En su oficina en empresas Sarkov, Vlad oía el reporte que le leía Elisa. Era el análisis de productividad. Había aumentado en un once porciento en tres meses, eso era sensacional. ¿La razón? La implementación de cursos de perfeccionamiento para sus empleados. Asistir era obligatorio. Las clases eran en horario laboral, lo que le valió las críticas de ciertos grupos.—¡Y los ineptos del departamento de análisis de riesgos decían que nos traería pérdidas! —exclamó Vlad. —Incluso considerando los incentivos monetarios que se le dieron a los participantes fue una ganancia —agregó Elisa. —Quiero que les envíes el reporte por correo a cada uno. Y que hagas pegar copias en los murales. Quiero que estén hasta en el baño, para que no haya lugar de la empresa donde puedan estar sin lamentar su error. —Sí, amo Vlad. —Y los quiero a todos inscritos en los próximos cursos. —Cuente con eso. Vlad se reclinó en su silla, con una sonrisa victoriosa. —La educación es la clave de todo ¿No, Elisa?
*—Mira ésta, Vlad ¿No es una belleza?Vlad, de trece años, miró de reojo la foto que Evan tenía en su teléfono. —Búscate una novia y deja de ver porno en la escuela. —¡Vamos! Las chicas de nuestra edad no se verán así en unos cuatro o cinco años, no puedo esperar tanto. —Podrías infiltrarte en la fiesta de los de último año. Maximov podría presentarte a alguna de sus amigas, es popular con las chicas. —Tal vez debería aprender a tocar la guitarra también, a las chicas les gustan los músicos ¿No? Vlad se encogió de hombros. Estaba leyendo un libro que había sugerido uno de sus maestros para profundizar en los contenidos. No creyó que sería tan interesante. —¿Leyendo en el receso? ¿A quién quieres engañar? —Maximov llegó y le sacudió el cabello. —Soy guapo y aplicado, un milagro de la naturaleza —dijo Vlad. Maximov rio y se sentó junto a ellos. —Evan quiere aprender a tocar la guitarra para ligar con chicas mayores —le contó Vlad. Evan lo miraba con ilusión. —Eso no te bastar
"La esperanza renace desde el fondo del abismo", así se llamaba la pintura que Sam llevaba varios minutos contemplando, cámara en mano en su último trabajo como fotógrafa en la galería. Tal vez su ojo artístico no estuviera tan bien entrenado como para encontrar la esperanza o el abismo en el montón de manchas de colores, que parecían haber sido desparramadas con furia sobre el lienzo. La esperanza renaciendo desde el fondo de un abismo era para ella, en las actuales circunstancias, sentirse a gusto descansando entre los brazos de Vlad Sarkov. Debía reconocer el talento del artista porque la pintura le producía una sensación igual de incomprensible.El evento acabó, fue por su paga y, cuando iba de salida, una mano le aferró el hombro. Se volvió, espantada, lista para ver al demonio. Resultó ser una mujer mucho más cercana al paraíso.—¡Eva! ¡Qué sorpresa!—¡Sam, qué alegría verte! La vida de adultas nos ha alejado bastante. ¿Te mudaste de ciudad?—De momento. Estoy aquí por trabajo.
