El juego del desprecio
El juego del desprecio
Por: Delisee Escalera
Introducción

Mayo, 28, 2017.

París, Francia

La limusina se estaciona frente a la alfombra turquesa que da paso a los grandes diseñadores de moda de toda Europa. El chofer abre la puerta para que el prestigioso presidente de Fusco Scarpe. Un hombre acostumbrado a las ovaciones tras su llegada. En esta ocasión no ha sido muy diferente. Jaaziel Fusco, un hombre de 27 años camina por la alfombra de la mano de la super modelo Francesca Guspiel.

—Senor Fusco, ¿Como se siente al presentar la nueva colección otoño/invierno? —Jaaziel sonríe con supremacía.

—Como siempre, mi colección es la mejor de la temporada, de eso no hay duda. No tengo nada mas que decir. —contesta seguro de sí mismo.

— ¿Se enteró que una nueva diseñadora va a mostrar sus diseños por primera vez este año? —pregunta otro periodista haciendo que este se detenga.

—Pueden aparecer miles de diseñadores y ninguno llegará a los zapatos de Fusco Scarpe. Nuestros diseños son únicos y prestigiosos. —Escupe seguro de su producto.

1236— ¿Cuándo es la boda con la señorita Guspiel? —Esta vez es Francesca la que contesta.

—Muy pronto daremos la noticia, ¿verdad amor? —Jaaziel sonríe con la muela de atrás.

—Si, si. —dice para salir del paso.

Siguió su camino sin dar mucho crédito a lo que le comentó sobre la nueva diseñadora. La calidad de su colección no la supera nadie.

El desfile comienza como estaba estipulado Jaaziel toma asiento luego de saludar a algunos de sus amigos famosos que usan sus calzados. Su asistente se encarga de las modelos y de organizar todo. Su colección como de costumbre fue muy elogiada por la comodidad que estos proveen.

—Estamos encantados de darle la oportunidad a la innovadora diseñadora Ikaika Zeldenthuis para que nos deleite con su nueva colección. —dice la presentadora llamando la atención de Jaaziel. “Con que Ikaika, interesante”. Tomó su celular para escribirle a su mejor amigo Adrian Fiore. Investiga todo sobre esta mujer. Ikaika Zaldenthuis. Lo envía y vuelve su mirada al desfile. Debe reconocer que los modelos se ven cómodos, ahora es que tengan la calidad de los suyos. Si eso es así, tiene una potencial competencia. De seguro es una vieja que ahora es que puede llevar al fashion week, para llegar allí se necesita experiencia.

—Nos complace tener a la diseñadora de estas bellezas. Les presento a Ikaika Zeldenthuis. —la pasarela se hace pequeña a la belleza de la mujer que camina con una elegancia única. Jaaziel como otras personas se levantan para aplaudir su pasarela. Llevaba sus zapatos con distinción. Es una supermodelo con mentalidad de diseñadora.

En ese momento olvidó a su acompañante. Debía conocer a la mujer. Ese ángel tenía que estar en su colección de mujeres. Mira a Francesca para compararlas. No, definitivamente, tenía que deshacerse de Francesca, esa mujer tiene que estar en su cama esta misma noche.

******

—Todo estuvo maravilloso. —dice Julie abrazando a Ikaika de manera efusiva. Julie es su mejor amiga y la hija de Joseph Bakker, dueño de una agencia de modelos exclusivas para pasarelas y anuncios de diseñadores de élite. Ikaika que no comparte su efusividad pero se deja abrazar aunque no es que sea la más gustosa. Ella es una mujer seria y reservada, ella es de las que prefiere celebrar en la privacidad de su hogar con una botella de vino y un buen amante.

—Sí, salió todo perfecto. Tengo que agradecer a tus padres por haberme invitado. —comenta con humildad,Ella puede tener un temperamento indomable pero es capaz de reconocer las personas que la ayudan y están para ella. Ellos recomendaron sus diseños y cuando recibió el correo electrónico de los productores no lo podía creer, ese día se puso manos a la obra. Ya ella tenía una reconocida tienda y fábrica en Amsterdam pero aun no llegaba a los oídos de los productores de los fashion weeks.

—Esto hay que celebrarlo, me contaron que en el hotel hay una disco, vamos a ir a bailar y tomarnos unos tragos. —pide su amiga, pero Ikaika niega, desea descansar,esos días no han sido nada fácil.

—No, estoy muerta, además tengo que preparar la gráfica de como voy a hacer para lograr sacar todos los pedidos a tiempo. —explica y Julie rie. la asistente de su amiga es demasiado organizada para no tener eso listo a tiempo.

