Un estruendoso gruñido se desprendió de los labios de Derek, el tosco sonido sacudió con violencia cada margen del angosto sitio, causando un espantoso eco que retumbó de manera estridente en los oídos de la muy asustada muchacha.
Él llevó con impulso las manos a su rostro, mientras continuaba gruñendo alto, como si la humanidad de él hubiese fuese fugitiva en aquel instante, como si se tratase de una bestia encolerizada. Apenas un corto vistazo le echó Adalia a Derek antes de salir por completo del baño y lo que vio, solidificó su ya asustado corazón; la furia se distinguía tan viva en sus expresiones que parecía humana, algunos vidrios habían lastimado con profundidad el rostro de aquel hombre; hileras un tanto gruesas de sangre se escurrían por ese largo y sumamente enfurecido rostro, mientras, él avanzaba sin poder caminar con precisión ninguna, debido a que en su recorrido se encontraba con vidrios los cuales aplastaba con sus pies sin darse cuenta, solo cuando sentAdalia cerró la puerta principal de un violento portazo y echó a correr lejos de la casa, como alma que lleva el diablo; sus enclenques pies se tropezaban y su cuerpo hacía constante amague de caerse cada vez que se movía hacia adelante, pero no podía parar, ni siquiera se detuvo a mirar un segundo atrás la ventaja que mantenía sobre él o si era que tenía ventaja alguna, jamás en su vida había corrido tan rápido como lo hacía en ese momento.En los mismos instantes en los que se alejó de la casa, empezó a sentir algo húmedo deslizándose con premura por todo su cuerpo, gotas… eran gotas… su cabello se derrumbó en cascadas por sus delgados hombros y se aglutinó a su cuerpo, al igual que su ropa se adhirió a ella como si se tratase de una segunda piel, sintió más dificultoso y deslizadizo el caminar; sin frenar su carrera, alzó su rostro y se dio cuenta de que estaba lloviendo, una llovizna débil.Lluvia… aquella sensación, aquel olor… aquella libertad que sentía, pese a qu
Adalia respiró bastante hondo. Se sostuvo con mucha fuerza de una rama para poder levantarse, pero falló en su intento y se resbaló, golpeándose abruptamente el mentón y por consiguiente los dientes, que colisionaron con fuerza los unos con los otros, lastimando la piel interna de su boca. De manera inmediata sintió un áspero y característico sabor metálico caminar por su paladar: era sangre. Escupió con fuerza a un lado, tratando de deshacerse de aquel desagradable sabor que sentía invadiendo su paladar, pero no funcionó, así que lo intentó de nuevo, escupiendo todavía con más fuerza y aquello tampoco resultó, decidió rendirse: por más que escupiera en aquel instante, el sabor seguiría allí, pues la herida, aunque no fuese lo suficientemente grande ni profunda como para causarle un daño y un dolor en exceso intenso, estaba abierta y por ende, seguiría sangrando hasta que se cerrase por completo.Ella lanzó un bufido taciturno, pero bien cargado de emociones. Tenía asuntos mucho
De pronto, Adalia empezó a recordar nublosamente, pero poniendo mucho empeño, hasta que un vago recuerdo palpó los filos de su memoria: él tenía bajo su poder, una copia de las llaves de la puerta de esa recamara en donde ella lo había encerrado para huir, de hecho, recordándolo con una flama más clara, Derek tenía bajo su poder una copia de las llaves de todas las puertas de la casa, en ese mismo instante, ella empezó a recordar aquello.Él incluso, una vez se lo había comentado, justo aquel día en el que su padre la abandonó, más tarde, casi en la noche, él le había mostrado aquel llavero que poseía, y le había anunciado que con aquel simple llavero, tenía control a cada cerradura de la vivienda, aquel anuncio, había sido expuesto a ella con un toque amenazador que él ni siquiera se había molestado en censurar de ninguna manera, en pocas palabras, él le había querido decir que tenía completo acceso a cada entrada y salida de la casa, así que intentar escapar era una operación p