—Vlad había estado tranquilo, pero ahora se está volviendo errático ¿Qué puede ver en esa chiquilla espantosa? —decía Anya, saliendo de la cama. La horrorosa cena que habían tenido la noche anterior con la invitada de su hijo seguía revolviéndole el estómago. Qué feliz había sido cuando supo que llevaría a una invitada. Una patada en el vientre, eso resultó ser su invitada. —No le des más importancia de la que tiene, Vlad está explorando. Déjalo que juegue con esa perrita, le hará bien relajarse. —No la quiero en mi casa. Además, es una Gálvez-Zambrano, si Vlad la... si la "accidenta", estaremos en problemas. Su familia no se quedará tranquila. —Probablemente la invitó para molestarte y lo logró, olvídala y ven aquí, ratoncita, todavía es temprano. —Espero que Samantha haga mejor su trabajo, ya le hice una advertencia —dijo ella, volviendo a la cama. —Yo también lo hice. Esa muchacha debe tener nervios de acero para no haberse lanzado todavía por la ventana —dijo Tomken, riendo
Luego de cada viaje de negocios, Vlad trabajaba desde casa y sólo media jornada. Recibió a Elisa en su despacho. —Necesito revisar el reporte de su asistente temporal para actualizar los archivos —le dijo ella.Vlad le entregó el documento que Sam había redactado. Elisa lo leyó mientras él revisaba unos correos. Era un texto sumamente detallado, escrito, sin dudas, por una profesional. Definitivamente era para preocuparse. Usualmente lidiaba con rivales que querían quitarle a Vlad, no su trabajo. No dejaba de parecerle interesante. —¿Quieres beber algo? —le preguntó Vlad. Él sacó una botella de agua mineral de un minibar. —Un latte descafeinado, si es posible. Vlad tecleó en su teléfono y, algunos minutos después, llegó la sirvienta. Era una mujer bastante alta, el traje le quedaba pequeño. Necesitaba uno unas dos tallas mayor, pero claramente ella no lo diría, así podía enseñar sus curvas y las firmes piernas que tenía, con muslos bien torneados. Debía correr bastante. Su cabe
La excitante sesión en la sala de masajes con Sam terminó y ambos salieron. Qué talentosa se había vuelto ella desde que la conociera, había crecido, había madurado y también algo más, pero no encontraba la palabra adecuada para describirlo. Y la encontraba más hermosa cada vez que la miraba. Tal vez esas velas que ella usaba tuvieran alguna esencia hipnótica porque así se sentía, en las nubes. Su adorada madre se encargó de bajarlo a tierra de golpe.—Vlad, querido, te buscaba precisamente para hablar de Samantha. Mañana tengo la recepción con la gente de INVERGROUP y quería que me la prestaras.Prestarla, como si fuera una cosa, algo que podía usarse, reemplazarse y, eventualmente, descartarse. Su despreciable progenitora ni siquiera disimulaba su frialdad y malicia.Tal vez lo hacía a propósito, para probarlo. Sí, eso debía ser, así averiguaría qué tan importante era la muchacha para él.—Bien. Haz con ella lo que quieras —dijo Vlad.Siguió caminando por el pasillo, sin atreverse
Bajo el inclemente sol de mediodía, Vlad se hizo una visera con la mano. La pequeña bola surcó el cielo sobre el campo de golf como un meteoro y se clavó dentro del hoyo.—¡Wow, no lo puedo creer! ¡Hiciste hoyo en uno en un par 4! ¡Eso es increíble, Vlad! ¡Eres un animal! —exclamó Evan.Par 4 significaba que, en promedio, un profesional debía dar cuatro golpes a la bola para embocarla, de acuerdo a la distancia entre el sitio de partida y el hoyo. Y a Vlad le había bastado con uno.—¿No has pensado en dedicarte a esto de manera profesional? Eres mejor que muchos de los que compiten actualmente. Y ganarías mucho dinero.—Ya gano mucho dinero.—Pero también trabajas bastante.—Me gusta mi trabajo —respondió Vlad, como un autómata, con un cerebro tal que podía calcular la fuerza exacta a aplicar al palo para que una bola minúscula cruzara los cuatrocientos cincuenta metros que los separaban del hoyo, teniendo en cuenta la dirección y fuerza del viento.Era un hombre extraordinario, como
Elisa se miró una vez más al espejo, convencida de que se veía hermosa y perfecta. Ya estaba lista para asistir al evento con su jefe.—Pasaremos por alguien más —le dijo él cuando iban en el auto.No creyó posible que se tratara de Mika. La muchachita era demasiado vulgar como para mezclarla con el trabajo. La sustituta de turno menos. Acumuló ira e ideas de carácter psicopático durante todo el camino hasta que una mujer subió al auto. Era Emilia, una nerd del departamento de informática, abiertamente lesbiana. Le gustaban las lesbianas, le daban una incomparable paz mental, aunque la mujer cogiera del brazo a Vlad para ingresar al evento. Sabía que lo hacía porque era malísima andando en tacones y estaba usando unos bastante altos.Una increíble sorpresa se llevó al encontrarse con la sustituta en la entrada, cargando una cámara. Llevaba un vestido hermoso, demasiado para una simple sirvienta. Alta, distinguida, hasta elegante se veía, como si siempre hubiera sido una mujer de alcur