Ikaika entró a la habitación que le asignaron en el hotel con el corazón agitado.
"Qué rayos me pasa con ese hombre. Su manera de ser a pesar de que es todo lo que desprecio de un hombre y este me atrae". — piensa sintiendo su cuerpo estremecer al recordar sus expresiones. "Debe ser el tiempo que llevas sin sexo" ─Le grita su conciencia. Entiende que sea eso, pues lleva mucho tiempo sin sexo,recuerda que el último fue un baboso que lo dejó todo en la cama pero sus pulgadas no podian satisfacer a ninguna mujer y su boca no era muy diestra. En la viña del señor hay de todo y precisamente ese llegó último a las clases amatorias. Sonríe maliciosa, en realidad no le caería mal una buena revocada y luego si te vi ni te conozco, pero bueno eso tendrá que ser luego del desfile pues antes se lo va a topar en cada esquina por la cercanía de sus habitaciones. Quita su ropa y llena la tina que como había dicho antes no se equivocó y tenía una extraordinaria vista a la ciudad. Necesitaba bajar su calentura así que fue directo a sus cosas a buscar a su mejor amigo, él mismo que va con ella a todos lados y la complace en cualquier momento. No es lo mismo que tener un pene muy bien formado invadiendo de manera salvaje, pero si la hace ver las estrellas. Luego de comprobar que estaba recargado entra a la tina para disfrutar de un buen masaje vaginal evocando los labios de ese hombre que no sale de su mente. Jaaziel, hasta su nombre es sensual. Alcanza la cúspide de sus deseos y termina de asearse para luego entregarse en los brazos de Morfeo. Despertó con los rayos del sol en su rostro. Sonríe tranquila, pues esos días son de merecido descanso lo va a aprovechar al máximo. Se arregla con ropa deportiva, bebía estar cómoda para recorrer todos los museos de la ciudad y sale directo al comedor del hotel dónde está el salad bar, allí tomó jugo de naranja, huevo revueltos con vegetales y salchichas italiana, dos tostadas y toma asiento en una de las mesas pequeñas para dos personas. —No me esperaste. —Escuchó la voz del hombre que robó sus pensamientos y levantó su mirada. Tenía puesto una polo con unos jean, que le quedan de infarto. Ese hombre transpira sexualidad, pero aún sigue pensando que lo ha visto en algún lado, pero no llega a su mente el lugar. —No lo recordé, pero aún estás a tiempo apenas comienzo.—contesta para salir del paso. Lo ve morderse el labio y solo le dan deseos de desayunarlo a él, pero no, se controla, no es una mujer fácil. Nunca le ha gustado ponerse en bandeja de plata a ningún hombre. Ella es mucho para eso, y sí, le podrán decir que tiene doble moral porque fue escolta, pero a ella no la obligaban a acostarse con los clientes. Lo hacía si así lo decidía. No se considera santa, claro que no, pero como siempre escuchaba decir a su compañera, "Si quiere comer carne fresca tiene que pagarla muy bien, pues en la carnicería nadie le regala el filete". Lo ve ir a buscar su bandeja para comer, toma asiento con un café y dos tostadas, frunce su ceño. —¿Solo comerás eso? —pregunta y Jaaziel asiente. —Quiero tener espacio para todo lo que vamos a ir a comer. —le guiña un ojo y esta asiente poco convencida. Una vez listos salen del comedor y este le ofreció su mano, esta vez no era como si fuera un caballero escoltando a una dama, si no Ika lo sintió como si fueran amigos de la infancia llevando a su mejor amiga a pasear. Le da su mano, quien como lo imaginó la tomó sin entrelazar sus dedos, la chica se sintió como una niña pequeña cuidada por su hermano mayor. Montan en el auto de Jaaziel para emprender su viaje. —¿Lista para la aventura? —Ikaika asiente con una enorme sonrisa en sus labios. Nunca pensó que su primer día en Italia fuera a comenzar así. Debe admitir que la adrenalina del auto a toda velocidad en movimiento la hizo sentir viva por primera vez. Siempre ha vivido reservada, nada de excesos, solo cuando acompaña a Julie a una disco o un