El periodo electoral continuaba y los actos de campaña se sucedían uno tras otro. La semana había comenzado con una magistral muestra cultural del comando de Kun, una orquesta sinfónica había ambientado el desayuno. Cada miembro, que se oía como un músico de larga trayectoria, no era más que un estudiante, un milagro de los talleres de música que se habían implementado en su mandato. Ahora, con su gestión y contactos, prometía traer a una eminencia de la música a impartir algunas clases. —Eso no es nada —decía Sofi a sus amigas, a quien Mozart le parecía bastante soso—, yo podría traer a mi tío Caín a dar clases. —¡Convéncelo para que cante en mi cumpleaños! —pidió Emma. —En tu cumpleaños y en el de tres personas más, que se sortearán entre quienes voten por mí —prometió con solemnidad. —Pero el voto es secreto, Sofi —acotó Magda. —Yo soy buena guardando secretos —aseguró ella con su sonrisa radiante y sincera, especial para campañas políticas. El miércoles fue turno de Andy para
Vlad se puso un poco de crema hidratante en las manos y empezó a esparcirla en el suculento muslo de Sam. Para mayor facilidad, se había acomodado la pierna en su hombro, así estaba a su entera disposición y tenía una vista privilegiada de su esposa tendida en la cama.—¡Qué rico masaje, Vlad!—¿Hay algo que yo te haga y que no sea rico? —se cuestionó con humildad—. Creo que no y ya no tengo problemas de memoria.—En eso estoy de acuerdo contigo, amor.—Lo mismo aplica para ti, Sam. El credito no es sólo mío, tú me inspiras a ser un mejor amante.Sam se carcajeó y cambió de pierna. Mientras Vlad desplegaba todo su talento en temas masajísticos, ella le jaló una oreja con los dedos de los pies y rio a más no poder.—Sam, no me jodas. Arruinas la tensión sexual con tus boberías. —Es que no pude evitarlo. Ya voy a concentrarme, se me acaban de ocurrir algunas ideas.Con los inquietos dedos de sus pies, empezó a desabotonarle la camisa. Sus movimientos eran lentos y torpes, pero sorpresiv
—¿Qué hice mal? —se preguntaba Sofi, sosteniendo el último examen de matemática.—Todo —dijo Tomás, riendo.Se había sacado un 1.—Lo único que hiciste bien fue escribir tu nombre.Ni eso, Sofi lo había escrito en el espacio para la fecha.—¡¿Por qué tengo que ser tan bruta?! ¿Qué será de mí, Tomy? ¿Qué clase de futuro tendré con estas calificaciones?—Las evaluaciones estandarizadas no reflejan realmente lo que sabes o cuánto vales como persona. No somos números, el sistema apesta.Sofi se aferró la cabeza. —¿Tan mal te fue, Sarkov?—¡Piérdete, Sewell, no es asunto tuyo! —le gruñó ella. Andy se fue con su examen de calificación máxima.—M4ldito, cuanto lo detesto —balbuceó Sofi.En un extremo del salón, Kun hablaba con sus amigos. Se le acercó al verla tan desanimada. —Soy un desastre, mi cabeza no sirve —se lamentó ella.—Claro que sirve, pero va muy rápido. Necesitas detenerte, respirar y poner tus ideas en orden. Y hacer algo con tu déficit atencional. Tal vez probar el tratami
La jornada comenzaba en la escuela privada más prestigiosa de la ciudad y Andy Sewell, un desenfadado chico rico, se encontraba con un canasto envuelto en papel celofán sobre su mesa. Dentro había chocolates, galletas, flores y una nota."Hola, sexy Andy. Qué tengas un buen día".—¿Cuál de todas las chicas guapas de la escuela te dio eso? —le preguntó Edo, uno de sus amigos.—Yo me inclino por Evelyn, es de las primeras en llegar y no deja de mirarte. Invítala a salir de una vez —le sugirió Felipe, otro amigo.—No haré nada hasta estar seguro de quién fue.En el recreo, se acercó a Sofi en el pasillo de los casilleros.—Veo que recibiste un regalo de una admiradora secreta. Qué popular, Sewell.—Sé que fuiste tú, Sarkov.—¿Te parezco una chica que regala flores y chocolates? ¿O que escribe notitas cursis?—Sigo enojado contigo y no se me va a pasar sólo por un regalo bonito.—¿Ah sí? Si tienes algo que decirme... dímelo en el armario de la limpieza. Indignado, Andy dio media vuelta y
