Capítulo 6. ¿Quién será ese hombre?

El camino a la reunión que tienen pendiente es en completo silencio, hasta que Osman se anima a hablar.

—Alfa Ramiro, ya envió las invitaciones para tu compromiso en la siguiente luna —dice y mira a su amigo desde el espejo retrovisor—. ¿En serio vas a reclamar a Erika como tu compañera y luna? ¿Qué va a pasar si aparece tu compañera destinada? ¿Has pensado en eso?

Los ojos de Kael se oscurecen al instante. Había llegado a un acuerdo hace unos meses con su padre que, si no encontraba a su destinada en esta luna llena, en la siguiente Erika y él se reclamarían mutuamente. Ella tendría su ceremonia de luna al día siguiente y sería oficialmente, junto con él, líderes de la manada. 

Por supuesto que ella no es su destinada y Kael ya lo comprobó anoche, pero es una joven loba de alto rango, sus padres son guerreros de primera línea, ella es una de las más aplicadas de la clase, una de las más fuertes y su loba es enorme y aguerrida. Nunca podría compararse con una humana débil que apenas puede mantenerse en pie. Ella es la única indicada para ser su luna. Le dará herederos fuertes para continuar con su linaje.  

—No tengo nada que pensar. Erika será mi luna —responde tosco—. Ya esperé mucho por mi mate. Si aparece luego de mi unión con ella, la rechazaré y listo. 

—¿Estás seguro? ¿Eso no será muy doloroso para ella? ¿Para ambos?

—No me importa lo que sienta, tendrá que superarlo. Mi decisión ya está tomada. 

Osman asiente y no vuelve a preguntar nada durante todo el trayecto. 

Aria, por su parte, continúa caminando a pasos lentos y torpes. Su rostro está demacrado y no deja de llorar. Tiene una angustia en el pecho que no consigue deshacer. Es demasiada desazón para asimilar. Enterarse de que su hermano ha estado trabajando todo este tiempo para la mafia cuando ella creía que estaba estudiando, verlo golpeado en esa habitación por una carga que robó, luego todo lo que ella misma pasó a manos de aquellos hombres y lo que sucedió después en otra habitación. Se siente sucia, una pecadora.

Las personas que pasan a su lado, la observan como si fuese una desquiciada. Ni siquiera se preocupa de ocultar su llanto. Le duele que todo haya sucedido de esta forma. Había querido ser monja toda su vida, desde que era una niña. Luchó y se esforzó mucho para conseguirlo y ahora, lo había tirado todo en la basura en una sola noche. 

De pronto, empieza a reírse de sí misma, de su amargura, de su estupidez y de lo que hizo. En ese momento, cae desplomada en el suelo. 

Un auto que va pasando por ahí, se detiene de manera brusca y el hombre atrás, se baja rápidamente y la toma en brazos para auxiliarla. 

Aria despierta unos minutos después con un dolor pulsante en la cabeza. Observa a sus lados y se da cuenta de que está dentro de un auto desconocido. Se sobresalta. Un hombre maduro, de unos treinta y cinco años, elegante y fornido, con un cabello oscuro hasta los hombros, está sentado a su lado mientras el vehículo está en movimiento.

—¿Quién eres tú? ¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Dónde me llevas? 

Aria empieza a golpear la puerta e intentar abrirla, pero está asegurada. 

—¡Cálmate! Estás siendo muy histérica —responde Thane Blackwood, alfa de la manada Luna negra. Su voz es tan profunda que parece provenir del mismo dios del infierno—. Te estoy llevando al hospital. Te desmayaste en plena acera. 

—¡Detén el auto! ¡Quiero bajarme ahora mismo! —grita de nuevo Aria. Todo su cuerpo está tembloroso—. No te conozco, no quiero estar aquí. Esto es un secuestro, te denunciaré con las autoridades. 

De pronto, Thane voltea y la mira directamente a los ojos. Aria se estremece contra el asiento. Se siente chiquita frente a él. 

—No detendré el auto. Tu pulso está muy débil y necesitas atención médica. ¿O quieres desmayarte de nuevo en plena acera?

—Me siento mejor, no quiero ir al hospital.

Thane se masajea las sienes. Antes de que pueda responder, el auto se estaciona frente a una conocida cafetería. Él se baja primero y le ofrece su mano para hacer lo mismo.

—¿Qué hacemos aquí? —Aria mira la fachada del lujoso sitio. 

—No quieres ir al hospital, entonces te dejaré libre cuando hayas comido algo. Estás muy pálida. 

Aria quiere resistir, pero hay algo en la mirada de Thane que le dice que no le conviene hacerlo. Ella observa su mano gigante extendida hacia ella y duda en tomarla. Él no es un hombre común y corriente, lo sabe muy bien. Hay algo en su mirada que le dice que esconde alguna cosa. Su porte es temible, a pesar de ser, en apariencia, muy guapo. 

Finalmente, él la lleva hasta una de las mesas que ya está reservada a su nombre. Unas de las encargadas los recibe y los acomoda. 

«Señor Blackwood», Aria recuerda cómo lo llamó aquella mujer y trata de memorizarlo. ¿De dónde salió este hombre? No recuerda a ninguna familia que tenga ese apellido en la ciudad. 

Enseguida, una cantidad exagerada de comida, de todo tipo, es puesta en la mesa. Thane hace una señal a Aria para que empiece a comer, pero su estómago no está de acuerdo. Apenas logra agarrar una taza de té con limón y beber unos sorbos.

Thane recibe una llamada en su celular en ese momento. 

—Tengo que irme ahora —dice él luego de colgar la llamada. Abre su billetera y deja en la mesa unos billetes junto con una tarjeta donde está su nombre y su número de teléfono—. Mi nombre está aquí, llámame cuando necesites algo. 

Dicho esto, sale de la cafetería dejando sola a Aria. 

Ella mira a sus lados y todos la están observando. No es para menos. Está despeinada, con un hábito, su rostro y sus ojos hinchados. Cualquiera que no la conociera pensaría que está loca. 

Luego de beber todo su té, sale a la calle. El día está despejado, el sol está brillante, pero ella no siente la misma emoción que siempre. Algo dentro de ella cambió drásticamente luego de lo que sucedió anoche con ese hombre. 

Aria suspira.

«¿Quién será ese hombre?»

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