restaurante, pues su amiga es muy insistente y termina acompañándola, pero regresa antes de las diez, solo bebe uno o dos martinis, no más. —¿Por dónde quieres comenzar? —le pregunta el hombre que tiene preparada la mejor experiencia de su vida. Está convencido que esa tarde se la llevará a su habitación y de allí no saldrá hasta que él quede completamente saciado de su cuerpo. —Museos, quiero visitar los museos más antiguos. —Jaaziel esboza una gran sonrisa y dobla ma su mano derecha a gran velocidad. Se estaciona cerca de la plaza de San Pedro, caminamos hasta la Basílica de San Pedro y terminaron rendidos en la plaza Navona. Allí optaron por volver al hotel no sin antes prometerle a Jaaziel que volverían el próximo día para concluir el recorrido. —Muero de hambre. —comenta Ikaika entrando al hotel. —Podemos pedir una pizza y comerla en mi habitación. —sugiere Jaaziel pero la ve negar. —No, mejor pido algo a la habitación. Deseo darme un relajante baño. —concluye la chica haciendo que Jaaziel no disimuló su decepción. Si algo había aprendido en esos años investigando era que a Ikaika no le gustaba que le insistan pues eso es como un repelente para ella. Subieron al piso donde están las habitaciones e Ikaika se despide de Jaaziel, esta vez más osada y le da un beso en la mejilla. Sonríe como una chica buena y entra a su habitación sin darle mucha importancia. El rostro perplejo de Jaaziel le dio ternura. Ese hombre ha logrado sacar muchas sentimientos que tenía escondidos en lo más recóndito de su ser. Pide su comida y entra a la ducha para quitar el sudor del día. A su mente llegan escenas del día, cuando comieron gelato, su sonrisa al contarle la historia de los museos de manera profunda. Es un hombre muy culto e inteligente. Se ve que ama su cultura antigua. Sus ojos entre verdes monte mezclados con un color miel le queda hermoso a ese bronceado natural que se carga, además de ese porte de macho,varón masculino, que solo invita a pecar. —Por Dios, ya estoy pensando como lo haría Michelle. —dice en voz alta, es un horror caer tan bajo como lo hace su amiga—. Recuerda Ikaika, es solo por estos tres días, luego vuela alto mi golondrina, que tú no eres de pertenecer a ninguna relación. Con esto dicho termina su relajante baño, llega su cena y enciende su laptop para terminar algunos detalles de su desfile para presentar su nueva colección Mira los zapatos que ha creado y se siente orgullosa de ellos. Los estampados de diversos colores le encantan. Combinar texturas es una locura pero con pasión todo se logra. Le escribe a Grecia para que en cuanto pueda confirme a los del catering y la música. Ese detalle se le había pasado. En seguida recibe un mensaje de respuesta, "Ya todo está confirmado" sonríe, Grecia es una eficiente secretaria, no tiene queja de ella. Jaaziel entra a la habitación totalmente frustrado, esa mujer es un hueso duro de roer pero él no se dará por vencido, si tiene que hacerse pasar por el mejor amigo gay de toda la vida para que ella le de la oportunidad lo hará. No va a escatimar en recursos para ganarse a esa mujer. Escucha su celular. —¿Qué quieres? —pregunta Jaaziel al ver quien lo llama. —Uy, parece que voy a ganar una apuesta. —dice con sorna Adrian haciendo a Jaaziel rabiar. —Ni sueñes ese dinero va a ser mío, yo voy a ganar esa bendita apuesta. Ya al menos confía en mí, tengo pasos agigantados, tengo dos días más para cumplir mi cometido. —escupe comenzando a enojarse. —No lo sé, siento que esa mujer no va a caer. Jaaziel termina la llamada con deseos de matar a su mejor amigo. Está dispuesto a todo por tener a esa mujer en su cama y Adrian se va a tener que tragar sus palabras. Se quedó dormido planeando la manera de hacerla caer. Ella no durará mucho. Él sabe que le afecta eso y lo usará a su favor.Los días pasaron volando, cada día era una tentación grande para Ikaika compartir con un hombre tan culto e inteligente