Andy Sewell revisaba atentamente unos sitios web sobre turismo para planear sus vacaciones en pleno horario laboral. Un recién graduado de administración empresarial debía esforzarse por cuidar su primer empleo y no estar pensando en irse de vacaciones, pero él tenía la fortuna de trabajar en la empresa familiar.Tal condición le permitía tomarse ciertas licencias, como irse de vacaciones sin importar la antigüedad laboral o dejar entrar a su novia a la oficina a cualquier horario. Sentada en el sofá de cuero a un costado del escritorio, Sofía Sarkov Reyes lo miraba como si fuera lo más maravilloso que hubiera visto en su vida. Andy Sewell era un chico guapo, divertido, atento y con una inteligencia bordeando el promedio. No era un iluminado, pero tampoco un bruto rematado. Tenía mucha inteligencia emocional, algo tan escaso estos días, sobre todo en los hombres criados a la antigua. Andy era un hombre moderno, abierto de mente, tolerante y con mucha paciencia.—Ya está, Sofi. Quiero
—¿Estás segura de estar haciendo lo correcto? Si Andy fuera mi novio yo no lo dejaría solo ni cinco minutos —decía Paula, amiga íntima de Sofi y actual colega.—Andy ya es un hombre hecho y derecho, sabe cuidarse perfectamente. Nada le va a pasar si yo no estoy con él.—¿Y no te da miedo que aparezca otra mujer y te lo quite?—Él no es una cosa y no es de mi propiedad. Yo lo reconozco como un ser independiente a mí, con sus propios pensamientos y capaz de tomar sus propias decisiones. Si quiere estar con alguien más, que lo haga, para eso está soltero. Paula sonrió con incredulidad.—De verdad no te entiendo, amiga. Es tu novio y se supone que lo amas, pero lo abandonas. No te entiendo.Sofi no esperaba que lo hiciera, bien sabía ella que las mentes brillantes eran incomprendidas, lo había vivido en carne propia durante toda su vida y no esperaba que eso cambiara ahora. Ella seguiría firme con sus convicciones, aunque nadie la entendiera.—No importa, son mis decisiones y mis consecue
Movido por un firme deseo de venganza que no lo dejaba ni dormir, Andy Sewell salió de su habitación en casa de los Sarkovs y cruzó el pasillo para, con el sigilo de un gato, penetrar en la habitación donde su ex novia dormía como un angelito.Había gente que no tenía conciencia ni derecho a dormir tan plácidamente luego de dedicarse a hacer con descaro el mal.Se sentó en la cama y deslizó su mano bajo las sábanas hasta hallar una pierna de Sofi. Acarició la suave piel del muslo y siguió hacia el interior. Le daría un masaje tan delicioso como el que ella le había dado durante el partido de baloncesto. Ya jamás podría volver a ver otro juego sin tener una erección y ella lo pagaría.Sus hábiles dedos hallaron su blanco y partió trazando círculos con su pulgar sobre el pijama. Ella se removió y lo buscó en la oscuridad. Conocía demasiado bien esa mano y el aroma de la loción del afeitado de Andy.—Hmm... que rico, Andy... —balbuceó, adormilada, seductora.—Vengo a devolverte lo que me
En el pasillo de la clínica, Andy caminaba de un lado a otro, incapaz de mantenerse quieto, muy contrario a Kun, que estaba sentado en completa calma, como lo estaría esperando su turno en el banco o en el aeropuerto. ¿Qué vería en él Sofi? De sólo mirarlo le daba sueño. El médico por fin salió y los dejó pasar a verla mientras esperaban los resultados de los exámenes.—¡Creo que perdí la memoria! —le decía Sofi al enfermero.Andy se quedó estático y fue Kun quien llegó hasta ella primero. Tenía la cabeza vendada, un collarín y vendas también en el tobillo izquierdo y el brazo derecho.—¿Cómo te sientes, Sofi?—¡Horrible, Kun! Por poco me muero —le cogió la mano y la aferró.No había perdido la memoria si recordaba a Kun, eso tranquilizó a Andy. ¿Y si lo había olvidado sólo a él?Se acercó con cautela.—¡Andy, casi me muero! —estiró su otra mano para coger la de él también.—Dijiste que habías perdido la memoria.—Es que me preguntaron qué había comido ayer y no puedo recordarlo. ¡