34.

Jaaziel manejó sin rumbo, estaba harto de todo lo que estaba pasando en su vida. Sí, él entendía que se merecía muchas cosas pero ya no estaba dispuesto a seguir humillándose. No recuerda un solo instante en el que Ikaika lo haya dejado avanzar sin cuestionar sus pasos.

Sabe que ella es solo suya, de eso él no tiene duda lo comprobó en el momento en que volvió a hundirse en ella. Su miembro entró suave y su espacio solo apretó su grosor. Estaba fascinado al comprobar que ha sido su hombre todo ese tiempo, pero ya nada más, no buscará arreglar nada a menos que ella reconozca que ha estado mal en todo el asunto.

Ikaika entra a la mansión y como siempre va directo hasta la habitación de su hijo. Le dolían sus pechos estaban llenos así que su bebé se daría un gustazo.

—Buenas tardes, señora. —saluda la chica que cuida a Ikziel.

—Buenas tarde, ve y descansa, yo me hago cargo del niño. —La mujer asiente saliendo de la habitación. Ikziel al ver a su mamá extendió sus manos para que est
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