Debían de ser alrededor de la media noche, o el reloj estaba cerca de marcar esa hora. Un gélido clima cobijaba recelosamente el lugar, aturdía sus sentidos de tan fuerte que soplaba, lo curioso era que por la mañana había hecho un calor invivible; el clima era sumamente inestable, y en una incauta comparación a ella le recordaba mucho a Derek, alguien por completo inestable, incoherente, un día te congelaba con sus palabras y otro día te quemaba con sus acciones, no sabías que esperar de él.
Pero era mejor no esperar nada bueno. El Wood la abrazaba dormido, el menudo cuerpo de la muchacha parecía desvanecerse al ser comparado con el de Derek, se sentía nada cuando se quería comparar con él. La respiración de Derek, era tenue, su cabello, que por una razón que Adalia desconocía él lo había dejado crecer más de lo normal, estaba casi cubriendo el rostro de la rubia muchacha, pues él no la soltaba, le estaba sacando el aire, sofocando, la abrazaba de una manDerek se sentía por completo asfixiado, acerbamente agarrotado del cuello, sentía lagrimas corriendo a todo dar por el largo de sus mejillas las cuales estaban teñidas de un intenso matiz encarnado.A penas aire entraba por sus fosas nasales, las sentía del todo obstruidas, también sentía un frio agresivo, muy, muy furioso que hacía que sus dientes se embistieran de manera rápida; no sabía si estaba desnudo o algo vestía a su cuerpo, pero el frio que profanaba sus extremidades lo ponía en lugar para deducir que no traía ropa alguna.Un velo gris cubría su campo de visión y le imposibilitaba ver con la suficiente claridad que él, en parte, deseaba en esos instantes.Aunque aquello en lo que sus ojos ponían atención era tan descorazonador que, por otro lado, prefería estar ciego, prefería que sus ojos fuesen brutalmente sacados de su concavidades a seguir viendo aquello, que, para su desgracia, de cierta forma no podía dejar de observar. Era atrayente aquella imagen, pe
Derek continuaba soñando, las cosas se tornaban todavía más intricadas, si era que aquello era acaso posible.Aquella pesadilla no parecería tener fin alguno, y las cosas lo enloquecían más y más al andar de los segundos, lo estaba atormentando de la manera más desalmada, aquello estaba torturando de la peor forma su mente. Profanándola todavía más, era como una sádica tortura, pero no a su cuerpo, a su mente. En lugar de sentir cortes o quemaduras profanando su piel, sentía como era embestido por garrafales recuerdos dolorosos.No lo soportaba. En ocasiones creía perfectamente saber que se trataba de tan solo un sueño, pero en otras no sabía deshacer la línea del sueño de la línea lo real, y cuando creía que avanzaba lo suficiente como para salir de aquella pesadilla, el camino se desvanecía como cenizas entre sus manos.La imagen de su madre paralizada le generaba escalofríos, le hacia sudar frio y no precisamente del miedo, era a causa de la desesperación, qu
Solo conseguía escuchar el muy desesperante tic-tac que desprendía el reloj colgado en la pared, desde su posición no lograba verlo, pues la cabeza de Derek tenía gran parte de su campo de visión bloqueada, así que, con exactitud no podía decir cuanto tiempo tenía él abrazándola, solo sabía que era mucho, algunos veinte minutos completos.Ella sentía el calor de Derek posándose en su nuca, en su pecho, en su oído, a donde sea que a él le diese el placer de poner su rostro; él todavía se notaba algo inquieto, pero menos que hace un par de minutos, aquella era la primera vez que Adalia había visto relucir aquel tsunami de emociones en la mirada de Derek, emociones que no fuesen rabia ni frenesí; cuando se había despertado de la pesadilla, pese a la condición en la que ella se encontraba, pudo, a penas, notar que él despertó bastante abrumado por lo que sea que vio en sus sueños; ella no se atrevía a preguntarle nada al respecto de aquel sueño, y nunca lo haría, así era mucho
Un estruendoso gruñido se desprendió de los labios de Derek, el tosco sonido sacudió con violencia cada margen del angosto sitio, causando un espantoso eco que retumbó de manera estridente en los oídos de la muy asustada muchacha.Él llevó con impulso las manos a su rostro, mientras continuaba gruñendo alto, como si la humanidad de él hubiese fuese fugitiva en aquel instante, como si se tratase de una bestia encolerizada.Apenas un corto vistazo le echó Adalia a Derek antes de salir por completo del baño y lo que vio, solidificó su ya asustado corazón; la furia se distinguía tan viva en sus expresiones que parecía humana, algunos vidrios habían lastimado con profundidad el rostro de aquel hombre; hileras un tanto gruesas de sangre se escurrían por ese largo y sumamente enfurecido rostro, mientras, él avanzaba sin poder caminar con precisión ninguna, debido a que en su recorrido se encontraba con vidrios los cuales aplastaba con sus pies sin darse cuenta, solo cuando sent
