Ikaika vio a Jaaziel salir y sintió como su corazón se rompió en mil pedazos. ¿Será que está equivocada? Niega ante su pregunta. Ella no puede estar equivocada si solo de ese hombre ha conocido el engaño y la falsedad. Ella se entregó en cuerpo y alma y él solo buscaba una herencia. Tiró el bolígrafo que tenía en su mano, definitivamente tenía que poner distancia entre ellos y eso es lo que hará aceptando la proposición de Lorenzo, es lo mejor que puede hacer. ******** Jaaziel tira la silla y todas las cosas sobre el escritorio de su amigo al piso. Quería matar a alguien, o ¿por qué no? Quería tirarse del último piso y acabar con su existencia. Sin ella no vale de nada estar en ese mundo. Su amor por ella lo tiene tan ahogado que solo puede ver por medio de ella. Se sirvió un trago de whisky en el momento que Adrián aparece en su oficina. —Whisky a las diez de la mañana, esto está mal. —no dice nada sobre sus cosas en el suelo, conoce a Jaaziel de toda la vida, no lo cree capaz d
Jaaziel manejó sin rumbo, estaba harto de todo lo que estaba pasando en su vida. Sí, él entendía que se merecía muchas cosas pero ya no estaba dispuesto a seguir humillándose. No recuerda un solo instante en el que Ikaika lo haya dejado avanzar sin cuestionar sus pasos. Sabe que ella es solo suya, de eso él no tiene duda lo comprobó en el momento en que volvió a hundirse en ella. Su miembro entró suave y su espacio solo apretó su grosor. Estaba fascinado al comprobar que ha sido su hombre todo ese tiempo, pero ya nada más, no buscará arreglar nada a menos que ella reconozca que ha estado mal en todo el asunto. Ikaika entra a la mansión y como siempre va directo hasta la habitación de su hijo. Le dolían sus pechos estaban llenos así que su bebé se daría un gustazo. —Buenas tardes, señora. —saluda la chica que cuida a Ikziel. —Buenas tarde, ve y descansa, yo me hago cargo del niño. —La mujer asiente saliendo de la habitación. Ikziel al ver a su mamá extendió sus manos para que est
Ikaika esa noche no pudo dormir de cada cuánto iba a ver a su hijo que dormía sin preocupaciones, llegó el punto en que lo envidio y deseo volver a ser una niña que solo se preocupaba por ser feliz en el orfanato. Sonrió triste al recordar esos tiempos, pues si bien no fue una niña maltratada como muchos decían que lo eran, ella fue una chica normal, que busco siempre el lado positivo de la vida. Eso la mantuvo fuerte hasta que al fin tuvo la mayoría de edad y salió de él mismo. Su vida dio un giro de 360°, pues buscar trabajo no fue una tarea fácil, contaba con unos ahorros pero de igual manera pasó dificultades para sobrevivir. Conoció el heredero que el orfanato había cubierto, la desesperación de no saber qué comería ese día, pero aún así no se rindió, supo formar su empresa y poder ganarse el respeto de los que la rodean. Volvió a su cama para al menos descansar sus ojos, recordó la última vez que estuvo con Jaaziel, su cuerpo se erizó, él es quien la pone nerviosa, le desarma
Ikaika pasó esa y las siguientes noches triste y decepcionada por todo lo que estaba pasando, tal como él le dijo solo venía a ver a su hijo y se volvía a marchar sin siquiera dirigirse una palabra, en la empresa era otra tortura, pues cada vez que tenían reuniones o que hablar de algo importante este iba más guapo que nunca. Ikaika ya no aguanta ese tormento. Ella ha hecho de todo para que este al menos la mire pero nada ha funcionado. Lo último que hizo fue ponerse una minifalda con una camisa con un gran escote dejando muy poco a la imaginación. Se sentía tonta porque no así consiguió hacer que este voltee a verla. Tres semanas lleva de tortura, tres semans sin saber que hacer para que él ya la perdone. Sale de sus pensamientos cuando escucha que tocan la puerta. —Adelante. —dice guardando los modelos que estaba haciendo para su empresa. Estaba creando la nueva temporada, Grecia había resultado ser una excelente encargada. Lleva la compañía viento en popa. —Buenos días Ika, Be
