El mejor guia

—Il tuo nonno s'è loco. —Vuelve a reír fuerte Adrian— Pedirte un bisnieto si tu eres alérgico a los niños. —escupe burlándose de Jaaziel quien le regala una mirada furibunda.

—Como si yo no lo supiera, pero mi nonno parece que no. A él solo se le ocurre que yo voy a trabajar para llenar las arcas de un orfanato, pero es que hasta me preocupa la salud mental del viejo. —dice Jaaziel enojado, lleva varias semanas pensando en eso.

—Cuéntame, ¿Qué vas a hacer? — pregunta su amigo.

—Nada, por el momento no pienso hacer nada porque voy detrás de mí ángel. —Adrian niega resignado.

—Se te ha pegado la locura de tu nonno. —comenta, pues él siempre ha pensado que es una estupidez ir tras una mujer que no le da ni los buenos días.

—No es una locura, la voy a llevar a mi cama y luego que eso pase voy a desecharla como las demás y ya luego me ocupo de buscar a la madre ideal para mi hijo, una que se deje comprar y que no quiera controlarme.

—Suerte con eso hermano. —dice con sorna pues el mejor que nadie sabe qué ninguna mujer le va a dar un hijo solo para que lleve su apellido, ellas querrán más, un matrimonio, casa, dinero, entre otros.

—Eres un ave de malagüero. —Escupe furioso haciendo que Adrien ría más fuerte. Escuchan que tocan la puerta—. ¡Adelante!

La puerta se abrió dándole paso a Betzy.

—Señor, la señorita Zeldenthuis ya está en el hotel. —Jaaziel sonríe sintiéndose el ganador.

—Perfecto, muchas gracias. Encárgate de que el piso sea solo para los dos. No me interesa lo que tengas que pagar. —La mujer asiente y sale de la oficina.

—Estás enfermo hombre. —dice Adrian convencido que lo que su amigo pretende es solo un hombre desequilibrado.

—Puede ser, pero esa mujer será mía a las buenas o a las malas. No pienso volver a perder. —habla convencido de que está s será la vencida.

Jaaziel se despidió de su amigo para ir a su apartamento y buscar su bulto de ropa, iría a hospedarse en el hotel los cinco días que Ikaika esté en el mismo.

💓💓💓

Ikaika entra a la habitación para enseguida recorrerla, esta tenía dos pisos abajo un pequeño recibidor, un balcón y la cocina. Arriba estaba la habitación, armario junto a un baño espacioso con tina que daba a una vista muy hermosa de Roma y se imaginó teniendo intimidad con algún hombre que conozca en esa travesía allí, sería perfecta esa entrega pues en la noche debe verse mucho más hermosa. La cama es espaciosa y cómoda. También cuenta con un balcón como en la sala. Todo estaba perfecto y armonioso saco su ropa y la acomodó pues no quería que su vestido se echará a perder por tenerlo guardado en la maleta, también deseaba ponerse cómoda para bajar a comer. No quería perderse un minuto en ese maravilloso país. Una vez organizó sus cosas personales, tomó un jeans, una camisa y unos tenis y entró al baño a quitarse el cansancio del día. Ya lista decidió bajar.

—¡Oh, disculpe! —dice en perfecto inglés, pues había entendido que allí mucha gente lo habla.

—No hay problema, signorina. — ella sintió como su piel se eriza de solo escuchar su voz y su instinto se pone a la defensiva. Lo mira de arriba a abajo viendo que a pesar de ser muy guapo no es su tipo de hombre—. Signorina veo que es nueva por aquí, puedo ofrecerme como su guía personal. —Ikaika niega mirando su agarre, Jaaziel sin haberse dado cuenta la tenía sujeta del brazo para que no se marchara. Esa mujer desestabiliza sus impulsos—. Oh perdón, no quería importunar. —se excusa al darse cuenta que había empezado mal con su invitada de honor.

—Solo voy a cenar, gracias. —le contestó amable al ver que verdaderamente se arrepintió de cómo la tomó por el brazo.

—Sí, claro, puedo recomendarle el mejor lugar. —Ikaika lo mira con desconfianza. No tiene más que confiar en él por el momento pues anda muriendo de hambre. El hombre abre la puerta de un restaurante que a leguas se ve muy elegante para ir en jeans, pero a Ikaika muy poco le importaba, ella pagaría.

—Muchas gracias por acompañarme. — esta se suelta de su agarre para entrar, pero este la detiene.

—Me gustaría acompañarla a cenar. Corre por mi cuenta. —Ikaika niega, ella siempre ha sido independiente. Hasta en sus peores momentos ha podido salir adelante.

—No ceno con desconocidos. —Jaaziel muerde su labio de manera sensual e Ikaika siente como sus bragas se empapan. "Dios, ¿qué me pasa con este hombre? Siento que lo he visto en algún lugar antes, pero no recuerdo donde". —piensa.

—Eso lo podemos resolver, Mi nombre es Jaaziel. —le extiende su mano. Ika, dudó en presentarse, pero su insistencia y la manera en que su cuerpo reacciona a su voz le desconcierta. Ella no es de confiar en nadie y mucho menos de un hombre tan caballeroso y cortés, de seguro busca algo más que una cena, pero ya se encargará de descubrirlo, tampoco es que le convenga eso de andar despreciando a todo el mundo en un lugar donde prácticamente está sola pues Julie por muy extraño que le parezca no recibió la invitación al evento.

