Elisa se miró una vez más al espejo, convencida de que se veía hermosa y perfecta. Ya estaba lista para asistir al evento con su jefe.—Pasaremos por alguien más —le dijo él cuando iban en el auto.No creyó posible que se tratara de Mika. La muchachita era demasiado vulgar como para mezclarla con el trabajo. La sustituta de turno menos. Acumuló ira e ideas de carácter psicopático durante todo el camino hasta que una mujer subió al auto. Era Emilia, una nerd del departamento de informática, abiertamente lesbiana. Le gustaban las lesbianas, le daban una incomparable paz mental, aunque la mujer cogiera del brazo a Vlad para ingresar al evento. Sabía que lo hacía porque era malísima andando en tacones y estaba usando unos bastante altos.Una increíble sorpresa se llevó al encontrarse con la sustituta en la entrada, cargando una cámara. Llevaba un vestido hermoso, demasiado para una simple sirvienta. Alta, distinguida, hasta elegante se veía, como si siempre hubiera sido una mujer de alcur
El oscuro sentir que se había apoderado de la inestable mente de Vlad Sarkov lo confundía. Era una mezcla de furia y frustración, con tintes de odio y una pizca de deseos homicidas. Y como si eso no fuera poco para un simple mortal, también estaba caliente. Y planificar el castigo para su desobediente sirvienta por haberse ido con otro hombre no hacía otra cosa que calentarlo más todavía.*—Y el primer lugar de la feria de ciencias de este año es para: ¡Ken Inver! Los presentes aplaudieron al emocionado ganador, un auditorio entero.—No lo puedo creer —dijo Evan—, estaba seguro de que ganaríamos nosotros. —Nuestro sistema de desalinización de agua podría salvar al mundo de la sequía algún día —dijo Vlad, mirando el diploma del segundo lugar—. Pero qué importa el agua si puedes tener un puto robot que te masajee los pies. Inver es patético. Ken Inver, de doce años, tomó la palabra. —Quiero agradecer a los maestros y maestras por confiar en mi talento y decirles a mis compañeros que
*Vlad iba entrando a su habitación cuando notó la presencia de una intrusa. Armada de un colorido plumero, Violeta sacudía sus libros. Sonriendo maliciosamente, Vlad caminó a hurtadillas y la aferró de la cintura. Ella gritó de la impresión. —¿Quién te dio permiso para robarte mi polvo? Ladrona —le susurró al oído. El plan de ignorarla no era perfecto. Vlad tenía recaídas y aprovechaba esos breves momentos para aplacar sus incipientes deseos por ella. Así, sujeta como la tenía, podía sentir el calor de su cuerpo y su embriagador aroma. —¡Suélteme, por favor! —pidió Violeta, con angustiosa voz. Vlad la soltó, no sin antes quedarse con una parte de ella. En su mano agitaba victorioso el delantalito blanco. Ella lo miró con los ojos llorosos. —¡Usted es el único ladrón! —Si te robas mi polvo, yo me robo tu delantal. Sé que viniste para eso, Violeta ¿A quién crees que engañas con esa miradita inocente? Ella salió corriendo, con el corazón acelerado. Cruzó el largo pasillo hasta e
Tomken se preparaba para dormir. Anya cargaba una carpeta. Se recostó a su lado.—Viendo hoy a Vlad en la cena, casi llegué a pensar que tus ideas de que es un loco homicida podrían ser ciertas. Está cada día peor. Es bueno ocultándolo, pero puedo sentir el desprecio en su voz cuando me habla, ni hablar de su mirada —le dijo él. —Yo siento lo mismo. Tengo mayordomos en el segundo piso, vigilando la habitación de Ingen. Hice que pusieran seguros extras en todas las puertas —dijo ella. —¡Se acabó! No viviremos aterrorizados en nuestra propia casa. Ahora mismo iré a hablar con él para preguntarle qué mierda le pasa. Anya lo sostuvo del brazo, impidiéndole salir. Apelaba a la salud mental de Vlad, que de seguro empeoraría con una confrontación. —Tengo un plan —dijo ella, invitándolo a ver la carpeta. Era un informe muy similar al que Markus le había preparado a Vlad sobre Sam. Con sorpresa, Tomken se enteró de quién era realmente la muchacha. —¡No puedo creerlo! Yo ni siquiera sabía
