Jaaziel sale a toda prisa del hospital donde está su abuelo sin saber que mientras él baja por un ascensor Ika y su hijo suben a ver al patriarca de la familia. Adriana al verla salir del elevador, sonríe. Su abuelo estará muy feliz al ver al pequeño Ikziel.—¿Cómo está el pequeño mas hermoso? —pregunta tomando al pelinegro de ojos azules en sus brazos. Cada día se parecía más a su padre, solo que con la mirada de Ikaika.—Está cansado, pero se portó muy bien en el avión.—contesta una orgullosa madre. El chiquitín estuvo viendo películas de muñecos, pues Ikaika estaba terminando un trabajo que tenía que salir para la próxima temporada.—Que bueno. —Adriana lo hace mirarla—. Con que andas ganando te un regalo de la tía Adriana. —El nene sonríe y aplaude feliz entendiendo a la pelinegra.—¿Cómo está el abuelo? —pregunta Ikaika, mirando hacia la puerta de la habitación.—No te voy a mentir, el médico nos dice que está muy mal, él habla poco, él aún está consciente, pero hasta él reconoce
Jaaziel entró siguiendo a Ikaika quien le arrebataba a Ikziel de los brazos de Adriana. —Lo siento Giordano, no puedo seguir aquí. —dice Ika aguantando sus lágrimas. —¿Qué pasó, mi niña? —Ikaika mira a Jaaziel entrar y no dice nada. —No pasó nada, solo que el niño está cansado, tiene que descansar. —se excusa pero Jaaziel no la deja irse. —No, no vas a salir de aquí hasta que yo no conozca a mi hijo. —Ikaika lo enfrenta. —Te dije que no es tu hijo, es solo mio. —contestó apretando los dientes. Giordano miró la escena con dolor. Sus muchachos no pueden seguir así. Ellos se aman y Ikziel será quien los una. —Ikaika. —La llama Adriana con voz fuerte. Sí, entendía que Jaaziel había hecho mal, pero llevaba más de un año sufriendo por su brutalidad. Ya es hora que al menos le deje conocer al niño. —Adriana, no, él no … —Ika siente como una lágrima traicionera rueda por su mejilla y la limpia con frialdad. — Él sí, sabes que nunca lo he defendido, pero no pienses en mi primo, hazlo
Ikaika cierra sus ojos al sentir su aroma. Ese hombre la pone tan nerviosa pero debe tomar el control del asunto. —Aléjate Jaaziel. —pide tratando que su voz se escuche contundente. —¿Y si no quiero? —Jaaziel sonríe al sentirla estremecer por su cercanía. No todo estaba perdido, ella aún lo ama. —No me hagas odiarte más.—Jaaziel va a decir algo pero en ese momento el niño comienza a llorar y Jaaziel se aleja para que Ikaika vaya a ver al niño. —Ya mi amor, mamá está aquí.—dice tomándolo en brazos—. ¿Tienes hambre? —pregunta al ver que su bebé busca su teta—. Te voy a pedir que me regales privacidad.—Jaaziel niega. —Quiero ver que alimentes bien a nuestro hijo. —Ikaika blanquea sus ojos, ese hombre no cambia. Sin pudor alguno se desabrocha su camisa y le da de comer a su hijo. A Jaaziel le da hambre pero de la mujer que tiene a su hijo en brazos. Envidia a su pequeño, sintió un tirón en su pantalón y decidió marcharse, eso de quedarse no era una buena idea. Salió pa
Ikaika se levantó como de costumbre muy temprano, necesitaba pensar, relajarse, aún se sentía muy culpable por todo lo que había pasado. Su culpa por la muerte de Giordano no la dejó descansar, pasó a ver a su hijo que dormía plácidamente en su cuna y le encargó mucho a la empleada que vela su sueño que en cuanto despertara la llame. Salió a caminar por los alrededores como acostumbra en su país. Se puso los audífonos con música para correr un poco y despejarse, alrededor de una hora volvió a la casa yendo directo a darse un refrescante baño y volver a pasar donde su hijo. Se sentía menos pesada de carga. Ikziel despertó en el momento en que ella entraba a la habitación por segunda vez en ese día. —Esta bien, yo lo atiendo. —dice con una sonrisa y la empleada asiente y sale de la habitación a descansar. Ikaika le dio de comer a su hijo, sus senos aún producen mucha leche materna, lo bañó y arregló para volver hasta la funeraria pero en ese momento entra Jaaziel a la habitación