—Anda, no seas aburrida, para eso vas a tener el día de mañana. Además los pedidos los hicieron para dentro de un mes y Grecia se hizo cargo de anotar todo. —Ikaika suspira, su amiga puede llegar a ser como un granito en el ano que va en crecimiento cada segundo.

—Bueno, pero solo dos horas, no más. —La pelinegra comienza a dar saltos mientras Ikaika muere de vergüenza pues todos nos miran como si les faltaran algunos tornillos.

—Perfecto, ya mismo le aviso a mis padres que me voy contigo. —la rubia asiente tomando su bolso.

—Señorita Zeldenthuis, disculpe que la moleste, pero me encantaría poder hablar de sus modelos con usted. —El hombre de unos cuarenta años, se acerca con una grabadora en mano. Ikaika observa su carnet y lee que es periodista de la revista de moda más famosa de Francia.

—Claro, ¿Qué desea saber? —pregunta y este sonríe sabiéndose ganador.

Una vez terminaron la entrevista improvisada, Ikaika y Julie salieron de la recepción. Jaaziel quien no le había quitado el ojo de encima de su ahora ángel se excuso para ir detrás de la revelación del momento como había escuchado a muchos decir. El la veía de otra manera, la deseaba, quería tenerla en su cama y no descansaría hasta lograrlo. Las chicas llegan al hotel donde se hospedan y literalmente Julie arrastra a su amiga hasta la discoteca. Música, pista de baile, mesas y barra. De eso es que está compuesto el lugar.

—Un martini —pide la rubia cuando uno de los meseros se acerca.

—Un sexo en la playa. — pide Julie coqueteando con el apuesto hombre. El hombre toma nota y va en busca de sus bebidas.

—Vamos a bailar. —Ikaika niega mirar a todos lados, desde que estaba en la recepción que dieron luego del desfile se siente observada, pero no logra dar con la persona—. No te voy a dejar aquí, ni lo sueñes. — esta blanquea mis ojos al escuchar a su amiga.

—Bien, vamos, pero en cuanto vea al mesero vuelvo a la mesa. — su amiga asiente. —¿Bailas conmigo? —la voz de Jaaziel por su espalda, tomándola por la cintura con posesión. Este había dejado a Francesca en su habitación para ir detrás de la mujer que no se le sale de la mente.

—No, tengo que irme. —contesta seca y sin mirarlo. Ikaika se suelta de su agarre y en un parpadear de ojos ya no se encontraba en la pista. El mesero llega con su martini y agradece al cielo, pues se sentía llena de coraje por el atrevimiento del hombre.

Jaaziel volvió a la barra desde donde vio al mesero entregarle una copa y sonríe al saber por donde va a entrarle. llama al chico que atiende la mesa de las chicas.

—Quiero que le lleves lo que está bebiendo la señorita de aquella mesa. —señala a Ikaika. El mesero asiente y hace lo que pidió.

—Disculpe señorita, se la envió aquel caballero. —la chica mira la copa de martini y el caballero que está en la barra, quien levanta su vaso, pero no distingue su rostro.

—Devuelvela, no necesito que ningún hombre me regale nada. — ordena al hombre quien solo asiente retirando el licor de su vista.

Jaaziel no se da por vencido, él sale de allí con esa mujer si o si, la tercera es la vencida.

— ¿Bailas conmigo? —Ikaika blanquea sus ojos al ver que volvió el perro arrepentido.

—Lo puedo acusar de hostigación. —comenta y este niega.

—No es mi intención, solo quiero bailar con usted. —comenta Jaaziel acercándose a su oído.

—Debería entender cuando a una mujer no le interesa. —Escupe algo más altanera, no lo distingue bien, pues la discoteca está oscura. Solo puede asegurar que tiene un aroma embriagador, aunque eso no basta para que ella caiga redonda en sus garras, se necesitará mucho cerebro para eso.

—El que no arriesga no tiene posibilidad de ganar nada en esta vida, en este momento

te quiero ganar a ti. —expresa con su voz cargada de deseo. Ikaika ríe con sarcasmo.

—No soy una cosa, si hubiera deseado acostarme contigo ya estuvieras en mi habitación, iluso, no me interesa nada con el señor don Juan. —concluye tomando su bolso de mano.

—Jaaziel, por cierto. —dice ignorando las palabras de la mujer quien lo miró con desprecio haciendo que su orgullo doliera.

—Como sea, no me interesa saber tu nombre, espero que lo tengas claro. —termina de decir antes de comenzar a salir. Jaaziel se quedó con un mal sabor de boca, jurándose a él mismo que esa mujer sería suya cueste lo que cueste. Así tenga que destruir todo lo que esta tenga.

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