Vlad lamió su labio con impaciencia. Por mucho que no le gustaran los dulces, el seductor ofrecimiento de Sam de ponerse crema de chocolate encima le había hecho agua la boca. De sólo imaginar en qué parte de su cuerpo se la pondría le hervía la sangre. Qué poderosa era su mente, que con unos cuantos pensamientos sucios volvía de hierro lo que antes era tan blando.Ya casi le parecía estar sintiendo ese placentero dulzor en la punta de la lengua. El noviazgo secreto iba de maravillas, el vínculo con Sam se volvía más y más estrecho y hasta su relación con Ingen mejoraba. Todo parecía un sueño.Un acelerado golpeteo en su puerta lo sobresaltó. Markus se precipitó al interior, con aspecto alterado. —¡Ardelia apareció, amo Vlad! Está muerta —dijo, intentando suavizar lo más posible una noticia de tal gravedad. La dulzura con la que Vlad fantaseaba se amargó al instante. Jamás probó algo peor. *El sueño de Ardelia se interrumpió por unos susurros. La cama vacía la hizo pensar que Caín
La noticia del descubrimiento del cuerpo de Ardelia no le había caído nada bien a Vlad, su palidez era una advertencia. Markus le dio sus píldoras. Estaba listo para llevárselo a la clínica si empeoraba. —¿Qué tienen que ver los Inver en esto? —Yo creo que nada, amo Vlad. Tal vez dejaron el cuerpo allí para involucrarlos. Investigaré si, en ese tiempo, ambas empresas eran rivales en algún negocio. Vlad se aferraba la cabeza. La certeza de la muerte de Ardelia significaba la paz de llagar al fin de una búsqueda que había durado dos años. Sin embargo, venía a reafirmar todos sus temores también y sus aprensiones sobre la seguridad de Sam.—Sam no puede enterarse. Dijiste que no había evidencias de que Ardelia trabajó aquí. Si Sam lo descubre, se asustará y se delatará. —Exacto, amo Vlad. Debe concentrarse en Samantha. Ya es tarde para Ardelia, pero todavía tiene a Sam. Necesita estar bien para poder cuidarla, enfóquese en eso. Vlad inhaló y exhaló profunda y repetidamente, pensando
Esta es la historia de un actor que había olvidado su libreto y al personaje que interpretaba. La primera escena era en el banco de una plaza. A pocos metros estaba el auto en que había llegado hasta allí, sin combustible. No tenía encima identificación ni billetera y sospechaba que el auto ni siquiera era suyo. Que supiera conducir ya le parecía un milagro. La explicación que le daba a su extraña situación era que se había dado tremendo golpe en la cabeza, porque se le partía de dolor. Tan fuerte había sido que le había hecho polvo hasta los recuerdos. No tenía idea de nada, sólo había un solitario sonido en su mente, llena de ecos: un grito. Un grito de mujer. Acostumbrándose al sonido como si se tratara del zumbido de un mosquito, permaneció allí, esperando que la información llegara por arte de magia. Tenía todo el tiempo del mundo, no había nada más que hacer. Luego de algún tiempo, en la escena apareció una pareja de policías. Su papel era inspeccionar el auto del que el act
La obra continuó unos instantes todavía en la playa como escenario y luego se trasladó al hotel donde la anti heroína se hospedaba. Allí se desarrollaría una trama secundaria de romance, puesto que la desvergonzada mujer de ojos verdes, que pedía favores sexuales al aire libre, que merecía una demanda por acoso y que aseguraba conocerlo, le confesó que era su novia.Y no sólo eso, le dijo que en realidad él era un enfermo mental y por eso lo había olvidado todo. No era un prófugo de la justicia ni nada por el estilo, sólo estaba perdido. Perdido, pese a ser un adulto. Durmiendo sobre la arena, trabajando como un esclavo y pasando hambre pese a ser un millonario. Y parecía ser un evento habitual esto de perderse. Ahora estaba allí, mañana podría despertarse en un desierto. La obra adquiría tintes de terror, pero eso ya lo sospechaba con el grito que había en su cabeza. Él prefería haber sido un prófugo de la justicia. Parecía menos tortuoso. Como cualquier persona racional, él pidió e