Todos se fueron dejando a Ikaika en la enorme mansión. Subió a ver a su hijo, el mismo que encontró jugando con la chica que lo cuida. Lo primero que hizo al verla fue reclamar su alimento. Ikaika se sintió plena al tener a su hijo en brazos. Sintió una opresión en su pecho. ¿Cómo va a poder sobrevivir a esa convivencia con Jaaziel? Mira a su hijo quien le sonríe sin sacar su pecho de su boca. —Ay mi amor, tu papa es un idiota, pero aun lo amo. ¿Cómo voy a hacer para mantener distancia con él? —dice sabiendo que su hijo no la entiende. Ikziel se quedó dormido en los brazos de su madre, Ika lo pone en su cuna y le pide a la chica que esté pendiente por cualquier cosa, ella va a ir a ponerse cómoda y a llamar a Grecia, no haría una fusión de empresas, se quedaría con la suya porque es la que ella creó con esfuerzo. Ya luego pensara que hacer pero por el momento su empresa seguirá en Amsterdam. Se encuentra en la oficina del difunto arreglando todo lo que queda de la semana en su emp
Ikaika fue la primera en llegar a la oficina. Estaba tan acostumbrada a su horario que llegó dos horas antes del horario habitual en Fusco Scarpe. Miró la oficina y sintió dolor. Nunca pensó que volvería al lugar en que todo acabó. Recordó la conversación que escuchó y apretó sus dientes. "Si te hubieras quedado tal vez él te hubiera quitado los derechos sobre Ikziel, pues él quería la presidencia por sobre todas las cosas." El corazón de Ikaika dolió tras su pensamiento. —Tal vez, pero ya no puede hacer nada en mi contra. —le contesta a su conciencia. —¿Quién no puede hacer nada en tu contra? —La voz de Jaaziel acercándose por su espalda la sobresalta. Ikaika niega y voltea sin saber que él estaba tan cerca que cuando volteó por poco se cae, pero este fue más rápido y la tomó por la cintura. Sus miradas se encuentran gritándole lo que ambos deseaban y necesitaban. Jaaziel no lo piensa mucho para acercar sus labios a los de la mujer que roba sus sueños y como hacía mucho le reg
Ambos llegaron a la casa donde encontraron a su hijo despierto. En cuanto vio a Ikaika como de costumbre se tiró en sus brazos buscando su teta. Ikaika sonrió al verlo desesperado buscando su seno. Jaaziel solo pudo envidiar a su hijo. Trago profundamente al ver los pechos de la madre de su niño y sólo deseó tenerla en su cama alimentándose como lo hace su criatura. —Los dejo para que alimentes a nuestro hijo. —Ikaika blanquea sus ojos. —Te estabas tardando en buscar una excusa para ir a arreglarte. —dice sin contenerse la rabia al recordar que este iría con la mujercita esa. —¿Perdón?—Ika se muerde la lengua al darse cuenta que metió las seis patas. —Nada, en fin, son cosas que no me interesan. —arregla y Jaaziel sonríe ladino. —¿Celosa? —cuestiona con picardía. —Ja, brincos dieras, además yo voy a salir con Lorenzo. Él sí es un hombre sincero. —escupe buscando herirá a Jaaziel. El pelinegro no dice nada, sólo aprieta sus manos en los puños. —Que lo disfrutes. —Jaaziel sa
Entraron al auto y es cuando Ikaika se da autorización para derramar algunas lágrimas. La cercanía con el padre de su hijo la lástima porque él solo juega con ella. ¿Cómo se le ocurre ir tras de ella mientras está con su amiguita de turno? Es un arrogante estupido que no ha aprendido nada en ese tiempo. Sigue siendo egocéntrico y manipulador. Secó sus lágrimas dispuesta a no volver a llorar por el hombre. —No llegamos a cenar, ¿Quieres que vayamos a otro lugar? —pregunta Lorenzo tomando su mano entre las suyas. —No tengo hambre pero tampoco quiero llegar a casa aun, demos un paseo. ─Lorenzo asiente y decide llevarla a comer algún helado, eso siempre edifica el corazón.—¿Puedo saber qué es lo que te paso? —Ikaika asiente, es lo justo. —Jaaziel estuvo en el tocador de las damas. —suelta sin esconder nada. —¿Lo amas? —La pregunta descompone a Ikaika quien lo mira con sus ojos tristes. —Lamentablemente si, creo que como a él no volveré a amar jamás. —se sincera y Lorenzo asiente.