Empezó a parpadear con suma rapidez, de manera reiterada, intentando así, esclarecer sus azules faroles nublados, a causa del agua y la debilidad que permanecía en su sistema, que le conducía a marearse. En vista de que no conseguiría pararse de allí en aquel instante, al menos, no sin mucho esfuerzo y sin llamar la atención de su perseguidor, lo único razonable que a su famélica mente se le ocurrió llevar a cabo fue, permanecer en un completo estado de silencio, en completo silencio sin realizar tampoco movimiento alguno que delatase la posición en la que se encontraba, esperando así, a que él o se fuese de allí o la encontrase y la matase… o la terminase de matar, estaba en lugar para decir, pues ya se sentía media muerta, tanto por fuera como por dentro, el frio entraba a sus pulmones y succionaba su energía vital como lo haría un obsesivo fumador con el humo de su cigarro favorito.—¡¿Dónde demonios estás, estúpida perra?! ¡Cuando te ponga las manos encima! ¡Oh, cuando
La agitación y ganas de huir se adueñaron celosamente de cada extremidad de su cuerpo, pero de manera paradójica, el miedo congeló cada uno de sus movimientos, obstaculizándole alzar su cuello o mover siquiera sus parpados, solo había escuchado aquellas palabras arrojadas con una violencia enloquecida al atroz clima y luego había perdido la percepción de todo aquello que la rodeaba, solo permaneció arrojada allí, rendida, esperando a ver como el destino actuaba contra ella de nuevo, cerró sus ojos, profundamente y se dejó sometida allí, esperando a que él fuese a donde ella y la arrastrase fuera de aquel bosque; al menos lo había intentado, «al menos lo he intentado, si no se debiese a la caída, lo hubiese logrado», se motivaba, pero ayuda alguna no daban aquellas palabras tan vacías como su vida. Seguía con sus ojos cerrados, esperando a que Derek llegase a donde ella estaba.Pero aquello no ocurrió.Transcurrieron unos cuantos minutos y no sucedió nada de lo que en los pasad
Estaba abstraída en una profunda oscuridad, perdida como un alma en pena deambulando sin rumbo ninguno en el mundo de los vivos.No tenía idea alguna de en donde se encontraba, no sabía cómo moverse, como actuar, no sabía ni siquiera que era lo que ocurría en aquellos instantes.Sentía sus ojos magullados, como si estuviesen aglutinados entre sí, como si estuviesen zurcidos a su piel; era imposible para ella abrirlos y ver que era lo que estaba sucediendo a su alrededor.Su respiración era débil e imprecisa, sentía algo meneándose por su cuerpo de un lado a otro, intentaba conjeturar en su mente que ocurría, pero estaba vacía, era por completo ignorante de que era lo que estaba sucediendo.Solo entendía que su cuerpo no reaccionaba de buena manera ante aquellos roces, pero ella no sentía dolor alguno ante estos, más bien parecían livianas caricias, lo que indicaba que no eran violentos ni maldadosos; sin embargo, su cuerpo quería rechazarlos y ni siquie
Seguía sin poder abrir sus ojos, siendo corroída por una angustia nerviosa, seguía sin poder abrir sus faroles tan azules como lo era la definición del color mismo; aún era por completo ignorante de en donde se hallaba, en presencia de quienes se encontraba y que era lo que le destinaba.No quería ser una persona prejuiciosa, pues bastante que le desagradaban las personas de aquel tipo, no quería creer que quien la había recogido del bosque, cuando desmayada había caído, se trataba de un depravado, pues escuchando sus palabras, bajo un análisis algo crítico, no parecían las palabras de un depravado, parecían las palabras de un hombre común, que había encontrado a una muchacha en el bosque, y no queriendo dejarla a su suerte, con caridad, la había recogido y llevado a su vivienda, pero justo ahí radicaba aquella incertidumbre que Adalia tenía sembrada en su mente, incertidumbre que florecía al pasar de cada segundo: ¿por qué aquel hombre, que la había recogido, no había llamado
Había sentido como si sus desventurados pulmones jamás habían tenido la simple dicha de conocer presencia alguna de aire. Le había costado de una manera garrafal la básica necesidad de respirar, lo que estaba intentando hacer, le impedía respirar con la normalidad que buscaba, pero era en aquel momento o nunca que tenía que lograrlo.Tenía que abrir sus ojos y conseguir mover su cuerpo, debía de hacerlo, se obligaba a sí misma, debía de salir de ahí lo más rápido que sus extremidades se lo permitiesen; sentía como si sus ojos estuviesen grapados entre sí, era una sensación bastante brusca e incómoda, no podía siquiera describirla, pero era, echando a un lado el incomparable dolor de golpizas y profanaciones, una de las sensaciones más incomodas que había experimentado, pero no podía de ninguna forma siquiera pensar en darse por vencido; en aquel momento era en la única oportunidad que tenía, sería un pecado derrochar aquello, él la había dejado sola en la habitación, ella n