Jaaziel fue el primero en despertar, sonrió al ver a la mujer que no sale de sus pensamientos dormir a su lado. Beso sus labios de manera tierna. Nadie sabe cuántos días despertó pensando que ella estaba a su lado y su desilusión al ver que no era cierto lo destruía cada vez más. Pero esta vez ella estaba allí, no era un sueño, la tomó hasta que sus cuerpos estuvieron cansados. Fue a salir de la cama pero Ikaika no se lo permitió. —Tenemos que hablar. —dijo la mujer aún con sus ojos cerrados. Jaaziel sonríe y vuelve a besar sus labios.—No me iba a ir, solo quería pedir servicio a la habitación. Creo que ayer no cenamos y necesitamos tener energía para la reunión. —aclara el hombre saliendo por completo de la cama, mostrando su cuerpo esculpido por los dioses. Ikaika se acomodó en la cama para verlo caminar con esa potente erección que se comería con muchos deseos. Sonrió ante sus pensamientos pecaminosos y tomó su móvil para mirar si tenía un mensaje de Adriana. Rápido lo abrió pa
Los días que pasaron no fueron menos intensos, ya Jaaziel había vuelto a la mansión y en la oficina habían informado que ya habían regresado recibiendo las felicidades de sus compañeros de oficina. Jaaziel estaba que besaba por donde pisaba su hermoso ángel e Ikaika que se quedaba atrás no le perdía ni pie ni pisada, habían movido el escritorio a la oficina de presidencia haciendo que sus días y noches fueran calientes y más. Parecían concejos comiendo en cada rincón donde se encontraban completamente solos.Jaaziel entra a la oficina que comparte con la rubia sacándola de su concentración. —Amor, separé una reservación para esta noche ir a cenar. —dice Jaaziel entrando a la oficina donde encuentra su compañera de vida envuelta entre sus bocetos. —Está bien, tenemos que pasar primero a la casa, debo dar de comer a Ikziel. —comenta sintiendo como sus pechos están llenos de leche. —Yo puedo ayudarte un poco con ese pequeño problema —comenta Jaaziel con voz ronca volviendo a la puerta
Ikaika ya estaba lista para ir a cenar con su novio. Llevaban algunas semanas conviviendo. Estaba tan acostumbrada a su amor que le echó de menos cuando este quiso ir a vestirse a su antigua habitación.Ika bajó hasta el vestíbulo de la mansión donde ya el señor Fuscol la esperaba muy apuesto, con su traje de tres piezas negro y una camisa crema. Él le había pedido a Ikaika que usará un vestido de noche que le regaló, el mismo era crema con lentejuelas y un escote bonito en V.—Te ves hermosa, amor mío. —dice este besando la mano de la mujer con la que desea compartir todas sus noches. —Gracias, tu no te quedas atrás, te ves guapisimo. —comenta la rubia haciéndolo sonreír. —Vamos, una hermosa noche nos espera. —le ofrece su brazo para guiarla hasta su auto, donde abre la puerta del pasajero para ayudarla a montar. Le ayuda con el cinturón para luego caminar casi corriendo hasta el lado del chófer para poner el auto en movimiento. Ya que este estaba en envido y con la emisora radi
Ikaika y Jaaziel pasaron el resto de la mañana en el spa del hotel del amigo de Jaaziel. Allí tomaron masajes, terapias corporales. Salieron con el certificado de regalo para Betzy ya que el de Adriana el mismo spa se encargó de llamarla para contarle de su buena fortuna. Le pidieron una opinión de sus servicios y para eso debía probarlos, así que encantada Adriana aceptó. Claro, ellos esperaron que Adriana pusiera la hora para ellos enviar a Betzy a la misma, no querían que pareciera algo montado sino una mera casualidad.Entraron a la oficina con miradas de chicos traviesos, Betzy sonrió triste, no es que le molestara verlos feliz por el contrario, pero extrañaba a la pelinegra y deseaba tener lo mismo con ella. —Bet, cuéntame cuanto puedas ven a nuestro despacho. —dice Jaazielcy la mujer asiente poniéndose de pie rápido. No quería ni podía darse el lujo de perder su trabajo también. Ya perdió a su amor. —¿En que los ayudo? —pregunta entrando detrás de ellos. Ika sonríe y saca un