pues esas son características que le llaman como imán, pero a pesar de llamar su atención ella no suele pensar con su vagina, usa o al menos intenta usar eso que se llama razonamiento. El todas las noches le insinuó que quería algo más que pasar el día de guía turístico y aunque ella muere por conocer qué puede hacer con esa boquita además de hablar, prefiere no averiguarlo aún y se puede decir que actúa como una cobarde, pero así es mejor, no esta para estar pasando malos ratos pues aún le queda un día más en Italia. Se mira en el espejo, el vestido turquesa con diamantes que tiene puesto le queda espectacular. Recoge su cabello y maquilla sutil. Le encanta lo que ve en el cristal. Se guiñó un ojo y sale de la habitación ya que de recepción le avisaron que la limusina que Fusco Scarpe había enviado por ella estaba frente al hotel esperándola. Debe agradecer a los
El desfile fue todo un éxito, todos los calzados eran una verdadera obra de arte, ninguno se igualaba a los de Ikaika pero debía reconocer el buen gusto de los diseñadores, pues cada cual se especializa en modelos totalmente diferente, pero todo el que entiende de moda sabe que los modelos de los Fusco son extraordinarios. No hay duda sobre eso. Pasaros al área reservada para la fiesta. Había desde diseñadores famosos con quienes Ikaika tuvo el gusto de relacionarse hasta empresarios y famosos italianos que buscaban actualizarse con lo nuevo. Jaaziel la saca de sus pensamientos al acercarse a su oído. —Voy un momento a saludar a unos inversionistas. Espérame aquí.—dice no como orden sino como sugerencia. —Bien, yo sigo disfrutando del ambiente. —Ika lo ve asentir mientras se pone de pie para ir hasta los dos hombres que lo saludaron con efusividad. —¿Cómo se siente ser la nueva amante del señor Fusco? —Ika voltea hacia donde escucha la voz de la mujer evidentemente ardida. Sonrí
Ikaika toma un último respiro y sale decidida a hacer que ese hombre se arrepienta toda la vida de haberla metido en su cama. Camina con gracia y con movimientos sensuales llega hasta el hombre que la ve como un lobo a su presa.—Sei la donna più bella. —dice caminando determinado a hacerla suya esa noche. sin saber que el juego cambia de dirección. —No entendí nada de lo que dijiste, pero si te refieres a que esta noche será larga, prometo que así será. —susurra la rubia acariciando su rostro. Ikaika ya estaba completamente desnuda pues aprovecho a quitarse todo en el baño mientras él aún tenía su pantalón puesto. Pasa la yema de sus dedos por su torso desnudo hasta llegar al pantalón, donde con mucha pericia y calma suelta el cinturón y baja el cierre de este. Sonríe victoriosa al ver que Jaaziel cierra sus ojos en el momento que acaricia sobre la tela de su bóxer, su bulto. Suspira ansioso. Sin decir palabra alguna Ika se pone de rodillas bajando su bóxer, dejando libre su muy bi
Jaaziel despierta agitado, su corazón late fuerte. No puede dejar las cosas así, tenía que estar frente a la puerta de Ikaika por si esta sale pueda interceptarla. No supo cuando se quedó dormido, vio el vaso de whisky en el suelo. Se fue a levantar pero su cabeza lo detuvo. Estaba mareado aun. Debía ir a darse un baño. Miró su teléfono tenía más de veinte llamadas de su chofer y Adrian. Suspiro por lo bajo y decidió ir a darse un baño para luego llamarlos. Debía reconocer que había perdido, que él nunca tuvo el control de nada y que esa mujer volvió a repetir la historia, lo volvió a humillar y esta vez de la manera más ruin y descarada. sin ella saberlo quedó evidenciado su triunfo, el mismo que solo él vería, pues no le dará el gusto a Adrian de mofarse de él toda la vida. Luego del baño decide llamar a su chofer. —Dime. —escucha que este suspira derrotado. —Señor, la señorita salió muy temprano hacia el aeropuerto, lo llame pero no me contestó. —Jaaziel maldijo por lo bajo. Se