Adalia cerró la puerta principal de un violento portazo y echó a correr lejos de la casa, como alma que lleva el diablo; sus enclenques pies se tropezaban y su cuerpo hacía constante amague de caerse cada vez que se movía hacia adelante, pero no podía parar, ni siquiera se detuvo a mirar un segundo atrás la ventaja que mantenía sobre él o si era que tenía ventaja alguna, jamás en su vida había corrido tan rápido como lo hacía en ese momento.En los mismos instantes en los que se alejó de la casa, empezó a sentir algo húmedo deslizándose con premura por todo su cuerpo, gotas… eran gotas… su cabello se derrumbó en cascadas por sus delgados hombros y se aglutinó a su cuerpo, al igual que su ropa se adhirió a ella como si se tratase de una segunda piel, sintió más dificultoso y deslizadizo el caminar; sin frenar su carrera, alzó su rostro y se dio cuenta de que estaba lloviendo, una llovizna débil.Lluvia… aquella sensación, aquel olor… aquella libertad que sentía, pese a qu
Adalia respiró bastante hondo. Se sostuvo con mucha fuerza de una rama para poder levantarse, pero falló en su intento y se resbaló, golpeándose abruptamente el mentón y por consiguiente los dientes, que colisionaron con fuerza los unos con los otros, lastimando la piel interna de su boca. De manera inmediata sintió un áspero y característico sabor metálico caminar por su paladar: era sangre. Escupió con fuerza a un lado, tratando de deshacerse de aquel desagradable sabor que sentía invadiendo su paladar, pero no funcionó, así que lo intentó de nuevo, escupiendo todavía con más fuerza y aquello tampoco resultó, decidió rendirse: por más que escupiera en aquel instante, el sabor seguiría allí, pues la herida, aunque no fuese lo suficientemente grande ni profunda como para causarle un daño y un dolor en exceso intenso, estaba abierta y por ende, seguiría sangrando hasta que se cerrase por completo.Ella lanzó un bufido taciturno, pero bien cargado de emociones. Tenía asuntos mucho
De pronto, Adalia empezó a recordar nublosamente, pero poniendo mucho empeño, hasta que un vago recuerdo palpó los filos de su memoria: él tenía bajo su poder, una copia de las llaves de la puerta de esa recamara en donde ella lo había encerrado para huir, de hecho, recordándolo con una flama más clara, Derek tenía bajo su poder una copia de las llaves de todas las puertas de la casa, en ese mismo instante, ella empezó a recordar aquello.Él incluso, una vez se lo había comentado, justo aquel día en el que su padre la abandonó, más tarde, casi en la noche, él le había mostrado aquel llavero que poseía, y le había anunciado que con aquel simple llavero, tenía control a cada cerradura de la vivienda, aquel anuncio, había sido expuesto a ella con un toque amenazador que él ni siquiera se había molestado en censurar de ninguna manera, en pocas palabras, él le había querido decir que tenía completo acceso a cada entrada y salida de la casa, así que intentar escapar era una operación p
Empezó a parpadear con suma rapidez, de manera reiterada, intentando así, esclarecer sus azules faroles nublados, a causa del agua y la debilidad que permanecía en su sistema, que le conducía a marearse. En vista de que no conseguiría pararse de allí en aquel instante, al menos, no sin mucho esfuerzo y sin llamar la atención de su perseguidor, lo único razonable que a su famélica mente se le ocurrió llevar a cabo fue, permanecer en un completo estado de silencio, en completo silencio sin realizar tampoco movimiento alguno que delatase la posición en la que se encontraba, esperando así, a que él o se fuese de allí o la encontrase y la matase… o la terminase de matar, estaba en lugar para decir, pues ya se sentía media muerta, tanto por fuera como por dentro, el frio entraba a sus pulmones y succionaba su energía vital como lo haría un obsesivo fumador con el humo de su cigarro favorito.—¡¿Dónde demonios estás, estúpida perra?! ¡Cuando te ponga las manos encima! ¡Oh, cuando