— ¿Qué te trae por acá? — pregunta sacándola de sus pensamientos. Los mismos que la hacen desconfiar de cada gesto y palabra del hombre que por alguna razón siente que ya ha conocido antes.

—Un evento. —contesta tranquila, no es de expresarse en oraciones completas. Se puede decir que se distingue entre las personas que contestan si, no, tal vez, no da explicaciones de nada, pues es de las que piensa que sus amigos no las necesitan y el falso no las merece. Mira el menú con detenimiento. No es que no entienda del todo pero hay palabras que la confunden. Suspira cansada, pues presiente que si él no hubiera estado allí sería un desastre.

—Te recomiendo que pruebes el risotto con setas, es exquisito. —dice Jaaziel como si leyera su pensamiento, Ikaika no tenía otra opción, tampoco le dirá que quiere pizza o lasaña, pues se iba a dar la oportunidad de conocer más de la gastronomía local—. ¿Puedo hacer la selección por ti? —pregunta y asiente más tranquila, Jaaziel hace alardes de sus conocimientos culinarios frente a ella y a la mesera. Pide una botella de vino y otras cosas más y la mesera se retira con una sonrisa pícara para el acompañante de Ikaika, lo cual por una extraña razón la hizo sentir incómoda y hasta algo de mal humor.

—Gracias, creo que me salvaste la vida, no entiendo nada de italiano. —se sincera.

—Yo puedo ser tu maestro. —comenta coqueteando con la idea pero Ikaika niega apenada—. Si me lo permites, me puedo ofrecer para ser tu guía turístico el tiempo que esté en Italia. —vuelve a negar. No quiere depender de otros para disfrutar lo hermoso del lugar, tiene que defenderse con el inglés que sabe.

—No quiero importunar, no se preocupe, voy a buscar paquetes de turismos para entretenerme, pues el evento es en tres días. —esta vez lo ve negara él repetidas veces.

—Insisto, yo también tengo un evento en algunos días y bueno, puedo hacer turismo con una señorita tan elegante como usted. —en sus labios se posa una sonrisa mojabragas a la cual no Ikaika no le pudo negar el placer de acompañarle. Sus miradas se encuentran y Jaaziel no pierde la ocasión para ir acercándose a sus labios en el momento en que la mesera llega hasta ellos para interrumpirlos. Jaaziel maldice por lo bajo, pues era cuestión de un beso para lograr su propósito de vida.

—Disculpe, los aperitivos y el vino. —Ikakika hace espacio apenada, que podía estar pensando de ella, es la primera vez que se ven y ya se iba a dejar besar. No entiende qué rayos le pasa. "Falta de buen sexo Ika, es debe ser". Dice su conciencia. Toman las cosas, Jaaziel sirve el vino en sus copas.

—Brindemos por una nueva amistad entre nosotros. —sugiere levantando su copa.

—Por una nueva amistad. —Ikaika sonríe sincera, el hombre no le cae nada mal, pues se ha mantenido a raya y aunque fue insistente para acompañarla a cenar no pareció hostigador.

Cenan en paz, pudo conocerlo más o al menos eso que Jaaziel quería mostrarle para impresionarla y lograr su objetivo, tenerla en su cama haciendo que grite su nombre una y otra vez. Salen del restaurante y la acompaña hasta el elevador.

—¿Qué piso? —pregunta haciéndose el desinteresado, pero por dentro se ríe.

—El quinto. —contesta y Jaaziel pone cara de asombro.

—Yo también voy para el mismo piso, mi habitación es la 406. —Ahora la asombrada es Ikaika.

—No puede ser, la mía es la 405. —Entran al ascensor para apretar el botón que los llevará a sus destinos. En el elevador se hace un silencio incómodo, el mismo que rompe Jaaziel.

—Quieres acompañarme a bebernos una copa de vino, prometo que es solo una copa y te vas a tu habitación. —Ika piensa, pues el hombre se le hace algo interesante y sus hormonas están algo revueltas, pero sabe que no es prudente al tenerlo de vecino de habitación. — No pasará nada que tú no desees. —su voz se siente cargada de deseo hace que la piel de Ikaika se erice, y eso le hace convencerse que no es buena idea, ya que de seguro terminará en su cama y esa no era.

—Creo que no es prudente, acabamos de conocernos. —Al fin contestó haciéndose la chica ingenua.

—La prudencia no es buena consejera, podemos pasar una buena noche juntos. — Ika niega con deseos de matarlo, cuando llegue a su habitación tiene que bañarse con agua congelada. Jaaziel va a acercarse a sus labios cuando la traicionera caja de metal abre sus puertas e Ikaika sale a toda prisa del elevador. Jaaziel maldice al ver que su segundo intento de la noche no funciona. Le duelen sus pelotas por los deseos que le tiene.

—Nos vemos luego. Linda noche. —se despide Ikaika mientras saca la llave de su habitación.

—Te espero mañana para desayunar. Voy a llevarte a conocer toda Roma en tres días. —dice Jaaziel resignado de que esa noche no será, pero tal vez el día siguiente tiene mejor suerte.

La ve entrar a su habitación y entra a la suya. Se quita su ropa y se tira en su cama tomando su miembro en sus manos para pensar en el maravilloso cuerpo de la rubia mientras se lo imagina sobre su polla gimiendo rico hasta correrse sintiendo el vacío del momento.

—Juro que vas a ser adicta de mi verga y me vas a rogar que te vuelva a coger. —dice en voz alta mientras limpia su semen vertido en su cuerpo por la presión con la que salió.

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