Ikaika llegó muerta de cansancio a su apartamento, tiró sus cosas a un lado y fue directamente a la cama, sus ojos se le cerraban por el camino. No durmió en el avión por el coraje que tenía con Jaaziel, pero recordar su cara de frustración la hizo ponerse de mejor humor. Ese hombre no sabe con quién se había metido. Ella podría estar muriendo por dentro y nunca daría su brazo a torcer. Se quedó dormida recordando la noche que había pasado, no podía negar que ese hombre era el mejor amante que había tenido, escucharlo gemir su nombre mientras se corría en su bolsa plástica la hace estremecer. Cerró sus ojos entregándose a los brazos de Morfeo. <— De aquí no sales hasta que no admitas que eres mía Ikaika Zeldenthuis. —dice tirándola a la cama mientras se quita la ropa con premura. Por alguna razón esta no se sintió intimidada en cambio sí caliente. —No sueñes con el momento que vas a volver a entrar en mi. —comenta de la boca para afuera, porque si este es tan osado de abrir sus pi
Ikaika deja la cajita a un lado. Sus nervios se incrementan, no quiere pensar en quién pueda ser. Más bien no quiere saber que la envió, por un momento se vio tentada a abrirla, pero luego se llenó de valor y la guardó en su escritorio. Cerró sus ojos para meditar, no podía pensar en ese mal hombre. Jaaziel Fusco no merece ningún pensamiento de ella. Volvió a su trabajo dispuesta a comenzar a crear su próxima colección, es muy prematuro pero es como único no piensa en lo que pasó en Roma. Aún se reprocha el haber bajado la guardia. El día concurre con tranquilidad, olvidó por completo el regalo y salió como de costumbre a las cuatro de la tarde. Baja hasta la recepción del edificio cuando lo ve parado en la puerta. Blanqueo sus ojos al ver que este le sonreía como si nada hubiera pasado. —Ikai … esta cambió el rumbo de sus pasos pero Jaaziel logró tomarla del brazo. —Suéltame. —pide entre dientes en un tono amenazante.—No hasta que hablemos. —dice este e Ikaika niega. —Ni en tus
Jaaziel mira a todos lados que no venga gente. Lo mejor de ese edificio es que las personas no se la andan paseando por el recibidor. Ya le dio una buena tajada al guardia para que este no diga nada, sus planes estaban corriendo como él esperaba. Ikaika bajaría y él se la llevaría lejos hasta que logré convencerla de ser pareja. Con ella todo es más difícil. No es llegar y decirle cariño, mi abuelo quiere un bisnieto y quiero que seas tú quien se lo de, o belleza te doy una cantidad de dólares si tienes un hijo para hacer feliz a mi nonno. ¡No! Con su hermoso ángel tiene que jugar al Don Juan. Tiene que hacerse el enamorado para lograr tener un hijo con ella y luego pasaría manutención pues aún es muy joven para atarse a una sola mujer. Jaaziel mira su reloj de muñeca. Habían pasado más de veinte minutos y nada. Mira al guardia quien se encoge de hombros haciéndose el desentendido. —Dame la llave para subir. —El hombre niega. —Usted me pagó para que no diga nada cuando se la l
Jaaziel sale del camarote donde deja a Ikaika encerrada para tomar algo de aire, esa mujer le vuela las neuronas como solo abrir su boca. Se siente dolido, sus palabras son puñaladas que esta usa para acabar con el poco razonamiento que tiene. Sube hasta donde está el capitán. — ¿Pasa algo señor Fusco? —pregunta el hombre poniendo el timón en piloto automático, ya están bastante mar adentro es casi imposible que si ella salte sobreviva en las aguas hasta llegar a tierra. —Esa mujer me exaspera. —comenta totalmente frustrado. —¿Puedo saber por qué la ha traído? —pregunta el hombre interesado. Jaaziel lo mira con intensidad. Con alguien debe hablar para sacarse eso que siente. Si se lo cuenta a Adrian este solo se burlara de él. —Necesito conquistar a esa mujer. Sé que la cagué al hacer una apuesta con mi amigo de que la llevaría a la cama, pero aunque me cueste reconocerlo me enamore de ella. Es única, ella es la mujer que me ata a una casa. La amo, pero ella no me cree, ella solo