Los ojos de Kael se oscurecen al instante. Había llegado a un acuerdo hace unos meses con su padre que, si no encontraba a su destinada en esta luna llena, en la siguiente Erika y él se reclamarían mutuamente. Ella tendría su ceremonia de luna al día siguiente y sería oficialmente, junto con él, líderes de la manada. Por supuesto que ella no es su destinada y Kael ya lo comprobó anoche, pero es una joven loba de alto rango, sus padres son guerreros de primera línea, ella es una de las más aplicadas de la clase, una de las más fuertes y su loba es enorme y aguerrida. Nunca podría compararse con una humana débil que apenas p
Aria sube al autobús luego de caminar varias cuadras. Sus manos sudorosas aprietan el pequeño bolso contra su regazo mientras observa por la ventanilla el ir y venir de los autos. Volver a casa es la peor decisión, sabe que esos hombres la buscarán ahí antes que en cualquier otro lugar. Igual que a su hermano.No puede correr de ellos por siempre, pero tampoco puede arriesgarse. Respira hondo y, en un impulso, se levanta y toca el timbre. Se baja unas cuadras antes, justo frente a la confitería de Nala. Su amiga ha sido su único sostén en este tiempo. Con ella estará segura, al menos por ahora. Respira profundo antes de empujar la puerta del local. Nala, tras el mostrador, la ve y su ceño se frunce. Nunca había visto a Aria en ese estado. Es como si le hubiera atropellado un camión.Al otro lado de la ciudad, el alfa Thane camina con pasos firmes por el edificio de una prestigiosa empresa junto con Ramiro, su beta. La secretaria lo reconoce al instante y, sin hacerlo esperar, los con
Una sensación desagradable invade a Kael tras leer el informe completo sobre Joel. Sus ojos brillan con un resplandor naranja intenso. Ryder está en la superficie misma, gruñe con rabia dentro de su cabeza. Está furioso. Algo le dice que esto es solo una pequeña parte de lo que está sucediendo y que Aria quedará en medio del fuego cruzado de nuevo.—Dile que no la pierda de vista —dice a su beta—. Quiero que la vigile las veinticuatro horas y que me informe de toda novedad. Osman comunica al rastreador la orden del alfa. (…)Aria sigue en la cama de su amiga Nala con los ojos completamente rojos e hinchados y la vista perdida en la ventana. Su cuerpo se siente pesado y su mente agotada. Su amiga le trajo comida varias veces, pero ella no ha tomado nada más que unas tazas de té de limón. Ha pasado casi una semana y no tiene idea de qué hacer. El dolor y el miedo la paralizan. Tampoco Joel se comunicó con ella en ese tiempo y eso la tiene bastante angustiada. Incluso mandó decir al p
El trayecto a la ciudad es demasiado largo para el alfa Kael. En varias ocasiones ordena a Osman que acelere, a pesar de que ya van a alta velocidad. Para suerte de ambos, estos caminos de tierra son desérticos, ya que solo se utilizan para llegar a la manada y ellos lo conocen hasta con los ojos cerrados. —¿Vas a decirme qué pasa? —indaga Osman a su amigo—. ¿Por qué esa mujer es tan importante? Desde que pasaste la noche con ella en aquel hotel, estás muy extraño. Y… no es necesario que niegues, nos conocemos desde que éramos bebés. Kael suspira. Hablarlo con Osman tal vez pueda ayudar a reducir el estrés que carga. —Ella… es mi compañera destinada —confirma lo que su amigo ya sospechaba, en especial cuando él nunca elegiría a una humana para pasar la noche. Hay un silencio abrumador dentro del vehículo tras su declaración. —¿Qué vas a hacer con Erika? Debes hablar con tu padre, él necesita saber que la encontraste.—No le diré nada a mi padre, no la reclamaré. Es una humana. ¿C
Hay un silencio especialmente lúgubre esta noche.La luna llena se levanta majestuosa y lenta en lo alto, derramando su luz sobre las calles adoquinadas de Tierra de Pinares.Aria camina a pasos presurosos hacia la capilla, el sonido de sus tacones chatos resuena en la calle. La misa debe iniciar dentro de media hora, y el padre Ezequiel no es conocido por su paciencia. Esta noche le corresponde la lectura del evangelio y no puede permitirse llegar tarde, o sus tareas comunitarias de la semana serán duplicadas de nuevo.Los sonidos de la segunda campanada llegan a sus oídos, recordándole que apenas le quedan minutos. Levanta la vista y divisa el gran crucifijo que adorna la entrada de la capilla. Sonríe. Ya está cerca.De repente, una ventisca fuerte irrumpe en la calle y la obliga a detenerse de forma brusca. Un escalofrío recorre su espalda y una sensación extraña le indica que algo no está bien. Un leve murmullo parece surgir a su alrededor, difuso y errante, pero cuando mira a sus
La sonrisa inocente y contagiosa de Aria despide a los últimos feligreses que salen de la capilla. La misa concluyó hace un rato, pero a la mayoría le gusta quedarse para compartir unas palabras con ella y con el padre Ezequiel. Para Aria, este no es solo un lugar de oración, sino un refugio donde encuentra la paz y el propósito para su vida.Después de que la última persona se marcha, el padre se acerca a ella con una expresión satisfecha. La sonrisa en su rostro dice más que mil palabras.—Hoy fue un día muy provechoso, Aria. Hemos logrado juntar casi el diez por ciento de lo que necesitamos para construir el albergue para los niños huérfanos. Si todo sigue así, en pocos meses podríamos tenerlo todo. Estoy muy esperanzado. Además, con las donaciones de los empresarios, será mucho más fácil llegar a la meta. Aria sonríe de mucha felicidad. —¡Eso es maravilloso, padre! Dios realmente está obrando a través de la generosidad de los fieles. También estoy esperanzada. ¿Se imagina lo fel